𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐕: Enfócate
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐗𝐈𝐕: Enfócate
Quizás estás haciendo las cosas desde otra perspectiva.
El pitido en su cabeza y oídos golpea una vez más, su cuerpo se tensa y el líquido caliente vuelve a descender por sus fosas nasales siendo limpiado con un trapo húmedo del cual ya no siente su áspera textura. Inhala y exhala una y otra vez para poder regular su ritmo cardiaco antes de poder sentarse en la fría plancha de metal que aguarda a su cuerpo.
—¿Nada? —Inoichi pregunta— debes relajarte, toda la tensión que sientes no permite que tu mente pueda retirarse.
Ino mira de soslayo a su padre, tiene esa mirada penetrante y verdosa que siempre ha admirado, el tono de su voz es fuerte y claro, su mandíbula está tan marcada que sabe perfectamente que tiene mucho que decir pero guarda sus palabras para no herirla o hacerla sentir mal. Y entiende a decir verdad.
—Es más sencillo cuando es involuntario —aclara Ino— es demasiado —termina por susurrar.
Inoichi asiente dando la razón a su hija mientras observa detenidamente sus movimientos está más delgada que de costumbre, su cabello está un poco opaco, su piel dejó de tener ese tono rosáceo que tenía naturalmente y ni hablar de los movimientos poco precisos que ahora tiene los temblores en su cuerpo son cada vez más frecuentes. El cuerpo de Ino comienza a carecer de vida. Es doloroso ver a su hija en esas condiciones.
—Sé que debo encontrar la manera de salir de aquí —la Yamanaka limpia nuevamente su nariz, las hemorragias nasales son más largas cada día que intenta llevarse al límite— solo necesito tiempo.
—Ya no tenemos tiempo —Inoichi es cruel pero su hija parece comprenderlo bien— en cualquier momento podría ser nuestro último día.
Ino intenta no pensar en Izumi quién lleva varios días o quizá semanas sin despertar, su mente parece haberse ido a un extraño lugar del que no puede regresar y, sin embargo, parece estar en una parte recóndita de su cerebro o probablemente en un mundo creado por alguien más. Izumi está en un eterno sueño que ella siempre ha deseado. Lo sabe. Un mundo dónde es completamente feliz, en el que no hay problemas y ella está tan jodidamente enamorada de Itachi y él de ella; un mundo de ensueño, piensa. Sin embargo, aquel sueño es algo con lo que ningún Yamanaka o Uchiha ha lidiado antes, no es un genjutsu o técnica conocida.
—Lo sé —el hombre espera expectante a que su única hija continúe— si tan solo encontrara la manera en la que el enmascarado llegó hasta a mí o cómo él... —Itachi, piensa— fue capaz de llegar hasta aquí, podría irme o evitar llegar. Probablemente...
—¿Pensando en aquella muchacha? —pregunta su padre— Ino tienes que entender que no puedes obsesionarte con eso solo puedes enfocarte en la forma de sacarte de aquí.
—Si solo tuviéramos una idea de lo que pasa, tal vez, esa sería la forma...
—Itachi no dijo nada al respecto, —pero Itachi se refiere a su Itachi, aquella persona que ve en la mente de Izumi el joven adulto que ha ido a buscarla—, y sinceramente esto comienza a preocuparme.
Ino se esconde bajo su flequillo sabiendo a ciencia cierta a qué se refiere su padre. Las últimas ocasiones había estando visitando a Izumi en el hospital, había repetido en reiteradas ocasiones su Jutsu Transferencia de Mente y al igual que la última vez accedió a aquel sueño, la historia perfecta de la Uchiha, aquel que hace temblar a Ino porqué odia la terrible sensación de entrar a la mente de Izumi y encontrar a Sakura con vida tan llena de fuerza y vitalidad, también estaba Chōji siempre acompañado de Shikamaru, y otro, pero no menos importante a la versión adulta de Itachi, tan parecida a la que ella ha conocido pero tan distante a la que sus propios deseos imaginan.
—Debes dejarlo ir —Inoichi habla con ese tono demandante que hace temblar a su propia hija— entrar a la mente de esa chica solo para ver a tu amiga, no Ino, es solo una ilusión.
—También está Chōji —intenta replicar.
Esa es una verdad que ella misma ha decidido ignorar y la satisfacción es grata pero no lo suficiente para poder dar un paso correcto. Y es que todo lo que las cosas siguen empeorando.
La mano caliente de su padre se aproxima hasta su hombro dando todo su apoyo posible, su padre extiende un ligero líquido en un vaso pequeño, Ino intenta tomar el recipiente con toda la fuerza que le queda y traga rápidamente. Mira unos cuantos segundos aquel brebaje, intentando disipar el sabor de sus labios y probablemente esconder el asco que le provoca la bebida de su progenitor.
—Necesitas descansar, mañana lo intentaremos nuevamente —Inoichi está más serio de lo normal— al menos las hierbas de esa mujer sirven para algo.
La joven intenta ocultar la gran sonrisa que quiere asomarse entre sus labios, sabe perfectamente que Inoichi no confía en Konan, quién no se había comunicado en varias semanas por no decir en meses, únicamente aparecían pequeñas notas de papel con hierbas que ayudan a que la situación anímica de Ino no decaiga.
Parece que Ino preocupa más a Konan que lo que podría imaginar.
—No te preocupes —responde Ino con una sonrisa en su rostro.
—Soy tu padre, ese es mi trabajo.
Y por mucho que duela verla en esas circunstancias, Inoichi tiene el conocimiento que todo es por el bien mayor en el que solo juegan. Además de aquel incidente del que está segura que su hija no ha podido reponerse, de aquel momento que sigue marcando su expresión.
—Solo cuídate —Inoichi es firme y toma entre sus brazos el delgado cuerpo de su hija.
Ino asiente y desaparece del lugar tras una nube blanca.
—¿No ha habido información?
—El Tercero se ha negado a ver a cualquiera de nosotros —Shikaku aparece detrás de Inoichi, con un semblante mucho más rígido que de costumbre, su expresión aburrida y llena de holgazanería que poco existe ahora— Kakashi busca la manera de contactar a Danzō y a los ancianos aunque dudo que se pueda encontrar a un muerto.
—Se agotan las opciones —encara Inoichi, su viejo amigo lo mira detenidamente intentando descifrar sus pensamientos, lo cierto es que hay caos dentro del líder del clan Yamanaka— y no queda mucho para que el mundo estalle en guerra.
Por supuesto que el líder del clan Yamanaka habría dado el paradero de su hija a Shikaku, no solo son mejores amigos sino que ¿Quién podría dejar algo así sin la ayuda de Shikaku Nara? Un verdadero genio, sin embargo, y para su pesar, Shikaku como Inoichi habían llegado a la misma conclusión: esperar. La mejor opción que había hasta el momento y tras una pequeña hipótesis en la cabeza de el Yamanaka, es hasta el momento lo único que tienen.
