𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈: Santuario Nakano
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈: Santuario Nakano
—¿Qué estás haciendo aquí?
No le sorprende la reprimenda del Tercer Hokage. El viejo se ve tan demacrado que se cuestiona desde cuando no ha comido, sus pómulos están sumamente marcados y su piel morena lejos de mostrarse clara o brillante, está opaca como los orbes del que alguna vez fue su líder en la aldea.
—¿No te dije que no dejaras pasar a nadie? —Cuestiona a Kakashi, sus ojos muestran una combinación de frustración con serenidad, y para Inoichi Yamanaka es solo un mal augurio. Hay algo dentro de esa fría y humedad habitación que no parece agradarle.
—Él lo pidió —se excusa Kakashi, por muy extraño que pareciera no tiene su libro y su expresión se esconde curiosidad bien disfrazada.
Inoichi había pensado mucho la noche anterior. Las cosas están siendo mucho más claras y no era precisamente su intuición o la manera en la que Fugaku Uchiha se estaba regocijando en su lugar de trabajo. Pero, el Yamanaka había estudiado (en los inicios de Itachi como Anbu) que la naturaleza de ataque o proceso en una misión de Itachi es peculiar, no es arriesgada como la debería, da pequeños pasos casi invisibles para no malgastar el factor sorpresa y sobre todo, nunca de los nunca da un paso sin titubear. Todo lo tiene estrictamente planeado, él no piensa en él objetivo, él piensa en más de lo que los demás ven.
Eso lo convierte en un genio, limpio y astuto.
Por lo que tener el chakra de su hija a su lado, no es un error.
Mucho menos considerando la fría mente del Uchiha, nadie podía mentirle. En aquellos expedientes que leyó y el mismo práctico, había un alta posibilidad de peligro como compañero de Itachi, no es superstición o el destino siendo cruel pero todo aquel que tomara un lugar en la vida del joven tenía un destino trágico, aún no comprende como Shisui no ha mostrado signo de peligro. Es como si toda persona que se acerca a él fue para morir de forma trágica y lo peor de todo, es que Itachi siempre está lo suficientemente tranquilo con ello, como si no sintiera, como si comprendiera a la muerte de forma deshumanizada.
Por eso, esa mañana había golpeado la puerta del hogar de Kakashi, con golpes firmes y sobre salientes al amanecer. No esperó mucho cuando escuchó la puerta abrirse y mostrar al Hatake con el rostro abrumado por el ruido y su libro favorito entre sus manos.
—¿Dónde está? —Exigió saber con fuerza.
—¿Quién? —Fingió saber Kakashi, tenía un nivel de conocimiento de quien se trataba de las palabras del líder Yamanaka. Inoihi entrecerró sus ojos de forma amanezante, lo que menos quería eran problemas con los Uchiha.
—No te hagas el idiota conmigo —murmuró entre dientes, no estaba de humor. Sus sospechas estaban cada vez peor cuando por ligeros segundos había sentido el chakra de Ino a las afueras de la aldea disminuir y ascender al igual que el de Itachi, sin embargo, cuando lo sintieron estado con su hija velando su sueño— sabes donde está y no pretendas mentir, el Tercer Hokage confía tanto en ti que es capaz de encargarte a Naruto solo para protegerlo.
Kakashi cambió de una expresión aburrida a otra seria, tal vez había sido muy idiota en que notaran su pequeña tarea de espionaje a los Uchiha como gobierno o Inoichi era demasiado observador, tal vez ambos.
—No me dejarás otra opción ¿verdad?
El flojo y aburrido shinibi no tiene más opción.
—En absoluto.
Y así dado con la pequeña instancia donde se encuentra el Tercero, oscuro, lúgubre y húmedo.
—No es seguro que estés aquí —habla el Sarutobi. Da la espalda a Inoichi, lo conoce a la perfección, después de todo su hermano había sido maestro del original InoShikaCho, y en su muerte le había encargado que los cuidara. Todavía recuerda esos momentos y no quiere escuchar los cuestionamientos del mejor interrogador de Konoha.
—Eso significa que no responderá mis preguntas.
El hombre asiente con la mirada de Inoichi sobre él, sospecha que pudo saber del golpe pero en ese caso él no estaría ahí sino con Fugaku, es algo más y complejo. Ese es el poder de un verdadero Yamanaka, es ser lo suficientemente racional para no dejarse llevar por las emociones pero, en la confianza de lo intuitivo y si algo no está bien, eso solo significa una cosa: descubrió algo.
