𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐈𝐈: Deber
𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐈𝐈𝐈: Deber
La mañana está fresca como lo suele ser en esos días en Konoha, los rayos golpean de lleno el gran mural con las cabezas de los líderes de la aldea, el cielo azul tiene ese día un ligero color grisáceo. —Va a llover —dirían muchos de sus habitantes. Lo cierto es que el frío viento que golpea en contra de las ventanas, las puertas y los pequeños letreros de los establecimientos.
El día tiene un extraño sabor a invierno, a pesar de ser primavera. Tiene un toque nostálgico como en esos años de paz asegurada que todos comienzan a desear aunque poco saben de la cruda realidad que los comienza a arrastrar.
—Buenos días —saludan las primeras personas entre ellos, todo normal, nadie se cuestiona porque en plena primavera casi verano, hay un extraño frío que no debería haber.
Las calles comienzan a llenarse, los primeros negocios abren sus cortinas o comienzan a tener forma. Las personas inician su vida común, como todos los días; los inician su trabajo en la academia, los shinobis caminan directo a sus misiones asignadas un día anterior, otros tantos sus labores diarias. Pero nadie se ha percatado del enorme símbolo del clan Uchiha en la torre del Hokage, un extenso pedazo de tela puede ver a cinco kilómetros de distancia, el gran abanico perteneciente al clan Uchiha puede visualizarse con facilidad.
Nadie se ha cuestionado, excepto cuando suena ese gran sonido parecido a un cuerno tibetano. Es profundo y se escucha por toda la aldea. Y las personas salen de sus hogares para percibir que en efecto, el sonido que retiembla en sus oídos y paredes viene de la torre del Hokage.
El bullicio comienza cuando todos llegan al lugar, los comerciantes, los aldeanos que viven sus día a día sin problemas, los gennin recién graduados, los chunin en espera de misiones y sobre todo los jounin que lejos de sentir la bruma de los otros, hay una inquietud en el aire.
—¿Esto es posible? —Pregunta una voz cerca de cierto peliblanco. Es Maito Gai, con su cabello implacable volando gracias al viento helado que los cobija, su entrecejo fruncido y su mirada perdida en el colosal símbolo Uchiha. Puede sorrender a cualquiera, el extenso símbolo que se expande dando un claro mensaje: Konoha es de los Uchiha.
—No lo sé —responde Kakashi, con su tono taciturno sin embargo, si puedes poner la suficiente es posible escuchar un deje de incertidumbre.
—¿Qué sucede?
—¿Por qué el escudo Uchiha está en la torre?
—¿Qué está pasando?
Son algunas preguntas que se hacen las personas, en especial de los ninja de la Hoja. Todos están lo suficientemente impactados, no solo por los territorios que el clan más poderoso de la aldea ha decretado sino por el miedo que mucho sienten y comienzan a expresar gracias a sus rostros. No es un secreto para nadie que los Uchiha, en muchas ocasiones han abusado de su poder como policía de la aldea, ni mucho menos en las pésimas condiciones en las que suelen golpear a mujeres y niños, muchos estaban impresionados por la causa, si como policías solían amedrentar a los ciudadanos no podrían imaginarse como parte del gobierno de Konoha.
El murmullo comienza, los gritos de inconformidad retumban en el cielo, los rezos de otros ante la situación, eso no puede estar pasando. Sin embargo, aquellos gritos y murmuros hablando de las consecuencias poco viables que puede haber son callados gracias a los miembros del clan Uchiha, sus cabellos oscuros revolotean con el aire y sus miradas llenas de molestia hacia la sociedad que tan mal los ha tratado gracias al miedo que sienten. ¿Quién los culparía? Nadie, los chismes por aquí y allá decían que el ataque del Zorro de las Nueve Colas había sido culpa de un Uchiha, y por eso han sido alejados del centro de la aldea.
Chisme o no, es cierto y todos de alguna forma lo saben, provocando temor.
—¡Kakashi! —Escucha detrás de sí el Hatake. Es Kurenai, ella intenta pasar entre el gentío pero es empujada por los habitantes, parece que la histeria es parte del terrible y helado viento que existe.
Kakashi jala de la mano a la kunoichi, ayudando a que ella no caiga y sea aplastada por la multitud. Kurenai agradece con una bonita sonrisa y acomoda su cabello rebelde, se siente un poco cohibida porque ella no es jounin y es apenas una chunin entre personas de un rango mayor, está ligeramente nerviosa.
—¿Qué es todo este alboroto? —Pregunta la chica. Acaba de llegar hace apenas unos minutos de una misión con el señor feudal. Desde pisar un pie en su hogar de igual forma sintió aquella tensión poco apacible que todos tienen en sus venas y parece oxígeno.
—No sabemos —responde Gai— han solicitado un llamado.
Kakashi asiente, ese denso sonido correr por la aldea es cuando el Hokage ha hecho un decreto.
—¿Ustedes creen que ...? —Las palabras ni siquiera salen de su garganta, Kurenai está tan impactada como el resto, sabe que hay problemas entre el clan y la aldea pero, nunca pensó que los Uchiha tomaran la aldea.
—No sabemos —interrumpe la bestia verde de Konoha o llamado por él mismo como el eterno rival de Kakashi Hatake—. No debemos sacar conclusiones precipitadas.
—¡¿Precipitadas?! ¡El clan Uchiha se ha autodenomiado como autoridad! —Mala señal que Kurenai Yuhi pierda la cordura, Kakashi ni siquiera se limita a mirarla, está en lo cierto, ya nada puede ser precipitado si han tomado el control de un día a otro.
—Sabemos que el Tercero, no lo haría —concluye Gai con un extraño timbre de voz tan lúgubre—. No sería capaz de dejarle el cargo así como así.
—No estaría tan seguro —responde el peliblanco, mirando fijamente el abanico de rojo y blanco. Suspira pesadamente, así que era eso, la finalidad de aquella conversación con el Tercer Hokage.
Entonces, Hatake observa a las personas, el lugar, el viento, las hojas caen lejos de sus raíces; un presagio. Y Kakashi abre sus ojos a la par, recuerda vagamente su conversación de hace unos días con el líder (¿ahora ex líder?) De la aldea, su pregunta tan extraña y ese tono que había usado en ese momento. Sin pensarlo y llevarlo a su mente racional, recuerda las palabras que usó y de alguna forma se siente un poco culpable. Pero nadie podría ver ni con ese ojo Sharingan que ha tenido durante años, los alcances de esa conversación, los alcances de decisiones de otros. No lo pudo, prever y eso de alguna forma le hace sentir de una forma patética un poco de responsabilidad.
