Capítulo 11 (+18)
Eran las once y sus padres se habían retirado a su dormitorio hacía casi media hora. YoonGi los oía charlando y riéndose. Como sus padres seguían retozones incluso después de tantos años, YoonGi se dijo que no debía olvidar encender el ventilador del techo de su dormitorio cuando se acostara esa noche.
Desgraciadamente, estaba casi en casa de Jimin cuando se dio cuenta de que varios coches seguían a la entrada de la casa de su vecino. Se veía que sus amigos aún no se habían marchado. Estaba a punto de darse la vuelta cuando una voz de masculina le dijo: —Tú debes de ser Yoon.
YoonGi se quedó helado. Jimin tenía encendida, igual que él, la luz del porche y sabía que el hombre lo estaba viendo. Aun así, pensó en esconderse.
—Soy Jin —dijo el hombre en tono amable—. Ven a charlar con nosotros.
YoonGi no se había unido al grupo de su hermano y sus amigos cuando estos habían ido a besarle los pies al escritor. A él no le iban mucho las novelas de misterio y, por otra parte, no quería ser pesado con Jimin.
Le dolía el pie y sintió vergüenza porque iba en albornoz, pero avanzó e incluso sonrió.
—Hola. Sí, soy Yoon, una vecino.
Kim SeokJin estaba apoyado contra un árbol. Cuando YoonGi se acercó, Jin le dio la mano.
—He oído hablar mucho de ti.
—¿Ah, sí?
¿Quién le habría hablado de él? ¿Jimin? YoonGi se acercó un poco más. Como SeokJin era un hombre alto, le sacaba una cabeza... no estaba seguro.
Jin tenía una de esas figuras esbeltas que hizo que YoonGi se sintiera como un leñador.
—¿Te vas a la cama? —le preguntó SeokJin al ver cómo iba vestido.
—Oh, no —dijo—. Llevo puesto el bañador. Hoy me rompí... esto, un dedo, y Jimin me invitó a utilizar su bañera de hidromasaje.
—¡Es verdad! Me lo habían contado también.
YoonGi miró al hombre.
—¿Qué es exactamente lo que te ha contado Jimin?
—Bueno, no mucho. Jimin, como te habrás dado cuenta, es muy reservado —dijo SeokJin—. También es muy tranquilo —añadió—. Pero tanto Jungkook como Tae me han dicho que, cuando está contigo, cambia por completo. Pierde los estribos, y no deja de quejarse y gruñir. Me encanta. Fue tan divertido cuando empezó a decir que quería buscar esposa. Tenía todas estas nociones estúpidas sobre lo que debía reunir la candidata —SeokJin sacudió la cabeza y su preciosa melena negra, lisa y reluciente, brilló bajo la luz de la luna.
YoonGi se tocó el cabello, que había recogido en un moño a la mitad sobre la cabeza.
—Deja que te avise de una cosa. Si te casas con Jimin, querrán que te vistas de novio para la boda.
SeokJin lo dijo como si eso fuera lo peor de todo. Pero como a YoonGi tampoco le gustaba mucho emperifollarse, lo comprendió perfectamente.
Jin hizo una mueca. —Pero teniendo en cuenta los resultados finales, no es tan malo.
YoonGi miró a uno y otro lado, sin saber cómo responder a eso.
—No nos vamos a casar. Jimin no va en serio conmigo. Quiere... Bueno, solo me desea —añadió—. Pero no para casarse conmigo.
SeokJin lo miró y entonces lo agarró del brazo.
—Vamos a sentarnos. Tú tienes el dedo roto y yo te tengo aquí de pie compartiendo confidencias —lo agarró del brazo y avanzaron con cuidado—. No hagamos ruido. Los chicos están cotorreando. Salí a tomar un poco el aire, pero no quiero que se unan a nosotros aún.
Se detuvieron junto a la bañera y SeokJin se sentó en el borde y cruzó las piernas.
—Las cortinas del patio están echadas, de modo que no nos verán. Puedes meterte si te apetece.
YoonGi sacudió la cabeza.
—De acuerdo, pero volvamos al asunto del sexo.
