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𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕𝐈: Voluntad de Fuego


𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐕𝐈: Voluntad de Fuego


De haber sabido que todo esto iba a resultar de esta forma, hubiese tomado previsiones.

La culpabilidad no es algo que le hubiese quitado el sueño antes, al final del día es un shinobi y uno de los mejores que la aldea y el Departamento de Interrogación pudiesen pedir. Su tarea o mejor dicho, su misión como ninja siempre había sido el único objetivo que importaba, lo que lo mantenía aún con vida y le permitía querer avanzar y no sacrificar su vida como tantos otros lo hicieron. Tal vez eso no es justificación pero definitivamente su misión en su vida es lo más importante.

La voluntad de fuego es aquello que lo hace vivir y poder ver a Ino crecer.

Ahora es un tanto diferente. No es culpa lo que siente o algún tipo de remordimiento, sin embargo, su amada hija siempre ha sido una razón fundamental de sus creencias y una pequeña extensión de su amor por Konoha, tal vez si hubiese hecho las cosas diferentes Ino no se encontraría en esas circunstancias.

—Deberías descansar —habla Ino con el tono de voz un poco más grave es quizás la garganta seca o el dolor de su herida en su vientre.

—Tú también —Inoichi siempre ha sido un tanto consciente de su actitud tan permisiva hacia Ino, el permitirle todo, el consentirla y un poco de sobreprotección.

Ino muerde su mejilla por dentro haciéndola ver un poco más jovial de lo que puede verse en su rostro, ahora es un poco más maduro, un gesto que ha hecho desde niña. Inoichi sabe lo que significa, quiere decir algo pero no está completamente segura, tal vez lo recuerda de entre sus memorias cuando ella lo hacía —y hace— para callar cuando no es conveniente sus palabras o para reprimir una idea un poco insultante.

Quiere reír. Sólo un poco.

Ino se muestra a ella misma y a su padre que sigue siendo sólo una jovencita con unos sueños rotos y escondidos bajo tierra.

¿Quién no se sentiría culpable? Se pregunta Inoichi, no es exclusivamente el sentir de él también, se cuestiona si Fugaku Uchiha ha sentido un poco de remordimiento acerca de Itachi o de Sasuke, como si una de las emociones básicas del ser humano fuesen ignoradas por los Uchiha.

Él no es un Uchiha, es un Yamanaka en toda la extensión de la palabra.

Los Yamanaka no son como los Uchiha o los Hyūga que preparan desde niños a sus hijos para poder desarrollar habilidades y capacidades para un control militar o insertan la idea de unos guerreros. Los Yamanaka son más complejos, son personas sensibles emocionalmente, son personas que pueden ver a través de otros e invadir las mentes en cuestión de segundos, son espías, fervientes amantes de la mente humana, son grandes escultores de la complejidad en un lugar tan sencillo. Los Yamanaka construyen un castillo en un lugar que no existe, que no es palpable y que parece estar escondido del mundo físico. Por eso no son iguales, por eso él no crio a un arma o a un soldado, él crio sólo a una persona con habilidades excepcionales.

Tal vez esa es la razón por la que se siente tan jodidamente culpable.

Inoichi Yamanaka crio a Ino Yamanaka cuidando la mayor inocencia posible.

¿Alguien más lo hubiese hecho mejor? Sabe perfectamente que no, que Hiashi primero deshereda a la pequeña Hinata mucho antes de que ella pueda renunciar, que Fugaku sacrificaría a su hijo y a su vida misma antes de destruir el problema e incluso Shikaku prefiere hablar con la verdad a un Shikamaru tan joven para saber la estadía de la muerte como una compañera.

Él no es un Uchiha, un Hyūga o un Nara.

Sabe lo que eso significa. Porqué él estaba ahí cuando él consejo de clanes y su propio clan le exigió un heredero a él, Shikaku y Chōza.

En aquellos años la Tercera Guerra Shinobi estaba en sus últimos alientos, dando lo mejor de sí para terminar el caos que había estado presente tanto tiempo. Las bajas habían sido más de las esperadas, mucho clanes exterminados, otros tantos con más de la mitad desaparecidos y muchos otros renaciendo de sus cenizas. El Clan Yamanaka había sido de los afortunados sin bajas tan impactantes e incluso agradeció a un ser superior por eso. Pero parece que eso no fue suficiente, no para él, no para su clan.

—No hagas esa cara —Ino está tendida en una camilla, sus cabellos largos sobre su cuerpo y la bata blanca, ella ríe casi encantada, recuerda a su padre y esa expresión que hace cuando no está de acuerdo.

—Solo no puedo creer que ese... Itachi, haya permitido que te lastimaran —Inoichi miente porque lo ha hecho por tanto tiempo que es como respirar— él hizo una promesa.

