𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐕𝐈: Culpable
Capítulo IV : Culpable
No puede evitar sentir la culpa es un hecho y no es precisamente lo que planea sentir, simplemente sus habilidades como perceptor y sensor no le permiten ver más allá de sus propias emociones y es que, conocer la historia de Itachi Uchiha es más de lo que incluso puede tolerar. Itachi había contado su historia desde su primer acercamiento al mundo shinobi, dónde había matado a sus escasos cuatro años durante la guerra, Ino se había asustado un poco ella a esa edad lo más arriesgado que solía hacer era escaparse con Shikamaru de la mano hacia los campos Yamanaka, lo cierto es que no podía creer el infierno a su corta edad; Itachi parecía no preocuparle pero algo dentro de esa mirada penetrante le decía como si fuera un susurro apenas y audible que en realidad sufría por dentro al ver el caos y la destrucción que el mismo hombre había provocado, también había contado el ataque del Kyubi y como había salvado a Izumi (cosa que le había dejado un mal sabor de boca a Ino, claro que no lo diría), sus primeros días en la academia el trasfondo de las veces en las que se había aliado a Shisui y sobre todo cuando se había graduado a sus escasos siete años y con ello el asesinato de sus compañeros de equipo un año después. Lo que fue más alarmante de toda una historia llena de gloria vacía y escasa paz fue cuando su propio padre había mandado a su primogénito a espiar a Konoha no contando con que Itachi velaría por la paz de su pueblo. Entonces, entendió a la perfección el porque Itachi había hecho las cosas tan sorprendentemente mal.
Acepta que lo juzgó mal, en un sentido relativo porque nunca lo había conocido hasta ahora. Recuerda, vagamente después de la Masacre Uchiha mientras, todos veían con pena al pequeño Sasuke que se había quedado huérfano y sólo en el mundo, dijo.
—La persona que hizo eso es malo ¿no es así papi?
Inoichi le había mirado con tristeza y la había abrazado hasta dejarla sin aire, no entendía que pasaba sin embargo, time after supo que su padre lo había hecho porque no imaginaba dejar a su princesita sola en el mundo. Más nunca respondió la pregunta.
Ella había crecido teniendo esa idea, en la cual Itachi era malo y todo lo había hecho porque Sasuke no merecía ni siquiera la muerte por ser tan patético. Lo cierto es, que está lejos de eso y su corazón roto lo reafirma. La culpa la invade como un virus mortal que la enferma y no le permite respirar, porqué incluso cuando creció lo suficiente para saber que Sasuke jamás regresaría a sus brazo (mentira que ella se inventa), maldijo eternamente a Itachi, al mismo Itachi que contó su triste historia y cómo las personas sólo lo utilizan para sus propios beneficios y fue sólo una víctima más de ese cruel mundo, uno del que la próxima hija de su maestro vivirá sin su padre, un mundo en el que un pequeño niño creció odiando al único ser que lo ama más que a su propia vida y lo matará sin piedad.
Ahora lo recuerda, él es el chico que solía esperar a Sasuke a fuera de la academia. ¡¿Cómo pudo olvidarlo ?! Había chocado una vez con él, recuerda si estuviese viviendo el momento de nuevo. Itachi la miró desde arriba y le regaló una muy bonita sonrisa.
—Lo siento —había dicho Ino a sus escasos seis años. Era su primer día y él pareció encantado con aquella chiquilla de grandes ojos y los espacios con los que le sonreía disculpándose.
—No te preocupes, yo fui quién chocó contigo.
Eso era mentira, Ino había salido rápidamente de la academia porque su padre iría y se sentiría orgulloso de su pequeña lespedeza. Ella le miró sorprendida por el extraño parecido que tenía con ese niño llamado Sasuke. Él era una versión más grande y sin esa cara de compungido que Sasuke tuvo durante su primer día de clases, tenía una bonita sonrisa.
—Tú no eres estudiante externo ella señalando al mayor, gesto que a cualquiera le hubiera parecido un insulto no obstante, el chico le miró divertido, esa niña era ruidosa y altanera para ser tan pequeña.
—No, no lo soy. ¿Tú si lo eres?
Itachi se hinco y quedó a la altura de Ino.
—¡Soy Ino Yamanaka! —Él se aturdió por lo chillante de su voz.
—¿Con qué Yamanaka? Soy Itachi, un gusto, Ino Yamanaka.
El chico pareció recordar algo y en seguida, hizo una reverencia a la niña de cabellos rubios. La pequeña no tuvo más opción que sonreír encantada, nadie le había hecho una reverencia antes y mucho menos alguien tan mayor. Lo estudió minuciosamente con el escrutinio de alguien de seis años y fue entonces que notó sus vestimentas Anbu y su catana.