—Konoha no puede entrar en guerra —Shikaku cruza sus brazos, el tema ya ha sido analizado mil veces en su cabeza— mucho menos ahora que hemos perdido poder militar. Fugaku no es capaz de llevarnos a la guerra, al menos sin un plan.
—La guerra está aquí. Es cuestión de tiempo.
—El consejo de clanes está dividido después de lo que hizo, habrá guerra interna o externa —Shikaku menciona con su mirada puesta en su mejor amigo, espera la respuesta— e Ino...
—No está en condiciones —firme y tajante, así se escucha la voz de Inoichi— no lo estaba antes y mucho menos ahora.
Hay rabia en los orbes del hombre, destellan frustración, ira, coraje y sobre todo dolor respecto a lo que había sentido su hija al hecho más reciente. La culpa en los ojos de Ino había sido, la gota que derramaría el vaso en cuanto a las malas y arduas decisiones de Fugaku Uchiha.
Masacrar a una parte del Clan Hyūga había sido un error enorme por parte del líder de la Hoja.
Las constantes decisiones de Fugaku no solo habían puesto nerviosos a los aldeanos comunes sino también a los grandes clanes que velaban siempre por sus propios intereses, los impuestos, la discriminación de los niños en potencial como guerreros, como el abuso de poder de la policía militar, las escasas misiones que son dadas a los demás ninja y no menos importante, los rumores acerca de una posible guerra fueron el detonante para que las ciudadanos como los clanes tomaran medidas como consecuencia de lo anterior.
Entre ellos, algunos miembros de Clan Hyūga. Lo cierto es, que mucho antes de cualquier cosa, siempre ha existido una pequeña rivalidad entre ambos clanes, una que ni siquiera las personas habían entendido o incluso es un simple comentario para un buen chisme, sin embargo, existe y si algo no puede soportar Hiashi Hyūga es el demeritar a su propio clan incluso a una segunda rama que parecen no servir.
Hiashi lo sabe y lo supo en aquel momento en una de sus tantas reuniones de clanes.
—No es necesario estas reuniones, la ley está siendo muy clara —Tsume había optado por una posición sin conflictos, algo que tomó desprevenidos a la mayoría y que sin embargo era la opción más sensata, por lo menos para la mayoría.
—El consejo sirve para algo —Chōza había mencionado, a ojos de muchos su pensamiento bastante noble por no decir ingenuo.
—Tampoco tiene sentido —dijo Inoichi con el semblante serio, Hiashi lo observó detenidamente, había algo dentro del Yamanaka que no cuadraba o al menos había dejado de hacerlo, de ser un hombre que no aceptaba las normas del Quinto Hokage ahora se comportaba distante respecto a la toma de decisiones.
—En todo caso, nada tiene sentido y estás reuniones lo dejaron de tener —mencionó uno de los representante del clan Sarutobi— la voluntad de fuego, no permitiría estas atrocidades, debemos de velar por el bien de la aldea.
Unos tantos murmullos dieron razón al mensaje tan ambiguo.
—Parece ser que a todos se nos ha olvidado. —Todos los presentes pusieron atención a las palabras del Hyūga—. ¿Velar por el bien de la aldea? Parece que no todos estamos de acuerdo.
—¿Qué quieres decir? —cuestionó Shikaku sospechando acerca de las palabras del otro.
—Protegemos a la aldea pero nadie está dispuesto a entrar en conflicto con el Clan Uchiha.
Los presentes se miraron entre ellos descifrando las palabras de Hiashi, todos estuvieron de acuerdo que los últimos acontecimientos han puesto las alertas sobre su aldea y eso incluye a las demás naciones, no obstante, parece ser que nadie está dispuesto a tomar medidas sobre el clan, de alguna u otra forma todos saben que es imposible entrar en conflicto con los Uchiha. Todos quieren tomar la decisión, nadie tiene la fortaleza para hacerlo.
—Hiashi, con todo respeto no estamos en condiciones para ponernos en esa posición —Inoichi alzó la voz con el ceño fruncido, la idea del Hyūga era algo así como el suicidio o al menos genocidio de su parte.
El mencionado lo observó con atención sin dejar de lado aquella expresión altanera que siempre lo ha caracterizado.
—¿Y lo dices tú? —la voz de Hiashi retumbó por la habitación.
—¿De qué hablas? —cuestionó Inoichi sabiendo perfectamente por dónde iba la conversación.
—Desde que Fugaku está en el poder te has comportado reacio a lo que ocurre en la aldea, a los conflictos, a las restricciones en las leyes y ni hablar de la información que nos ocultas —el resto del consejo lo miraron unos buscando respuesta y otros tantos sorprendidos.
—¿A qué te refieres? —Tsume se acercó a ellos lentamente.
—A que Inoichi nos ha estado traicionando —el mencionado miró fijamente al Hyūga— todo este tiempo ha estado con Fugaku Uchiha ¿dando información, acaso?
—¿Es eso cierto, Inoichi? —la voz de Ibiki golpeó los oídos de Yamanaka, sabía que su compañero no creía esa información y esperaba a que la negara.
—No. No sé de dónde sacas esa información.
El líder del Clan Hyūga sonrió con aquel gesto tan altanero que lo caracteriza.
—Al clan Uchiha se le ha visto demasiado cerca de dos miembros a una persona, hay quienes dicen que es una chica rubia, siempre escoltando a raíz donde no olvidemos que el primogénito de Fugaku es el líder. Además de que otros te han visto con Itachi Uchiha.
Inoichi demostró sus mejores dotes de ninja sensor, sin siquiera inmutarse y el estoicismo creció en él. Sus puños querían cerrarse y sin embargo sabía que no era la mejor opción cualquier movimiento en falso podría desatar un enfrentamiento.
—Cree lo que quieras —expresa con firmeza el Yamanaka. No puede negar la información o si quiera en el espionaje del clan Hyūga sobre su persona. Es infame.
El azul y el gris chocan inmediatamente, los presentes únicamente esperan que no haya un enfrentamiento en especial por la preocupación del Akimichi y del Nara.
—Nos estás traicionando —afirma nuevamente Hiashi.
—Repito, cree lo que quieras.
—¿Qué es esa información que nos ocultas? —pregunta inocentemente el representante del clan Aburame.
Inoichi mira disimuladamente a Shikaku mientras este asiente con la cabeza.
Pero en ningún momento pensó que el clan Uchiha planeaba dar un golpe de estado en contra de Konoha hubiese desatado tanto caos. De haber sabido las repercusiones de esas palabras en definitiva hubiese guardado silencio y sin embargo otra parte de su mente racional sabe que Hiashi hubiese encontrado la manera de saber la verdadera razón, el viaje en el tiempo o en el peor de los casos en el que su hija está coludida con una organización criminal —para su mala suerte—. Francamente sus expectativas eran bajas, no sabía que pasaría lo que pasaría.
Había sido justo después del suceso de Izumi Uchiha. Recuerda el rostro de Ino, de su pequeña hija, de la furia que había sentido al ver aquella escena, de la decepción que sintió cuando aquello orbes azules lo miraron discretamente para encontrar una respuesta.
Una respuesta que nunca llegó.