Hiruzen voltea a encarar a Inoichi, Kakashi los observa en silencio, sin parpadear pues no espera un combate pero al menos algo de honestidad.
—¿Cómo lo supiste? —Cuestiona el anciano.
Sonríe ante la afirmación.
—¿Qué tiene que ver Ino en todo esto?
Kakashi mantiene su rostro neutro y el Kage abre sus ojos a la par, desea su amada pipa pero en esas condiciones no puede, es de las cosas que odia de su nuevo cargo.
Hiruzen suspira pesadamente, no puede negar información clasificada a Inoichi porque tarde o temprano buscaría la verdad poniéndose en peligro a él y probablemente a la aldea.
—¿Y bien? —Inoichi es tan impaciente como Ino, de tal padre tal astilla.
—No son cosas que deba darte una explicación —Hiruzen es claro y está comprometido con lo que le había prometido a Fugaku, ni una sola palabra y no por seguridad del nuevo Hokage sino por el pueblo.
El golpe de la mano de Inoichi sobre un escritorio se escucha no por toda la habitación sino por todo el cuartel Anbu.
—¡No estoy jugando! —Su entrecejo fruncido denota enojo— no puede mentirme a mí, ¡mucho menos con los Uchiha a cargo!
—¿Tú crees que yo sí?
—No me interesa porqué dejó el cargo, sino lo que está a punto de pasar.
La mirada filosa de Ino sobrepasa los pequeños rayos del amanecer y aunque, en su cabeza o corazón (a quién quiere mentir) no deja de pensar en lo bien que se siente porque conoce a Itachi y he pasado un buen momento, sus mejillas se tornan de un color rosado y muerde su labio inferior sintiéndose repentinamente nerviosa. Sin embargo, no se permite pensar en eso, su objetivo no es socializar con los Uchiha es investigar información.
Visualiza a lo lejos ya través de su ventana a un chico, probablemente más grande que ella, pero un Uchiha por su cabello oscuro y ojos del mismo tono.
—Jutsu Transferencia de Mente —susurra mientras su cuerpo cae en la cama inconsciente.
Sonríe a través del cuerpo del tipo de que desconoce su nombre, mira hacia los lados para verificar que es apenas el amanecer y ni siquiera hay personas en él Distrito por el contrario, está solo con excepción de unos cuantos que pasean con cajas o productos. Camina lentamente mirando cada una de las casas o tiendas, ¿por qué se siente repentinamente extraña? No es una sensación común que debería, se siente ligera y como si de un sueño se tratase sin embargo, un pensamiento logrado entrar en su mente, ¿por qué nadie sospecha del cuerpo del tipo que utiliza?
No todos los Uchiha son tan brillantes y mucho peor, son como cualquier aldeano. No obstante, siente los chakras de las pocas personas que caminan, están felices como cualquiera lo estaría a pesar de los sucesos de los últimos días, Ino tiene una capacidad empática bastante alta, ellos están felices como si vivieran su propio sueño. Y en su lógica eso no es correcto, no todos pueden funcionar extremadamente alegres.
Las personas a su alrededor saludan al cuerpo en el que se encuentra. Ella devuelve el gesto.
Y una punzada nace en su cabeza, no otra vez.
—¿Estás bien, Ino? —Pregunta una señora con la familiaridad que podría tener una abuela o una tía.
Alarmada mira el rostro de la señora con sus ojos abiertos al sentirse descubierta, sin embargo la mujer no se inmuta y le sonríe abiertamente, como si su infiltración era tan natural como si no pasara nada.
Ino siente regresar el estómago, el pánico comienza a correr por su cuerpo y no necesariamente por la persona que la aguarda sino porque significa que hay algo más turbio en todo el asunto, se siente desprotegida y débil.
—No pasa nada Ino —expresa la señora con total calma— estás confundida.
Ino retrocede e intenta mantener la calma aunque no es posible por el tremendo dolor en su cien. Toca por instinto la parte antes mencionada, de un momento a otro está abrumada y cansada.
—Es normal querida, tu cuerpo necesita más chakra de lo necesario —dice la señora con burla en su rostro ya pesar de que la mujer tiene rasgos desconocidos dentro de ellos encuentra una familiaridad con Madara Uchiha, como si fuesen cercanos.
Ino poco comprende y entrecierra el ceño. Nadie más que la familia de Itachi (y Sasuke) junto a Izumi y Shisui saben de su estancia ahí. Y por un momento su mente se siente iluminada, Uchiha Madara sabe que está perfectamente bien y no solo eso, camina entre las personas de su clan, está entre ellos.
