04│Final
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—Él acaba de despertar. Puede pasar a verlo.
Asentí ante las palabras dichas por el médico y suspiré bastante aliviado. Sin perder más tiempo, decidí comenzar a moverme por la sala de urgencias. Sorprendentemente, el lugar no estaba invadido por una gran cantidad de gente como supuse que lo estaría en general. Al parecer, era una noche tranquila y agradecí mucho eso.
HyeJin y mi hijo se encontraban en la pequeña cafetería que había en la planta baja del hospital, ambos siendo acompañados por mi mejor amigo. SeokJin había llegado al lugar rápidamente, luego de recibir mi llamado; lucía muy preocupado y alarmado. En cuanto nos vio en la sala lo espera, se acercó a nosotros y nos abrazó con fuerza.
Mi amiga fue la encargada de explicarle lo que había sucedido en la tienda. Me hubiera gustado haber sido yo el que relatara todo, pero no pude hacerlo. Seguía en una especie de shock y me limitaba a actuar de forma mecánica, aún no podía procesar lo que había sucedido. Y además, estaba realmente preocupado por TaeHyung.
Como era de imaginar, yo no era el único que estaba al pendiente de lo que sucedía con Hancock, por supuesto que no. Parecía ser que todo el país aguardaba por noticias acerca del estado de salud del héroe. Cada una de las personas mostraba sentirse muy confundida y preocupada por lo que había acontecido; y también, por lo que sucedería en un futuro.
Un gran revuelo se había formado cuando TaeHyung ingresó al hospital, desangrándose de forma grave y casi incontrolable. Todos los médicos y enfermeros comenzaron a enloquecer, mientras intentaban tratar sus heridas y alejar a aquellos que se acercaban curiosos. Hancock aún seguía consciente y examinaba todo con la mirada, aunque estaba muy débil. Por mi parte, no tuve más opción que quedarme en la sala de espera, aguardando por noticias.
Un tiempo después, una mujer se acercó a mí y me informó que se habían visto obligados a llevar a TaeHyung al quirófano, lugar en donde —entre otras cosas que no pude comprender y tampoco procesar— se encargarían de extraer las balas de su cuerpo. Yo, sintiéndome aún más desesperado y frustrado que antes, asentí y me dispuse a esperar.
SeokJin intentaba calmarme de forma constante, ya sea hablándome o acariciando mi cabello. Él parecía igual de nervioso que yo, pero aparentaba no estarlo para ayudarme. Una vez más, me sentí muy afortunado de tenerlo a mi lado. Por otro lado, HyeJin se estaba encargando de consolar a YeonJun, quien no dejaba de llorar y preguntar acerca de TaeHyung. Le agradecí en silencio a ella también.
Luego de un tiempo que me pareció verdaderamente eterno, se nos informó que el procedimiento había sido exitoso, pero que la salud de TaeHyung seguía siendo bastante delicada. Las balas habían impactado en puntos claves de su pecho, por lo que todo podría haber terminado peor. Me aseguraron que él habría perdido la vida en el acto, de no haber sido por sus poderes.
Pensar y poder entender que él se había encontrado tan cerca de la muerte, me aterró por completo. Eso no podía pasar. Habían muchas cosas que no entendía y otras de las cuales no estaba muy seguro, pero sí existía algo que yo podía afirmar; TaeHyung no podía ni debía morir. Él merecía seguir viviendo sin problemas, tal y como lo había hecho hasta el momento.
Opté por hacer mis pensamientos a un lado, para así enfocar mi atención en el hombre que yacía recostado en una de las tantas camillas de la sala de urgencias. Al igual que cualquier otra persona, por el momento, él debía quedarse en el lugar hasta que pudieran trasladarlo a una habitación propia en el mismo hospital u otro.
TaeHyung recorrió el lugar con la mirada. Entonces, pudo verme. No supe identificar qué había precisamente en su mirada, pero no me importó. Sin poder resistir más, me limité a recorrer los metros que nos separaban.
Y en cuanto estuve a un lado de la camilla, no le permití siquiera intentar decir algo; posé mis manos en sus mejillas antes de unir nuestros labios, comenzando así a besarlo de forma lenta y cuidadosa, siendo correspondido al instante.
