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Capítulo 4

—Apártate de la maldita ventana —rugió Jimin.

Sin soltar el borde de la cortina color café de la ventana pequeña que había sobre el fregadero, Jungkook volvió la cabeza para mirar a Jimin.

—¿Quién es?

—Nadie. Solo un vecino.

—Es Yoon —YeonWoo, subida en el regazo de Taehyung, no mostró la reserva de Jimin en ningún momento—. Es nuestro vecino.

Jungkook arqueó una ceja.

—¿De verdad?

—Desayunó con nosotros —YeonWoo sonrió.

Taehyung y Jungkook se miraron.

—¿Desayuno?

—No empiecen a sacar conclusiones precipitadas. Me despertó esta mañana, eso es todo.

Jungkook dejó la cortina y se volvió.

—¿Un hombre esbelto y sexy te saca de la cama y dices «eso es todo»?

Taehyung se echó a reír.

—¡No es así! —dijo con vehemencia, sorprendiéndose incluso a sí mismo—. Se ha trasladado hoy, y su hermano y él estaban haciendo mucho ruido. Cuando se dio cuenta de que nos había despertado, trajo café y unos bollos.

—Qué vecino más agradable —murmuró Jungkook, y se giró hacia la ventana.

—También tomó pizza con nosotros, y yo le hice un dibujo.

—Un dibujo precioso —le dijo Jimin, dándose cuenta de que su hija había estado escuchando. YeonWoo enseñó el que estaba pintando—. Y el que estás haciendo es precioso también —le confirmó, y le dio un abrazo y un beso.

—¿Y deja de trabajar alguna vez? —preguntó Jungkook.

—Que yo sepa, no —sin poder evitarlo, Jimin se acercó a la ventana y se asomó—. ¿Qué está haciendo?

—Colocando una cuerda para colgar la ropa. Caramba, ya es de noche. Está trabajando con la luz del porche.

—¿Qué diantres está haciendo?

Jungkook entrecerró los ojos.

—Parece que va a colgar la ropa. En este momento... —sonrió— creo que su ropa interior.

Taehyung se acercó rápidamente a la ventana, con YeonWoo en brazos.

—Los dos son un par de mirones. Deberían dejarlo un poco en paz.

Pero ninguno de los tres se movió.

—Esta mañana le vi el trasero —dijo YeonWoo de pronto.

Tanto Jungkook como Taehyung se volvieron a mirarla. Cuando estaba a punto de dar una explicación, vio que YoonGi colocaba un camisón sobre la cuerda. No era un camisón sexy, sino más bien una prenda con tantos metros de tela como para una simple toalla. Claro que, con la altura que tenía, no hacía falta mucha tela para cubrirlo. Por alguna razón, aquel pensamiento lo hizo sonreír.

¿Por qué estaba colgando su ropa de noche? Y pensándolo bien, ¿cómo era posible que aún siguiera en pie? Llevaba todo el día trabajando sin parar.

—Esto es ridículo —protestó Taehyung—. Me tienen aquí en plan mirón cuando preferiría estar jugando a las cartas.

—Eso es porque estás felizmente casado y por ello inmune a las fantasías —dijo Jungkook.

Jimin lo miró con rabia. —No me digas que te interesa.

Y antes de que Jungkook pudiera contestar, YeonWoo asomó la cabeza entre Taehyung y Jungkook y gritó por la ventana:

—¡Hola, Yoon! ¡Somos mirones!

Los tres se agacharon tan deprisa, que se golpearon las cabezas al hacerlo. Sentado en el suelo, apoyado sobre uno de los armarios, Taehyung sentó a YeonWoo sobre sus rodillas, muerto de risa.

—¡Debería colgarte de los dedos de los pies por lo que acabas de hacer! —le hizo cosquillas en la barriga y YeonWoo se echó a reír.

—¿Tú crees que lo habrá oído? —le preguntó Jungkook a Jimin.