—Yo no he dicho eso exactamente —dijo YoonGi, que no tenía ni idea de por qué le había confesado eso a un extraño.
—No pasa nada. La gente siempre me confía cosas. Soy escritor, ya sabes.
YoonGi no sabía qué tenía eso que ver con nada.
—Tu hermano me contó muchas cosas sobre ti. Dice que nunca te ha interesado nadie tanto como Jimin.
—Voy a matarlo.
SeokJin se echó a reír.
—No te preocupes. Nadie lo oyó. Pero deberías saber que Jimin siente lo mismo. Pensé que Tae era raro cuando lo conocí, pero Jimin es aún peor. Jungkook, sin embargo, no conoce límites cuando se trata de ser un Don Juan.
—Creo que Jungkook es un conquistador —comentó YoonGi—. Es así.
—Le gusta pensar eso —dijo—. Desgraciadamente, sus conquistas están de acuerdo con él. Pero volvamos a ustedes dos. Lo que quiero decirte es que, hagas lo que hagas, no te eches atrás. Yo estuve a punto de darme por vencido con Taehyung, pero afortunadamente su familia me convenció para continuar. Ya que nosotros nos consideramos prácticamente familia de Jimin, me siento obligado a darte el mismo consejo.
YoonGi se sentó junto a SeokJin en el borde de la bañera y dejó caer la cabeza hacia atrás.
—No me extraña que a Jimin no le interese tener nada serio conmigo. Cada vez que estoy con él, termino haciendo alguna tontería.
—Mmm —SeokJin se puso de pie y empezó a pasearse de un lado a otro; llevaba unos pantalones cortos de globo y una camiseta blanca, y aun así su aspecto era de lo más etéreo—. Creo que deberías decirle a Jimin lo que sientes.
—¿De verdad? —YoonGi hizo una mueca solo de pensar en hacerlo—. ¿Eso fue lo que tú hiciste con Taehyung?
Él se echó a reír.
—Totalmente. El pobre Taehyung no sabía qué pensar de mí. Pero no estoy acostumbrado a ocultar mis sentimientos, sobre todo cuando son tan fuertes. Supe casi desde el momento que lo vi que lo quería para mí solo.
YoonGi asintió. Él sentía lo mismo hacia Jimin. Casi desde el principio había percibido lo maravilloso que era.
—De acuerdo —dijo SeokJin—. Quítate el albornoz y métete en la bañera. Tae, Jungkook y yo nos iremos y te enviaré a Jimin. ¿Cómo es tu bañador? —abrió mucho los ojos—. ¿O no llevas nada? —le preguntó con delicia.
—¡Por supuesto que llevo! —exclamó YoonGi—, no saldría desnudo de mi casa.
SeokJin parecía decepcionado.
—De acuerdo, déjamelo ver.
—Es... algo pequeño.
—¿Para provocar a Jimin? Buena idea, aunque en realidad no es tan buena como estar desnudo. Además, él no necesita provocación alguna. Ha pasado toda la noche nervioso e impaciente. Todos sabíamos que quería que nos marcháramos para estar contigo, así que Tae y Jungkook se empeñaron en quedarse un rato más para ver a Jimin poniéndose nervioso —SeokJin sacudió la cabeza—. Están todos locos, pero los quiero —SeokJin dejó de hablar un momento, y entonces se aclaró la voz—. ¿Puedo ver el bañador?
A YoonGi, que no tenía ningún amigo íntimo, SeokJin le había caído bien inmediatamente.
—De acuerdo, pero no te rías.
—¿Por qué iba a reírme?
YoonGi se abrió el albornoz. No estaba desnudo, pero la tanga que eligió era lo más parecido a estarlo. SeokJin silbó.
—Jimin tendrá suerte si consigue durar media hora. Estás estupendo. Como un modelo.
YoonGi se cerró el albornoz.
—La única vez que Jimin y yo hicimos el amor estaba oscuro como la boca del lobo y no me vio bien.
—¡Pues con ese te va a ver de maravilla! ¿Me llamarás mañana para decirme qué tal te ha ido?
YoonGi se quedó estupefacto.
—Bueno, claro. Sí.