—Eres un idiota —le dije en voz baja alrededor de un minuto después, cuando nos separamos. Él entrecerró sus ojos ante mis palabras, mirándome con una falsa molestia—. Me asustaste mucho. —Formé una mueca con mis labios.
—Perdóname, bebé —susurró él. TaeHyung se hizo a un lado y yo me senté en el pequeño espacio que ahora había a un lado de sus piernas—. No quería preocuparte.
—Lo sé. —Alcancé su mano y él se encargó de entrelazar nuestros dedos—. Me alegra ver que estás bien —mencioné y le regalé una pequeña sonrisa, para luego mirarlo con seriedad y un poco de confusión—. ¿Qué demonios fue lo sucedió? —cuestioné.
—Realmente no tengo ni idea. No sé por qué logró herirme. —TaeHyung parecía estar realmente consternado por lo sucedido y no lo culpé—. Es de público conocimiento que ni siquiera la artillería pesada me hace el más mínimo daño —dijo—. Pero, de alguna forma, ese idiota logró herirme con la munición de una magnum —soltó con molestia y yo acaricié su mano, buscando relajarlo.
—Todo esto es muy confuso —le aseguré y él asintió—. Pareciera ser que estás perdiendo tus poderes...—lo miré a los ojos con preocupación— y es como si estuvieras convirtiéndote en mortal —dije en voz baja.
Pude notar cómo TaeHyung dejaba escapar un suspiro agotado. Yo sabía que él no se sentía bien ni tenía ánimos. El no saber qué era lo que estaba sucediendo con exactitud, estaba provocándole una muy mala sensación y eso era palpable.
—No voy a negarlo. —Él rascó su nuca con su mano libre—. Lo que dices puede llegar a ser cierto, yo también he pensado en ello. —TaeHyung volvió a moverse por la cama hasta quedar semi-sentado, de una manera más cómoda—. Pero...¿por qué razón me convertiría en mortal repentinamente? —cuestionó perdido—. Llevo ocho décadas viviendo así...—Negó con la cabeza—. ¿Qué es lo que causaría que me vuelva mortal?
—SeokJin tiene una teoría —dije yo y él me miró con curiosidad—. Cuando estábamos esperando a que salieras del quirófano, él me comentó lo que pensaba al respecto —le expliqué—. Fue algo confuso y difícil de creer al inicio, pero no tardé mucho en comprenderlo y admitir que tenía sentido.
—¿Y qué es lo que SeokJin piensa?
Por un momento, guardé silencio. Necesitaba organizar todos los pensamientos en mi mente, para así poder explicarle todo a TaeHyung de forma correcta, evitando que él llegara a sentirse aún más preocupado que ahora.
—Como tú dijiste, llevas viviendo ochenta años de la misma manera —comencé con mi relato—. Desde hace ocho décadas, te dedicas a rescatar a las personas de forma no muy adecuada y recomendable. En todo este tiempo, siempre te fuiste desenvolviendo de la misma manera —TaeHyung me miraba y escuchaba con atención—; haciendo lo que debes hacer erróneamente, provocando que las personas se enfaden contigo y te detesten. Jamás dejaste de tener una mala relación con la gente.
Dirigí mi vista al suelo.
—Llevas años y años molesto con el mundo. Durante décadas, tú te encargaste de mantener una notable distancia con los ciudadanos en todo sentido, aunque especialmente el ámbito sentimental —continué y pude ver que él fruncía su ceño—. Estuviste mucho tiempo sin tener un amigo, un conocido cercano o siquiera alguien con quien mantener una conversación amable y extensa. —Negué con mi cabeza—. Olvidaste lo que era sentir cariño por una o más persona. No tenías ningún individuo a quien recurrir si algo te molestaba y no te dejaba dormir por las noches...
TaeHyung seguía escuchándome con cuidado, pero supe que él estaba comenzando a comprender qué rumbo iban tomando las cosas.
—Te dedicaste a vivir así por tanto, haciendo uso de tus poderes y siendo un ermitaño. Pero entonces, ¿por qué estás perdiendo tus habilidades repentinamente? —le cuestioné—. Si pudiste pasar décadas sin dificultad alguna, ¿cómo es posible que esto suceda? —Él formó una mueca con sus labios—. Dime, TaeHyung. Piensa, vamos —insistí—. ¿Qué es lo ha cambiado en los últimos meses?
—¿Qué es lo que intentas decirme, JiMin?