Si bien Ino sabía que las circunstancias en la Aldea de la Hoja habían pasado por muchas cosas que cualquier país en crisis no soportaría justo como la Aldea oculta entre la Lluvia, sin embargo, no recordaba que un solo mal movimiento o un pensamiento en un mal juicio llevaría hasta la ruina.
Ino Yamanaka no sabía si la máscara de Raíz era lo suficiente para poder pasar desapercibida su mirada asombrada o si era posible escuchar su respiración con el ambiente tan ruidoso con los gritos de los inocentes aldeanos asustados, o los chillidos de los pequeños niños que jugaban a ser ninjas en las calles, o los escandalosos pasos de las personas al huir de aquel lugar. Nuevamente encontró aquel aroma tan conocido que tenía poder ver con claridad, el olor a sangre y metal que tanto había aprisionado en su mente.
El olor a guerra y muerte.
Un paso rápido hacia atrás esquivando la empuñadura de un kunai que logró cortar un poco de su rubio cabello, no le dio mucha importancia porque estaba más concentrada en el rostro de la persona que había comenzado a atacarla, con armas y con la técnica de puño suave que puede identificar en cualquier momento. Un paso atrás en defensa, otro paso, esquivó la palma con chakra en un rápido movimiento, intentó encontrar el espacio entre los golpes para al menos esquivar las palmas sin necesidad de atacar. El hombre frente a ella la miró con los ojos marcados de venas y una sonrisa cansada, pudo reconocer inmediatamente de quién se trataba, era uno de los cuidadores de Hinata, uno de sus tantos compañeros de clan.
No puede atacarlo. No sin recordar la dulce sonrisa de Hinata.
—¿No piensas atacarme? —pregunta el hombre con una sonrisa socarrona—. Raíz no es de tan élite como lo presumen.
Ino guarda silencio una vez frente al miembro del clan Hyūga.
—¿Acaso no tienes las órdenes de matarnos? —cuestionó el hombre con burla, su rostro mostraba cansancio y su labio tenía algo de sangre.
Kō activó su Byakugan para mirar a Ino de pies a cabeza sin embargo el ataque nunca llegó, el hombre inclinó su cabeza intentando entender qué es lo que sucede.
—¿Cómo es que sigues viva? —Kō expresó con burla—. ¿Cómo es que tu chakra está ascendiendo y descendiendo de manera precipitada y estás tan tranquila?
Ino lo miró nuevamente en completo silencio, el Hyūga se acercó rápido mucho más de lo que pudo percibir con su palma repleta de energía azul a través de ella, entonces como puede evita el golpe en su estómago con un ágil movimiento, pudo sentir la ráfaga a través de su piel. Había estado tan cerca de golpearla. Kō una vez que había notado que el golpe no fue certero por lo que empuñó con su mano derecha su kunai para quedar frente a frente con ella, Ino siente la resistencia en sus pies cuando empuña con tenacidad el arma entre sus dedos, ambos kunai resuenan en el campo de batalla.
Ino abrió sus ojos de par en par cuando la mano izquierda de Kō iba a golpear su pecho y de un rápido movimiento saltó hacia atrás.
—¿Qué es lo que te sucede? ¡Mátalo! —alguien de Raíz mencionó detrás de una máscara de oso—. Son órdenes de Lord Hokage.
El hombre de Raíz comenzó a atacar a su oponente con un combate cuerpo a cuerpo, entonces los miró, el hombre ni siquiera se inmutaba en dar golpes certeros a cualquier órgano vital que pudiera golpear para acabar con el otro. Lo notó, era la tarea de acabar el uno con el otro aunque fuesen de la misma aldea. Ambos peleando con rabia y con el único objetivo de terminar todo ahí.
La Yamanaka había mirado y sentido a su alrededor con verdadera atención, el clan Hyūga había planeado un golpe en contra de la Policía Militar de Konoha y de Raíz. Observó detenidamente, a las personas varios eran miembros del clan Hyūga peleando con las técnicas propias de su familia, otras tantos eran aldeanos que vieron las injusticias de las autoridades sobre sus compañeros de aldea, policías del clan Uchiha sometiendo a los pueblerinos y a sirvientes o cuidadores de la rama principal. El sonido de metal chocando entre las armas como si un eco profundo se tratase, las katanas cortando algo que no pretendió ver, el viento golpeando los cuerpos debido a la ola de chakra del puño suave, los gritos se intensificaron y los niños corrieron hacia un lugar más seguro que el centro de Konoha.
—¡Saquen a los niños! —gritó alguna persona mientras el conflicto se intensificó.
—¡Hay niños peleando! —respondió una mujer detrás de otra máscara— prodigios de los Hyūga.
Ino alarmada miró hacia donde se dirigía aquella voz, se acercó tan rápido como pudo, las piernas dolían y su pulso incrementó, conocía esa sensación de terror e incertidumbre que le recorría por las sangre aumentando no solo su adrenalina sino el odio irremediable contra ella misma.
Y es así que llegó ahí justo enfrente de él. Lo reconoció enseguida.
—¡Debes irte! —chilló Ino con desesperación—. ¡Ve con los demás!
Los grandes ojos grises la miraron con enojo y el ceño fruncido, aquel aniñado rostro en cualquier momento le habría causado gracias y hasta ternura pero justo en ese momento odiaba con todo su ser las decisiones que había tomado.
—¡Vete! —Gritó tan fuerte como su garganta pudo desgarrarse mientras evitaba los golpes de los miembros del clan Hyūga.
El niño seguía esquivando los golpes y las armas de los adultos y parte del clan Uchiha, algunos policías miraban con frustración al infante que desprendía aquella aura de determinación y carácter que ella conocía tan bien, sus movimientos eran tan ligeros como una pluma y su puño suave tenía tanta potencia como recordaba, en definitiva era un prodigio. Neji no la miró en absoluto. Había demasiadas personas alrededor de él.
—¡Neji! ¡Debes irte! —entonces él la miró asombrado, aquel tono era lleno de miedo y preocupación, lo supo en aquel instante, Neji peleaba no porque fuese un genio o de los mejores, él peleaba porqué ya no tenía nada que perder ni a quién preocupar.
Un golpe certero dio a la cara de Neji y sin sentir exactamente cómo otro golpeo su propio estómago combinado con el ardor de una cortada sobre su piel, el aire logró salir de su cuerpo y el flujo de chakra se cortó por un momento, uno diminuto en el que sus oídos zumbaron y sintió su ser salir del cuerpo.
Una vez en el piso sintió el terrible dolor en sus entrañas, sus manos y pies temblaron en contra de su voluntad, el suelo sucio acorraló su cuerpo lacerando algunos cortes y raspones en su blanca piel. Su larga cabellera cayó justo en su cuello pegándose en él justo cuando el sabor metálico salió por su boca y cayó en forma de gotas en sus manos, la máscara había amortiguado la sangre expulsada enviándola directamente a su cuerpo.