—¿Ese? Lo oye todo —entonces se volvió hacia su hija—. Cariño, no se le dice a la gente que se le está mirando.

—¿Por qué no?

Jungkook se puso de pie despacio y se asomó por la ventana con cuidado. Terminó de ponerse derecho con expresión resignada y dijo en voz alta:

—Es un poco tarde para lavar ropa.

Jimin se dio cuenta de que YoonGi debía de haber estado mirando hacia su ventana y también se puso de pie. Entonces lo oyó reír.

—No me traerán mi lavadora y mi secadora nuevas en unos días, y necesito ropa limpia para mañana.

Para disgusto de Jimin, Jungkook sonrió, fue hacia la puerta de la cocina, salió y echó a andar hacia la casa de YoonGi. YeonWoo se apartó de Taehyung y siguió a Jungkook. Taehyung miró a Jimin, se encogió de hombros e hizo lo mismo. Jimin apretó los dientes, pero siguió al grupo.

Cuando YoonGi los vio, dejó la cesta de la ropa y fue a recibirlos. Aunque había refrescado considerablemente, seguía con los pantalones cortos. Cuando lo vio, tuvo ganas de quitarse la chaqueta y taparlo. Pero era demasiado tarde. Jungkook ya lo había visto y estaba a punto de desplegar su encanto.

YoonGi le ofreció la mano cuando él se acercó. —Hola. Me llamo Min Yoon.

Jungkook le dio la mano con delicadeza, como si sus dedos fueran frágiles.

—Jeon Jungkook —murmuró en un tono que delató sus pensamientos de seducción—. Encantado de conocerte.

Jimin tuvo ganas de darle una patada. YoonGi intentó retirar la mano, pero Jungkook no se la soltaba. Le echó una mirada a Jimin y después miró de nuevo a Jungkook.

—Eres bombero, ¿no?

Jungkook pareció levemente sorprendido.

—YeonWoo le ha hablado de ustedes dos —le explicó Jimin.

YoonGi se volvió hacia Taehyung.

—Mi hermano es un gran fan del trabajo de su esposo.

Taehyung agarró a Jungkook de la muñeca, le retiró la mano y entonces le dio la mano a YoonGi.

—Kim Taehyung. Encantado de conocerte, YoonGi.

Entonces miró a Jimin. —Espero que no estuviera molestándote otra vez.

—Estábamos mirándote —la informó YeonWoo.

YoonGi se echó a reír y le acarició el cabello a YeonWoo con tanto cariño, que Jimin sintió que se le encogía el corazón.

—Bueno, imagino que cualquiera que se ponga a lavar ropa a la luz de la luna va a llamar un poco la atención. Además, la ropa colgada al aire siempre huele muy bien, ¿no les parece?

A Jimin le parecía que YoonGi olía bien. Pero decidió dejar de lado su ridicula fantasía y dijo:

—Hay una lavandería a un par de kilómetros, junto a una tienda de ultramarinos.

—Puedes usar nuestra lavadora y nuestra secadora mientras te traen las tuyas —le ofreció YeonWoo.

A Jimin se le heló la sonrisa.

—Claro... puedes usar las nuestras.

YoonGi sacudió la cabeza. —No, no me importa utilizar la cuerda.

Jungkook se plantó delante de Jimin. —Yo no vivo tan lejos. Puedes utilizar mi lavadora cuando quieras.

Jimin pensó en estrangularlo. No era por nada personal, pero sería casi tan raro que Jungkook se liara con YoonGi como que lo hiciera él mismo. Jungkook no estaba listo para sentar la cabeza y, en realidad, desde la boda de Taehyung, se había pasado mucho de la raya. Jimin no quería que se pasara también con su vecino.

—Si has terminado, podrías tomarte algo con nosotros —lo invitó Taehyung.

YoonGi retrocedió un paso. —Oh, no, pero gracias de todos modos.

—¡Vente, vente, por favor! —dijo YeonWoo pegando brincos con energías renovada.

