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Capítulo 10

En cuanto salió del coche, Jimin oyó el ruido que provenía de la casa de YoonGi. La música a todo volumen se mezclaba con las risas y las voces.

Eran las seis y media de la tarde, y estaba cansado, hambriento, preocupado y estresado. Parecía que se había retrasado desde el momento en que se había levantado de la cama, y desde entonces no se había recuperado.

Primero se había dormido. Después de los excesos de la noche anterior y de dormir tan bien, el despertador Había pasado media hora sonando hasta que Jimin lo había oído. Cuando se había recuperado de eso, se había ido a preparar café antes de afeitarse. Mientras añadía el café a la máquina, había mirado por la ventana de la cocina y había visto a YoonGi subido con precariedad a aquella vieja escalera de madera intentando limpiar las cañerías. Inmediatamente había subido a ponerse los pantalones y a despertar a YeonWoo, para salir y hablar con YoonGi antes de que se cayera. Pero había sido demasiado tarde.

Se estremeció solo de pensar en el momento en que había abierto la puerta y había visto a YoonGi cayéndose desde aquella altura. ¡Qué suerte que solo se hubiera roto un dedo del pie!

Entonces pensó en sus padres y en la descripción que YoonGi le había dado el primer día. Ahora ya sabía que había sido la adecuada. Nunca había conocido a un hombre tan extravagante y teatral; cada palabra suya, cada gesto, eran exagerados.

Chastity era, como había dicho su hijo, una hippie. Tenía el cabello largo y rubio con mechones canos, pero su figura seguía siendo joven. Seguramente YoonGi había heredado las preciosas piernas de su madre.

Chastity no era tan esbelta, pero en general era una mujer atractiva. Extraña, pero atractiva.

Después de salir de casa de YoonGi, había vuelto a la suya para terminar de prepararse y marcharse a trabajar. Había salido de la casa justo a la hora de siempre. Desgraciadamente, cuando había llegado a casa de JiHyun para dejar a YeonWoo, la había encontrado muy enferma. JiHyun se había empeñado en que solo era gripe, pero Jimin había insistido en llevarla al hospital.

Había llamado a su supervisor y explicado por qué llegaría tarde. Mientras la mujer había preparado algunas cosas por si tenía que quedarse en observación, Jimin había llamado a Jungkook, que ese día tenía libre.

Una mujer le había contestado al teléfono. Jimin pensó en colgar y llamar a otro amigo, pero Jungkook se había puesto al teléfono y, al enterarse de lo que pasaba, había quedado en ir a buscar a YeonWoo al hospital.

De camino al hospital, Jimin había localizado a la nieta de JiHyun, que había quedado en encontrarse con ellos allí por si su abuela tenía que ser internada.

Cuando por fin había llegado al trabajo, habían pasado casi dos horas. Las mujeres que trabajaban con él le tomaron el pelo porque iba sin afeitar y por su expresión atribulada. Y había pensado en YoonGi durante todo el día. Le invadía el pensamiento, hostigándole el ánimo y calentándole el cuerpo.

En un momento, estaba preocupado por él y por lo que le había pasado, y al siguiente solo pensaba en hacerle el amor otra vez. En ese momento miró hacia su casa, en cuyo camino de entrada había unos cuantos coches aparcados.

Una fiesta. Estaba celebrando una fiesta. Le había prometido que se lo tomaría con calma, que subiría el pie en alto y que descansaría. En lugar de eso, organizaba una fiesta.

Jimin apretó los dientes y avanzó hacia la rampa de su cocina. Bien. Que hiciera lo que quisiese. Se limitaría a no hacerle caso a él y a sus irresponsables modales. Además, cuanto menos se preocupara por él o pensara en él, mejor.

Lo que quería era poseerlo una y otra vez, de muchas maneras distintas. Deseaba besarlo por todo el cuerpo, empezando por los dedos de los pies, subiéndole por las piernas hasta llegar a su delicioso...

—Oh, maldita sea —Jimin abrió su puerta—. Ya estoy en casa —canturreó.

Cuando nadie le contestó, se dio cuenta de que en el camino de su casa no había visto el coche de Jungkook. Se quedó de pie en medio del salón, cansado y dolorido, pensando qué hacer.