Ino ríe con los ojos cerrados y el tono rojizo en sus mejillas.

—Primero, él no lo prometió —la chica cuenta con su dedo— segundo, fue un mal cálculo mío y tercero, tú me enseñaste todo esto, la voluntad de fuego y el amor hacia la aldea.

Su hija parece tan divertida con sus propias palabras, con su mirada fija y la ceja encarnada con todo el sarcasmo visible, porque Inoichi parece más enojado con ella por intentar salvar a otros.

Y no está equivocada, no del todo.

Cuando le exigieron un heredero a él y a sus amigos, era únicamente para la siguiente formación Ino-Shika-Cho. Recuerda perfectamente aquel momento, fue bastante visceral, Shikaku y Chōza ya se habían casado con las mujeres que ellos decidieron y, sin embargo, todo había sido diferente porque la regla era: casarse con gente de su mismo clan. La mayoría de los clanes no tienen otra opción, no hay segundas opciones o siquiera la idea de no seguir esas reglas, en especial el trío inseparable, ya con varias generaciones debía existir el icónico Ino-Shika-Cho.

El nacimiento de esa generación fue planeada.

Inoichi no estaba casado, él se consideraba a sí mismo como un soltero empedernido, Shikaku era bastante problemático y Chōza parecía vivir un sueño, pero él siempre supo que eso no era para él, que su destino siempre estuvo en cuidar a su clan y a la Aldea de la Hoja. Algo que irremediablemente comparte con Fugaku Uchiha al ser líderes de sus respectivos clanes. Aunque, eso no importó al consejo de clanes y sus propios consejeros.

Es sólo un heredero, no vas a pensar en dejarnos sin uno ¿o si? Santa Yamanaka a veces es un dolor en el trasero pero no lo suficiente para hacerlo molestar; en aquel entonces, los viejos de su clan habían mirado de forma deshonrada a Inoichi, él era joven y la nueva cabeza del Clan tras la muerte de su padre.

Era su deber, pensó, justo como Ino piensa que es su deber salvar a Itachi.

Pero ambos lo hicieron. Inoichi no se casó, no estaba preparado para tomar una responsabilidad de tal índole, no era que odiara el matrimonio, sólo que era una petición impuesta, y él odiaba todo lo impuesto. Entonces, lo obligaron a tener a su heredero con una joven de su edad, de cabellos castaños y grandes ojos del mismo tono, era una integrante de su clan no de tal índole como él pero lo suficiente para darle un hijo, o al menos lo suficientemente preparada para hacerlo, porqué nadie estaba dispuesta a tener esa responsabilidad.

No porque fuese difícil, pero tener al próximo heredero de un clan antiguo y con jutsu ampliamente arraigados, era casi una sentencia.

Y tras varios intentos, finalmente ella había quedado embarazada de su heredera.

Las expectativas en el Clan Yamanaka crecieron, Inoichi iba a tener un heredero, uno fuerte que pudiera construir otro trío como el de su predecesor, los viejos del consejo pensaban en otra arma como lo había sido Fū pero esta vez a la orden de su propio clan y la aldea, lejos de la corrupción de terceros y cerca como lo fue Itachi Uchiha de su respectivo clan.

Ya todo estaba cruelmente planeado y no era que Inoichi no fuese un ninja excepcional, simplemente es un hombre con un fuerte carácter y grandes convicciones, pero su hijo iba a ser mejor, más analítico, más soldado, menos Yamanaka. Con una madre sin ser madre, un padre verdaderamente bueno y un equipo tan fuerte como un roble, nada podía salir mal.

Y como todo aquel que cree que tiene el control en el destino, se burló de ellos.

Fue una sorpresa que tuviese a una preciosa niña de ojos azules-verdes, cabellos tan rubios como el sol y piel tan lechosa como su nombre, con una bonita sonrisa y el carisma de una flor en plena primavera. Nació Ino Yamanaka.

Salió de toda expectativa de su propio clan y aldea, era una niña, una bonita, juguetona, demandante y noble. Ino era todo y nada de lo que había pedido, era su todo y aun lo sigue haciendo, cuando la vio por primera vez supo que era la persona que más iba a amar en su vida, que la aldea por la que había luchado tanto pasó a segundo plano y que todas sus misiones encubrirían una mucho mayor: cuidar a su cosmos y nada de lo que había esperado, pero eso no importaba. Él era su padre y ya.

Al inicio había sido complicado, recuerda, la madre de Ino había entregado a la pequeña sin chistar, pero él no estaba de acuerdo con eso, su cosmos necesitaría más que a él para cuidarla y amarla, Inoichi no era egoísta y decidió que Hima (la madre de Ino) la cuidara y amara como su legítima madre. Para Hima aquello fue un gran acto de compasión y, sin cuestionar, se convirtió en la madre de Ino Yamanaka.