—Debes seguir órdenes —el anterior sujeto que la había hablado estaba frente a ella, no lo podía ver pero estaba segura que mantenía una sonrisa retorcida—. ¿Acaso estás defendiendo a este clan? —Volvió a preguntar.
—Es solo un niño —murmuró Ino poniéndose de pie.
—La órdenes fueron claras —el tipo no se inmutó cuando con su katana atravesó a algún miembro del clan Hyūga.
El hombre tomó a Neji de sus largos cabellos castaños, el rostro del niño era de queja con un ligero corto en su labio del lado izquierdo, tenía el vendaje deshecho aquel que cubría la marca de la segunda rama, sus vestimentas estaban llenas de tierra y aquella mirada insolente que solía tener en cada momento había sido remplazada por otra completamente diferente, Neji tenía terror en su mirada. Si bien su padre había muerto años atrás y había desarrollado un extraño sentido de supervivencia pero ahora no era mas que un niño.
—Suéltalo.
—Son órdenes —repitió el tipo— a menos que seas una traidora.
El miembro de Raíz tomó con mayor fuerza de los cabellos de Neji ocasionando un ligero quejido seguido de un golpe en su estómago. Ino con toda la agilidad que le permitía el dolor en su vientre preparo su posición de manos para su Jutsu Transferencia de mente. Lo cierto era que al tipo aquello no le sorprendió era bien sabido que los Yamanaka —los miembros más destacables, claro, o solo Fü— solían ser reclutados por Raíz por lo tanto no había una razón para que sospechara de algo completamente extraño, es decir, su presencia.
—¿Todo esto por un niño? Estás en contra de Lord Hokage y su hijo. —El tipo tomó su arma con fuerza y la inclinó hacia el cuello del niño—. Un paso en falso y le corto la garganta.
Todo el cuerpo de Ino se tensó, tendría que ser demasiado rápida. Lo movimientos del otro los percibió tan lento como su propia mente pudo comprender.
—Jutsu Transferencia de Mente.
Las humedad de sus manos logró prestar la atención necesaria, parpadeó un par de veces para enfocar sus cinco sentidos; el aroma a sangre se había intensificado, el polvo cubría la escena y los sonidos sordos de las armas o de explosiones lograron inundar la poca atención que tenía. Las nauseas golpearon justo en la boca del estómago cuando pudo ver con claridad el líquido rojo y espeso que corría en sus manos.
—No las mires —el dulce tono al hablarle la hizo sentir su piel cada vez más erizada— enfócate.
La luz cubrió sus ojos completamente, la sombra frente a ella se hizo cada vez más tenue y pudo divisar con algo de dificultad la silueta de Itachi. Pero lo sabía, la calidez de su chakra y el extraño desnivel la hizo sentir reconfortante.
—Volviste —apenas articuló. Su cuerpo no reaccionaba, el temblor en sus manos seguía debido a la humedad de sus dedos. El aroma a metal.
—Pon atención —la voz era profunda y acaricio sus oídos.
Su mirada vagaba de un lado a otro intentando encontrar el rostro de Itachi. La luz era tan intensa que cubría directamente sus ojos, el aroma a madera combinado con sudor y sobre todo las manos ásperas sosteniendo su cuerpo con fuerza, sus piernas habían perdido la fuerza posible y la adrenalina del combate se había esfumado por arte de magia.
—Enfócate —ordenó el Uchiha, Ino parpadeó un poco para poder visualizar a Itachi a unos escasos centímetros de su cuello, le erizó la piel por completo y francamente intentó no desquiciarse— respira profundo...
Obedeció tan sumisa como su cuerpo le permitió, sus sentidos estaban nublados y sus oídos dejaron de escuchar los ecos de las armas o los golpes sobre los cuerpos ajenos. Abrió los ojos poco a poco como solo la luz pudo ser amable.
Frente a ella, estaba Itachi pero lo sabía perfectamente, era Itachi.
—Enfócate —ordenó nuevamente. Esta vez fue claro y preciso, con su voz profunda, profunda, profunda.
—¿No funcionó? —Cuestionó la Yamanaka con un nudo en la garganta, no recordaba nada después de su casi efectivo jutsu, es decir, recobraba el conocimiento al instante de despertar pero no había sido el caso.
Itachi guardó silencio mirándole directamente a los ojos. Eran tan oscuros y profundos.
Ino intentó incorporarse del caliente y seco suelo de Konoha, sin embargo, Itachi impidió el movimiento, la sostuvo con firmeza de la cintura y su estoico cuerpo no permitió que si quiera pudiera ponerse de pie. Su cuerpo estaba temblando cuando la ligera brisa del aire seco la hizo sentir la humedad, pero no estaba solo en sus manos sino en su cuello, abdomen y muslos.
Alarmada miró aquella zona y entonces lo supo.
—¿Qu..é s-su... ce... dio-ó?
Lo sabía, jodidamente lo sabía con toda la razón que su cuerpo pudo comprender. Ino abrió tanto los ojos por la sorpresa que poco le importó el terrible olor a sangre que emanaban sus manos o las manchas que pudieran dejar en su blanca piel o en sus labios. Un pequeño dolor nació en su garganta y subía lentamente para poder morir en silencio.
Aquella sensación volvió, aquella que se había ido cuando vio a Sasuke correr tan contento hacia Itachi, la sensación que desapareció justo en el momento en el que Itachi le sonrió por primera vez, volvió más fuerte que antes. Ahora era diferente no era por ninguno de los Uchiha, ahora era por ella.
No sintió la lluvia de lágrimas que descendía por sus mejillas limpiando el carmín de ellas o tampoco escuchó los gemidos de dolor que acarreaban el destino de los miembros del Clan Hyūga. Demasiado ruido. Demasiado dolor.
—Debe irse —alguien frente a ella habló, miró directamente encontrándose con Kakashi Hatake tan tranquilo como si la masacre de un clan tan grande no sucediera y con su máscara de Raíz adornando su decepcionante estado— no pueden verla así.
Itachi asintió en silencio sin emitir palabra alguna o un movimiento en falso.
Pensó en las manos ásperas de Itachi sosteniendo su cintura y levantando su cuerpo como si se tratara de una simple pluma, en otros momentos habría sido un sueño, pero ahora era la muestra de su fragilidad. Pensó en Itachi que estaba ahí justo a su lado sintiendo su respiración y mirando aquella innata curiosidad disfrazada de frialdad, tal vez habría sido lo que quería, no obstante, estaba tan arrepentida.
—N-no... —balbuceó— podemos... dejarlo... él no... yo... no...
Itachi no pronunció palabra alguna solo activo aquellos orbes rojizos para poder cubrir su presencia y que nadie los notara.
—Ya ha sido suficiente —la tajante voz del Uchiha hizo eco en sus oídos, no la miró como tampoco pretendía hacerlo— ahora sabes porqué debes irte.
—Lo siento... Lo lamento... —el susurro entre ambos quedó apaciguado por los gritos de las personas y las quejas de los aldeanos— N-neji... yo... Itachi... lo... siento...
—Debemos irnos.
Un grito sordo y desgarrador fue oído por la nada. Neji.