—¡Espera! Mejor aún; podemos comer juntos. Acabo de terminar un libro, de modo que tengo algo más de tiempo libre. Necesito dejar descansar el cerebro antes de empezar a idear otra trama. ¿Dónde trabajas? Podría ir a buscarte.
Conmovido por el entusiasmo de SeokJin, YoonGi le dió la dirección del gimnasio de su hermano.
—Bin se hará pipí encima si te ve allí.
—Tu hermano es un verdadero encanto. Amo conocer a mis lectores. En realidad, no se lo digas aún, pero estoy pensando situar una historia en un gimnasio.
YoonGi estaba encantado.
—Creo que es interesante. Seguro que Bin estará encantado de ayudarte y contestar a cualquier pregunta que quieras hacerle.
—Estupendo. ¿A qué hora quieres que almorcemos? —preguntó SeokJin.
—¿Te parece bien que pase a las once y media?
—Perfecto. Estaré allí. Ahora métete en la bañera y enseguida te envío a Jimin.
—Encantado de conocerte, SeokJin.
SeokJin volvió la cabeza.
—Lo mismo digo. Y llámame Jin.
YoonGi se quedó mirándolo, sintiendo como si hubiera pasado un tornado por allí. Entonces pensó que Jimin saldría de un momento a otro; no quería tener que quitarse el albornoz delante de él. Así que lo dejó sobre una silla y se metió en el agua tibia. Los chorros aún no estaban encendidos, pero el agua estaba que daba gloria, y le cubrían la mayor parte de su cuerpo desnudo. Solo esperaba que Jimin apreciara su falta de pudor.
En cuanto Jimin, gracias a Jin, consiguió librarse de Taehyung y Jungkook, cerró la puerta de la casa con cerrojo y corrió al patio. YeonWoo llevaba mucho rato dormida, sus amigos se habían ido y YoonGi lo esperaba ya en la bañera. Finalmente, el día empezaba a ponerse interesante.
Descorrió las cortinas de la puerta que daba al patio y miró a YoonGi unos segundos antes de abrir las puertas y salir. Estaba precioso, aunque solo lo veía de hombros para arriba.
Tenía el disparatado cabello recogido de la mitad en un moño sobre la coronilla, pero se le veía distinto por el efecto del vapor de agua. En las sienes despuntaban minúsculos bucles dándole la apariencia de un polluelo recién nacido.
Jimin sonrió y tuvo que admitir que no solo fue el deseo lo que le atenazó la garganta.
—Eh.
YoonGi levantó la cabeza y lo miró.
—Hola.
Sin dejar de mirarlo, empezó a desabotonarse la camisa.
—De haber sabido que estabas aquí, habría salido antes.
—No pasa nada; no quería interrumpir tu visita.
—¿Te ha gustado charlar con Jin?
Más que nada, se preguntaba de qué habrían hablado. Claro que, con Jin, quién sabía.
—Es estupendo, ¿verdad?
—Jin es un cielo —dejó su camisa y se sentó en una silla para quitarse los zapatos—. Taehyung está loco por él.
Después de quitarse los zapatos y de dejarlos a un lado, se puso de pie para desabrocharse los pantalones.
—No me voy a molestar en ponerme el bañador. ¿Te importa?
YoonGi le miró el abdomen y sacudió la cabeza. Ya estaba tan excitado, que resultaba imposible no notar su erección. Lo deseaba, mucho más aún desde que había estado con Yoon y sabía lo increíble que era.
Estaban rodeados por una valla que impedía que nadie los viera. Aun así, se metió dentro y apagó las luces, dejando la bañera en penumbra.
YoonGi protestó levemente, y Jimin se echó a reír.
—Tus ojos se acostumbrarán a la oscuridad, pero no quiero arriesgarme a que aparezcan tus padres o cualquiera.
—Están en la cama —dijo—. A no ser que ocurra un desastre natural, no saldrán de ella.
Jimin se sacó la cartera del bolsillo. Sacó dos condones y los dejó a mano. Entonces se quitó los pantalones y los calzoncillos y los colocó sobre el respaldo de la silla.
—¿Quieres que ponga los chorros? —le preguntó mientras se metía en la bañera—. ¿O te gusta así?