Lo cierto es, que Hima era y es una mujer excepcional, empática, fuerte y con una lealtad envidiable, era hermosa por dentro y por fuera. Y no le costó mucho para amar a aquella mujer, no necesitaban de un papel hecho por un clan y por una aldea para que pudiesen estar juntos, mucho menos necesitaron de la aprobación de viejos ingratos para que se convirtieran en una familia.

Así fue como decidió salir del complejo del Clan Yamanaka e irse a vivir al pequeño departamento arriba de una de las florerías de su respectivo clan para poder formar la familia y misión que él mismo se interpuso. Justo al mes de haber nacido Ino.

Sus amigos estaban orgullosos, Shikaku todavía pensaba que eso era problemático, pero Chōza siempre fue un hombre romántico que gustaba de una buena historia de amor como la suya. No le importó mucho lo que dijesen los demás, en reiteradas ocasiones había querido destituirlo como líder del clan, incluso amenazado, corrido si Ino no era lo suficientemente buena para ser la heredera.

En realidad, no le importó lo que pensaran de su cosmos.

Ino fue criada por Hima de quién había sacado lo empática, lo noble y sobre todo la fascinación por la flores; entonces, Hima siempre fue su madre y a pesar de todo siempre la llamó así, aún en las peleas de adolescente, en las travesuras y en los consejos de clanes. Hima construyó una parte del castillo. Cosa que no contentó a su clan, Ino era bastante parlanchina, extrovertida y buena para el soldado que necesitaban.

Fue entonces que lo supo, su clan, pensaba destituirla o en su defecto construir a un soldado en ella. Lo peor fue cuando descubriría lo segundo.

Su hija era demasiado pequeña y poco recuerda de esa época, los líderes de los clanes se unían para el desarrollo de sus habilidades en el futuro, pequeños exámenes y pruebas en la academia que demostraban sus habilidades, a nadie le sorprendió que el siguiente Equipo 7 fuese constituido por Sasuke Uchiha, Naruto Uzumaki y un tercer elemento desconocido, podía ser un Hyūga, incluso se pensó en un Yamanaka pero la única integrante sería designada mucho antes de nacer a ser parte del trío Ino-Shika-Cho. Tampoco se sorprendió cuando comenzaron a dudar de su pequeña hija, Ino era sorprendentemente inteligente (no mucho más que Shikamaru pero es un holgazán), tenía un rendimiento alto y sus habilidades como la observación era sorprendente.

Y supo que eso fue el primer acabose para ella.

Deberá tener un entrenamiento arduo en manipulación y acceso a la información, sugiero mencionó Danzō, había estado buscando mucho más integrantes jóvenes para Raíz, y sabía que Ino no podía ser parte de, sin embargo, eso no impidió que el líder de Raíz en aquel entonces diera su opinión acerca de eso. No mientras él siguiera vivo.

El clan Yamanaka a regaña dientes le dio la razón al líder de Raíz, pero Inoichi se negó rotundamente. Él se encargaría del entrenamiento de su hija, él la construiría y la guiaría por el camino de un shinobi y lo sabe a la perfección, Ino no era un soldado o una mente que buscara el poder.

—Queremos a la mejor líder que puedas crear —aquellos viejos decrépitos condicionaron a Inoichi— o buscaremos a alguien apto.

—¡Ustedes! Viejos...

—¡Inoichi! —Regañó Shikaku junto a Akimichi tomando a su mejor amigo de los brazos para evitar cualquier problema.

Tendría que hacerlo, aunque Ino era... Ino.

Ino siempre pecó de ser segura de sí misma, ser vanidosa, ser amigable y ser bondadosa, la prueba justa y necesaria es Sakura Haruno. Aquella chiquilla insegura y débil que fue catalogada como un fracaso al no ser de un clan tan grande o ser destacable en algún método o técnica. Pero ahí estaba su hija, sacando lo mejor de la otra y demostrando que la vida solo es actuar con un poco de seguridad.

Francamente, sabe que hay algo detrás de todo eso porque cada que Ino menciona a Sakura o su reacción algún evento cerca de ella, se muestra decepcionada o dolida, en el peor de los casos ambas. Lo que Inoichi ignora —pero sospecha— es la pequeña crueldad que Ino sufrió cuando Sakura rompió su amistad. 

Y sin saberlo fue el primer incidente que le marcó a Ino para quitar un poco de su inocencia y entender el mundo real.

Ino nunca creyó que su mejor amiga haría tal cosa, no por el hecho de amar a Sasuke o una simple rivalidad entre enemigas, sino por el simple hecho de la palabra traición. Ino Yamanaka sabía que las traiciones entre naciones y shinobis estaban destinadas a suceder, el amor por el poder puede causar varios conflictos, pero el amor por una idea simplemente puede destruir mucho más que el acercamiento mismo al poder.