Sus compañeros lo miran fijamente a que añada algo más pero, las palabras no llegan a salir de su boca. Hay una razón: eso significaría una cosa, de la que no está errado Hatake, si los Uchiha se están haciendo cargo de la aldea y una decisión tan rápida como cambiar de Hokage de un día a otro solo significaría que había roces mudos entre la aldea y el clan maldito. Roces que, aparentemente nadie conoce o si lo hacen ¿qué parte es la correcta?
—¿Qué pasará con el Tercero? —Kurenai está preocupada y asustada, sumando su interés real por Asuma quien está en una misión, no se puede imaginar la expresión del hijo del Tercer Hokage.
Al ver que ninguno de sus compañeros responde su mirada se vuelve cada vez más oscura, Gai está en silencio ya que, no se puede imaginar la posibilidad de que el líder de todos ellos haya renunciado o ser asesinado por los Uchiha. En tanto, Kakashi no puede si quiere decir algo sin pensar en un escenario catastrófico, una de las habilidades que el peliblanco es la habilidad de ser analítico, crítico y sobre todo racional; y ha llegado a una conclusión: si el Sarutobi renunció y entregó el cargo a Fugaku Uchiha, en todo caso que sea verdad la cuestión es ¿por qué?
—¿Qué le diremos a Asuma? —Cuestiona la kunoichi con su tono de voz más exaltado.
Los tres ninjas comparten miradas por un segundo, ninguno sabe que decir con exactitud, la situación es completamente nueva.
—¿Qué es esto? ¡Exijo una explicación! —El grito de Inoichi Yamanaka se oye por todo el lugar, más que nada por la extraña posición de combate que han adquirido los Uchiha alrededor.
¡Fuuuuuu!
La mirada de todos los presentes ante el estruendoso sonido como si fuera una espada partiendo a alguien en dos. Asustados, las personas por reflejo miran el origen de aquel sonido: pancartas de censura, pegadas o colocadas significando el cierre de ciertos establecimiento de ventas de algunos aldeanos y clanes, es el control que han inmiscuido como policía y ahora como lideres de la aldea.
Mientras, el escándalo a las afueras de la imponente torre, son escasos a comparación de la calma que proporciona la sala vacía donde yace Fugaku. El Uchiha, mira fijamente el tumulto de personas reunido justo en la puerta de la torre, están cabreados en especial a ese trío de Konoha, Ino-Shika-Cho. Desde esa altura y distancia, puede observar de forma tajante la furia de ese grupo tan unido y leal a Konoha.
—Tu expresión no es muy alentadora —Madara está detrás de Fugaku como su guardaespaldas desde que le llegó aquel pergamino anunciando su nuevo cargo.
No recibe una respuesta por parte del líder del clan y al contrario, es la indiferencia de Fugaku la que le causa una sonrisa en los labios.
—¿Tienes dudas? —Cuestiona Madara con esa filosa mirada que aunque, tiene una máscara en su rostro, Fugaku siente la mirada del otro sobre su espalda.
—No. —Tajante, responde el otro—. Considero mis opciones.
—¿Retirarte? —Hay burla en las palabras de Madara, sabe a la perfección que en las condiciones en las que están no es posible retirarse. No hay paso atrás, mucho menos su siguiente paso que está a punto de entrar en vigor.
—Tú has visto el futuro, lo has vivido —Madara presta atención a su supuesto descendente— el equilibrio en el mundo es necesario y si, el golpe de estado es parte de eso.
—Eres demasiado condescendiente contigo mismo —gruñe por lo bajo el enmascarado.
No culpa la incertidumbre de Fugaku, en su antigua vida él hizo lo mismo y hasta fue ridículamente evangelizado por un niño de diecisiete años estúpidamente ruidoso. Pero, ya no es esa vida y gracias a Ino Yamanaka, construye un poco a poco conforme la hermosa rubia se da la oportunidad de pisar ese tiempo, esa realidad.
Cada vez está más lejos esa vida que alguna vez tuvo y deshechó.
Madara mira fijamente a Fugaku, espera que esa decisión que ha tomado el actual líder de los Uchiha no sea dubitativa o en su defecto un mal presagio para su propia autodestrucción, no pretende dar un paso atrás, no esta vez.
—Señor, —una voz interrumpe la placida no calma que se respira en la oficina del ahora Quinto Hokage. Fugaku espera paciente a que el miembro del clan Uchiha hable con calma—, los líderes de los clanes están a fuera exigiendo una respuesta.
El hombre que incluso, Fugaku ignora su nombre, observa hacia un punto en la habitación completamente vacío donde el líder de su clan mira. Madara se oculta bajo un genjutsu, sería muy idiota de su parte hacerse llamar Uchiha Madara y que los demás lo idolatren, sobre todo cuando él ni siquiera es quien dice ser.
—Señor —repite el hombre—, realmente están enojados. Dicen que van a llamar al consejo, todos los clanes.
Fugaku ignora al otro miembro del clan y se permite indagar con su mirada en la ventana, están los líderes de muchos clanes, en especial Hiashi Hyuga, Tsume Inuzuka, Shibi Aburame, Inoichi Yamanaka, Choza Akimichi, Shikaku Nara ¡hasta Kizashi Haruno! Pocos recuerdan que ni siquiera es considerado como clan, solo una pequeña familia. Cada uno de los líderes miran con el entrecejo fruncido hacia la ventana donde es visible la sombra de la nueva autoridad de la aldea.
—No pueden llamar al consejo —responde Fugaku con la calma del mundo, no se ve afectado en lo más mínimo por las palabras del otro.
—¿Por qué no? —Cuestiona el hombre, su ronda por toda la habitación hasta encontrarse con la espalda de su líder.
—Porqué deshecho el consejo.
Jun, uno de los miembros del clan y es quien está en la oficina, abre sus ojos en par por la sorpresa. No es posible que haya desintegrado al consejo, eso técnicamente es un crimen. Las leyes de las aldeas se rigen bajo una supuesta democracia, inexistente claro, pues el consejo es quién escoge al siguiente líder de su respectiva aldea, sin contar la opinión de otros aldeanos o líderes de clanes. Lo que lleva a lo siguiente, deshacer un consejo no es algo fácil, quién avala las leyes y reformas que se toman; algo similar al poder legislativo. Si desaparece un consejo por un kage, quiere decir, que están en un poder absoluto con el líder, un poder que únicamente radica en la cabeza de la Aldea, un poder totalitarista.
—P-pero s-señor...
—No hay consejo, dijo. —Las palabras son secas y sin un atisbo de expresión—. Diles, que si requieren una conversación será llevada a una audiencia.
—Sí, señor —susurra el pobre hombre antes de salir de la habitación.