—Quiero decir que, en el transcurso de estos meses, tú fuiste dejando tus viejas costumbres atrás. Ya no eres el mismo de antes —le aseguré—. Sí, sigues rescatando a las personas. Pero ahora no arruinas todo lo que tocas, al igual que tampoco envías a la gente a la mierda porque sí.
Todos los cambios que él había hecho, fueron apareciendo en mi mente de manera instantánea.
—Por ejemplo, ahora le dices "buen trabajo" a quienes no son lo suficientemente fuertes para manejar ciertas situaciones. —Una sonrisa se me quiso escapar, pero lo evité—. Las personas te adoran y agradecen tu ayuda.
TaeHyung aparentemente estaba procesando todo. Me sentí más seguro por esto, porque quedaba en claro que la teoría que mis amigos y yo fuimos armando y puliendo horas antes, no parecía ser tan ilógica como los tres imaginamos que sería.
—No eres más un ermitaño ni un hombre solitario —decidí continuar—. Tienes amigos que darían la vida por ti, a pesar que ellos saben que eres prácticamente invencible. —Recordé a HyeJin y SeokJin, quienes apreciaban mucho a TaeHyung—. Hay un niño que quiere pasar todo el día contigo —la imagen de YeonJun vino a mi mente— y adora que le relates cada una de tus aventuras, cuando él se va a la cama a descansar. —Ahora sí sonreí de lado—. Cuentas con personas que pueden escuchar por horas y te apoyan en todo momento —dije con seguridad—. Y me tienes a mí —concluí en un susurro.
Él soltó un suspiro y se sentó correctamente, para luego posar una de sus manos en mi mejilla y comenzar a brindarme caricias. Cerré los ojos ante su tacto por unos segundos, pero no me permití el dejarme llevar porque tenía que terminar de dejarle en claro las cosas.
—Sabes que te quiero muchísimo, TaeHyung —le aseguré con voz tranquila—. Estos meses a tu lado, han sido de lo más extraño y hermoso que he vivido. Lo que más deseo es poder pasar todo el resto de mi vida junto a ti. —Pude ver el pequeño brillo que adquirieron sus ojos y mordí mi labio inferior—. Pero hay una realidad que no puedo ignorar, me fue y es imposible dejar pasar cambios que fuiste sufriendo —admití.
—¿Cambios? —Noté la leve incomodidad que había en su tono de voz, pero decidí no enfocarme en eso ahora.
—Eran pequeños detalles casi imperceptibles al inicio, tales como tu repentino cansancio; pero, como tú prácticamente no duermes, eso me llamó la atención —dije y él apartó la mano de mi rostro—. Luego de lo dicho, un día, insinuaste que te dolía la cabeza sin darte cuenta. —TaeHyung posó su vista en el suelo—. Cuando estábamos haciendo el amor, te clavé mis uñas al igual que siempre, pero terminé dejando marcas que nunca antes habían aparecido. —Los nervios comenzaron a invadirme de nuevo—. Varias cosas así pude ver. Yo no te dije nada porque creí que eran ideas mías, pero resultaron ser correctas y...
—Ya basta, detente.—TaeHyung me interrumpió—. ¿Realmente estás insinuando que mis poderes desaparecen por tu culpa? —La molestia en su tono era palpable, pero también parecía estar muy nervioso—. No puedo aceptarlo —aseguró—. Es ridículo, JiMin. —Él comenzó a negar con la cabeza, para luego mirarme—. Debe existir algún otro tipo de explicación para todo esto.
—Una vez me hablaste acerca de tu pasado —volví a hablar y TaeHyung se quedó quieto—, y no recuerdas nada de lo que sucedió antes de determinado momento; no recuerdas tu infancia, adolescencia o joven adultez ni nada relacionado con ello —mencioné lo que él me había relatado días atrás—. Solamente pudiste decirme que te despertaste en un hospital, luego de un accidente. Te habían apuñalado varias veces y golpeado en la cabeza.
TaeHyung apartó la vista de mí y me sentí mal por ello.
—Me comentaste que no tenías ninguna identificación o pertenencia importante, contabas únicamente con lo que habían encontrado en los bolsillos de tus pantalones.
—Sí, es cierto —dijo amargamente—. ¿Y qué con eso?