En ese momento, Inoichi Yamanaka observó a lo lejos a su hija como a Itachi, lo supo con fervor de sus propias convicciones que a partir de ahora no iba a ser lo mismo, que su cosmos la que había visto nacer, crecer y nutrió lo mejor que pudo conoció el verdadero mundo que siempre temió mostrarle.
El mundo que a regañadientes él también había creado y aquella realidad que Itachi Uchiha había querido evitar a costa de su propia vida.
La negrura del lugar abraza su delgado cuerpo, el tintineo en sus oídos llega con más fuerza, sus dedos comienzan a entumecerse y la nada que cubre más allá de lo que sus ojos pueden ver parece tragarla como si de un remolino furioso se tratase. El agua debajo de sus pies carecen de aquella sensación húmeda que conoce tan bien, los delicados pasos se escuchan como un eco dentro de ella los reconoce de inmediato son pasos ligeros pero firmes tan llenos de determinación y tan carentes de alguna emoción, se pregunta si es acaso la imagen que Konan denota o si es su propia percepción sobre la mujer la que le juega una mala broma.
A veces su mente suele ser un su propio misterio.
—Los estados de los países están dependiendo de un hilo, todo es tan volátil —los ojos ámbar de Konan la miran fijamente, Ino asiente como puede.
—Los últimos acontecimientos han sido un poco lamentables, no esperaba que eso pasara —aún puede sentir la sangre en sus manos, puede ver el carmín en ellas, parpadea borrando de inmediato la imagen llena de tristeza de su mente— fue un error de mi parte. Lo lamento.
Konan la mira sin decir palabra alguna, no puede mas que pensar acerca de lo culpable que se ve la chica. Le recuerda un poco a ella a su edad, a la guerra que se había desatado, a la muerte de Yahiko y al odio de Nagato.
—La inestabilidad de Konoha ha dado pauta para que los demás países se preparen para la guerra.
Ino está sorprendida y una ligera capa de sudor desciende por su frente. No. No puede ser posible. Eso no debía pasar o al menos no hasta que pudiera salir y borrar todo rastro de ahí.
—¡No! ¡Eso no! Ko-Konoha está desprotegida, el clan Hyuga fue casi exterminado y... y no... solo no —la Yamanaka se abraza sintiendo los delgados brazos que tiene— debe haber algo o una solución.
La única integrante de Akatsuki baja la mirada intentando buscar un aliciente. No odia a la chica, tampoco le desagrada y por mucho que llegó a pensar en ella como una muchacha sin mucho talento y un poco superficial ahora puede verla sin tantas máscaras, es solo una kunoichi con ganas de cambiar al mundo podrido en el que viven. Tal vez, le recuerda un poco a sí misma.
—Pain, no está interesado en detener la guerra —no está interesado en salvar a las personas, es lo que quiere decir la mujer detrás de aquel semblante frío.
—Entiendo —susurra la rubia.
—Madara sigue moviendo sus piezas —interrumpe Konan— y la desaparición de dos de las bestias con cola son un claro indicio de la declaración de guerra, espero hayas tenido un avance para que puedas regresar a tu tiempo y acomodar las cosas como tú dijiste.
No había sido su mejor propuesta y lo sabe perfectamente, sin embargo, no ha tenido los resultados esperados, los sueños comenzaron a esfumarse como agua entre sus manos hacía apenas un par de días para su mala suerte entrar en ellos era cada vez más complicado aumentando su pánico, evitando que durmiera, su cuerpo ha perdido el poder dormir y la única manera que había podido acceder a un sueño es a través de una bebida que había recomendado Konan. Únicamente la había aceptado sin mucho problema, con ella es mejor no preguntar y asentir.
Su padre en un inicio de había mostrado reacio a consumirla, no obstante, no conocían otra forma pues Inoichi Yamanaka había entrado a su mente encontrando un hueco oscuro y profundo donde en teoría habría que estar su mente y alma.
Es como si estuvieses muerta, concluyó Shikaku Nara, su padre no podría guardar un secreto de tal índole y menos sin su amigo el genio.
—Es que no es tan sencillo —reprocha Ino con la mirada enmarcada por sus cejas— no he podido dormir y antes solo llegaban los sueños, ahora es complicado.
—Pain quiere resultados —ordena la mujer, Ino sostiene aquella mirada azul, azul, azul—. ¿Qué tan complicado es?
La voz de Konan se suaviza, tal vez está siendo un poco dura con la única persona que puede moverse en terrenos enemigos y salir indemne; es solo que el deseo de Nagato y la aparición de aquella mujer la ha hecho buscar alternativas.
—No puedo dormir —asegura la Yamanaka— no tengo la capacidad ahora.
Es entonces que Konan presta atención a la jovencita frente a ella, su cuerpo se ve mucho más delgado que veces anteriores, su cabello ahora carece de este tan buen cuidado y brillo que ella recordó la primera vez que la vio, sus grandes ojos adornados con unas huellas moradas a su alrededor como si aquellas características tan únicas que había tenido ahora desparecen con cada aliento que da aferrándose a los pequeños suspiros que sostiene su alma.
Ino se esconde detrás de su flequillo sintiéndose un poco expuesta. Konan la mira justo como su padre suele hacerlo.
Sonríe bajo aquella negrura que la rodea, antes habría dado lo que fuera por estar tan delgada como le fuese posible, recuerda las absurdas dietas a las que ella misma se había dedicado a inventar, o los estúpidos regaños que había dado a Chōji por comer demasiado o quizás el más absurdo de todos, creer que por adelgazar Sasuke se fijaría en ella.
Lo que antes para ella era tan importante ahora carece de la mínima importancia.
Todo por sus errores.
—No te conmiseres —regaña Konan.
Ino se siente ligeramente sorprendida y su expresión la delata.
—T-ú no lo entiendes —ya ha sido suficiente. Intenta —pero no lo logra— tragarse el nudo de su garganta.
—El mundo es para aquellos que pueden vivir en él —la frialdad de Konan logra calarle hasta los huesos, no recordaba aquel estoicismo en la mujer— solo algunos pocos podemos hacer algo por este mundo y quitar su sufrimiento.
Se refiere a Pain, la realidad es que Ino no conoce muy bien la historia detrás de la fémina, es más ni siquiera han tenido un acercamiento meramente personal son únicamente compañeras de trabajo o al menos tienen un objetivo principal en común: detener a Madara.
Por otra parte, Madara no se ha acercado a ella en un tiempo, y lejos de aliviarle ha comenzado a temer cada vez más, pues si Madara Uchiha no está jugando con ella lo más probable es que está moviendo las piezas del rompecabezas no sabe a ciencia cierta si sus decisiones son deliberadas o el hombre enmascarado crea absolutamente todo para llevarla por el camino que desea. Puede sentirlo —de la forma hipotética— que él está esperando tranquilamente para aparecer y hacer su golpe definitivo.
Tal vez solo es cuestión de esperar o morir.
—¡No acosta de vidas ajenas! —Ino grita moviendo su cabeza y el agua que acompaña sus pies comienza a agitarse de una manera precipitada. Ino está molesta.