Una vez solos nuevamente, el nuevo Hokage y la mente casi detrás de toda esa revuelta.
—Tal vez exageramos un poco al quitar al consejo —el tono burlón de Madara aparece como si fuera un chiste para él.
Fugaku lo estruja con la mirada, de no ser porqué había aparecido una noche en su hogar como si nada y comentado, que el clan Uchiha sería exterminado por uno de ellos, teniendo conocimiento del futuro que los aniquilaba de raíz y lo ayudó a obtener lo que (en su mente) merecen los Uchiha, probablemente ya lo habría matado o al menos intentado.
—Es la mejor decisión, esos ancianos fueron quienes querían nuestra destrucción ¡No tuvimos otra opción!
Madara sonríe con esa sádica sonrisa con la que se deleita al ver a Ino, siente la misma emoción que ver a una jovencita acorralada en otro tiempo, es la sensación del éxtasis al ver el mundo arder y caer.
No le importa cuando Fugaku golpe con fuerza el escritorio de su antecesor, está más que molesto, todo es una mierda.
—Si así lo piensas, espero que sigas firme. A nadie le gusta que después de una victoria, alguien venga y le arrebate todo.
Fugaku ríe con sorna.— ¿Lo dices por experiencia?
—Lo digo porque ya nos han quitado todo y las personas no respetan eso, nos han hecho ver como los malos de la historia y no pagaremos por la ignorancia de otros. —Madara no se permite cuestionarse a sí mismo, el resentimiento que el verdadero Madara le inculcó a un joven Obito aunado con la perdida de Rin Nohara, no da la oportunidad de sentido entender una opción diferente a la que ha tenido y mucho menos a dejarlo pasar. Es por esa razón que no aceptará un error, mucho menos de un Uchiha—. Todo seguirá de acuerdo al plan, no moveremos un pelo por esos malditos hijos de puta y si no están de acuerdo, que mueran.
Fugaku no mencionó palabra alguna, no tiene la cabeza fría para pensar bien las cosas. Presionó al Tercer Hokage para que dejara su puesto como líder de la Hoja, dentro de sí mismo sabe mejor que nadie que el espía del que habló Madara era nada más y nada menos que su hijo, sin embargo, cegado por ser el orgullo de los Uchiha y más del clan, de él mismo, decidió que fuera Shisui aún cuando las pruebas no eran ciertas, mucho menos cuando Shisui lo fue solo un peón que podía morir.
Cuando Madara llegó aquella noche, su mente creó un plan del que pocas personas pudo prever, únicamente la capacidad de un Nara es posible de contrarrestar. Un plan, en el que el supuesto espía (que deseaba fuera Shisui) consistía en mantener aquel perfil como revoltosos en busca de un golpe de estado subsecuente, tanto el consejo como el Hokage no darían su brazo a torcer por el clan Uchiha, tendrían que buscar una solución propia en el cual, todos ganaran de la mejor forma. Y Fugaku sabía, que eso no podía ser posible o al menos tomaría más tiempo, el tiempo suficiente para generar dudas en Hiruzen Sarutobi y se cuestionara sus propias convicciones. De eso se encargaría Madara —aseguró él mismo— no obstante, sabe que eso no sería así tal vez un tercero y hasta un cuarto fueron los precursores para que fue posible, su plan.
Fugaku sabe que Itachi tuvo que ver, por eso no le recrimina o reprende, también tiene el conocimiento que esa tercera persona ha estado cerca de su primogénito.
No hay algo que no sepa Fugaku Uchiha.
Y una de esas cosas es, Madara Uchiha no llegó solo.
—No dudes Fugaku, los dioses nos han dado esta oportunidad.
El padre de Itachi cruzado de brazos intrigado por las palabras del otro, lo mira de soslayo antes de desaparecer gracias a su técnica: kamui.
—Señor —llama nuevamente Jun— es hora de su nombramiento público.
Fugaku no intenta esconder su expresión llena de asco y con la inexistente premura que tiene, mira fijamente la túnica blanca con un poco de rojo en sus kanjis y en especial en la parte baja de esta.
—Quita eso de mis vista —Jun se sorprende a tal grado de casi arrojar la túnica por la ventana.
—Señor...
—Los Uchiha no necesitamos un nombramiento, el apellido por sí solo es el símbolo que la Aldea de la Hoja necesita.
Detrás de Jun un par de shinobis parte de la policía de Konoha, escuchan las palabras no solo con admiración sino con convicción, una convicción que sin saberlo comienza a ser profunda, rozando los límites sanos de las ideologías construyendo un fanatismo enfermizo.
Y todo fanatismo radical, tiene sus consecuencias.
Cuando Itachi acompañado de Izumi llegan a la entrada de la aldea, no es justo lo que querían o necesitan ver. Los dos Uchiha con el cansancio de un viaje de escasas doce horas, no se puede creer lo que sus ojos miran; la soledad de la aldea puede escucharse detrás de esos gruesos muros, las calles están totalmente vacías, los negocios cerrados, los gritos de los niños se ausentan y el frío de una aldea solitaria y pecaminosa. Nada es como solía serlo, no se escucha el bullicio de las personas, el sonido de la campana de la Academia o cualquier otro sonido que indica que hay vida en el pueblo o mejor dicho, aldea fantasma.
Caminan tranquilamente a pesar, del hambre y el cansancio que les aqueja. No se permiten llegar tarde a su siguiente encuentro, la torre del Hokage.
Una vez dentro, ya escasos pasos de la oficina de su padre, Itachi dirige sus pasos cuidadosamente, notando que la enorme pancarta con el símbolo de su clan oscurece la torre, impidiendo que traspasar los rayos del sol, dando un aspecto lúgubre y triste. Él toma la muñeca de Izumi, la chica se sobresalta y un pequeño sonrojo nace en sus blancas mejillas, Itachi ya no siente su pecho revolotear sin embargo, lo adjudica a su insípida preocupación.
—No creo que sea bueno que entres conmigo —menciona el joven mirando directamente a la muchacha. Habla en serio.
—¿Por qué? —Cuestiona ella, Izumi quiere que Itachi sepa que siempre puede contar con ella. Busca su mirada, y la encuentra. No es precisamente lo que quería hallar.
Detrás de ese ceño ligeramente fruncido y la misma inexpresividad combinada en el rostro del Uchiha. Tiene la expresión más contrarrestante que lo ha visto tener, él está preocupado pero no precisamente por ella y, la mueca marca por un micro segundo su quijada. Está enojado y más que eso, frustrado.
—No puedes ir tú solo —chilla ella en un pequeño susurro presa del pánico.