—¿Que era lo que había allí, TaeHyung? Sé que recuerdas eso. —Él no emitió respuesta alguna—. Eran pequeñas cosas, pero con un gran significado que no puedes ignorar. —Dirigí la vista a mis manos—. Dos boletos para el estreno de Frankestein, una pequeña cajita con dos anillos de compromiso y una carta que le habías escrito a una mujer, para declararle tu amor...—mi voz se apagó— y pedirle que fuera tu esposa —dije finalmente—. Tu firma en dicha carga permitió que supieras cuál era tu nombre.
—JiMin...—Él volvió a mostrarse cansado por la situación, pero necesitábamos hablar sobre esto y decidir cómo proseguir.
—Escúchame, TaeHyung. —El agotamiento también estaba molestándome—. No creo que sea una simple casualidad el que te conviertas en una persona común y corriente...cada vez que comienzas a relacionarte con alguien —le aseguré.
—Es una casualidad —afirmó él con una notable inseguridad, por lo que yo lo miré con desaprobación—. No puede ser cierto. —Por momentos, parecía que estaba hablando consigo mismo y no con mi persona.
—HyeJin dijo unas palabras muy interesantes que tienes que escuchar —mencioné porque decidí que lo mejor era seguir hablando—. No sabemos quién o qué te creó, ni siquiera sabemos cómo llegaste a ser lo que eres hoy. —Moví mi mano hasta tomar nuevamente la propia mano de mi pareja—. Pero sea lo que sea, esa cosa o ser responsable de tu existencia, te otorgó una oportunidad particular —miré a TaeHyung a los ojos—; el perder cada uno de tus poderes, para así poder llevar a cabo una vida común y corriente al igual cualquiera de nosotros.
—JiMin...—Él volvió a moverse hasta tomarme entre sus brazos y abrazarme con fuerza. Sin pensarlo, imité su accionar y le devolví el gesto, aunque procurando ser cuidadoso por sus heridas.
—Debes irte de aquí, TaeHyung —le dije sobre su oreja y él se separó de mi cuerpo al instante, lo suficiente como para posar su vista en mí.
Noté entonces que mis amigos y mi hijo ya estaban posados a lo lejos, aguardando para acercarse a nosotros. Les hice unas señas para indicarles que esperaran un poco más y fue SeokJin quien asintió, para que luego los tres se movieran hacia los asientos que habían cerca.
—¿Qué acabas de decir? —cuestionó TaeHyung con incredulidad y mi atención se centró en él de nuevo. Él no dejaba de mirarme fijamente, como si estuviera intentando descifrar lo que yo ocultaba en mi mente.
—Sé que no podemos dar por hecho nada —hablé nuevamente—, pero sí tengo en claro que correrás un gran riesgo...si te mantienes cerca de nosotros. —Mordí mi labio inferior, sintiéndome muy apenado—. Puedo asegurarte que, en cuanto mayor distancia impongas, podrás recuperar más rápido tus poderes. Vas a tener la posibilidad seguir haciendo lo que tanto amas —le regalé una pequeña y dolida sonrisa—; ayudar a quienes lo necesitan...
Un pequeño e incómodo nudo se formó en mi garganta. El pensar en que ya no podría tener a TaeHyung junto a mí, era muy doloroso. No pretendía aparentar que no me hacía sentir como la mierda, porque lo hacía; pero debía hacer lo correcto y preservar el bienestar de Hancock.
—No quiero dejarte —susurró TaeHyung y posó su frente sobre la mía, mientras que sus manos dejaban pequeñas caricias en mi cintura—. No quiero irme, yo no...—Él negó con la cabeza—. No quiero apartarme de ti.
—Tienes que hacerlo —le aseguré, mientras mis manos se movían hasta quedar sobre sus hombros—. Necesitas recuperar tus poderes y tener la posibilidad de seguir siendo un héroe. —Sonreí de lado y suspiré—. Yo siempre estaré ahí para ti.
—JiMin, yo...
—¡Vamos a terminar contigo, Hancock!
Un repentino y fuerte grito nos hizo sobresaltar a los dos. La confusión me invadió. De manera instantánea, me levanté de donde estaba sentado antes de voltear. Mi respiración se detuvo entonces y fue el pánico lo que me recorrió ahora, dado a que pude ver a tres hombres posados a pocos metros de distancia, mirándonos con odio y apuntando sus armas contra nosotros.