Konan no mueve si quiera un dedo cuando la joven la mira con los ojos cristalinos. Es como si una parte de la Akatsuki se negara a sentir un poco de empatía.
—La guerra de eso se trata, a veces no importa quién muera o sobreviva es un mundo paralelo lo que deseas —Konan habla tan firme que asusta un poco a la chica. Si algo ha tenido a lo largo de su vida es leer entre líneas porqué Konan es demasiado hermética pero siempre logra decir tanto con tan poco—. Si tan solo el mundo no se basara en la guerra...
Ha sido un ligero murmuro que logra impactar a Ino por un par de segundos, dentro de aquellos orbes color ámbar se encuentra una tristeza que no había notado, cierto, sus encuentros habían sido únicamente para informar de los pasos de Konoha —que si bien están al borde del colapso— para poder prolongar el estallido de una guerra y así evitar en otros países la inmersión de información delicada para no entrar en conflicto. No obstante, Konan nunca se había mostrado tan frágil tan vulnerable.
Hay una historia detrás de sus ideales, detrás de ella.
—Creí que podría hacer algo.
—Todos creímos lo mismo —Konan mira hacia el infinito espacio negro que las acompaña dentro de la mente de ambas— unos se sacrificaron por nosotros y otros tienen el placer de hacernos ver el mundo real.
Madara piensa Ino. La historia que tiene de la Akatsuki con el enmascarado no era tan difícil de entender o de concluir, ellos seguían las órdenes del hombre en cuestión y sin embargo algo pasó que cambió todos los planes, es decir, debe haber una razón muy específica entre ellos.
—La conmiseración —retoma Konan— nos hace débiles —toca aquella capucha negra con nubes rojas.
—No es conmiseración —dice entre dientes, Konan la mira con aquella mirada filosa, esa chica logra ponerla un tanto pensativa— él estaba ahí y... yo... no era mi... intención...
El temblor en sus manos regresa, la humedad aunque no esté logra hacerla entrar en ansiedad, el olor a polvo y metal, como si de un sueño se tratase puede sentir el hueco en su estómago cuando lo vio tendido en el piso, con la mano de Itachi sostenerle de la cintura mientras quería arrastrarse en el suelo para poder usar su ninjutsu médico.
—Neji.
No eran precisamente amigos, se conocían, de alguna extraña forma lo admiraba no como solía hacerlo con Sasuke en un pasado o con Itachi o Shisui en el ahora, ni mucho menos como lo hace con Shikamaru sino de una forma más impersonal, Neji siempre había sido un camarada, aquel con el que podía confiar o con el que podía entregarle su vida en el campo de batalla; también lo admiraba por la poca historia que alguna vez le había contado Tenten, su infancia, su padre, la rama secundaria. Todo aquello que hacía ser a Neji quién es ¿o era? No quiere pensar en su destino, como solía decirlo a Naruto durante su enfrentamiento en los exámenes finales chunin.
Y francamente lo que más puede pensar y hacerla temblar es que se ha ido la oportunidad de Neji de convertirse en quién debe ser.
Se ha ido. Por ella.
—¿Ya terminaste? —Cuestiona Konan sin mirarla.
No sabe de dónde o cómo pero las palabras salen de su boca justo como veneno, sin siquiera conocerla, sin tener una menor idea de lo que ha pasado Konan o como si toda la rabia que siente hacia el pasado, Madara, Itachi y en especial ella misma saliera de un solo golpe.
—¡¿ACASO NUNCA HAS AMADO A ALGUIEN?! ¡¿A UN AMIGO?! ¡¿A TU ALDEA?! —El odio ha sido escupido, Konan todavía no la mira. Ino escucha un sollozo, está aferrada a la falda negra que tiene entre sus delgados dedos, el pecho quema y la garganta duele. Piensa terriblemente en Hinata, mierda, Hinata siempre ha confiado en Neji, siempre lo ha admirado es como su hermano mayor y tampoco desea pensar en Rock Lee, Tenten o Gai-sensei. Escucha otro sollozo. La Yamanaka no quiere pensar en la oportunidad de las personas que ya no podrán conocer a Neji, porque él detrás de aquella faceta dura y seria es un gran hombre y shinobi que se creó sin un padre o madre. Hay otro sollozo—. ¡¿Acaso no has amado a tus padres?!
¡Plaz! El eco de una bofetada retumba aquel oscuro lugar. Hay un nuevo sollozo.
—No te atrevas —escupe Konan.
Entonces, Ino entiende que el pequeño sollozo no es su imaginación o es el semblante estoico de Konan, es ella misma que no ha dejado de derramar lágrimas en tan solo pensar en Neji.
—Ahora inténtalo —las palabras de la mujer retumban en sus oídos y a pesar de que no muestra expresión alguna, los reproches de Ino han calado dentro de Konan. Ino está apunto de refutar pero— o te mato. No eres tan indispensable como lo piensas.
Ino queda inmóvil ante la respuesta. Muerde su labio ligeramente pero no sabe si la sangre que proviene de su boca es por la bofetada o por su mordida o por ambas.
—Ahora. Hazlo.
Y así lo hace. Inhala y exhala, inhala y exhala. Todo lentamente. Primero, su respiración comienza a apaciguarse; segundo, sus latidos baja de ritmo; tercero, sus músculos están más relajados; cuarto, enfoca su atención a sus ligeros latidos.
Hay algo más en ella, una emoción que la hace temblar de pies a cabeza. Entonces, puede sentir todo el dolor emanar de su cuerpo, se dispara y su mente parece colarse entre su cabeza para poder salir de ella e irse. Primero es un ligero pitido y después es una calma inmensamente agradable.
Puede sentir los rayos del sol en su rostro, el viento es fresco y el aroma a carne inunda pronto su sentido del olfato, su cuerpo se siente ligero, el ardor de su labio a cesado y sobre todo el ruido del lugar la abraza; son gritos de niños jugando, unos que otros ríen y ten cuidado jovencito de algún vendedor. Parpadea un par de veces, mientras siente su cuerpo detenerse lentamente mientras camina y toca sus ojos apenas con sus dedos.
—Tsk, que fastidio, siempre tarde —Ino detiene su andar, pero su rostro sorprendido no puede pasar desapercibido— y el holgazán soy yo.
Reconoce el lugar tan rápido como puede, es el lugar que siempre frecuentaba con el equipo diez. Está ahí. Una sensación de paz y calidez inunda su cuerpo haciéndolo temblar pero claro que no en el sentido negativo, es la sensación que tiene cuando está en casa.
—¿Eh? ¿Estás bien? —la mano caliente de Shikamaru toma su hombre con un poco de fuerza para hacerla reaccionar. Y lo mira como si no lo hubiera hecho en años, sin embargo, sigue igual a la última vez que lo vio, su cabello oscuro, sus ojos color avellana y aquel porte lleno de flojera que tanto ha extrañado—. ¿Por qué lloras?