—No debes entrar conmigo, no pueden saber que estuviste inmiscuida con Shisui —explica él, sus ojos están ligeramente opacos, Izumi comienza a sentirse triste. Es terriblemente doloroso ver la incertidumbre en aquellos profundos ojos oscuros que tanto le gustan.
—Pero, no quiero que estés solo —únicamente puede escucharse un hilo de voz— no sabrás lo que te dirá Lord Fugaku.
Itachi comparte la emoción de preocupación de la castaña aunque, no lo suficiente para volver a tomar su mano o por lo menos su muñeca, ha quitado su mano y la mira fijamente. Aquellos ojos tintados de oscuridad parecen atravesarle el alma, el corazón de la muchacha se encoje en su lugar.
Conoce esa sensación, técnicamente porque fue su culpa o bueno, no su culpa pero si parte de su responsabilidad.
—Izumi, regresa al distrito —Itachi no la mira, dentro de ella el corazón se rompe. El sonido de su voz es tan seca y sin un deje de lguna emoción, él camina dándole la espalda.
—¡Itachi! —Grita Izumi con tristeza— lo siento tanto.
El joven Uchiha desaparece por el pasillo, ignorando deliberadamente la disculpa de Izumi. El enojo viaja por sus venas, sus latidos se han precipitado, la sangre comienza salir de las palmas de sus manos gracias a la fuerza que ha aplicado a sus puños.
Ella lo mira irse, con un nudo en su garganta y el corazón roto. No era su intención que Ino se fuera, como tampoco era su intención evitar que Itachi fuera detrás de ella.
La hermosa mujer de cabellos negros mira la escena con asombro e incredulidad, cuando esperó pacientemente a que las herramientas que le dio a Madara hicieran efecto, no pensó que fuera a tomar ese camino. ¡No estaba segura ni siquiera que funcionaría! No estaba en sus manos después de todo, las patéticas pruebas que había hecho Madara —ella ya sabe que es Obito, gracias— no funcionaron en su momento y no pensó que fuera a funcionar especialmente con la chiquilla rubia de un temperamento de cuidarse.
¿Cómo una niña había creado todo ese caos?
Tiene una sonrisa divertida, sus grandes ojos negros miran con verdadero asombro los detalles de la historia, el simple hecho de no dejar que aquel Uchiha se suicidara y poner sobre aviso a cierto muchacho sobre su triste futuro y de la persona que más ama, puede transformar una historia ya contada. Al cambiar todo un destino, cambia el destino del mundo y con ello de sus personas en él.
—¡¿Cómo pudiste hacerlo? —La voz de su esposo es profunda y se escucha por todo el santuario, puede jurar que incluso las ondas sonoras han hecho temblar las grandes columnas de marmol que abrazan sus cuerpos evitando que los rayos de luz en sus rostros.
—¿Cómo pude hacerlo? Fue sencillo.
—No estoy bromeando, —lejos de deleitarse con la caricia de su esposa, él toma la muñeca de la mujer que ama—, ¿por qué le hiciste eso a esa niña? ¡Está sufriendo! Les estás haciendo daño a cada uno de ellos, no solo a los dos hilos rojos que tú decidiste romper y volver a unir y mucho menos del tercero en discordia. ¡Ni hablar de las personas a las que has acarreado! ¡¿Qué hay de los aldeanos ?! ¡¿Qué hay de la puta guerra que se va a desatar ?! ¡Di algo, Izanami!
Izanami ve el rostro distorsionado de Izanagi. Su amado esposo la mira no solo con coraje e incertidumbre por sus acciones, hay algo de temor en sus ojos rojizos.
Reprueba completamente sus acciones.
—¿No dirás nada? —Pregunta Izanagi, busca al menos un atisbo de las palabras atoradas de la mujer frente a él.
—¿Qué quieres que diga? —Contraataca la fémina, está molesta. No por el hecho de discutir con su amado, que es cada día de su eterna existencia sino por la miseria razón por la que está. Izanami frunce el ceño con fuerza, ahora sí está molesta y más por el estúpido interés de su esposo hacia los humanos y en especial esas niñas.
—Al menos una jodida razón por la que le diste la respuesta a ese maldito, sabes que Kaguya quería impedir todo esto.
—Pero no pudo evitar la muerte del Kyubi. ¡El maldito equilibrio que tanto hemos protegido se va a la basura sino hacía algo!
—¡Esa no es tu decisión! ¡Era de Kurama!
Izanami mira a su esposo con su mirada lastimada, tiene bastante tiempo que no ha visto esos ojos cargados de reproche. El tiempo ha comenzado a fracturarse, las múltiples realidades a combinarse, y claro que la hermosa mujer llena de suspicacia sabía de ante mano que jugar con el destino de los humanos podría subir un efecto conflictivo sin embargo, debería proteger el equilibrio del mundo uno del que ella misma ha fracturado.
—Di lo que quieras —gruñe ella por lo bajo y empuja a Izanagi.
—Izanami —llama él con pesadez en su voz y su cuerpo. Lo último que necesita es que su esposa se enoje nuevamente con Kaguya o los humanos. Ya suficiente ha tenido con el caos en la tierra para sumarle los caprichos de la fémina.
—¡Suéltame! —Chilla Izanami con cólera y fuego en sus ojos, Izanagi sostiene la mano de su esposa con premura— estoy harta que siempre quieras proteger a esos insulsos seres, la historia se repite una y otra vez y cuando finalmente queremos protegerlos de ellos mismos, toman una decisión más estúpida a la anterior.
—Eso no justifica tus acciones, rompiste la línea del tiempo y eso tiene sus consecuencias, las realidades chocan unas con otras —las palabras de Izanagi suenan lo bastante convincentes para apaciguar la furia de la hermosa mujer de cabellos negros— estamos entrando en terrenos muy sensibles y lo sabes.
Izanami baja su mirada y no es por tristeza o frustración, simplemente es porque Izanagi tiene toda la razón. Las consecuencias de mostarle a Obito Uchiha una forma de viajar en el tiempo no atrae más que caos y destrucción, no solo a Konoha y el mundo shinobi sino también a algo mucho más grande que los humanos juntos, el fragmento del tiempo.
—Mírame, —demanda el hombre con la paz de un ser inalcanzable que es. Admira perfectamente a su mujer, porque ellos se han pertenecido toda una eternidad y lo seguirán haciendo por mucho tiempo más—, no puedes seguir con esto —pide suplicante.
—Tú no lo entiendes —Izanami cierra sus ojos con fuerza incapaz de ver a su marido. Él no comprende— Naruto es incapaz de sobrellevar lo que viene, las reencarnaciones de Ashura e Indra son cada vez peor. Obito prometió arreglarlo. Prometió que ese futuro no pasaría de nuevo.