Irritado y de mal humor, fue a la cocina para asomarse por la ventana. Allí, en el patio de YoonGi, había al menos una docena de personas, incluidos Jungkook y YeonWoo. De un altavoz en el patio salía música a todo volumen y también habían montado una red para jugar al bádminton. Una mujer que no conocía jugaba de pareja con Bin contra Siu y Haru, mientras ChulSoon estaba apoyado contra un árbol y animaba a los jugadores.

En el patio, Chastity cantaba mientras daba vueltas a un pincho que se tostaba en la barbacoa. Artemus, vestido en ese momento de negro, bailaba con YeonWoo. Su hija parecía llevar una de las camisetas con teñido de nudos de Chastity, que le llegaba casi hasta los pies.

Jimin miró a su alrededor y finalmente localizó a YoonGi. Estaba sentado en el sofá del patio con Jungkook. Al ver que tenía el pie apoyado en el regazo de este, a Jimin se le encogió el estómago. En pocos segundos cruzó el césped con la vista fija en YoonGi, que aún no se había dado cuenta de nada. Ese día iba vestido con una camisa color melocotón, y unos pesqueros blancos que dejaban al descubierto sus piernas sensuales.

Jimin sintió una angustia en la garganta. Cuando llegara le iba a... Bin se acercó a saludarlo.

—Eh, Jimin, ¿adonde vas? —se aproximó a él un poco más—. El caso es que —le susurró— pareces muy enfadado, y mi hermano lleva todo el día bastante disgustado.

—Sí —dijo Jimin, que no había dejado de observar a YoonGi mientras él sonreía y se reía con Jungkook—. Parece muy disgustado.

Bin pestañeó y entonces se echó a reír.

—Los celos son un engorro, ¿verdad?

Jimin le echó una mirada de advertencia y el hermano de YoonGi retrocedió un poco.

—De acuerdo —dijo ahogando una sonrisa y levantando las manos para calmarlo—. Lo retiro. No estás celoso.

Jimin entrecerró los ojos.

—¿Y por qué iba a estar celoso?

—¡Por nada! Por nada en absoluto. Quiero decir, lo creas o no, Yoon está pasándolo mal; le duele todo y... ¡Eh, espera un momento!

¿Yoon estaba sufriendo? No podía soportarlo.

Jimin respiró hondo para intentar calmar su nerviosismo. Normalmente no se ponía así, y sabía que el causante de su estado de ánimo era YoonGi y
solo YoonGi. Siempre sacaba lo peor de él. Claro que, también lo excitaba más que nadie que había conocido en su vida.

—Lo siento. De verdad que sí —le dijo Bin en tono afable—. Mis padres le dieron esta fiesta sorpresa para ver si se animaba un poco, pero se ve que no se siente bien. Quiero decir, se ha roto el dedo por dos sitios. ¿Qué te parece? Tiene los pies pequeños, y tuvo que ser el dedo meñique.

Jimin cerró los ojos y contó hasta diez; para colmo a males, Bin siguió hablando en aquel tono ligeramente socarrón.

—Tu amigo ha estado ahuyentando a todos de su lado, incluidos mis padres. Le puso el pie a Yoon sobre sus rodillas cuando ya le habían dado tres veces sin querer. Tenías que haberlo oído gritar.

—Maldita sea.

Bin se frotó el cuello, miró hacia el sol que se ocultaba y después hacia sus compañeros de juego que lo esperaban para continuar. Entonces se volvió hacia Jimin.

—La intención de mis padres es buena. Solo que Yoon casi nunca se queja y jamás reconoce que se ha hecho daño, por eso no se dan cuenta de...

—¡Papá! —su hija corrió como una loca hacia él, interrumpiendo la explicación de Bin.

Jimin entendía la situación, pero no le gustaba que YoonGi tuviera que comportarse como si fuera un hombre indestructible. A pesar de ser fuerte, seguía siendo un humano que necesitaba cuidados, más aún cuando se daña. Y maldición, él quería protegerlo.

YeonWoo se lanzó a sus brazos y Jimin notó que su hija llevaba puestas unas sandalias en lugar de zapatillas de deporte. En el dedo gordo del pie llevaba un anillo de plata. Jimin la levantó y la abrazó.