YoonGi tragó saliva. Estaba delante de él, y notó su mirada como un dardo de fuego acariciándole la entrepierna. Separó las piernas y esperó.
—¿Jimin?
—¿Sí?
—Ya se me han acostumbrado los ojos a la poca luz.
Él sonrió y fue a sentarse, pero YoonGi lo agarró de las caderas.
—No, espera un momento. Deja que... Mira. No te toqué mucho la otra noche. Después lo pensé; pensé que podría haberlo hecho, pero que no lo hice. Ahora puedo.
Le deslizó las manos por los muslos, abajo y arriba. Jimin observó cómo lo miraba YoonGi, y le resultó tan erótico que estuvo a punto de no poder aguantarlo.
—Casi no te di la oportunidad de hacerlo.
—Estuviste de maravilla.
Sin decir más, se inclinó hacia delante y le acarició los testículos. Tenía las manos calientes del agua, mojadas y sedosas. El corazón empezó a latirle con fuerza.
Con la otra mano empezó a tocarlo por todas partes, excepto donde más deseaba que lo tocara. Su miembro latía y se extendía, pero YoonGi lo ignoró mientras le pasaba las palmas de las manos mojadas sobre el trasero, las caderas, los muslos, con una suavidad y una curiosidad que lo excitaron en extremo. Cuando se inclinó hacia delante y le plantó un beso en la cadera, él gimió.
—Yoon, eres un provocador.
—No. Solo es que te deseo tanto. Todo entero.
Como YoonGi era tan abierto, tan valiente, Jimin supo que no mentía. Por eso no pudo soportarlo y lo agarró de la mano, que no paraba de moverse, y se la puso donde más quería que él lo tocara.
—Aquí, Yoon —le dijo, y él lo agarró con dulzura.
—¿Te gusta? —le preguntó mientras levantaba la cabeza y lo miraba con sus preciosos ojos.
Un hombre con las manos ligeramente más pequeñas que el promedio pero era excitante, pensaba Jimin. Lo agarró a la perfección, con firmeza pero con cuidado, con suavidad pero con fuerza. Un gemido de placer escapó de sus labios.
—Sí..
Sin soltarlo, YoonGi se puso de rodillas despacio. Al hacerlo, Jimin le vio los pezones, alzándose erectos. Mientras tanto, YoonGi no dejaba de acariciarlo.
—Es suficiente —le dijo, y le tomó las manos.
—Pero...
Tiró de YoonGi con cuidado y lo abrazó por la cintura.
—Cuidado —dijo mientras lo miraba con deseo—. No te hagas daño en el pie.
YoonGi le sonrió.
—¿Qué pie?
Él también sonrió mientras empezaba a acariciarle el pecho y abdomen.
—Dios, eres precioso.
—Soy pequeño, aún así no soy delicado... —contestó.
—Eres un hombre sexy.
—Es la primera vez que me pongo un bañador como este.
—Gracias a Dios.
—Mi madre me lo compró cuando intentaba casarme. Le dije que era gay, pero se empeñó y compró este tipo de cosas.
Inmediatamente, Jimin levantó la cabeza.
—¿Cómo?
YoonGi se encogió de hombros.
—Te dije que no salgo mucho. Eso molesta a mis padres. Ellos se conocieron jóvenes; siempre han sido felices y quieren que yo sea feliz. Por eso mi sexualidad no fue algo que les quitara el sueño.
Jimin lo abrazó con cuidado, intentando ahogar la sensación de náusea que de pronto tenía en el estómago.
—¿Necesitas casarte para ser feliz?
YoonGi desvió la mirada.
—No tengo prisa.
No estuvo seguro de que esa respuesta le gustara demasiado.
—¿Por qué no?
—Como tú, creo que estoy buscando a alguien especial. Debe de ser por eso que no me atraen demasiados hombres, ¿entiendes? Y acabo de comprarme mi propia casa. Quiero disfrutar de ella un tiempo antes de tener que empezar a cambiar otra vez las cosas.
—Entiendo —dijo, aunque en realidad no entendía.
—¿Podemos dejar de hablar ahora?
—Quieres continuar, ¿verdad?