Mira a su alrededor pero las personas que caminan a su lado bi se inmutan en ellos dos.
—Pensé que te esconderías un poco más —hay burla en la joven Yamanaka, ¿le sorprende Madara? No, en realidad espera más de él como si estuviese deseosa de conocerlo más. De saber quién es realmente.
—Eres una niña impresionante —la mirada de arriba a abajo le hiela hasta la sangre, hay algo dentro de la mirada oscura del cuerpo de la mujer que se ve más retorcido y sombrío— cada día me sorprendes más ¿fue idea de Itachi o de Shisui? Tus movimientos no son tan precisos como piensas.
Ino da un salto hacia atrás y de nuevo nadie la observa.
—Así que es lo que querías —con el ceño fruncido y encarando al hombre— que estaba en tus filas.
Madara (Obito, ¿bien?) Sonríe con esa sádica expresión que le provoca un escalofrío de pies a cabeza.
—Ya te lo he dicho muchas veces, eres muy talentosa y me servirías de mucho aunque sinceramente pensé que serias mucho más inteligente y usarías tu jutsu antes.
—Ese no fue tu plan.
El Uchiha abre sus ojos y la burla se cuela por su sonrisa.
—No —acepta —pero eres impredecible y contigo las cosas nunca salen como espero ¿sabes?
Se acerca unos pasos y de un momento a otro como si fuera una ilusión Madara ha vuelto a su cuerpo e Ino al suyo. Él va a paso lento con su máscara naranja con su ojo descubierto y brillante. Hay algo extraño dentro de todo eso (no lo extraño que ya está) él no se ve turbado o en alerta por estar ahí parece que lo goza sin importarle en absoluto que lo puedan encarar, está confiado.
Madara toma su rostro con una de sus manos para que lo mire fijamente.
—Todo ha salido bien.
—Yo que tú no estarías tan seguro —espeta la rubia, el azul choca con el rojo.
—¿Y quién puede hacer algo? —Ironiza el Uchiha, su voz es tan profunda combinada con la gracia, pero Ino nota que él realmente no se siente así, parece que no siente emociones y duda que aluna vez haya sido un chico idiota como Naruto—. ¿Tú? ¿Itachi? ¿Shisui? Son genios, lo admito pero estamos más allá de lo que ustedes pueden pensar.
Estamos, piensa la chica, entonces no trabaja solo.
—Podrías llevarte una sorpresa.
El orgullo de un Yamanaka es lo que Obito menos necesita, ríe con sorna está bastante divertido, en serio la chica cree que puede ganarle, ellos son casi dioses. Pero Ino no se inmuta en absoluto, quiere que él hable que diga algo lo que sea para descifrar lo que tiene en sus manos.
—¿Tú? —El Uchiha la mira de arriba a bajo, abre sus ojos por la nueva vestimenta de la chica y la expresión de su rostro, hay algo diferente, no le teme, es retadora.
Ya no juegan al gato y al ratón, ahora juegan a la par.
—¿Crees que puedes ganarme, niña? —Obito toma el rostro de la chica para que lo mire fijamente, ella no se aleja y espera a que él siga hablando, quiere saber más y el Uchiha está dispuesto a concederle—. En verdad lo crees.
Ino puede imaginar la sonrisa retorcida del hombre.
—Eres ingenua por no decir estúpida, no puedes ganarme. Para hacerlo tendrías que ser más fuerte y no lo eres.
—Podría sorprenderte —murmura y aleja su rostro de la mano del Uchiha.
Sin embargo, el dolor de cabeza y un mareo fuerte, su vista se nubla por unos segundos con las náuseas que ha comenzado a sentir pero intenta sacar sus mejores dotes para engañar, fue ligeramente el ceño para que el Uchiha no note su malestar. Eso es un problema, ¿por qué no se puede aplicar sus jutsus? No es el cuerpo de la persona que usa, algo la expulsa y puede ser ella misma o algo más.
—¿Te sientes mal? —Ironiza el hombre.
—¿Qué hiciste con este chico? —Cuestiona con rabia aunque aún no sabe si es por el hombre frente a ella o su malestar en esos momentos, o un poco de ambos.