—Pero sabes que es mentira —susurra él acariciando la mejilla de su esposa con devoción y todo el amor que puede haber en un ser tan celestial como ellos dos— sabes que así no funciona.
—Los Otsutsuki no descansarán —hay solo un pequeño hilo de voz en aquel blanco mármol donde descansan aquellos dioses de la creación.
—Esto es por Kaguya —concluye Izanagi al ver los grandes ojos de la mujer apretarse con fuerza y sus labios fruncirse en una mueca de tristeza. Ha visto el futuro, donde hay retornos, ofensas hacia los dioses, y sobre todo sus celos que han cegado a la deidad de la creación. Izanami no quiere que Kaguya pelee por el puesto que le corresponde—. No, vamos mírame.
Izanagi toma entre sus manos el rostro de la pelinegra, bajo sus dedos puede sentir la calidez de su amada. Él se sorprende un poco cuando ella baja su mirada apenada, aun después de milenios siente el cosquilleo en sus entrañas.
—Lo que sea que hayas hecho tiene solución, eventualmente la tiene y lo sabes. Lo hemos hecho cientos de veces, arreglar la basura de los shinobi —Izanami mira los ojos de su esposo, hay confianza en sus ojos color sangre, él es tan cálido y compasivo quede alguna manera le hace recordar a aquella jovencita de largos cabellos rubios y ella es una calca de aquel joven callado y reservado que se llama Itachi Uchiha.
—No es tan fácil —admite Izanami con algo de pena ante la mirada de confusión que le regala su contraparte.
—¿Qué hiciste, Izanami?
La hermosa mujer gracias a toda la pena y la vergüenza que se permite sentir evita la mirada llena de escrutinio de Izanagi, sus mejillas pálidas y perfiladas se tiñen de un extraño color rosado combinado con un subtono anaranjado.
—A estas alturas no puedo regresar a Ino Yamanaka al futuro —es verdad, no miente o al menos no del todo, claro que hay una forma de regresarla sin embargo, podría acarrear más conflictos en el tiempo y claro que Kami-sama la reprendería . Por ser tan jodidamente estúpida, hay otros dioses que respetar, jerarquías y ese tipo de mierda que no quiere escuchar—. Digamos que los hilos están bastante enredados.
Izanagi comprende el trasfondo de las palabras de su querida mujer.
—Vas a destrozarle el corazón —concluye él— igual que a esa pequeña Hyuga.
—Lo sé —susurra Izanami. Los brazos de Izanagi la cobijan con todo el amor que puede regalarle, ella esconde su cabeza en su pecho sintiendo el latir de su corazón— ella puede cambiar algo - quiere complementar la frase sin embargo, la frustración y el enojo que siente Itachi logra distraerla del abrazo que su alma gemela le obsequia de forma incondicional.
La tensión que siente Fugaku cuando su hijo mayor entra a su nueva oficina es casi asfixiante. El líder (ahora de la Hoja) lo examina de arriba a abajo, se ve cansado y un poco sucio pues, el camino de regreso fue bastante exhaustivo combinado con abumador, el viajar en tan solo doce horas un viaje de tres días en definitiva no fue lo idea más racional. Sin embargo, nadie lo juzga por prentender hacerlo.
Itachi entra haciendo su reverencia, ya no en un sentido como padre a hijo o de un súbdito al líder de su clan, más bien hacia la máxima autoridad de la aldea. Se siente ligeramente mareado por la acción y es que, nadie (absolutamente nadie) creyó que él Tercer Hokage renunciaría y diera paso a Fugaku Uchiha.
O tal vez, es su inminente molestia por Ino. Las cosas no habidas salido como ninguno de los tres (contando a Shisui, claro) previsto. Cuando ella llegó aquel día antes de la muerte de su mejor amigo, supuso que acarrearía mucho problemas pero su lógica no llegó a tanto, tan solo ella con su presencia cambió el destino de la aldea y no solo localmente probablemente del mundo entero.
Si bien, no está molesto con ella precisamente o con sus acciones que aunque fue una cosa tan sencilla como salvar a Shisui, revolucionara las consecuencias. Entonces Itachi comprende mejor el flujo natural de las cosas, si Shisui hubiera muerto sospecharian inmediatamente de Konoha o en su defecto de él, anticipando el golpe dejando sin dejar otra opción que la aniquilación del clan Uchiha por parte de Itachi, con la excepción de Sasuke . La persona que más ama en toda su puta vida. Y al llegar Ino, todo se ha transformado, al punto de que el clan Uchiha pueda someter a su amada aldea.
Por eso, es que se había peleado con Shisui.
Esa misma mañana al amanecer, con un simple mensaje rayado en el suelo gracias al kunai que sostenía Izumi entre sus dedos.
No me busquen, estaré bien. Gracias por todo. Ino Yamanaka.
Se podía leer a la perfección en aquel pedazo de tierra. La estupefacción en el rostro de Shisui era indescriptible aunado al nerviosismo de Izumi por sentirse culpable al quedarse dormida en medio de la madrugada. Itachi por su parte, lejos de preocuparse por la rubia ruidosa y gritona, no podía con el mensaje que había recibido gracias a un águila.
El clan Uchiha ya había logrado su cometido, no era posible que lo hubiesen hecho, las cosas las iba a arreglar el Tercero o al menos eso pensaba, o su mente le hizo una extraña jugada aunque muy en el fondo sabía —sabe— que parte de su estúpida forma de no darse cuenta que el Hokage iba a renunciar y no pudo preverlo fue gracias a la distracción que Ino le provocaba. Estaba tan inmerso en ella y su peculiar forma de ser que no notó los signos del ahora ex líder de la aldea y sobre todo de los pasos falsos que había hecho su padre sin decirle.
Claramente sospechaba de él y es por eso que no le cuestionaba tanto como hacía unos días, su padre jugaba con él y con la poca información que tenía (gracias a Obito). Su padre aprovechó su distracción por Yamanaka y comenzó su jugada. Itachi se sintió no solo decepcionado por su clan sino por la aldea que pagaría uno de sus grandes errores, permitirse involucrar un poco con Ino.
—¿Qué haremos ahora? —Cuestionó Izumi, su mirada iba y venia de Shisui a Itachi.
—Buscarla.
—Dejarla.
Izumi no se sintió cómoda ante la tensión de los dos amigos. Las cosas se estaban complicando bastante como para involucrarse en más peleas.
Shisui suspiró pesadamente, tal y como lo pensó las cosas estaban tomando un rumbo con muchas piedras de las que probablemente no habría salida. Itachi tenía esa mirada que tuvo el día que le dijo que su clan lo mandó a espiar, estaba herido por su propia gente. Era de esperarse, Itachi a pesar de ser un genio no entendía perfectamente sus emociones y es por eso que estaba siendo víctima de sí mismo. Itachi aún era demasiado joven para comprender que su mente peleaba entre su deber y sus sentimientos.