En ese momento, uno de ellos disparó contra TaeHyung.
Yo lo pensé ni por un momento. No me propuse procesar la situación o imaginar las consecuencias de mis actos, simplemente me hice a un lado de forma rápida. Y así, tuve la posibilidad de colocarme frente a TaeHyung, interponiéndome en el camino del proyectil justo a tiempo.
Ante el estruendo, las personas presentes en el lugar comenzaron a gritar desesperados. Los visitantes y algunos de los pacientes se dirigieron a la salida como pudieron, buscando abandonar el piso lo antes posible. Por otro lado, parte del personal sanitario no escapó, pero cada uno de ellos se ocultó en donde pudo. Todo se había vuelto un caos.
Solté un grito muy adolorido, tras sentir un fuerte ardor en mi hombro izquierdo. TaeHyung jadeó mi nombre antes de hacer un movimiento que no pude ver con exactitud, ya que estaba muy ocupado intentando cubrir mi herida con la mano. Únicamente pude notar y escuchar cómo la camilla se movía por los aires hasta impactar de lleno con el delicuente que había disparado, mientras que los compañeros del mismo se hacían a un lado y corrían a distintos puntos cercanos del hospital.
—JiMin. —Él apareció frente a mí y examinó mi vestimenta aterrado, dado a que ya se hallaba llena de sangre. Noté una gran preocupación en su rostro, por lo que tomé su mano y lo miré a los ojos.
—Estoy bien —le aseguré.
—¡Ven, Hancock! —escuchamos a uno de los hombres hablar desde alguna de las habitaciones—. ¡No nos iremos hasta verte muerto!
—Debo ir a terminar con ellos —me dijo y yo asentí lentamente, para después tomarlo de la nuca y unir nuestros labios por unos escasos segundos.
—Ten cuidado —le pedí en un susurro sobre sus labios. TaeHyung asintió y se levantó del suelo, para finalmente comenzar a caminar hacia la zona en donde habíamos escuchado la voz.
Los quejidos y sonidos de cada maldita cosa haciéndose pedazos, no tardó en llegar a mis oídos. Era una situación horrible y peligrosa. Opté por comenzar a arrastrarme por el suelo, para no arriesgarme a recibir un nuevo disparo. Con cada movimiento, soltaba un quejido. El hombro me dolía muchísimo y la sangre no dejaba de caer, pero lo ignoraría por el momento.
—¡Papá! —Cuando menos lo esperaba, pude escuchar una voz demasiado conocida cerca y me detuve por completo, deseando que solamente se tratara de mi imaginación.
De manera insegura, volteé mi rostro y pude ver que, detrás de unos muebles que había en el pasillo, se encontraban ocultos mis amigos y YeonJun. Un sabor amargo inundó mi boca. Por un momento, supuse que ellos habían tenido la posibilidad de escapar como gran parte de las personas, y me sentí tranquilo. Pero ahora, viendo que se encontraban aquí, no pude evitar sentir una enorme preocupación.
Comencé a dirigirme hacia ellos, notando que esos muebles estaban recostados y habían sido agrupados, para así darles la posibilidad de ocultarse de mejor forma. De alguna manera, yo sabía que eso había sido obra de Hancock, quien evidentemente se tomó un segundo para asegurarse que ellos no estuvieran en tanto riesgo.
Vi que YeonJun intentó moverse y acercarse a mí, pero HyeJin lo sujetó por los hombros y causó que se detuviera. Notando el terror en la mirada de mi hijo, yo apresuré mi andar, sobresaltándome ante cualquier sonido repentino causando por la lucha que se desarrollaba en la otra habitación.
En ese instante, a diferencia de cualquier sonido anterior, un fuerte estruendo inundó el lugar; provocando que YeonJun y mis amigos gritaran asustados y se ocultaran detrás de los muebles, mientras que yo me recostaba boca abajo en el suelo, a la vez que cubría mis oídos y la parte trasera de mi cabeza.
Aún en la misma posición, escuché cómo detector de incendios se activaba, abriendo paso así a una fuerte lluvia dentro del establecimiento. Alcé mi mirada y volteé, pude notar entonces que el fuerte estruendo se había debido a una explosión en la habitación donde TaeHyung se hallaba, y el pánico me invadió.