—Caramba, Woo, llevas un vestido puesto —se burló.

Ella se echó a reír, le agarró la cara y le dio un beso muy ruidoso.

—No es un vestido. Es de Chastity. Me la ha dejado para pintar con los dedos. ¿No es bonita?

—Sí, es muy bonita. Sobre todo, a ti te queda muy bonita.

—Bin dijo que era una niña flor.

—Pero más guapa —le aclaró Bin.

Jimin la abrazó otra vez y echó a andar hacia YoonGi. Al momento se detuvo, se volvió hacia Bin y dijo: —Gracias.

Bin fingió alivio.

—Sí, cuando quieras. Quiero decir, es un pesado, pero sigo queriendo a mi hermano —bajó la voz, que adoptó cierto tono de advertencia—. Y no me gustaría que nadie le diera un disgusto. O le hiciera daño —miró a Jimin para asegurarse de que este había entendido el significado de sus palabras.

Jimin asintió, lo cual era lo mejor que podía ofrecer de momento.

—Entonces, ¿te lo has pasado bien hoy? —le preguntó a su hija.

—¡Mejor que nunca, papá! Artemus me está enseñando a bailar y mira lo que me ha hecho en el pelo —dijo volviendo la cabeza de un lado a otro.

Le había hecho una trenza que después había enrollado en un moño con un montón de pequeñas cuentas de cristal multicolores en forma de flor insertadas en él. Dos tirabuzones le colgaban delante de las orejas.

—Necesito tu permiso para cortarle las puntas —le dijo a Jimin antes de que este pudiera saludarlo—. Tiene un pelo maravilloso, sencillamente maravilloso. Pero Dios sabe el tiempo que hace que no se lo han arreglado. Está pidiendo a gritos un buen arreglo.

Jimin miró a YeonWoo, que lo miraba con esperanza.

—¿Quieres que te arreglen el pelo?

Ella asintió.

—Entonces te doy mi permiso.

Artemus palmoteo muy contento. En ese momento, Chastity se volvió hacia Jimin.

—¿Hamburguesa o perrito caliente?

Jimin miró a aquella fascinante mujer que había dado a luz a Yoon.

—¿Los hippies comen carne?

—Cariño, cuando tienen mi edad, hacen lo que les da la gana.

Artemus se acercó y le dio un beso en la oreja.

—Y quieren hacer muchas cosas —le guiñó un ojo a Jimin—. Los hippies son de lo más creativo.

—Ah —Jimin sonrió divertido ante el evidente afecto que se prodigaba la pareja—. En ese caso, me tomaré una hamburguesa. Gracias, señora.

—Marchando una hamburguesa.

JungKook retiró el pie de YoonGi de su regazo y se levantó para saludar a Jimin.

—¿Qué tal JiHyun?

—Llamé al hospital antes de salir del trabajo. Tiene bronquitis. Con la medicina que le dieron, se siente mucho mejor.

—¿Tiene a alguien que cuide de ella?

Jimin asintió sin mirar aún a YoonGi. Si lo miraba, tendría deseos de acurrucarlo contra su pecho, acariciarlo y mimarlo.

—Se va a quedar una semana con su nieta hasta que se recupere.

YeonWoo y Artemus pasaron junto a ellos bailando al compás de los Beach Boys.

—Una semana, ¿eh? —dijo Jungkook—. ¿Qué pasa con la ratita? ¿Quién va a cuidar de ella?

Jimin miró a su hija y se echó a reír.

—Me las he arreglado para conseguir una semana de vacaciones antes de tiempo. No fue fácil, pero cambié las mías con MinHo.

Jungkook parecía contento.

—Entonces estarás por aquí todos los días de esta semana —miró a YoonGi.

—Eso es lo que acabo de decir —dijo, y se arrodilló delante de YoonGi—. ¿Qué tal te encuentras?

—Bien.

Jimin supo que estaba mintiendo. Tenía mala cara. Lo miró y frunció el ceño, como diciéndole que sabía cómo se sentía, y entonces ocupó el asiento de Jungkook. Jimin le colocó el pie en su regazo para mirárselo. Aún tenía el pie hinchado bajo las vendas y, por alguna estúpida razón, tuvo ganas de besárselo.