—Debemos dejarla —Itachi dio pasos por el camino que dictaba hacia la aldea.
—Itachi —susurró Izumi claramente preocupada. Su amigo pensaba las cosas con frialdad a pesar de tener sus sentimientos a flor de piel—. No creo que sea lo correcto, no podemos dejar a Ino.
—No está sola si es lo que te preocupa.
La voz del joven lejos de sonar tranquila, estaba seria e Izumi tuvo que encogerse en su lugar. Nunca antes había escuchado que él la tratara de esa forma tan hostil.
—P-pero...
—Tranquila, Izumi oferta Shisui mirando a su mejor amigo, era un poco lamentable la forma en la que Itachi estaba molesto y decepcionado. Estaba irritado—. Podemos buscar a Ino, me ofrezco a ir por ella.
Izumi asintió un poco más tranquila de los peligros que su amiga podría enfrentar pero, eso no quitaba la expresión de Itachi y mucho menos la tensión evidente entre ambos Uchiha.
—No servirá de mucho y lo sabes, ella buscó a Akatsuki.
Las palabras de Itachi sonaban frías y sin embargo, Shisui lo miró fijamente con un poco de molestia.
Izumi abrió los ojos en el par, sabía de ante mano quienes eran de Akatsuki y esas alturas de la vida ya estarían uniéndose unos con otros, formando al Akatsuki que en el futuro buscarían las bestias con cola. No obstante, lo que no sabían era que esos miembros estaban lejos de ser parte de la organización criminal. Eso no era parte del plan de Obito.
—¿Cómo lo sabes? ¿No debería importarnos? —Cuestionó nuevamente la castaña, se sintió un poco culpable de no ser porqué estaba lo suficientemente cansada eso no habría pasado.
Tanto Shisui como Itachi sabían que eso no era cierto, Ino encontraría la forma de irse por cuenta propia, Akatsuki era la única forma de conocer lo que pasaba o en su defecto la persona que se hacía pasar por Madara y dado que el enmascarado no estaba cerca gracias a ellos dos, las opciones de Ino se reducían. Además, no era una sorpresa que un miembro de esa organización rondaba cerca de ellos hace algunas horas.
—Todo estará bien, deben regresar —Shisui con esa sonrisa coqueta logró darle un poco de tranquilidad a la muchacha, ella, en verdad estaba preocupada y tampoco tenía en temperamento de Itachi para poder sobre llevar a cabo situaciones de esa índole.
—¿Qué pasará contigo? —Izumi miró a Itachi esperanzada, tenía un poco de confianza que el Uchiha hiciera mención de una idea o plan.
—Esperaré a que Ino intente regresar —sin embargo, Izumi no comprendió la doble intención de las palabras. Itachi entendió a que se refería.
Shisui sintió la pesada mirada de Itachi sobre él. No era una secreto para nadie que Shisui en verdad le gustaba Ino y en el peor de los casos que estaba comenzando a sentir algo más que una simple atracción cosa que causaba un hueco dentro del pecho de Itachi, lo cual lo hacía sentir aun más entre la espada y la pared.
Porque la naturaleza de la mente joven y de un genio inexperto de Itachi era en primer lugar su propio infierno y es que, su padre no había entrado como Hokage sino había estado demasiado inmiscuido en "proteger" (entre comillas porque eso no era protección era un simple juego) a Ino, en no dejar que su presencia tuviera un juego importante en el pasado y había fracasado olímpicamente. Itachi debe proteger la aldea y no dejar que eso pasara, evitarlo a toda costa.
Fracasó en lo único que verdaderamente amaba, la aldea y la vida de su hermano menor que ahora cambiaría drásticamente.
—Eso no funcionará de mucho oferta Itachi ante la mirada aun más molesta de su mejor amigo.
—¿Tienes una mejor idea?
Itachi apretó su puño con fuerza. ¡Claro que la tenía! Justo antes de que su padre tomara la Aldea. Justo antes de que Ino llegara con sus bonitos ojos azules y lo convenciera de no seguir las indicaciones de Danzõ.
—No te va a gustar —susurró Itachi y su mirada se oscureció, Shisui entendió que quería decir.
—No la mataremos —los ojos de Itachi por un segundo se cubrieron de tristeza antes de las palabras de Shisui—. Creí que ya lo sabías.
Izumi sabía mejor que muchos que ambos amigos tenían una extraña conexión y explicación a sus tácticas de estrategia sin embargo, lo que estaba viendo no era nada como eso, parecía una especie de disputa pero no por la vida de Yamanaka sino por algo más profundo. Ese algo o alguien que durante un tiempo había estado temiendo, Ino en cuestión.
—Ve lo que ha pasado por su intervención —Itachi se oía como una persona lúgubre y sin esperanza— justo es lo que temíamos.
No había comenzado un golpe de estado o guerra pero eso no significaba que su padre no lo plantearía. Fugaku Uchiha ya lo había planteado sobre la mesa, la expansión del clan Uchiha, y sabía que nadie le haría frente y quienes lo hicieran no saldrían librados.
—No es su culpa —Shisui seguía firme, e Itachi lo tenia muy claro. No era la culpa de Ino (directamente) pues el mundo shinobi ya estaba podrido mucho antes de que a Izanami le diera mucha gracia darle una oportunidad de oro a Obito sobre el viaje en el tiempo o lo que sea que hayan hecho.
Izumi miró aterrada la tensión que incrementaba conforme se dirigían la palabra, Itachi ya no daba la espalda a ambos y ahora estaba de frente, con el rostro a medio esconder en su cuello alto, sus ojos estaban perdidos en algún punto de su mente y Shisui con la mirada en alto confirmaba que no temía represalias. La única Uchiha, no solo estaba impresionada por la extrañes de lo acontecido sino porqué sabía que eso no era natural en Itachi, él no discutía por discutir, es más tampoco se daba a la tarea de importarle. Entonces, con todo el dolor que pudo traer algo como eso Izumi entendió, que esa tensión y pelea interna de Itachi no debería solo a la situación de la aldea sino que Ino realmente le gustaba a Itachi.
Pero él ni siquiera se había dado cuenta.
Por eso él actuaba de esa manera, por eso se veía irritado. Ella le gustaba —gusta—, estaba tan ocupado pensando en Ino Yamanaka que por querer darle gusto se distrajo de su tarea principal, evitar un golpe de estado y que el clan tomara el control de la aldea.
Izumi se siente triste, dolida y un poco decepcionada.