Generar una idea puede destruir más que los hechos. Conoce esa responsabilidad.

Inoichi lo sabe, aquel hecho había destruido una parte de la alma ingenua de su hija.

Ino se convirtió en una niña un poco frívola, más presumida y cómo olvidar el desdén con el que solía —y suele— tratar a Shikamaru y Chōji. La había visto un par de segundos en el patio de su casa cuando la dupla fue a buscar a su cosmos, ella los miró de arriba hacia abajo, su ceño se había fruncido levemente, sus ojos mostraban un poco de molestia cuando miró directamente al Nara y él había despejado su mirada de ella, mordió el interior de su mejilla y fue cuando lo supo, Ino estaba herida pero lo sabía disimular.

No pienso hacerlo, dijo Ino con un tono molesto, Shikamaru solamente suspiró y Chōji iba a cuestionar, sin embargo, fue jalado por la camiseta de parte de su mejor amigo.

Algo siniestro creció en Ino, en lo más  profundo de su interior, algo que ni siquiera él pudo evitar. Ella había aprendido a fingir, hubiese estado orgulloso de que esa experiencia la ayudase a mejorar como la gran kunoichi a la que está destinada a ser, pero no fue así, aprendió a fingir de una manera casi enfermiza. 

Ino podía fingir una sonrisa, una risa, como si la herida que hubiese dejado Sakura por un supuesto amor no hubiese tenido importancia, la necesidad de ser la mejor de la clase y la satisfacción de ver a su reciente rival perder, siempre en segundo plano. Ino consiguió ser la primera en todo o casi todo.

Porque ella sabe perfectamente que Sakura nunca hubiese tenido una oportunidad con Sasuke o una idea de poder tenerla, pero la Haruno siempre ha pecado de ser más ingenua que Ino, la idea de tener un imposible puede generar adicción.

Una idea puede ser casi tan enfermiza como un acto mismo. Y Sakura Haruno había caído en las redes de la idealización.

No era para menos, bien dicen que las traiciones son de personas cercanas. E Ino lo conoció demasiado joven.

Inoichi no debió hurgar entre los recuerdos de su hija, en aquella parte en la que ella sumergía su completo dolor y sufrimiento. Pero él es su padre y quiere protegerla de todo.

No obstante, las cosas no terminaron ahí. Ino era la primera kunoichi en entrenamiento de la academia superando a Hinata Hyūga, sus notas eran extraordinarias y su rendimiento era de los mejores solo por debajo de Sasuke. Inoichi está orgulloso y preocupado, porqué el mundo real es más peligroso que un examen en la escuela. Aquello solo creó una idea errónea de las misiones shinobi, pudo observarlo en su pequeña cosmos de escasos once años, tomando la vida de un shinobi como si fuese un pequeño premio y no con la seriedad que requiere ese estilo de vida. 

No todo es culpa de la inocencia de Ino, Inoichi tiene responsabilidad en aquel pensamiento mágico que forjó a su cosmos. Le demostró que ser una kunoichi excepcional era la respuesta a su mundo, que debía ser la mejor entre las mejores y por mucho que doliera, a ser la próxima líder del Clan Yamanaka. Y si me preguntan, el concepto más peligroso que pudo inculcar.

Porque Ino siempre supo que ella no era igual a Hinata o Sasuke, siempre supo que su historia debía ser diferente: no era tan excepcional como Itachi Uchiha, un genio entre genios, el primer hijo de Fugaku Uchiha y que, sin embargo, después de la masacre el cargó cayó sobre los hombros de Sasuke, pero tampoco eran como él, tan racional y con prioridades bien cimentadas. Por otro lado, no fue como Hinata, una futura heredera débil y sumisa en la que los demás esperaban su ascenso para manipularla y convertirla en un próximo títere de su propio clan. 

¿Eso era un peligro? No, si la chica era bien guiada, pero Ino siempre fue demasiado rebelde para el gusto del consejo de Konoha.

Quizás las cosas con el tiempo se apacigüen, habría dicho el Tercer Hokage.

Porque Ino había protestado cuando el Equipo 10 fue formado. La Yamanaka sabía de la unión de los tres clanes, ella respiraba aquella convergencia con fuerza, sabía de la gran importancia que tenían el trío de familias. Ella creció con sus valores y sus convicciones.

—¡No, no estoy de acuerdo! —Gritó Ino con escasos doce años a su padre y a Asuma Sarutobi.

Las mejillas de Ino estaban rojizas y sus orbes azules destellaban coraje cuando Inoichi dio una negativa. En ese momento, sintió pena por los actos tan infantiles de su hija, se supone que él la había educado para que amara a sus compañeros de equipo, que entendiera la importancia del trío Ino-Shika-Cho. Sin embargo, Inoichi ignoraba que su hija era una adolescente y todo con ellos es completamente impredecible.