Ino lee en el rostro de Shikamaru algún tipo de incertidumbre que parece querer descubrir, pero lo bastante holgazán para hacerlo o en su defecto demasiado problemático.
—¿Ll-llorar? —Ino toca su rostro y ve su reflejo en la ventana a su lado. En efecto está llorando. Ve su reflejo por primera vez y lo sabe, realmente lo recuerda.
—¿Segura que estás bien? —Shikamaru arquea su ceja y pasa sus brazos detrás de su cabeza en señal de indiferencia pero es un mentiroso que miente y eso no es verdad, ella realmente le preocupa.
—Shika... —murmura ella.
La Yamanaka observa nuevamente su reflejo, los kilos que ha perdido siguen ahí intacto, su cabello tan impecable, sus ropas moradas perfectamente planchadas y su perfume a cosmos llega como si un golpe se tratara.
¡Ha vuelto!
—Si necesitas otro día para distraerte... —las palabras quedan en el aire cuando Ino abraza por el cuello a Shikamaru, él está ligeramente sorprendido y titubea un poco para poder corresponder el gesto. Con las manos temblorosas, toca la espalda de la chica y tantea un poco la delgada cintura de ella. Por su parte, Ino esconde su cabeza en el cuello de él e inhala aquel aroma a cítricos y un deje de cigarro, en otro momento aquello le molestaría, pero en este momento ama y sobre todo no puede evitar querer sollozar entre los brazos de él—... podemos ir a otro lado.
Ahora lo recuerda, fue un par de días después de la venganza en contra de Hidan y Kakuzu pues habían decidido honrar a su maestro con una comida el equipo diez; ella se dirigía más alegre a la barbacoa que amaba Chōji, sin embargo, no es como lo recordaba.
—Ino. —Llama Shikamaru, él no está seguro de ella, es como si viera a otra persona a una extraña—. ¿Qué sucede?
—Nada —se han separado del abrazo, era tan cómodo y cálido— solo extraño a Asuma-sensei.
Shikamaru la mira detenidamente porqué no le cree en absoluto. Ella es Ino pero no su amiga y compañera. Hay algo dentro de aquello orbes azulados que lo deja un poco inquieto. Ella está triste, enojada y sobre todo no es como si estuviera ahí.
—¿Qué te ha pasado? —Shikamaru se acerca a ella lentamente con su mirada penetrante a escasos centímetros, él nunca había sido capaz de analizarla de esa forma.
Está sangrando, la voz de Konan golpea sus oídos y voltea alarmada hacia su alrededor; toca su nariz con rapidez notando que no sangra y en cambio la sensación de humedad en sus dedos prevalece. Shikamaru por otro lado, la sigue observando de pies a cabeza.
Ya veo, lo ha logrado. Konan parece tener una conversación con alguien más pues habla de ella en tercera persona.
—¿Segura estás bien? —Ino está alarmada, puede sentir la red de chakra de Konan y aunque no hay alguien más siente la presencia.
La Yamanaka fija nuevamente su vista en Shikamaru, quién, parece estar meticulosamente interesado en ella. Francamente, solo puede sentir alivio o una tranquilidad que jamás se había percatado que sentía.
—Estoy bien —confirma Ino.
¿Dónde está? No ha podido hacerlo consciente. La voz de la mujer golpea las paredes de su cabeza junto a una punzada en esta, vuelve a sentir la humedad de la sangre deslizarse en su rostro y caer en sus dedos. No obstante, cuando busca el líquido rojo de nueva cuenta su mano se muestra limpia y un adorable tono morado en sus uñas. No recordaba el bonito color que solía usar.
Solo necesita un poco más.
Ino busca con sus ojos algún indicio de la situación. Las paredes amarillas del local de barbacoa, el aroma a la comida, los rayos del sol quemar su piel y el calor corporal de Shikamaru acompañar a su propia presencia; todo es tan vivido y tan real. No es un sueño, al menos no uno creado por su mente o por algún estímulo externo (Madara). Es tan real como la experiencia misma.
—Sí tu lo dices. —Murmura Shikamaru con aquellos orbes avellana mirándola profundamente. Sabe que hay algo extraño en Ino, en su manera de hablar, de conducirse e incluso el extraño tono de voz, es más profundo y estoico—. Eso no explica porqué estabas llorando.
Pero subestimar a Shikamaru Nara no es una actitud que Ino Yamanaka tenga en su repertorio de habilidades.
Ino está apunto de responder alguna mentira. Si algo se ha permitido aprender estando en un contexto como en el que ha estado, es definitivamente, pasar desapercibida, no confiar en sus propias habilidades como moneda de cambio y en especial, recaudar la mayor información que sus sentidos puedan guardar. Se sentiría orgullosa de ella misma, sino fuera por el pequeño defecto en todo eso.
—No mientas —Shikamaru dice con aquel semblante sin emociones que puede pasar desapercibido como simple flojera, pero que para ella es un pequeño indicio de una mente trabajando ágilmente.
El Nara se acerca a unos pasos, sin embargo, no es lo suficientemente brusco o rápido para causar alguna reacción negativa en Ino. Porque Shikamaru es un holgazán pero bastante precavido. Hay algunos centímetros de distancia entre ellos, es entonces, cuando ella puede mirarlo directamente: no lo recordaba tan alto o tan extrañamente misterioso, entiende un poco a cierta chica de la Arena. Es una de las razones por las que odia especialmente estar en el pasado, no recuerda mucho a su equipo y si es sincera extraña esa pequeña paz que puede generarle Shikamaru con tan solo estar a centímetros de ella.
Ino retrocede un poco escondiéndose detrás de su flequillo.
Porqué Shikamaru no la miraría de esa forma sino supiera que hay algo peculiar dentro de Ino Yamanaka. Ellos son más que conocidos, más de lo que cualquiera pudiera decir con tan solo verlo, pero si hay algún atributo —además de su inteligencia— que su compañero puede tener es el fomento en el trabajo de equipo y protegerlos tanto a ella como a Chōji.
Shikamaru realmente está preocupado. Todo es jodidamente problemático, todo, menos ella.
—No miento —expresa Ino. Olvida lo increíblemente intuitivo que es Shikamaru.
—No es por Asuma-sensei —él se acerca un poco más a Ino haciéndola mirar hacia arriba. El cuerpo de la chica tiembla y por un momento él se ve dubitativo y, parece encontrar algún indicio—. ¿Qué? O ¿Quién?
El ensordecedor pitido golpea su cabeza pero no lo suficientemente fuerte para hacerla dudar de sí misma, por primera vez se mantiene fuerte sobre sus pies, arruga el entrecejo y sus puños logran distorsionar la falda morada. Shikamaru parece endurecer más su expresión facial, reconoce su mirada, tiene miles de posibles ideas en la cabeza.
Respira, escucha dos voces a su alrededor y puede diferenciarlas fácilmente, Itachi y Konan. No obstante, no permite dejar de observar a Shikamaru.
—Lo repetiré —vuelve a hablar el Nara.