—¿Yo? No he hecho nada ellos están felices, les hemos dado lo que han pedido y él está disfrutando de todo lo que vive —Ino no puede ignorar esas palabras— la verdadera pregunta es ¿tú eres capaz de sobrellevarlo? Porque tu chakra no es suficiente, debe ser complicado sobre llevar tres cuerpos y distribuir tu chakra en ellos y peor sino estás aquí.
Ino poco tolera el dolor de cabeza y su respiración comienza a ser irregular.
—Eres bueno —admite Ino en un susurro por la punzada en su cien.
—Soy un Dios, Ino.
Es entonces que el hombre con un movimiento tan elegante que parece enloquecerla por dentro, su movimiento es tan jodidamente lento que deja ver aquel ojo pintado de rojo, su Sharingan es tan brillante como la sangre misma. Ino se siente hipnotizada y sin preverlo avanza unos pasos, Obito sonríe descaradamente porque es justo lo que desea, que ella se acerque a él. Ese rechazo natural de Ino hacia él lo hace sentir enojado y frustrado, ella en esencia y complacencia es todo lo que ha deseado: gracias a ella tiene el control de Konoha y todo lo que sea que haya pasado en otro tiempo ahora ya no está todo gracias a Ino.
La Yamanaka da unos pasos hasta quedar a unos centímetros de él, es alto y por primera vez se permite guardar en su mente el rostro de él, es atractivo como cualquier Uchiha, sus cabellos negros y rebeldes combinados con su ojo que resaltan aún más. De alguna extraña forma le recuerda un poco a Naruto y no sabe si es por lo parecido del peinado o cualquier otra cosa y entonces, lo nota, aquella cicatriz tan marcada que lejos de asustarla la guarda en lo más profundo de su memoria, alguien así no pasaría desapercibido y mucho menos si esa herida ue hecha por la guerra o alguna misión.
—Puedes ser inteligente, niña.
La gran mano de Obito la toma de la cabeza para acercarlos, ambos tocan sus frentes y se miran fijamente. Para Ino no es alarmante que a escasos centímetros de los labios del Uchiha, tiene ese mismo aroma a metal combinado con sangre sin embargo, por una fracción de segundo puede ver el dolor en aquellos rojos orbes, no es cualquier dolor, es uno profundo que incluso cala en su pecho porque siente la emoción a flor de piel, es tan asfixiante que poco comprende cuando él le toca la mejilla para poder acariciarle el rostro aún con lo áspera que es la tela de aquel guante de piel sin saber exactamente por qué o cómo.
Él la besa.
No es un beso arrebatador y lleno de pasión como lo había sido antes, por el contrario, es sólo una pequeña unidad simple, siente por primera vez la calidez de la boca del Uchiha, es diferente, no malo sino peculiar, sus labios no saben a nada y es cuando una punzada en el pecho, Madara Uchiha no siente nada, no hay emociones.
No obstante, deja de pensar justo cuando Obito comienza a moverse en su boca, el ósculo es más arrebatado sin caer necesariamente en lo deseoso, Ino siente como él busca más, el tacto es lento pero conciso con lo que quiere, sus labios se mueven como unos maestros al combinar y sincronizarse a la par que se vuelve cada vez más húmedo y profundo, un pequeño ardor inicia en sus labios cuando Obito succiona sólo un poco, es un experto al besarla y hacerla sentir lo que él realmente quiere, quiere más , mucho más.
—Eres inteligente —repite— pero no lo suficiente.
Y sin embargo una punzada en la cabeza la golpea convirtiendo aquel espacio de ellos dos en completa negrura.
El dolor ha desaparecido. Parpadea en repetidas ocasiones para aclarar su vista, se siente ligera y como si todo lo anterior no existió, entonces siente la extraña bruma que se acerca a ella en una ráfaga. Intenta protegerse poniendo sus brazos frente a ella y aunque el viento frío golpea su cuerpo y en el camino siente polvo combinado con el clásico olor a campo de batalla. Abre sus ojos reconociendo el aroma, huele a sangre, metal ya muerto. El viento de disipa con rapidez como si fuera una pequeña ilusión, una poco irreal y entonces logra vislumbrar el lugar.
No lo reconoce y mucho menos la forma en la que se encuentra o es por la poca luz que hay. El firmamento escasea en tono azul y el sol no brilla como siempre, se ve apagado como si la vida que lo cubriera hubiera desaparecido, hay una gran nube gris cubrir el extenso mar que ya no existe o a penas y se ve; una corriente de pánico la alberga tras no reconocer el lugar, está solo sin ninguna pizca de vida alrededor, un hueco se instala en su estómago ante lo que ve: Son unas largas y extensas escaleras de piedra tan empinadas que no puede imaginar el dolor de pies y en ellas pueden ver una construcción que no es tan clara y sin embargo, no sabe cómo o la razón por la que ha subido las escaleras rápidamente, y lo ve.