—No estamos sujetos a tus deseos, —dijo Asuma, Inoichi en ese entonces agradeció lo firme que fue el hijo del Tercero, demostrando que la autoridad era él y los posibles deseos de su hija iban a ser ignorados o pasados a segundo plano por las prioridades de sus familias—, la Aldea de la Hoja necesita de este trío el cuál es tu responsabilidad. La voluntad de fuego es más importante que cualquier otro deseo que tengas.

Ino abrió los ojos de par en par e Inoichi ignoró por completo el dolor que se reflejaba en ellos. Su hija mordió su mejilla intentando apaciguar su llanto, había perdido contra Sakura, por primera vez y su orgullo estaba enterrado junto a un holgazán como Shikamaru y un comelón compulsivo como Chōji.  

Por supuesto que estaría muy equivocada.

—Lo lamento, Ino —Asuma tocó el hombro de su alumna para poder salir de la oficina de Inoichi con profunda calma. 

Inoichi lo observó detenidamente mientras salía y no era un secreto para nadie que Asuma pensaba que ese quipo sería un completo desastre, Shikmaru Nara era un genio hábil destinado incluso a un gran cargo como lo es ser el líder de la aldea, pero su holgazanería como un deseo de vida despreocupado era su mejor impedimento; por su parte, Chōji Akimichi, un jovencito inseguro y con problemas de autoestima que no era lo suficientemente firme para destacar como un shinobi excepcional, para muchos un shinobi más y, por último, Ino Yamanaka, la kunoichi más problemática de su generación, no era mala en su desempeño pero era visiblemente infantil y con un orgullo casi en los cielos. No era un reto como encaminar al Equipo 7, dale fortaleza al Equipo 8, pero definitivamente era más complejo la convivencia con el Equipo 10.

—Pa... pá —intentó articular Ino, con rabia miraba a su padre, Inoichi lo supo, era el inicio de una larga lucha por hacer lo correcto.

—Basta, Ino —respondió él— las decisiones que tomamos no solo nos afecta a nosotros sino a la Aldea completa.

Su tono era firme y hasta brusco. Ino se encogió un poco.

—Pero, mi equipo, ellos...

—No te he educado para que dudes de tus compañeros —para Inoichi, aquello había sido fácil, recuerda, Shikaku y Chōza habían sido toda su vida sus mejores amigos, era un honor hacer equipo con ellos, pero este no era el caso.

—No dudo de ellos —Ino estaba más tranquila, sin embargo, había coraje en su voz— y sino somos lo suficientemente buenos.

Eso tomó por sorpresa a Inoichi y vio un destello de convicción en su hija.

Entonces, pudo verlo. La inseguridad que crecía en Ino Yamanaka, era casi palpable que pudiese destruir un sin fin de convicciones y seguridades que él con mucho trabajo había inculcado en su preciosa hija. Sintió por primera vez lo que Ino sentía, aquella inseguridad de vivir a su sombra como un verdadero líder del clan y ejemplar Yamanaka en su respectivo equipo, pero había algo más, aquella inseguridad nacía porqué no eran los shinobis más sobresalientes (claro que ella lo había sido en la academia, pero el mundo real era distinto) los otros equipos eran feroces y firmes: el Equipo 7 tenía al único Uchiha, a Naruto que si bien era idiota en general, tenía habilidades como ningún otro, estaba Sakura pero Ino sabía que su rival podía ser una gran kunoichi con la dedicación suficiente; el Equipo 8 ya estaba especializado en el rastreo, ningún otro lo estaba, incluso había oído hablar de un equipo del año anterior especializado en taijutsu

El trío Ino-Shika-Cho ni siquiera tenía buena relación. 

Eran caos.

—¿Sabes que es la Voluntad de Fuego? 

Ino pareció olvidar todo lo ocurrido anteriormente y sonrió abiertamente, corrió hasta quedar frente a él, sus mejillas estaban sonrojadas y sus ojos emitían un brillo especial. Ella solía amar aquellas historias llenas de heroísmo que Inoichi contaba por las noches, mostrando e inculcando la Voluntad de Fuego con la que protegería a la aldea.

—Me lo has dicho todo el tiempo, papá —respondió Ino colocando sus manos sobre su cadera y una ceja elevada.

—Parece que lo olvidas —respondió Inoichi con diversión— toma asiento.

Ino obedeció y tomó asiento cerca de la ventana en la que Inoichi miraba la inmensidad de la aldea. 

A veces, solo a veces, olvidaba lo rápido que Ino crecía y lo mucho que percibía ella a esa edad, estaba creciendo, tenía un nuevo equipo y los tiempos de paz a veces mal criaban la vida de las personas.

—¿Qué crees que sea la Voluntad de Fuego? —Inoichi no la miró, en cambio, se encargó de observar el azul de los cielos.