—¡Eres un Anbu! —Gritó ella y las personas que pasaban por ahí la miraron, unos cuantos niños y otros tantos padres de familia—, yo también algún día seré una kunoichi excepcional.
-¿Si? —Preguntó él, era tan parecida a Sasuke, deseando ser el mejor.
—¡Claro que sí! Seré la número uno.
—Entonces espero poder ver eso, Ino.
La niña sonrió abiertamente e Itachi repitió el gesto, el nacimiento de nuevas generaciones. Un gran significado.
—¿Qué haces aquí? —Preguntó Ino con su voz tan demandante y frunció el seño, sólo esperaba que ese chico no fuera un mentiroso y le dijera eso a todas las niñas que chocaban con él. A Itachi le causo algo de gracia su innata curiosidad.
-Yo...
—¡Hermano alcalde! —El grito de Sasuke hizo sobresaltar a Ino.
—Sasuke —Ino no pasó desapercibido los brillantes ojos de Sasuke sobre el misterioso chico que la miraba—. ¿Cómo estuvo tu primer día?
—Pudo ser mejor —Sasuke la ignoró y bufó porque a la percepción de un niño de cinco o seis años, había sido aburrido.
—No digas eso, Sasuke, mañana será otro día.
Ino escuchó atenta la frase.
—¡Pero hermano mayor!
—Tranquilo, Sasuke ofreció Itachi y la volvió a mirar esta vez con una sonrisa más deslumbrante y comenzó a caminar dando un último vistazo a la niña—. Adiós Ino, espero verte pronto. Entonces, ¿cómo te fue?
Ino lo miró irse cerca de Sasuke y fue entonces, que el se despidió con su mano de ella, esa misma mano con la que había pegado ligeramente en su frente en el futuro, la pequeña únicamente sintieron sus mejillas arder era demasiado joven sin embargo, jamás olvidaría (lo hizo) aquella sonrisa y el extraño hilo rojo que se desprendía del dedo meñique de él que se tensaba con el andar de sus pasos y extrañamente se desenredaba con el de ella.
Ino parpadeó en reiteradas ocasiones mientras las dos figuras que había mirado se alejaban junto al crepúsculo.
—Hola, mi lespedeza.
—¡Papi!
Su padre la había abrazado con un fraternal amor que logró asfixiarla y es que, Inoichi nunca lo diría pero no dejaría que aquella niña se fuera de su lado, era lo más preciado que tiene en su vida.
—¿Cómo te fue en tu primer día?
—Bien —habló ella y su padre no estaba muy convencido gracias a sus grandes ojos azules confusos—. Papi, ¿existe algún hilo rojo?
Inoichi miró extrañado a su hija.
Y para ser sinceros ella ya no recuerda que había dicho su padre. Sin embargo, lo que si recuerda es que de alguna forma que no comprende conocía a Itachi Uchiha y de nuevo el remordimiento la ciega, Itachi siempre ha tenido esa peculiar personalidad.
Entonces conoce el dolor, uno profundo pero sabe que no le pertenece. Es desgarrador y es como un abismo del que siente no puede regresar, la oscuridad que siente dentro de su pecho es agobiante y asfixiante que no le permite respirar. Ese dolor es como la muerte misma, no puede escapar de ella y se acerca cada vez más a ella. Ino intenta respirar para seguir llorando sin embargo, no puede y únicamente puede inhalar el aroma a roble que le abraza. Inhala profundamente notando que ese vacío que apareció en su primer sueño se expande por todo su cuerpo permitiendo romperse por primera vez en tanto tiempo.
Las partes se fragmentan una y otra vez y es como si la pena que siente de su alma quebrarse lo sintiera en su piel, porque arde el solo roce de su piel con la de él. Esa es la sensación, reconoce en su mente, es la sensación de la masacre acompañada de una horrible tristeza porque su mente repasa una y otra vez en una modorra la muerte de los padres de Itachi, Izumi y el dejar a Sasuke desmayado. La última es una terrible aflicción, más allá de lo que aluna vez siente ni siquiera cuando Sasuke se fue de la aldea, la muerte de Asuma o cualquier suceso en su vida se compara con ello.
—Lo lamento tanto —susurra la Yamanaka, no puede ver debido a las lágrimas que corren por sus mejillas e inundan sus ojos.
—Está bien —responde Itachi, y su voz es como una ligera pluma que acaricia sus oídos—. No es tu culpa.
Y eso hace romper aún más en llanto la chica. Claro que no es su culpa, pero irónicamente por eso duele más porqué nadie sabe el sufrimiento que él mismo Itachi sufre en esos momentos y le hicieron al ponerlo entre la espada y la pared. Él mató a su familia a para salvar la integridad de la aldea.