La punzada regresa pero no en su cabeza. Es en el abdomen dónde puede sentir el cosquilleo y ardor; no lo puede ver, sin embargo, la ligera sensación cálida descendiendo por su cuerpo se siente cada vez más real y un pequeño destello del aroma a sangre se percibe un poco, pero no lo suficiente para distraerse.
Shikamaru está apunto de hablar.
—¡Chicos! —Chōji llega y solo puede sentir un poco de alivio, ahí está el miembro que faltaba—. ¿Chicos?
Chōji los mira un poco sorprendido y es que ver a Ino y Shikamaru particularmente tan cerca no es precisamente lo que el esperaría porqué apesar de tener ya una buena relación (a eso le llama madurar) aun puede haber un poco de diferencia entre ellos. Pero como decía Asuma del odio al amor solo hay un paso. Y Chōji cree que puede ser cierto, a veces.
Francamente, Chōji no espera a que Ino casi empuje a Shikamaru para poder colgarse de su cuello y abrazar su cuerpo con tanta fuerza como sus delgados brazos le permiten. Y tampoco, Ino espera mucho para poder sentir el gran calor que su compañero transmite, un gran revoltijo se instaura en su estómago y la punzada en el abdomen aumenta.
De un momento a otro, está tan triste y dolida.
—Yo también te extrañé, Ino —Chōji siempre ha sido un alma tan dulce dentro de ese gran tamaño que puede intimidar a cualquiera, la Yamanaka solo atina a apretujar más al chico frente a ella— No pensé que irme dos semanas, causará esto.
Chōji no ve nada fuera de lo común. Tal vez la efusividad de Ino, quién, no siempre se mostró lo bastante emocionada al tenerlo como compañero de equipo y que en el pasado tampoco mostró mucha empatía con él y con Shikamaru pero dentro de sí sabe que aquello cambió totalmente cuando comenzaron a ser amigos más que simples compañeros de equipo, Asuma-sensei estaría orgulloso de ellos.
—Ch-Chōji —murmura la chica con fuerza después de terminar el gesto haciéndola sentir mucho mejor y quizá olvidar por completo el terrible dolor en su abdomen— solo no vuelvas a irte.
Es una orden y el Akimichi parece tan divertido con eso que ignora por completo la seriedad de su mejor amigo.
—Fueron dos semanas —comenta como si fuese lo más natural del mundo, Ino se muerde la mejilla para no decir algo tan ofensivo como eres un idiota, un verdadero idiota, y evitar cualquier pregunta que pueda hacerla romper en llanto— ¿No es cierto, Shikamaru?
El Nara por primera vez lo mira y su expresión se transforma en otra completamente opuesta: el ceño fruncido y la mirada hacia Ino cambia a una expresión mucha más relajada, lo ojos completamente absortos en Chōji y su posición corporal tan tranquila.
Pero Ino sabe que es una fachada.
—Sí, viejo —comenta Shikamaru con una ligera palmada en la espalda de su mejor amigo— todo fue problemático sin ti.
Chōji ríe encantado.
—Te extrañamos —admite Ino, con el corazón apretujado y los ojos tan llorosos que pueden borrar toda vista que tiene enfrente. Duele verlo tan tranquilo con su sonrisa en el rostro y con ese reflejo de tranquilidad que a veces suele sacarla de quicio y nunca había valorado.
Chōji está muy sorprendido y sus mejillas están sonrojadas.
—Gracias, chicos —responde él.
Ino sonríe un poco y se siente tan bien pero no por mucho porque la punzada incrementa su dolor.
Respira, es la voz de Itachi golpear esta vez no en su cabeza sino en su oído como si susurrara aquellas palabras en un deje de un respiro. Puede sentir el chakra de Itachi, está cerca pero no lo suficiente, es lejano y parece ser constante.
La mano cálida de Chōji se posa sobre su hombro y sus ojos marrones destellan preocupación, por lo pronto, Ino no sólo mira a su compañero tan distante al percibir la red de chakra de los alrededores, dirige su vista a Shikamaru quién la mira de vuelta y ahora sí preocupado.
—Ino. —Llama Chōji agachándose un poco para poder estar a su altura—. ¿Te encuentras bien? Estás sangrando de tu nariz...
Intenta respirar.
Se está yendo, debemos regresar.
—Ino —no puede escuchar claramente quién habla porque un agudo silbido llega hasta su cabeza y ella comienza a alejarse de su propia mente y cuerpo— se va a desmayar...
Abre los ojos de golpe, la luz golpea en su rostro por unos segundos provocando algo de sensibilidad en ella, la boca comienza a sentirse completamente seca, sus labios que ha lamido están agrietados, la picazón del césped debajo de su cuerpo lectura un poco de comezón pero logra evitarlo al sentir la humedad de este, petricor, huele.
Intenta apoyarse sobre sus brazos para poder levantarse del sitio pero el calor de la tarde y el sudor de su propio cuerpo evita que cumpla con su objetivo de manera rápida.
—No te levantes —Itachi ordena, está sentado en cunclillas justo a su lado, examinando fijamente su expresión.
Ino apenas y prestar atención a la orden.
Nuevamente intenta levantarse del húmedo césped, está vez lo logra con el dolor punzante en la parte baja de su abdomen, lleva sus manos frías a la zona para corroborar y en efecto, hay sangre y una pequeña herida que parece reconocer por un segundo. No obstante, en su recorrido se encuentra con las manos de Itachi.
—Te hirieron —explica Itachi— aplico fuerza no dejas de sangrar.
Y en efecto, la mano del Uchiha aprieta fuertemente su cuerpo provocando un ligero dolor en la parte baja de su vientre, sus piernas tiemblan y los mareos llegan sin previo aviso. Itachi está lo bastante concentrado para evitar que desangre, las manos de él están completamente tintadas de rojo y su mirada está en completo estoicismo, ni siquiera se siente ligeramente sorprendido. Es tan natural como respirar.
Está a punto de desmayarse.
Pero... Estaba con Konan, después con su equipo, el equipo 10. Ahora con Itachi.
¿Cómo es que lo ha logrado?
Da lo mismo, todo es negro.
N/A: Principalmente, como verán Ino no es muy ágil en la pelea de cuerpo a cuerpo, especialmente (al menos en este fic) ya que anémicamente no se encuentra en condiciones para poder sostener una pelea por lo que ella requiere únicamente de defensa, además, sus fortalezas (como ya sabemos) son otras. Segundo, yo sé que la historia es ItaIno pero los recompensaré, me gusta indagar en otras cosas como la relación de las habilidades de su clan, su padre y sus necesidades humanas y emocionales. Y por último, la secuencia con el equipo diez es necesaria ya que Ino no solo necesita de su padre con quién encuentra consuelo sino también en el apoyo de sus compañeros que si bien, ella ya sabe que los necesita, pero como unidad que son realmente requiere de ellos no solo en combate.
He regresado con este nuevo capítulo. Espero les haya gustado. Me ha encantado escribirlo aunque me costó mucho trabajo hacerlo, no sabía bien cómo continuar con la historia pero al final logré el cometido.
Lamento la demora.
Gracias por leerme.
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