—Tú —le dijo Jimin a su hija— estás a punto de irte a la cama.

Antes de que YeonWoo se pusiera a protestar, YoonGi dijo: —La verdad es que yo también.

Los tres mayores se quedaron mirándolo.

—Lo cierto es que tengo que ducharme y... —miró a cada uno de los fascinados hombres—. Estoy hecho un asco. Llevo todo el día trabajando.

Jungkook ladeó la cabeza.

—Yo te encuentro bien —dijo, de nuevo en el mismo tono suave y lleno de admiración; Jimin tuvo ganas de estrangularlo.

YoonGi retrocedió un paso. —Tengo que terminar esto. Pero ha sido un placer conocerlos. ¡Dulces sueños, Woo!

—Te deseo lo mismo —añadió Jungkook en el mismo tono provocativo.

YoonGi sonrió, se dio la vuelta y echó a andar rápidamente hacia su casa. Jungkook se quedó allí mirándolo y, por la dirección de su mirada, Jimin notó que le estaba mirando el trasero. Hasta que Jimin le dio un codazo. Bien fuerte.

Mientras volvían a la cocina de Jimin, YeonWoo bostezó ruidosamente. Sabiendo lo rápidamente que YeonWoo se quedaría dormida, los hombres se miraron y se sonrieron.

Jimin tomó en brazos a su hija. —A la cama, cariño.

La niña miró a Jungkook y a Taehyung con los ojos medio cerrados ya. —Buenas noches.

Jungkook se inclinó y la besó en la nariz. —Buenas noches, princesa.

Taehyung le hizo cosquillas en los pies. —Buenas noches, cariño.

Cuando Jimin se dio la vuelta para salir de la cocina, vio que Taehyung se sentaba a la mesa y que Jungkook volvía a la ventana. Gruñó entre dientes mientras subía las escaleras con su hija en brazos.

—A Jungkook le gusta —le dijo YeonWoo cuando la puso en la cama.

Jimin se retiró y miró a su hija. —¿Tú crees?

YeonWoo asintió.

—A mí también me gusta. ¿A ti no?

—Está bien —Jimin arropó a YeonWoo y le dio un beso en la frente—. ¿Necesitas hacer pipí?

—No —se giró de lado y apoyó la mejilla sobre el puño diminuto.

Le dio un último beso en la mejilla y se puso de pie. A los dos segundos, YeonWoo ya estaba roncando suavemente. Jimin se quedó mirando un momento a su hija. YeonWoo era con mucho lo más precioso que tenía en la vida. Cada vez que la miraba, se daba cuenta de lo mucho que la quería.

Jungkook continuaba junto a la maldita ventana cuando volvió a la cocina.

—Pareces un perrillo enamorado.

Taehyung se echó a reír.

—¿En comparación contigo, que interpretas el papel de perro rabioso?

Jimin se detuvo al oír las palabras de su amigo. Conocía a sus amigos y si, sospecharan acaso del efecto que le causaba YoonGi, no dejarían de darle la lata. Disimuladamente, fingiendo desinterés, se acercó y miró por la ventana.

YoonGi no estaba en el patio, gracias a Dios. Ojos que no ven...

Suspiró y se sentó a la mesa; entonces se estiró y se frotó el cuello.

—Sin comentarios, ¿eh? —dijo Taehyung.

—No sé de qué estás hablando —dijo, demasiado cansado como para pensar en otra respuesta.

Taehyung se inclinó hacia delante y le susurró: —De la posesividad.

Jungkook se dio la vuelta.

—Se ha metido en casa hace unos segundos —Jungkook se sentó con sus amigos—. ¿Han visto qué piernas tiene ese chico?

—Como son así de formadas y pálidas, sería difícil no fijarse.

Jungkook arqueó una ceja. —Está bien hecho, sí señor.

—Tú no has tenido que aguantarlo a primera hora de la mañana —dijo Jimin deseando haberse mordido la lengua.