Me senté en el suelo bruscamente, dándole la espalda a mis amigos e hijo, y vi cómo una de las paredes se hacía pedazos. La situación era verdaderamente catastrófica. En ese momento, TaeHyung salió de la habitación y comenzó a caminar hacia los otros cuartos —los cuales estaban junto a un gran ventanal que daba a la avenida—, en dirección contraria del lugar en el que yo me encontraba. Y sentí un gran alivio, al saber que él había podido acabar con los dos malditos.
Pero no tardé mucho en recordar que no habían sido dos los hombres que yo pude ver, sino que habían sido tres delincuentes. Así que me pregunté a mí mismo en dónde había terminado el otro y qué había sido de él, no tardé mucho en obtener mi respuesta.
Justo en ese momento, el hombre restante apareció en el pasillo. Mantenía su arma en alto y apuntaba en contra de la espalda de TaeHyung, quien aún no había notado su presencia. Sentí que el miedo volvió a golpearme con fuerza. El desconocido me daba la espalda, pero pude percatarme de lo furioso que estaba. Yo sabía que él no iba a dudar en dispararle a Hancock.
Quise gritar, moverme, hacer lo que sea para advertirle a Hancock lo que estaba pasando; pero mi cuerpo no respondía, no lo hacía. Me había quedado en una especie de shock, imaginándome lo que vendría a continuación.
TaeHyung no estaba sano. No podría soportar. Él conservaba aún parte de su fuerza, pero ya no era inmune a los golpes ni las balas. El maldito acabaría con él.
Y tal como lo temí desde el inicio, el hombre le disparó. TaeHyung soltó un jadeo sorprendido y se quedó quieto unos segundos, confundido y muy incrédulo por lo que acababa de pasar. Mucha más sangre comenzó a marchar toda su vestimenta. En cualquier instante, la grave pérdida de sangre lo llevaría a desplomarse.
Con una notable lentitud, Hancock fue dándose vuelta hasta poder ver correctamente al delincuente, quien seguía manteniendo su arma en alto. El desconocido no aparentaba tener apuro alguno en acabar con TaeHyung, sino que parecía ser que quería disfrutar y alargar el momento lo más que pudiera.
—La lluvia nos empapa por igual, cae sobre todos nosotros de la misma forma. No somos diferentes, Hancock. —El nombrado lo miró enfadado e intentó acercarse a él, pero ahora recibió un nuevo impacto en el pecho, el cual lo obligó a detenerse—. Eres igual que todos nosotros, no eres especial —escupió con amargura—. Es momento de apagar las luces —dijo—. Ya tuviste la oportunidad de vivir una buena vida.
Mi vista recorrió todo el lugar desesperado, buscando alguna maldita manera de ayudarlo. Y entonces, a menos de dos metros de distancia, pude ver un hacha tirada en el suelo.
No me detuve a preguntar cómo demonios había llegado ahí, simplemente me levanté y fui a tomarla de forma, mientras escuchaba cómo otras dos balas herían a Hancock y sentía que mi pecho dolía.
—A decir verdad, todos te extrañaremos —escuché que le decía y me di vuelta otra vez—, pero ya tienes que seguir con tu camino. —El hombre se posó ante un TaeHyung que yacía tirado en el suelo, ya sin fuerzas para siquiera intentar levantarse—. Probablemente puedas ir a un lugar mejor. —Volvió a alzar su arma y apuntó directo hacia la cabeza de Hancock—. Puedes agradecérmelo en algún momento, superhéroe.
Antes que el maldito pudiera presionar el gatillo, yo alcé el hacha y la clavé directamente en su espalda, provocando que el imbécil gritara adolorido antes de dejar caer el arma. La sangre salpicó parte de mi rostro, pero lo ignoré.
Quité el hacha de su cuerpo y él se dio vuelta, para así mirarme con odio e intentar acercarse a mí. Sin detenerme a pensarlo, lo ataqué una vez más; aunque ahora justo en el pecho, acabando con él al instante.
Cuando lo vi caer finalmente al suelo sin vida y escuché los gritos de mis amigos a lo lejos, fue que tuve la posibilidad de entender lo que había hecho. Había asesinado a alguien. Y en otra ocasión, me habría hecho una bolita en el suelo para llorar, pero no lo podía hacer eso ahora; no cuando tenía a TaeHyung desangrándose a menos de un metro de distancia.