—Eso es fácil —Ino sonrió autosuficiente— es... —comenzó a mover los hombros de forma nerviosa— bueno... es... —su hija sonrió con un pequeño sonrojo en su rostro, sus hombros se movían y su mirada buscaba su aprobación.

—La Voluntad de Fuego es el motor que guía la brújula moral de todos los de la Aldea Oculta entre las Hojas, es la idea que ha pasado de generación en generación y que nos ha guiado a través de los años para tener paz —Inoichi explicó— es aquello que nos motiva a proteger a nuestra aldea y su gente en ella. 

Inoichi sonrió cuando vio a su hija asentir, hasta ese momento supo que Ino no tenía idea de lo que se refería la Voluntad de Fuego. Para ser sincero, él tampoco lo supo hasta la edad de ella, sin embargo, no podía pedir mucho, en tiempos de relativa paz no era necesario el sacrificio o el dar la vida por otros y las pequeñas acciones como lo era atender su florería, ayudar a quién lo necesitase o ser un shinobi era suficiente para llevar acabo la Voluntad de Fuego. Porque la Voluntad de Fuego no es ser un héroe, es amar a Konoha.

Pero... El amor es arbitrario y el significado para unos cuantos puede ser la perdición para otros tantos.

Inoichi lo sabe, porque siente el dolor de Ino.

Entonces, ella creció.

El Equipo 10 se convirtió extraordinariamente en uno solo, se siente orgulloso de cómo el nuevo trío Ino-Shika-Cho lograron superarlos. Shikamaru es más audaz que su padre, Ino mucho más intuitiva y observadora y Chōji con un mejor manejo de la pelea cuerpo a cuerpo. Sin duda, un verdadero equipo.

Se esforzaron demasiado, Ino tuvo que hacerlo después de los exámenes chūnin y su —casi— vergonzosa perdida en contra de Sakura, por supuesto Ino estaba solo un poco orgullosa, pero se cuestionó mucho sobre sí misma y logró resolverlo cuando comenzó a entrenar mucho más de lo que alguna vez logró hacerlo, accedió a conocimiento  base para espionaje y quizás otras cosas que ni ella podía sospechar que podía hacer con los técnicas de su clan. En cambio, no fue lo único que cambió, reconoció a Shikamaru y Chōji como sus compañeros, camaradas, amigos y algo más.

Pudo verlo en los recuerdos de ella, en sus memorias mejor guardadas pero no selladas, probablemente como un ligero recordatorio de la Voluntad de Fuego que ella contiene.

Lo que siempre temió, se convirtió en una realidad, aquello que no podía ser una verdad que estaba casi prohibido para ellos.

Pudo verlo a través de los ojos de él, la forma en la solía mirarla o el cómo procuraba que en las misiones saliera ilesa, la pequeña forma en la que prestaba atención a lo que decía aún cuando miraba los cielos azules en total calma, la extraña manera en la que solían acercarse uno al otro sin que el otro se diera cuenta. No se necesitó ser un genio para poder verlo.

—Estás enamorado de ella —pudo escuchar a través de la puerta, en los recuerdos de Ino, ella se encontraba en aquel lugar—. ¿No vas a decir algo?

—¿Sirve de algo que lo haga? —Shikamaru  respondió con su tono aburrido.

—Sabes que está prohibido para nosotros, es uno de los pactos de los clanes —las palabras duras de Shikaku resonaron por toda la habitación.

Se escuchó un suspiro.

—¿Qué crees que no lo sé? —Shikamaru se notaba realmente molesto, muy molesto—. ¿Crees que no lo he intentado?

—Al parecer no lo suficiente.

—Viejo, esa no es tu decisión.

El silencio de Shikaku dio respuesta, Inoichi sabía perfectamente que no para él, el hecho que Shikamaru estuviese enamorado de Ino, no era un problema, no uno realmente. Porque no habría nada que no hiciera Shikaku por su único hijo, y únicamente no quería que tuviesen una decepción al ser lo suficientemente valientes por romper las reglas.

—Intento protegerte Shikamaru —fue lo único que respondió Shikaku— ellos no dejarán que estén juntos.

—Lo sé —Shikamaru se removió en su asiento, estaba incómodo— ya lo sé.

Inoichi podía sentir el hueco en el pecho de su hija, era profundo y el nudo en su garganta quemaba dentro, muy dentro de ella.

—¿Ella siente lo mismo? —Inoichi dedujo que aquella pregunta lejos de molestar a Shikamaru era para aligerar las cosas, para ver si valía la pena lo que sea que estuviese pasando por la cabeza del otro.

—Viejo, no hagas esto más problemático —observó desde los ojos de Ino y detrás de aquella puerta en la pequeña abertura a Shikamaru quien rascó su cabeza con nerviosismo y sus mejillas adquirieron un color rojizo— no te burles —terminó por murmurar.