Y al parecer Shisui también se dio cuenta al compartir una sola mirada, porque sorprendió a ambos con una sonrisa relajada y las siguientes palabras:
—Está bien, confío en ti. Ella te escuchará.
Itachi abrió un poco los ojos y sin dejar de esconderse en su cuello alto, desvío la mirada un poco sonrojado. Se sintió descubierto, porque entonces significaba que no podía seguirse mintiendo a sí mismo.
Shisui sonrió ante sus conclusiones acertadas, y no lo culpaba, Ino tenía un noséqué que parecía embaucarlos con experiencia sin embargo, quizás también le dolió pero él prefería el bien común ¿verdad?
—Espera Izumi en un hilo de voz, Itachi la miró de soslayo— yo... no creo que deberías de ir, sospecharían de ti.
Ese era un buen punto. Lo que no sabía Izumi es que Itachi ya lo sabía al igual que Shisui, simplemente había sido una forma de confrontar entre ellos la situación un tanto extraña que se había formado y tal vez con algo de suerte que el menor aceptara el lío que tenía en la cabeza. Itachi mejor que nadie tenía conocimiento que si huía de su padre sin dar una razón con algo de lógica todo se vendría abajo sin embargo, él mismo incluso había tenido un poco de esperanza de ir a buscar a la rubia, la mínima, claro.
—Yo... —Izumi se maldijo en silencio, Itachi estaba quieto e inexpresivo— deberías dejar que vaya Shisui, estoy seguro que Ino estará bien en sus manos, además ella ha mostrado ser buena.
Y no mentía, hasta Izumi había visto el potencial que podía tener Ino era cuestión de lo infravalorada que a veces solían pasar las personas. Y esa pequeña esperanza que tenía Itachi fue nuevamente arrebatada por las palabras de la chica, tenía un poco de razón a pesar de que su objetivo no era ese, Shisui era mucho mejor opción en cualquier sentido. Itachi no podía darse el lujo de nuevamente distraerse y mucho menos con la próxima tarea que sospechaba cual era, al menos de parte de su padre.
Shisui por su parte, miró aunque no fue su intención, de mala gana a Izumi. Ella había dado un paso para que nuevamente Itachi se escondiera detrás de un muro falso, negándose a sentir. Probablemente, regañándose a sí mismo por pensar en aquella ruidosa rubia.
Itachi evitó mirarlos a los dos y les dio la espalda, siguiendo el camino de regreso a Konoha.
—Tú ve, es más fácil que te escuche a ti que a mí —Itachi subió a una gran rama— vamos, Izumi.
Ella asintió apenada aun con la mirada de Shisui sobre ella. Itachi ni siquiera la esperó y comenzó a dirigirse a su hogar a toda prisa, agradecía que la Uchiha le dejara en claro su tarea.
Una vez que el par desapareció de su vista, Shisui suspiró y jaló de sus cabellos con frustración.
—¿Ahora qué intentas, Ino? - se preguntó el Uchiha. Si Itachi Necesita dar paso a aceptar que la rubia le gustaba, él Necesita mucho más para evitar que le siguiera gustando.
Itachi mira a su padre fijamente y espera a que hable.
—Recibiste mi mensaje por lo que veo.
—Era de suma importancia —dice Itachi con toda la calma del mundo.
Fugaku sonríe orgulloso de su hijo mayor, su lealtad no puede verse inmiscuida en otros lados porque ya no hay otros bandos, de eso se ha encargado personalmente.
—Veo que has visto que hemos tomado la aldea —las palabras de su padre son confortante para un discurso Uchiha, Itachi asiente con premura e inexpresividad— muchos de los cargos han desaparecido a excepción de uno que te pertenece. El consejo ya no existe, y la policía ya no será necesario porque ahora el poder es nuestro, por lo que te necesito como mi mano derecha y por eso, hoy te nombro líder de Raíz.
Itachi siente sus músculos mantenerse rígidos, su padre tiene un plan, uno muy sucio. ¿Por qué no destituiría a Raíz? Los principales en contra de la policía Uchiha y leales a Danzõ.
—Acepto el cargo —responde el joven Uchiha. De ante mano sabe, que no tiene otra opción, no ahora.
Fugaku sonríe al ver ningún atisbo de rebeldía en Itachi, está tranquilo como hace mucho no lo había visto.
—Ya sabes cuál es tu deber, ahora. Lealtad a la Hoja ya tu clan, ahora somos tu deber, Itachi —el menor asiente mirando a su padre con firmeza, sin alguna emoción en sus ojos o en su rostro— y debes respetar a tu superior. Ahora bien, tu primera misión como líder de Raíz es vigilar únicamente al clan Hyuga, Yamanaka, Nara y Akimichi.
Si Itachi se siente preocupado no lo deja ver, esa tarea no traerá buenas consecuencias, puede sentirlo.
—Por cierto, Itachi. Salúdame a Shisui.
La respiración de Itachi se detiene al menos unos segundos, mierda.
El camino fue relativamente corto cuando decidió encontrarse con la hermosa mujer frente a ella, tal y como recuerda de ese vago recuerdo que y desaparece por arte de magia. La gran bata negra con nubes rojas, la observa desde atrás con un poco de envidia.
—¿Todo los Akatsuki son tan guapos? -—se cuestiona Ino con la mirada filosa aunado a un ligero tic de frustración, y es que la mujer de cabellos morados tiene una belleza exótica y parece un ángel caído del cielo.
No había necesitado mucho para encontrar a la fémina, únicamente caminar un par de kilómetros para encontrarla en el piso y la esperaba con esa paciencia característica de Konan. La mujer la miró sin expresión en su rostro, de arriba a abajo no pudiendo creer que la persona que hablaba Nagato era una chica de dieciséis o diecisiete años.
—Sígueme —fue lo único que dijo Konan e Ino lo aceptó.
Llevan un par de horas de camino, a esas alturas los Uchiha se han dado cuenta de su desaparición y ruega a Kami que no hagan una idiotez de buscarla los tres, eso no traería buenas cosas y mucho menos a los territorios que se dirige.
Sin embargo, el verdadero problema es la calentura que ha comenzado de tener, él dolor de su brazo es terrible al igual que la molestia en su estómago, duele un poco o tal vez mucho. Los siguientes saltos entre los árboles son cortos a comparación de los primeros, los rayos del sol apenas iluminan el bosque, y puede ver con mayor nitidez a la mujer frente a ella, incluso esta se había tomado la libertad de ir más lento para que la chica estaba a su paso.