—¿Has tomado algo para el dolor? —le preguntó sin mirarlo.

—Aspirina.

Jungkook se sentó sobre el brazo del sillón y se inclinó hacia los dos.

—Ustedes saben que el hielo es bueno para bajar la hinchazón, pero meterlo en agua caliente es lo mejor para el dolor.

Jimin volteó los ojos; Jungkook no tenía tacto ninguno, ni tampoco conocimientos médicos.

YoonGi lo miró.

—Estaba pensando en tu bañera, Jimin —Jungkook se aclaró la voz y continuó—. Un buen vecino se ofrecería a permitirle que la utilice.

Sin volverse hacia ellos, Chastity comentó: —Estoy segura de que se le habría ocurrido tarde o temprano.

Artemus se rió con satisfacción del humor cáustico de su esposa. Entonces le dio una vuelta a YeonWoo y terminó el baile con una fioritura. YeonWoo se acercó a ellos y, con toda la naturalidad del mundo, se subió a las rodillas de YoonGi.

Jimin tuvo que tragar saliva de la emoción de ver a su hija en brazos de su vecino. Pero YeonWoo sonreía y parecía segura y totalmente a gusto. Por esa razón, Jimin maldijo para sus adentros.

YoonGi no era el adecuado para él. Cuando imaginaba a su futura pareja, imaginaba a una mujer, una discreta, circunspecta y responsable. Que fuera una buena influencia para su hija y la pareja que lo ayudará a educarla. YoonGi es hombre, y no uno delicado y femenino como para justificarlo. Era directo, impetuoso e irresponsable. No tenía cuidado ni pensaba las cosas antes de hacerlas. Conocía a demasiada gente, tomando alarmante el hecho de que parecía ser gay y tenía demasiados hombres a su al rededor que lo conocían demasiado bien... No, eso no era exactamente verdad, de inmediato se sintió culpable por pensar de ese modo. Pero al mismo tiempo también se daba cuenta de que de pronto sentía celos cuando nunca en su vida los había sentido. Y eso también lo irritaba.

YoonGi vestía provocativamente, no comía bien y decir que su familia era rara era decir poco. Pero él era tan precioso y sensual, que no podía dejar de pensar en él.

¿Qué diablos debía hacer?

—Come —le dijo Chastity, como si le hubiera leído el pensamiento, y le pasó un plato con una deliciosa hamburguesa con lechuga, pepinillos y queso. A YoonGi le dio otra igual y a YeonWoo un perrito caliente.

Todos los que estaban jugando al bádminton se acercaron y Bin presentó a Jimin a su novia, Hyeri. Esta era una mujer bonita y esbelta de estatura media. Iba vestida razonablemente con unos bombachos color tabaco y una camisa polo azul. Y aún siendo una mujer atractiva ninguno de los hombres le daba palmadas en el trasero.

Sin embargo, en cuanto YoonGi dijo que necesitaba entrar un momento, los chicos se pusieron en fila para ayudarlo. Empezaron a bromear y a compararse los bíceps, intentando decidir quién era lo suficientemente fuerte para llevarlo.

Jimin no les dio la oportunidad de rozarle un pelo. Lo tomó en brazos y se puso de pie.

—Qué tontería, Jimin. Soy capaz de andar, ¿sabes?

YoonGi apoyó la cabeza en el hombro de Jimin.

—Lo sé. Pero los demás no lo creen —se volvió hacia YeonWoo—. Quédate aquí con Jungkook, cariño.

—¡Vale!

Jimin fue hacia la puerta de atrás. Lo cierto era que estaba encantado de tenerlo en brazos, de cargar con aquel peso masculino y compacto. Le gustaba abrazarlo, y de ninguna manera iba a permitir que ninguno de sus amigos lo levantara en brazos y experimentara las mismas sensaciones que estaba sintiendo él.

—Solo te están molestando —le dijo YoonGi— y tú estás cayendo en su trampa.

YoonGi estiró el brazo para abrir la puerta de la cocina cuando Jimin se paró delante.