Es un santuario de esos antiguos que hay en las residencias más antiguas de Konoha como el clan Hyuga, incluso los Nara tienen uno. No obstante lo que capta completamente su atención son los escombros del lugar, el tejado carece de ciertas partes, hay otros pedazos de madera rotos y pedazos de las largas telas con el símbolo Uchiha. Camina lentamente haciendo crujir la madera de algunas partes suena aquí y allá sin que alguien pudiera molestarle, entra en el lugar a paso lento esperando que alguien aparezca una vez que la puerta ha sido abierta sin embargo, el aroma a sangre vieja inunda su nariz, la oscuridad la abrasa y no sabe porque ha comenzado a indagar por suelos del lugar.
Ino observa poco o hasta donde la luz del lugar exterior marca una vez que sus pasos se alejan del lugar chasquea sus dedos para provocar una pequeña llama sobre dos de ellos y poder iluminar. Una vez que hay luminosidad, dentro del lugar hay polvo, tierra y pedazos de piedra o maderas en el suelo, una explosión sucedió cerca aún puede oler el aroma a quemado.
Camina, camina y sigue caminando, deja que sus pies la guíen ¿a dónde? No lo sabe pero espera encontrar algo o a alguien, pues el lugar es exactamente a donde había estado cuando se encontró con los Uchiha la primera vez. Lúgubre, frío y nauseabundo.
Entonces da un pequeño sobresalto cuando la flama logra iluminar unas de las habitaciones de cualquier pasillo que haya tomado. Impresionada, gira lento para poder ver mejor, hay tres personas pero estas tres ni siquiera se percatan de ella. Entra a la habitación con pasos cortos.
Sus ojos se abren como platos y tapa su boca para apagar el quejido que por poco sale de sus rosados labios. Puede ver que hay unas cuantas velas iluminando el lugar pero no son las luces lo que la sorprenden sino las personas en aquel lugar y horrible escena que ve: está Madara con su máscara y su mano sin guantes, si mano es tan blanca como el hielo y está manchada de rojo un rojo vivo y espeso que gotea al piso, no se puede ver su expresión pero sabe que detrás del pedazo de madera hay una sonrisa sádica; y aunque no es la peor parte le sorprende aún más la otra persona y es Danzo, sentado en una vieja silla el tipo se ve deplorable con su cabello largo y desordenado, gotas de sudor caer por su piel arrugada y el cuerpo tan delgado que parece desaparecer no obstante,
—Eres poco servible Danzo —habla Madara, mira su mano.
—¡Son unos hijos de puta! —Grita el ex consejero hay ira en él.
—¿De verdad creíste que tú nos servirías? —El Uchiha ríe— ¿En serio pensaste que podrías contra nosotros? Solo eres un ser insulso sin nada más que ambición de poder sin siquiera poder tenerlo.
Danzõ no puede articular por el coraje que mantiene su mandíbula fija en su rostro. Está sumamente molesto, pero nadie puede juzgarlo por ser tan imbécil nunca había creído una palabra de quien se hacía llamar Madara sin embargo, no supo cómo el Uchiha sabía de los ojos que había robado y el más reciente el de Shisui.
—¿Creíste que iba a confiar en ti justo cuando robaste los ojos de los Uchiha y de alguien incontrolable como Shisui?
Ino abre sus ojos nadie sabe esa información más que Itachi, ella y el mismo Shisui. Entonces mira la mano del hombre encontrándose con el orbe de su ahora amigo, el hombre lo enseña al ex líder de Raíz y desaparece el ojo con un pequeño hueco como en el que aparece él.
—Tú pena será grande —murmura— querer aniquilarnos eso es bajo aun para ti.
—Son despiadados, insulsos, una escoria, Tobirama Senju estaba en lo cierto.
—¿Tu maestro? Le gustaba jugar a ser Dios lejos de estar de ser uno, y mira donde terminó.
Ino se acerca unos pasos más notando la sangre gotear del brazo que el ex consejero siempre usó vendado, pequeños espacios de su piel y carne mostrando huecos surcados con sangre y líquido amarillento, incluso hay gusanos en sus heridas. Su estomago se revuelve sintiendo que regresará la comida que no ha ingerido.