¿Y cómo no hacerlo? Ino se encuentra (aunque ella no lo notara) en un estado anímico bastante deplorable acompañado a su malestar físico, su piel está bastante más pálido que en general, su rostro sonrojado por la falta de alimento, sueño y sobre todo de la temperatura alta que le abraza, y ni como olvidar las grandes ojeras y falta de fuerza. Para Konan eso no es bueno, la chica necesita un descanso.
Ambas paran por señal de la integrante de Akatsuki e Ino en un intento burdo por frenar y detenerse a descansar, choca ligeramente con un árbol. Su brazo izquierdo comienza a doler un poco más sin embargo, es sorprendida cuando Konan la sostiene para que no caiga de lleno en el frío pasto que la espera.
—No estás en óptimas condiciones —la profunda voz de Konan la llama—, descansaremos.
Cuando la mujer coloca a Ino en la base de un árbol mira fijamente el brazo de la chica. Eso no es normal. Su brazo tiene un gran moretón negro combinado con un extraño corte del que surpura un líquido color amarillento a través de su piel, es como si una herida previamente hecha estuviese infectada.
La Yamanaka intenta tocar su brazo no obstante, su abdomen quema y arde como si hubiera fuego dentro de él cuando trata de moverse.
—Mierda —chilla Ino preocupada. Su abdomen que por cierto, está más marcado y delgado que antes, tiene un gran moretón negro en gran parte de él así como sangre seca entre su piel y el músculo. El dolor es insoportable, parece una hemorragia hecha previamente—. ¡¿Qué es eso ?!
Konan toma la frente de la muchacha, sintiendo su temperatura cada vez más alta e intenta que la joven Yamanaka, no pierda el conocimiento gracias a la fiebre.
Siente las terribles ganas de regresar el estómago, la ligera saliva que sus papilas gustativas han segregado regresa una y otra vez, intenta dar un respiro hondo antes de ver de frente y sentir el agua correr por sus dedos, la frescura del agua cobija sus propios dígitos. Un pequeño mareo golpea su cabeza con fuerza e intenta sostenerse del lava manos con fiereza para no caer en el frío piso de madera.
—Solo es un mareo —susurra tocando su cabello y recogiéndolo lejos de su bonito y maquillado rostro.
Y es entonces que abre sus ojos cual platos, está frente a ella misma en el reflejo de un espejo perteneciente a un baño que no conoce. Se mira nuevamente y no puede creer lo que ve: su cabellos está suelto y extremadamente largo, su rostro está perfectamente maquillado a excepción de unas cuantas manchas de delineador en desorden por las lágrimas provocadas por el esfuerzo al vomitan, el brillo labial aun está en su lugar, su top morado abrazando sus bien dotados senos, y mira hacia abajo encontrando su cuerpo más detallado y con una mínima falda negra junto a unas medias de red completas y sus pies descalzos, se sonroja un poco por lo hermosa que se ve.
¿En qué momento cambió o creció tanto?
—Puedo traerte un té.
—Leí que los primeros meses son cuando más ascos hay.
Impactada, abre sus ojos alarmada. Es Itachi con una sonrisa en su rostro, sus ojos cerrados están, se ve más maduro pero con su expresión serena, está con lo brazos cruzados en la puerta del baño, se ve tan jodidamente guapo y más con su camiseta negra, Ino se sonroja un poco más. No obstante, es desplazada rápidamente cual televisor viejo que empalmaba las señales de los canales, por Sai ¡Sí, por Sai! Quien le sonríe con esa sonrisa sin emociones, su piel pálida brilla aunado de su libro que puede leerse libremente el título: Paternidad, todo lo que debes saber para no morir en el intento.
—I-itachi —susurra Ino tímidamente.
—¿Si? ¿Necesitas algo más? —Itachi está frente a ella, su aroma a roble inunda su nariz, tiene esa mirada preocupada que le revuelve el estómago.
—¿Itachi? —Pregunta Sai confundido, no lo aparenta pero si se puede oír un poco de incertidumbre en su voz. El ex miembro de Raíz está justo frente a ella remplazando a Itachi en el lugar.
Ino baja su look sin comprender que es lo que pasa, las imágenes se empalmar de nuevo mostrando a uno ya otro en repetidas ocasiones. ¿Qué mierda es lo está sucediendo?
Otra náusea viene con más fuerza que el anterior, ahora no la puede contener y no sabe exactamente si es por la confusión o por su aparente estado. Empuja con fuerza a quien sea que está ahí, con pasos rápidos abre el retrete y regresa de nuevo lo que hay en su estómago.
—No me mires —dice Ino con la poca fuerza que le queda, sus brazos tiemblan al igual que sus piernas. Sabe perfectamente que quien está a su lado recogiendo su cabello es Itachi, mientras que la mano en su espalda apoyándole es Sai—. Soy un desastre.
Con la pena del mundo y el desagradable sabor de su boca, mira a su lado.
—Te seguirás viendo hermosa —asegura Itachi, levantando a Ino de estar en cunclillas.
Los colores del rostro de Ino suben hasta su rostro, sus manos tiemblan y sus piernas de igual forma, sabe que no podrá caer de rodillas porque Itachi la abraza por detrás y posando sus manos en su vientre. La cabeza del Uchiha descansa en su hombro, Ino puede ver a través del espejo del baño que él está feliz, porque está a su lado.
—¿Ves? —Sus ojos se llenan de lágrimas ante la hermosa sonrisa que Itachi le regala, hay un brillo en sus ojos tan profundos que siente ahogarse en ellos— te seguirás viendo hermosa. ¿Te sientes bien?
—Y-yo... —balbucea Ino, sus manos encuentran camino hasta las del Uchiha y se empalman para sostenerse con fuerza.
—Tranquila —responde Itachi tan sereno como siempre— podemos visitar a tu amiga, Sakura.
—No me siento bien.
Itachi la mira a través del reflejo y besa su cuello con parsimonia, él entender parece la doble intención o que exactamente no se refiero a lo que el habla.
—Estarás bien.
El aliento cálido de Itachi le hace erizar la piel sin embargo, de un momento a otro se interrumpe que las manos de Itachi ya no están en su cuerpo ya través del espejo está Sai con una mano en su espalda y la mirada en sus ojos azules .
Un hueco se instala en su pecho combinado con lágrimas descendiendo por sus mejillas, cuando el reflejo de Itachi se va y está el de Sai con una mirada llena de confusión.
¿Qué mierda está pasando?
Se actualizó, espero les haya gustado. En lo personal adoré escribir este capítulo, porque quiero tocar temas sociales que nunca vimos en el anime o manga, y porque al menos siempre tuve ganas de ver que pasaría si el clan gobernaba Konoha, y aquí está.
¿Qué les pareció ? Déjenme saberlo en los comentarios.
En fin, nos leemos. ♡
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