Jungkook lo saludó con el vaso y dijo: —A mí puede levantarme cuando quiera.

—Jungkook, siempre piensas en lo mismo —dijo Taehyung.

—Desde luego, ahora sí que lo estoy pensando. Sin duda.

Jimin gruñó antes de poder evitarlo. —Siento restringir cualquier fantasía con la que te estés deleitando, pero olvídate de él.

Jungkook vaciló. —¿Quién lo dice?

—Yo lo digo. Yo tengo que vivir con él. No tengo ganas de que salgas con él, lo dejes y después yo tenga que cargar con las consecuencias —Jimin sacudió la cabeza con resolución—. De eso nada, de modo que olvídalo.

Taehyung tocó a Jungkook con la pierna por debajo de la mesa.

—Además, él ya tiene sus planes —dijo Taehyung.

Esa vez, Jimin se mordió la lengua. Cuanto más hablara, más conclusiones sacarían sus amigos de sus palabras. Jungkook miró a Jimin y le preguntó:

—¿Es eso cierto?

—No, no lo es —dijo con la esperanza de parecer más firme de lo que se sentía—. ¿Podríamos cambiar de tema ya?

—Porque puedo echarme atrás si estás reclamándolo tú.

—No estoy reclamándolo —dijo Jimin con los dientes apretados—. Pero tú te vas a echar atrás.

Jungkook lo miró un instante; entonces se echó a reír y miró a Taehyung.

—Creo que tienes razón.

—¿Vamos a jugar a las cartas, o vamos a quedarnos aquí fantaseando? —rugió Jimin.

—De acuerdo, de acuerdo —dijo Jungkook en tono tranquilizador—. No te pongas así. No debemos soñar.

—Habla por ti mismo —gruñó Taehyung—. Yo estoy soñando. Preferiría estar en casa con SeokJin en este momento.

Jungkook sacudió la cabeza con pena. Incluso Jimin consiguió soltar una risotada bastante creíble.

—Aún eres casi recién casado, de modo que es natural.

—Y además —añadió Jungkook—, SeokJin puede hacer soñar a cualquiera.

Taehyung hizo ademán de levantarse. —Preferiría que no hablaras en tono tan íntimo de mi esposo.

Jungkook se quedó impasible ante la furia de Taehyung.

—Solo estaba diciendo que estoy de acuerdo contigo.

—Mira que...

—Calla... Pero qué susceptibles son los hombres enamorados —se quejó Jungkook—. Primero Jimin casi me come, y ahora tú.

—Jimin no está casado, yo sí.

—Jimin quiere casarse —señaló Jungkook—. Es casi lo mismo —entonces se dirigió a Jimin—. ¿Estás pensando en casarte con Yoon?

—No.

—¿Le has visto de verdad el trasero?

—No.

Jungkook sonrió.

—Aceptaré el primer «no». Pero para el segundo necesito una explicación.

Jimin sabía que si tiraba a Jungkook al suelo, YeonWoo se despertaría, de modo que se resignó.

—Estaba agachado... —balbució sin saber cómo explicarlo.

Jungkook protestó ante su vacilación.

—Soy todo oídos.

—Yo también —reconoció Taehyung.

—Llevaba puestos unos pantalones cortos.

—Me he fijado en eso.

—Yo también —añadió Taehyung.

—¿Quieren que les cuente o no? —Jimin los miró a los dos con rabia, esperando, pero los dos se habían callado—. Estaba agachado intentando arrastrar una caja al patio trasero y se le subieron un poco los pantalones. No le vi desnudo el trasero. Pero había visto lo suficiente para saber que lo tenía tan lindo y formado como las piernas.

—Y voy yo y me lo pierdo —susurró Jungkook.

Jimin se dio por vencido y les explicó su relación completa con el joven Min. Les habló de la familia de YoonGi, que pronto se trasladarían con su hijo, de su hermano, que era grande y fuerte como un toro, y de su manera de ser, descarada e insistente.