—¡TaeHyung! —Solté el hacha y me acerqué al nombrado, esquivando el cuerpo del fallecido delincuente.
El agua seguía cayendo sobre nosotros y un enorme charco se había formado en el suelo, el lugar estaba inundándose poco a poco. Alrededor de Hancock, se podía ver una enorme cantidad de sangre.
—Oye, bebé. —Sintiendo un ardor en mi hombro, lo tomé entre mis brazos y acaricié su rostro, el cual estaba lleno de moretones y cortes—. Mírame, anda. —Él no emitía ninguna respuesta, por lo que la desesperación comenzó a invadirme—. Vamos, TaeHyung. No me hagas esto.
Escuché unos pasos aproximándose y me alarmé bastante, para luego apartar la mirada de TaeHyung y posarla a la zona de donde provenían los sonidos. Me relajé segundos después, al ver que eran HyeJin, SeokJin y YeonJun. Ellos habían abandonado el escondite, para así poder venir junto a nosotros.
YeonJun miraba aterrado todo lo que estaba ante él. Estaba entre los brazos de SeokJin, llorando desesperado y temblando. HyeJin lucía muy pálida y sujetaba con fuerza la mano de mi hyung, quien tenía los ojos llenos de lágrimas y no dejaba de mirarme.
—TaeHyung, levántate. —Posé mi vista en nombrado y acaricié su rostro, pero seguía sin tener respuesta—. Por favor...
Sentí que unos brazos me rodeaban y vi a SeokJin a mis espaldas. Su mirada era muy triste. Lentamente, él posó sus manos sobre las mías e hizo que soltara a TaeHyung, para después hacer que el cuerpo quedara recostado del todo en el suelo.
Cuando me di cuenta de lo que él intentaba, comencé a mostrarme molesto y resistirme, pero él me sujetó con fuerza y me alejó del cuerpo inerte de TaeHyung, ignorando mis quejidos.
Vi cómo unos integrantes del personal de salud aparecía y se acercaba rápidamente a TaeHyung. Ellos se arrodillaron ante él y comenzaron a tomar su pulso. Mi respiración se volvió aún más errática y comencé a negar con la cabeza, en cuanto escuché que uno de ellos decía que no habían signos vitales.
Logré liberarme del agarre de SeokJin, quien se había quedado tieso ante las palabras de la mujer. De forma rápida, me acerqué nuevamente a TaeHyung. Me arrodillé y recorrí su cuerpo con mi mirada. No podía ser posible. Esto no era real. Él lucía muy mal.
Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas y se mezclaron con el agua que aún seguía cayendo sobre nosotros. Él no podía haberse ido, no. Mis manos se posaron en su pecho y escondí mi rostro en el mismo lugar, mientras seguía llorando desconsoladamente.
Escuchaba al personal de salud hablar de forma desanimada y hasta dolida. Por otro lado, el fuerte llanto de mi hijo era muy audible, de la misma forma que lo eran los pequeños hipidos de HyeJin. No podía oír a SeokJin, pero sabía que él estaba intentando no quebrarse también.
Entonces, todo pareció detenerse.
De repente, pude sentir cómo el pecho y cuerpo de TaeHyung se movía levemente. No me aparté ni reaccioné la primera vez, dado a que supuse que se trataba de mi imaginación. Pero la acción volvió a repetirse segundos después, y yo no pude ignorarlo.
Con lentitud y de manera insegura, fui alzando mi cabeza. Cuando tuve la posibilidad y valor para posar en él —con confusión e incredulidad— mi mirada, lo encontré mirándome atentamente. Mi corazón se detuvo por un instante. Creí que me había desmayado, y ahora estaba soñando.
Fui capaz de reaccionar cuando él comenzó a quejarse, mientras intentaba levantarse. Aún muy consternado por la situación, lo tomé de los brazos y lo ayudé a reincorporarse, mientras escuchaba como los presentes soltaban un jadeo sorprendidos.
Cuando lo tuve frente a mí, entré en una especie de shock. Seguía mirándolo sin poder creer lo que estaba viendo. ¿Cómo había sido posible que se levantara de repente? No encontraba explicación alguna, pero yo no sentía que necesitara de una realmente.
TaeHyung alzó su mano y la posó en mi mejilla, causando que yo dejara aquellos pensamientos de lado. Él parecía estar bastante adolorido, pero intentaba ocultarlo.