—¿En serio piensas que podrás salirte con la tuya? —Apenas habla Danzõ— no creas que no lo he visto en cuanto me ofreciste un lugar, tú no eres de aquí y no me refiero al supuesto futuro de donde vienes, no sé que hayas hecho pero no eres de ahí.
La Yamanaka entrecierra los ojos intentado asimilar la información, vienen del futuro, Madara la trajo de ese tiempo.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Por él —señala con la cabeza ligeramente.
Ino levanta la mirada, horrorizada retrocede por la impresión al no haber notado la presencia a un lado que les compaña, el chakra es maligno y nauseabundo. Entonces lo ve cuando el hombre da unos pasos hacia ella como si pudiese verla o al menos sentirla.
Es viejo, mucho más viejo que incluso el ex líder de Raíz, su cabello es tan largo que roza más allá de sus caderas y lograr tapar sus facciones, su rostro es arrugado y su piel tiene unos tintes fríos y grises como su cabello, las ojeras junto a las bolsas de sus ojos, su piel pegada a sus huesos sin embargo lo que más logra llamar su atención es su Sharingan.
Él camina justo frente a ella, sus piernas tiemblan y más cuando el enmascarado menciona lo siguiente:
—Lord Madara —el enmascarado lo mira con suspicacia.
Ino retrocede hasta la pero él, Madara es como si mirara sus ojos.
—No estaría tan seguro, basura —la voz áspera del anciano retiembla en las paredes.
—Un Uchiha con la maldición del odio —Danzo es sarcástico— que novedad.
El grito ahogado del ex consejero golpea los oídos de la joven cuando mira de soslayo, el enmascarado arrebata del brazo de Danzo otro ojo Sharingan, poca sangre sale y por su conocimiento médico sabe que Danzo no tardará en quedar inconsciente.
—Quéjate todo lo que quieras —habla Madara, el verdadero Madara— es imposible encontrarte aquí, estamos en una pequeña gota del extenso océano que llamamos tiempo.
Madara saca un kunai lanzándolo a la pared y clavándose en el acto lo suficientemente rápido y exacto para incrustarse en una pequeña fisura en el muro.
Obito no menciona nada y espera a que Madara hable pero nunca llega el momento.
Asustada toca su hombro levantándose de la cama en la que se encuentra. Siente el sudor bajar por su frente y su cabello húmedo pegarse en su espalda, toca su piel hirviendo y no encuentra donde sintió que el kunai golpeó.
—Es bueno que despiertes —Shisui está sentado a su lado junto a Mikoto, él está serio y ella se ve confundida— creímos que ya habías muerto.
Intenta ser un chiste o algo parecido. Ino lo mira confundida él parece estar molesto o preocupado o un poco de ambos.
—¿Sucede algo? ¿Te encuentras bien? —Mikoto se acerca a ella y limpia el sudor de su rostro, la bata azul está pegada a su cuerpo. Estaba en una habitación que parecía una instancia médica del Distrito Uchiha.
—¿Qué sucedió?
—Te encontramos en el Santuario Nakano casi sin pulso —habla Shisui estoico y con su mirada atravesarle el alma, no titubea— ¿cómo llegaste ahí?
—No lo sé —responde— ¿qué es el Santuario Nakano?
—Es un Santuario del Clan Uchiha en honor a los Dioses Izanagi e Izanami, pero eso no es lo extraño sino cómo entraste a un lugar sin acceso a los externos al clan. ¿Quién te llevó a ahí?
—Ya te dije que no lo sé.
—¿Qué estabas haciendo?
—Nada.
—¿Qué estabas haciendo para terminar inconsciente?
—¿Qué clase de pregunta es esa?
—Ino, ¿qué estás ocultando?
—Shisui, ya basta —habla Mikoto quien no había dicho nada, y su rostro dulce mostraba seriedad— Ino, te encontramos casi muerta en un Santuario en el que no deberías tener acceso, no tenías pulso y tu chakra descendía muy rápido, era como si no estuvieses aquí.
Ino sabe que no le creen.
—No recuerdo que pasó, no miento, solo hay una guerra y me atacaron en ella —menciona recordando el rostro del enmascarado y el otro de Madara adentrando los recuerdos en una zona casi imposible de accesar en su mente.
El Santuario Nakano es la respuesta, le había dicho Nagato. La respuesta sí estaba en el Santuario pero no sabe exactamente en cuál.
Espero les haya gustado <3.
¿Qué les parece? ¿Tienen una idea de qué va a pasar?
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