El corazón de Ino dio un vuelco en su pecho.

—La Voluntad de Fuego es importante —respondió Shikaku con un aire solemne— eso es lo que ha mantenido el pacto entre clanes intacto.

Inoichi lo sabía, aquel momento fue el decisivo para lo próximo que ocurrió. 

Voluntad de Fuego, pensó Ino, porqué ellos eran los futuros líderes de sus respectivos clanes y debían transmitir sus enseñanzas, técnicas y valores a las próximas generaciones.

Amar a la aldea, viene en diversas formas, hay acciones que pueden cambiar al mundo y tú no lo notarías, por eso es  importante que pienses las cosas que haces y cómo puede mejorar no solo a tu aldea sino a todos en este mundo. Las palabras de Inoichi y las enseñanzas de Asuma retumbaron en la mente de Ino.

El cuidar de sus clanes era su deber, por eso Inoichi había engendrado a la próxima generación del trío Ino-Shika-Cho, por eso había evitado que Danzō diera su opinión junto a un grupo de ancianos, esa era la razón por la cuál nunca crío a un soldado a sangre fría o a un aristócrata entre sus filas, porqué dejó que Ino fuese más humana, más empática y solidaria que viera por los demás porque le nacía y no solo por mera obligación.

Pero no fue suficiente, inculcó el amor por la paz y a veces la paz para unos es el caos en el corazón de otros.

Lo siguiente fue algo que marcó a Ino, mucho más que lo fue Sasuke y que puede ver en Itachi o Shisui.

—¡Shika! —Fingió ella, tocando la puerta como si su corazón no estuviera completamente roto, como el nudo en la garganta no fuese a reventar su interior o las lágrimas lograran nublar su vista— me dijo tu madre que podía pasa, hola señor Nara.

—Hola Ino —saludó Shikaku y se retiró con una sonrisa en su rostro.

—Problemática —y como si fuesen dos imánes, ambos caminaron a lado del otro—. ¿Ya pensaste a dónde quieres ir a cenar hoy?

—Yo... Shika, vine a cancelar nuestra salida, posponer, sí, posponer —Shikamaru la observó un poco dolido, mientras ella parloteaba y no se dignaba a mirarlo— verás, Sai, ¿lo recuerdas? Me invitó a ir a cenar el día de hoy y quería saber sino hay problema.

Ella lo miró con sus bonitos ojos y sin que él lo supiera con una profunda disculpa. Inoichi se sorprendió lo buena actriz que resultó ser su hija, perfecto para una misión y terriblemente doloroso para su vida.

—No lo hay, problemática —Shikamaru sonrió genuinamente.

—¿De verdad? —Ino sonrió de vuelta—. Podemos ir después.

—Después será.

Ambos sabían que ese después nunca llegaría.

—Konan podría comprarnos tiempo —los palabras de Ino despiertan de la ensoñación a Inoichi.

Ahora es más claro el daño irreparable que ha hecho.

La Voluntad de Fuego es cuidar la paz a través del amor por los otros, pero siempre supo que el amor tiene diferentes significados, los valores en los que está cimentado y las diversas maneras en la interpretación de los actos mismos. Porque Itachi y Shisui sacrificaron su vida y a su propio clan para poder tener paz en el mundo, fue un acto de paz, uno que ni el mismo Hokage podría cuestionar. No obstante, ambos Uchiha están forjados de un espíritu tan fuerte como el metal mismo, donde la flexibilidad no tiene cabida y las decisiones rápidas dan un aliento de esperanza. Nadie podría juzgarlos por eso.

Hay algo dentro de Ino y de sus recuerdos que poco se tomó el tiempo de comprender, como padre la mera idea de que su hija estuviese en peligro solo para salvaguardar la vida de Itachi y de un clan como el Uchiha parece no ser racional. No es la idea que él hubiese tenido o querido por mano propia. Es completamente diferente, como si ellos, aquella nueva generación de shinobis pretendieran cambiar al mundo, porque no puede negar que el chiquillo rubio y escandaloso de Naruto Uzumaki ha alentado a sus amigos a poder hacer las cosas diferentes, a que el mundo puede mejorar y que no vale la pena el sacrificio de unos cuantos por un mundo de paz porque todos merecen sentirla.

Es la razón por la que Ino Yamanaka piensa que cualquier cosa que involucre el sufrimiento de alguien más, todo por la paz, no es necesario.

—Confiar en esa mujer —responde Inoichi reacio— no es necesario.

—Itachi cree que están preparando un golpe las demás naciones —es verdad, los países han cerrado sus fronteras— solo es cuestión de días o semanas.

Ino está frustrada.