—No es la esposa que busco —terminó de decir Jimin—. No tengo nada contra el género, lo saben. Es solo que Woo necesita una madre y, aún así tampoco es el esposo que tengo en mente.

Una vez aclarado el asunto, Jimin se relajó un poco y empezó a barajar las cartas.

—El otro día, Woo me preguntó sobre las compresas de las mujeres.

Jungkook y Taehyung se quedaron helados.

—¿Lo vio en los anuncios? —preguntó Jungkook.

—Sí. Estaba viendo unos dibujos cuando de pronto los cortaron y salió este anuncio de compresas.

—¿Y qué le dijiste?

—Bueno, me las apañé más o menos —mintió Jimin.

En realidad lo había hecho fatal, pero no estaba dispuesto a reconocerlo.

—Por eso necesito una esposa. Imagino todas las preguntas que surgirán en el futuro. Quiero decir, ¿qué sé yo de moda para jovencitas, o de sujetadores deportivos? —mientras terminaba de barajar las cartas, Jimin se acordó de otra cosa—. Taehyung, ¿te ha contado Jungkook que en la brigada de bomberos están haciendo un calendario con fines caritativos?

—¿Qué es eso? —preguntó Taehyung.

Jungkook tomó la baraja de cartas y empezó a repartirlas.

—Un chico de promoción muy prepotente es el que lo está organizando todo. Quiere que un grupo de hombres posen ligeros de ropa para las fotos del calendario. Después lo venderán, y los beneficios irán al centro de quemados.

—Un chico muy prepotente, ¿eh? —repitió Taehyung despacio, como saboreando las palabras—. ¿Quiere decir que tuvo la audacia de excluirte del grupo de modelos?

—No le di la oportunidad. Los interesados tenían que llamarlo y concertar una cita. Seguro que para darse un buen festín con la mirada. ¡Qué increíble!

—¿Lo conoces? —preguntó Jimin.

—No me hace falta. Un amigo de otra brigada me ha hablado de él. Parece ser que es un niño rico que colabora en esta organización caritativa por aburrimiento.

Taehyung y Jimin se miraron. Taehyung dejó sus cartas bocabajo y cruzó los brazos sobre la mesa.

—¿Desde cuándo te importa el carácter de un desconocido?

De pronto, Jungkook parecía molesto. Jimin pensó que ya era hora de que se diera la vuelta a la tortilla.

—Parece ser que es precioso, ¿vale? Y ya estoy algo harto de las personas así. Quiero alguien más normal. Alguien genuino —miró hacia la ventana—. Yoon, o como se llame, también me valdría. Quiero alguien natural, no una muñeca artificial.

—Olvidémonos de Yoon y del chico del calendario y juguemos a las cartas —dijo Jimin.

Tres horas después, Jimin estaba listo para irse a dormir. Taehyung también estaba bostezando. Jungkook, el único que no parecía cansado, decidió llamar a una mujer desde casa de Jimin e hizo planes para pasar la noche con ella.

Después de despedir a sus amigos, Jimin subió a su dormitorio y fue desnudándose por el camino. Se quitó los zapatos y se sentó en el borde de la cama para quitarse los calcetines. Después de apagar la luz, fue a la ventana y aspiró el aire nocturno mientras se bajaba la cremallera de los pantalones. Y desde allí, a la luz de la luna, recostado en la maldita hamaca como una ofrenda sexual, estaba YoonGi.

Por un instante, el deseo se apoderó de él y lo hizo sentir una turbación extrema. Entonces se dio cuenta de algo muy importante. Parecía totalmente dormido. Jimin no podía dar crédito a lo que veía.

Era un joven soltero, nuevo en el vecindario y, por lo que se veía, lo bastante estúpido como para quedarse dormido en el patio de su casa.

Jimin salió de su habitación con los dientes apretados y paso resuelto. Nada más verlo el día anterior, se había dado cuenta de que no iba a darle más que problemas, tanto para su salud mental como emocional.







































•Kat🐾

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