Cerré mis ojos por un instante, disfrutando de su tacto, aunque volví a abrirlos en menos de dos segundos. Y ahora, podía ver una notable tristeza en sus ojos y mi pecho se oprimió.
—T-te amo, JiMin...—dijo con dificultad y en voz baja, debido al dolor que sentía en su cuerpo. Yo pude escucharlo a la perfección, por lo que mis lágrimas comenzaron a caer una vez más y mi mano terminó sobre su pecho.
—También te amo —le respondí como pude, entre cientos de lágrimas. TaeHyung depositó un pequeño y hermoso beso en mis labios, para después dejar otro más sobre mi frente.
Su mirada se encontró con la mía. TaeHyung me sonrió una vez más y suspiró sonoramente. Entonces, sentí cómo su mano abandonaba mi rostro y pude ver la forma en la que él comenzaba a alejarse de mí.
Dándome la espalda, TaeHyung inició una rápida caminata hacia el enorme ventanal. Por mi parte, me mantuve en mi lugar, viéndolo ir aumentando la velocidad hasta comenzar a correr. Y finamente, él saltó contra el cristal, haciéndolo pedazos al instante.
Todos los presentes nos sobresaltamos. Un fuerte estruendo y el repetitivo sonido de las bocinas de los vehículos, se escuchó entonces. Varias personas comenzaron a gritar también.
Me acerqué rápidamente hacia el lugar y procuré mantener una distancia prudente, para así no caer ni tampoco cortarme con algún pedazo de vidrio restante. En ese momento, pude verlo con bastante claridad.
TaeHyung había caído en el centro de la avenida, tomando por sorpresa a muchos y haciendo pedazos el asfalto. Diversos automóviles detuvieron su andar al verlo, de la misma forma que lo habían hecho las personas que caminaban por la zona.
Él se levantó con gran dificultad del suelo. Tardó unos segundos en recomponerse y mantener el equilibrio. Cuando logró hacerlo, volvió a saltar al igual que antes, cayendo nuevamente con fuerza y siendo golpeado por varios vehículos que transitaban.
En esta ocasión, no le resultó tan difícil reincorporarse y una sensación extraña invadió mi pecho. Él imitó el accionar anterior, saltando otra vez, pero ahora logró evitar caer de forma indebida, frenando el golpe con sus manos.
Era evidente que, poco a poco, estaba tomando más y más distancia del hospital, lo cual provocaba que ya no le resultara tan difícil el ir recobrando fuerzas.
Luego de dos saltos más, él fue ya pudo caer de pie ante un vehículo, al cual detuvo con sus manos. Ya no lo veía tambalearse ni tampoco parecía estar tan adolorido. Noté que se subió al automóvil y caminó sobre él, hasta pisar el pavimento nuevamente.
En ese instante, TaeHyung volteó y posó su vista en el hospital. A pesar que ya nos encontrábamos a una notable cantidad de metros de distancia, por alguna razón, sentí que lo tenía frente a mí.
Su mirada me transmitía un sin fin de cosas, por lo que me resultaba imposible identificar cada una de ellas. Pero aún así, y sabiendo lo que vendría a continuación, el verlo me permitió sentir una gran paz.
Y soltando un grito que me desgarró el corazón, TaeHyung se impulsó una última vez, logrando finalmente perderse en el hermoso cielo nocturno.
Me dejé caer de rodillas al suelo, sin que me importara siquiera el poder lastimarme con algún resto de cristal. Las heridas físicas eran lo que menos me interesaba ahora, ya me ocuparía de eso después.
De forma lenta, mi mirada se movió hasta posarse nuevamente en el lugar por el que había desaparecido Hancock. Pude sentir cómo un nudo se formó en mi garganta una vez más.
Pero, a pesar de todo, me tranquilizaba saber TaeHyung estaba bien. Él podría seguir con vida por muchísimos años más, conservando sus poderes. Estaría a salvo.
Mi corazón dolía, y mucho. Sentía que había perdido a una de las piezas más importantes de mi vida. Se trataba de una sensación horrible, pero habíamos hecho lo correcto.
Su destino fue y siempre sería desempeñarse como el admirable héroe que todas las personas necesitan a su lado, por lo que no era posible que estuviéramos juntos.
Yo realmente amaba a TaeHyung con todo mi ser, pero no podía interponerme en su camino.
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