YoonGi le acarició el pecho y después más abajo.
—Sí, quiero continuar.
Jimin se sentó en el asiento de la bañera.
—Ven aquí, Yoon.
YoonGi se acercó y él le retiró el "bañador" que le cubría la hombría, luego lo dejó junto a la bañera.
—Uno de estos días —empezó a decir— voy a hacerte el amor al sol para poder verte bien.
Antes de que pudiera responder a eso, se inclinó hacia delante y empezó a succionarle el pezón derecho.
—Jimin... —gimió sin poder contenerse; él hizo lo mismo con el otro pezón y YoonGi continuó gimiendo en tono bajo—. Ya estoy listo, Jimin —le susurró con urgencia.
—Imposible —contestó Jimin—. Acabamos de empezar.
—Pero llevo pensando en esto todo el día, incluso durante la estúpida fiesta —levantó la cara para mirarlo—. Por eso me preparé antes. Por favor, Minie.
Él lo miró mientras le deslizaba los dedos por su espalda baja hasta donde iniciaba la línea de su trasero.
El agua estaba caliente, pero YoonGi estaba aún más caliente, húmedo y tan linsto para Jimin. Le retiró la mano, entonces se levantó y se sentó en el borde de la bañera para ponerse uno de los condones. Después de ponérselo, se sentó de nuevo en el borde del asiento.
—Siéntate a horcajadas encima de mí, Yoon.
Y lo hizo. El pecho de ambos rosando. Sus cuerpos estaban calientes, mojados y resbaladizos. Jimin lo ayudó a colocarse, con cuidado de no rozarle el pie malo.
—Apoya las manos en mis hombros.
YoonGi lo hizo y Jimin lo penetró mientras él gemía suavemente. Lo besó en el cuello, lleno de emoción, de placer, de tanto placer que casi le produjo dolor. Lo agarró con cuidado y, en lugar de embestirlo con fuerza, se balanceó junto con YoonGi sin dejar de besarlo y de susurrarle al oído palabras dulces. Había tantas cosas que deseaba decir; claro que, ni él mismo entendía ya qué fuerza lo empujaba. Solo sabía que lo deseaba, y en ese momento lo tenía entre sus brazos.
Cuando sintió que los músculos de YoonGi le apretaban el miembro, metió la mano entre sus cuerpos y lo ayudó a alcanzar el climax masturbando su miembro a la misma velocidad. YoonGi le mordió el hombro mientras llegaba a la cima y le lamió los labios cuando él hizo lo mismo segundos después.
Entonces apoyó la cabeza sobre el hombro de Jimin y dijo:
—¿Crees que alguna vez haremos el amor en la cama?
Jimin quería decirle que sí, que se irían a su cama inmediatamente. Cuanto más lo veía, más deseaba estar con él. No quería darle las buenas noches y enviarlo a su casa. Quería abrazarlo toda la noche, despertarse con YoonGi por la mañana, compartir el desayuno con él y con Woo, e incluso discutir con él. Pero no había nada decidido. No solo tenía que pensar en él, sino también en su hija.
—Tengo una semana libre. Woo va al parvulario dos tardes a la semana, así que la casa estará libre esas tardes. Si puedes tú escaparte un rato...
YoonGi le dió un beso en la barbilla.
—Lo haré. ¿Pero... Jimin?
—¿Sí?
Acababa de amarlo y ya estaba pensando en hacerlo otra vez. Estaba obsesionado.
—¿Estás viendo a alguien ahora mismo?
—No. ¿Por qué?
—Dijiste que estabas buscando una esposa. Y como dijiste que tenías planes para mañana por la noche también, me preguntaba por qué.
Él sonrió. —Mañana pensaba hacer limpieza, eso era todo.
—Ah —entonces levantó la cabeza y lo miró—. Si quieres ver a otra persona, quiero que me lo digas.
—¿Por qué? —le preguntó mientras le acariciaba la mejilla.
—Porque entonces no querré verte más.
Solo de oírselo decir, le dieron ganas de ponerse a gritar.
—De acuerdo —le pasó el pulgar por el labio inferior—. Yo siento lo mismo.
•Kat🐾
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