—No es tu culpa —como si leyera los pensamientos de hija— la culpa es nuestra, debimos prever que el clan Uchiha podría crecer con recelo hacia Konoha. Y quién debería pagar está desaparecido.

Y no es personal, el ex líder de Raíz tiene asuntos pendientes con el Clan Yamanaka.

—Debo irme —explica Ino acomodando el mechón de su rostro detrás de su oreja— Konan me necesita.

—Involucrarse con Akatsuki no es un mérito, Ino.

—No lo es, pero debe de saber cómo podemos averiguar dónde está Madara y el ojo de Shisui.

—Shisui Uchiha —murmura con molestia, Ino sonríe divertida— espero él si pueda cuidarte cosmos.

—¡Papá! Ya te dije que no fue culpa de Itachi —Inoichi no puede evitar reír en silencio, Ino sigue siendo aquella niña que con tanto esmero ha criado.

—Shisui Uchiha —vuelve a murmurar esta vez con la última risa de Ino desaparecer en una nube de humo.

¿Cómo es que no lo pensó antes?




Sus pasos seguros, algunos ojos negros lo miran con indiscreción, otros tantos murmuran y los más discretos se dedican a ignorarlo. Solo espera que su inesperada visita no explique más problemas de los que se han generado. Realmente hay tensión. 

El pitido profundo golpea su cabeza como si un martillo lo hiciese, la sangre por sus fosas comienza descender, el mareo constante y las nauseas son parte de lo que puede llamar un gran problema. La luz es más intensa, sus oídos parecen querer explotar y el ligero sabor a metal entra a su boca. Es disgustante y terriblemente doloroso. Tal vez debería de dejar de hacer eso, un poco de paz mental le vendría bien, pero... ¿A quién engaña? Salvaguardar a Ino es su único objetivo y meterse a su cabeza es mucho más que invadir su privacidad.

Algunos se sorprenden de su aparente seguridad, puede recordar el camino de entre los recuerdos de Ino, pero ahora es diferente es más oscuro, tenso y con un aire de odio hacia él. 

Llega hasta su destino, reconoce de inmediato la mata de cabellos oscuros y rebeldes, la banda de regulación en su frente y aunque para muchos no hay cierto parecido con Itachi, ambos tienen aquella aura de sabiduría.

—¿Lord Yamanaka? —Cuestiona Shisui invitándolo a pasar a su pequeña casa.

Shisui se encuentra verdaderamente confundido, y sabe que, su visita es un poco inesperada.

—Shisui Uchiha —el joven asiente una vez que ambos están sentados en el suelo con un poco de té— mi visita es poco común en su distrito.

—No quiero decir que lo sea, pero es, poco usual.

Shisui se ve un poco consternado por la facilidad en la que ha llegado hasta su hogar.

—Tienes muchas preguntas, lo sé —confiesa Inoichi— no te espío si es lo que piensas.

—No me sorprendería —Shisui es agradable y eso suena como un chiste, uno muy personal.

—No estoy aquí por eso —admite el Yamanaka— sé que lo que pasa —Shisui no lo dice pero es descenso y ascenso de su chakra lo delata— imagino que tú e Itachi tienen un plan —el Uchiha se muestra serio e Inoichi lo toma como una repuesta para continuar— no los voy a juzgar y tampoco me meteré, sé que debemos hacer sacrificios y por eso no voy a interceder.

—¿Entonces?

—Hay algo que se aproxima, es más grande que tú o yo en cualquier sentido.

—Imagino que tiene que ver conmigo e Itachi.

—Ustedes serán la consecuencia más no la causa.

Shisui se encuentra intrigado y cuando mira la sinceridad en los ojos de Inoichi, sabe de ante mano que, todo debe pasar exactamente como debe pasar. Aún con sacrificios y dolor.

—Itachi como tú... —comienza a relatar.

Ino quiere salvar a Itachi a toda costa, sin embargo, Inoichi es un padre que desea que su hija no haga sacrificios absurdos por problemas que la anteceden. Nadie puede culparlo.

Solo es un padre preocupado y Shisui como Itachi son buenos soldados.

Inoichi no piensa destruir el castillo que él mismo ayudó a construir.

¡Capítulo XXVI a la orden! Espero es haya gustado. Me tomó cuatro meses escribirlo, la inspiración no llegaba y me fue un poco difícil guiar esta parte de la historia.

Como pueden verlo, es desde la perspectiva de Inoichi hurgando entre los recuerdos de Ino, no en su totalidad pero sí para poder entender porque ella siente un sentido de responsabilidad, de una forma u otra fue por él. 

Fue un capítulo más corto, pero es importante retomarlo además,  quise retomar un poco sobre el ShikaIno que puse en el principio. ¿Creían que lo olvide? Para nada. 

¿Qué creen que tenga planeado Inoichi? 

Gracias por leer.

 Nos leemos pronto.




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