Ino niega con su cabeza y es cuando comprende el familiar aroma a roble, Itachi la abraza y ella llora desconsoladamente en su hombro, sus lágrimas impiden ver que en efecto él la está abrazando, lo cual parece sorrenderla pero está más inmiscuida en sentir su rostro colorearse de un rojo intenso casi tanto como el Sharingan de Itachi. La mano del Uchiha busca entre sigilosos tanteos los dígitos de Ino y cuando finalmente los encuentra los sostiene firmemente. Estoy aquí, quiere decir él sin embargo, sus palabras no son necesarias porque ella entiende a la perfección aquel lenguaje. Es quizás como si lo hubiesen usado toda su vida.
—¡Por supuesto que no es mi culpa! ¡Es tuya, idiota!
Itachi ríe.
—Eres un idiota ¡¿Me oíste ?! —Murmura ella— ¡Cómo se te ocurre hacer eso! Y ¿¡por qué no pediste ayuda ?!
—Lo lamento, no era mi intención.
Ino intenta golpear con puños cerrados el pecho de Itachi no obstante, y para su mala suerte, él sostiene con fuerza pero no la suficiente para lastimarla. Su tacto es ligeramente tembloroso.
—Claro que no lo era —es verídico, él nunca lastimaría a alguien por convicción, él es una buena persona.
Ino esconde su cabeza en el cuello de Itachi y siente su pulso ligeramente irregular, de él proviene el delicioso aroma a roble. Y de pronto una gran paz la inunda, no sabe si es gracias al cálido cuerpo que le abraza, su piel que quema, aquella fragancia o simplemente es la presencia del Uchiha sostenerle con delicadeza. Y en el mejor de los casos, todo.
—¡Idiota! ¡Estúpido! ¡Imbécil!
Por otra parte, Itachi no puede evitar sentir un revoltijo en su estómago y su piel está erizada por la corriente eléctrica que va desde su espina dorsal hasta la última célula de su cuerpo. Sus piernas tiemblan y la inexperiencia de la situación lo inunda pues, sin pensarlo dos veces había abrazado a Ino, no había podido ignorar su llanto y menos que la razón por la que ella llorara de una forma tan angustiosa sea él y sus decisiones. No podría verla derramar más lágrimas y deslustrar tan vivos ojos.
—Soy un idiota, lo sé.
—¡Eres más que un idiota! —Ino pega con su puño en el pecho de él y sonríe ante lo caprichosa que puede ser ella. —¡No te rías es en serio!
—Lo soy —repite Itachi.
Ella levanta su cabeza y vista, e inmediatamente el rostro de Itachi se ve sonrojado, ella se ve ridículamente hermosa (aún si es posible). Sus cabellos dorados revueltos, sus labios rojizos entre abiertos acompañando con una clásica armonía de color el rosado de sus perfiladas mejillas y un perfecto contraste con el azul de sus ojos, brillantes y determinados. Por unos segundos el Uchiha detiene su respiración.
Eso no está bien.
—Eres un cretino —farfulla ella.
—Si eso te hace sentir bien, —dice él— entonces lo seré.
Ino busca la mentira en sus palabras y le mira con los ojos entrecerrados. Y el muy idiota tampoco miente. Sus rostros se encuentran de un momento a otro uno frente al otro. Él no puede creer lo bonita que es ella hecha un desastre y bueno, Ino no tiene idea de lo que sea que está pasando. Es ahí cuando finalmente siente sus dedos siendo sostenidos por la áspera mano del Uchiha, es cálida, sus pieles se rozan intercambiando la electricidad que corre por ellos y en ningún momento duda de su agarre es casi como si con él se sintiera segura y mejor a eso que, todo está bien.
Ambos se miran y es extraño la forma en la que todo es tan desconocido.
—Eso se llama chantaje.
Itachi le regala un dulce sonrisa como la que le ha regalado a Sasuke e incluso a Shisui.
—¿Funciono?
—Sólo por esta vez.
De nuevo sus miradas se buscan y se conectan, no son necesarias las palabras. Él la culpa en los de ella encuentra y ella piensa que en algún momento incluso deseó la muerte de Itachi Uchiha, que mal estaba.
Pero, todo ese dolor, sufrimiento y desolación que sintió se pierde cuando sus manos se rozan sólo un poco, lo suficiente para olvidarse de los problemas que están por venir.
Espero les haya gustado. Esto de reescribir es muy pesado: c. ¿Qué les pareció? Espero no me maten por exclui un poquis a Shisui ya Izumi, más adelante saldrán es que, les dije que reescribiría y daría más importancia a esta hermosa pareja.
Nos leemos.
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