—¿Adónde?

—Al baño.

Cuando se cerró la puerta, Jimin le frotó la nariz contra la oreja.

—¿Vienes esta noche?

YoonGi lo miró sorprendido.

—Pensé que tenías planes.

—Estaré libre a las once. He tenido un día horrible y no puedo imaginar mejor manera de terminarlo que con una repetición de lo de anoche —le rozó los labios con los suyos—. Esto es, si tú puedes.

—¿Crees que me voy a echar atrás por un dedo roto de nada?

Jimin lo besó en el mentón y sintió que toda la tensión del día se disipaba solo con estar cerca de Yoon.

—De acuerdo —añadió YoonGi—. Me doy por vencido. ¿Qué vas a hacer esta noche?

Estaban en el pasillo a la puerta del cuarto de baño. YoonGi no le pidió que lo dejara en el suelo y Jimin parecía no tener prisa. Le miró la boca y gimió para sus adentros. Sintió que se empezaba a excitar y se controló.

—Van a venir Jin y Taehyung. Ellos dos, Jungkook y yo vamos a ver la entrevista que Jin grabó para su próximo libro. Va emitirse en canal...

Oyeron un golpe y, al levantar la vista, vieron a Bin desmayándose contra la pared, con el puño pegado al pecho.

—¿SeokJin va a estar aquí? ¿En la casa de al lado? Oh, Dios mío.

—Kim SeokJin, Bin. De Kim ¿si?. Recuérdalo, ya te dije que a Taehyung no le gusta tener que recordar al mundo que Jin es un hombre casado.

Bin alzó la mirada y suspiró ruidosamente.

—Una celebridad entre nosotros. Esperen a que se lo cuente a los demás.

—Bin —le dijo YoonGi con sospecha—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Bueno... —vaciló Bin, al que habían pillado distraído—. He traído los libros del señor Kim para dárselos a Jimin.

—Ya.

—Pero ahora que sé que se los puedo dar yo mismo —se frotó las manos—. Estoy deseándolo.

Jimin supuso que Bin había entrado a ver qué hacía su hermano; pero fuera lo que fuera, quedó olvidado mientras salía de la casa con una exhalación para compartir la noticia.

Jimin miró a YoonGi y entonces le dio un beso en el cuello. Él suspiró.

—Lo siento, Jimin, pero me da la impresión de que la reunión con tus amigos acaba de irse al garete.

Él volvió a besarlo.

—Estoy encantado de que venga Bin. A Jin le hará ilusión y mantendrá a Taehyung alerta. Le fastidia cada vez que alguien mira a Jin con admiración, aunque sea por su trabajo.

—¿Jimin?

—¿Mmm?

—Puedes bajarme ahora.

—No sé si quiero.

—Si no me bajas, no solo será Bin el que entre, sino también mis padres.

Con mucho cuidado, Jimin lo deslizó por su cuerpo hasta el suelo. YoonGi no le soltó los hombros ni dejó de mirarlo a los ojos.

—Me gusta tu uniforme. Es sexy.

Jimin sonrió.

—¿De verdad?

—Y esto también es interesante —le pasó la mano por la pelusilla de dos días.

—Esta mañana no tuve tiempo de afeitarme —dijo mientras restregaba la mejilla contra la suya; entonces le miró la entrepierna—. Pero me afeitaré más tarde. No me gustaría hacerte una escocedura.

—Jiminie...

Suspiró su nombre de tal modo, que Jimin sintió la tentación de meterse con él en el baño. Sabe que esa manera de llamarlo no fue conciente, pero no impidió la corriente eléctrica recorrer hasta su polla.

—Entra antes de que me meta contigo.

YoonGi esbozó una sonrisa insustancial y se metió en el cuarto de baño a la pata coja. Jimin sacudió la cabeza y lo invadió una ternura y un deseo muy grande.

Su ridicula falsa valentía no debería hacerle sentir esas cosas. YoonGi mismo no debería hacerle sentir esas cosas. Pero lo hacía, y Jimin supo que estaba metido hasta las cejas. El problema era que, por alguna extraña razón, no era capaz de hacer acopio de la energía suficiente para evitarlo.































•Kat🐾

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