02
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—¿Metiste la cabeza de un hombre en el trasero de otro?
Noté cómo TaeHyung —del otro lado del cristal y sentado cómodamente— asentía con lentitud y lo miré de forma incrédula. Imaginándome la situación que él me relató, casi suelto el teléfono que tenía a un lado de mi oreja. La imágenes que habían aparecido en mi mente no fueron muy buenas. De hecho, podía decir que me dejarían traumas.
—Bien, de acuerdo. Creo que lo mejor es que hablemos de eso más tarde —dije bastante consternado, dejando el tema a un lado por mi propio bienestar—. La fiscal a cargo está pidiendo que te condenen a ocho años —le comencé a explicar, leyendo los papeles que estaban en mi mano libre—. A decir verdad, no es un número tan alto como el que nosotros habíamos calculado. Ya sabes nuestro plan es...
Mi voz se apagó de repente.
—¿Qué estás haciendo? —cuestioné a la par que veía cómo él utilizaba la uña de su dedo índice derecho para dibujar un círculo en el cristal—. Hey, hey, hey —intenté decirle con la mirada que se detuviera—. Basta, no...
Ignorando mis indicaciones por completo, el pelinegro terminó de dibujar el círculo, para luego empujar el centro del mismo con su dedo y causar que una parte del cristal cayera de mi lado. Por lo cual, sintiendo una fuerte incomodidad, miré a los oficiales —encargados de supervisar los horarios de visitas— y les hice unas señas para tranquilizarlos, tras notar que se alertaban.
—¿Es posible que hayas dicho que quieren que pase ocho años en un jodido agujero como este? No puedes estar hablando enserio. —En ese momento, la voz irritada e incrédula de TaeHyung provocó que mi atención volviera a posarse en él.
—Se convierten en cuatro años y medio por buen comportamiento —le dije nervioso, aunque él me miró de manera indescifrable—. Pero es irrelevante, porque ahora que te han hecho a un lado...—comencé a explicar y pude notar cómo él colgaba el teléfono y se levantaba de la silla—. Escucha, con el índice de criminalidad por los cielos, la fiscal de distrito —hablé de manera rápida, mientras veía cómo TaeHyung se disponía a irse— y la policía van a pedir tu excarcelación inmediata —aseguré—. Van a exigirla...
TaeHyung no me prestó atención en absoluto. Se limitó a voltear y comenzar a caminar hacia una de las salidas. De forma inmediata, los oficiales abandonaron sus puestos e intentaron acercarse a él; pero yo sabía que ninguno iba atreverse a enfrentar a Hancock, ya que contaban con una notable desventaja ante él.
—¡Espera! —le grité al ver que se acercaba a la primera puerta y la arrancaba sin problemas, para luego lanzarla al suelo—. ¿A dónde vas?
Me levanté de mi lugar y comencé a correr rápidamente, logrando así posarme frente a él antes que abandonara el lugar.
—¡Hey, detente! —ordené sin mucho éxito, debido a que él intentó esquivarme para caminando hacia la salida—. No sigas con esto. —Puse una mano en su pecho—. Detente de una vez, TaeHyung.
—Quítate del camino, Park.
Luego de mencionar eso, él me hizo a un lado y continuó con su andar hasta llegar a la puerta de color oscuro, la cual le permitiría acceder al exterior. Los nervios y la desesperación comenzaron a invadirme entonces, dado a que yo no quería que se fuera y abandonara todo. Debía detenerlo, pero no sabía cómo hacerlo.
—¡Deja de actuar como un maldito cobarde!
Al escuchar mis palabras, TaeHyung se detuvo por completo al instante. Se dio vuelta y me dirigió una dura y fría mirada, la cual me hizo temblar por completo. Sin embargo, decidí que no iba a mostrarle ni un poco de debilidad o indecisión, por lo que le devolví el gesto molesto.
—¿Con quién demonios crees que hablas, JiMin? —me dijo furioso, mientras se acercaba rápidamente a mí, hasta que ambos nos encontramos frente a frente—. ¿Piensas que puedes hablarme así? —preguntó con amargura.
—Deja de intentar aparentar que nada te importa —hablé con molestia y seriedad—. Es tu vocación. Debes hacerlo —le dije y él me miró con atención, aunque seguía luciendo enojado—. Eres un héroe, TaeHyung. —Yo suspiré sonoramente, para luego posar mi vista en algún punto del suelo—. Y vas a sentirte miserable por el resto de tu vida, si es que sigues sin aceptarlo...
Supuse que TaeHyung iba a responderme o insultarme, pero él no lo hizo. Volvió a guardar silencio por un rato largo, alternando su vista por toda la habitación.
Supe que estaba pensando en qué hacer. Él no estaba muy seguro de qué quería para su vida, pero yo sabía que Hancock deseaba ser aceptado por las personas.
—Confía en el plan, TaeHyung. Confía en mí. —Tras notar que él no planeaba decir nada, opté por hablar yo—. Por favor, quédate aquí. —Mi tono de voz era otra vez tranquilo y TaeHyung pudo notarlo—. Les vamos a dar un héroe cuando noten la falta que haces.
La mirada de TaeHyung volvió a perderse, aunque ahora en mis ojos. Yo intenté transmitirle la confianza que sabía que él necesitaba, tenía que buscar la manera de poder hacer que el pelinegro comprendiera que él podía con esto. TaeHyung requería saber que él era capaz de lograr muchísimas cosas, si es que se lo proponía.
—¿Y cómo haremos eso? —me preguntó TaeHyung con inseguridad y un poco de curiosidad, por lo que no pude evitar regalarle una sonrisa.
[.....]
—Tu aterrizaje es la primera impresión que causas, podríamos decir que algo así como tu saludo de superhéroe —le di inicio a mi pequeña y sencilla explicación—. No llegues y caigas de forma brusca —indiqué—. No provoques que nadie sufra de un infarto por el susto, y no aterrices sobre un vehículo de alta gama que cuesta miles de dólares —dije lo último levemente molesto, recordando cómo mi vecino (varias semanas atrás) me había enviado al demonio, porque Hancock había arruinado su auto al aterrizar—. Tienen que alegrarse por tu llegada.
TaeHyung me dirigió una mirada que no pude descifrar —aunque ya me había acostumbrado al no poder interpretarlas, por lo que no me molestó— y yo me moví por la pequeña habitación.
Agradecí el poder tener contactos que me permitieron llegar a las personas a cargo, quienes nos otorgaron una habitación especial, en donde yo estaría dándole una especie de lecciones al héroe para que él pudiera mejorar su relación con la sociedad.
—Acabas de utilizar una gran fuerza y el edificio aún sigue intacto. —A medida que yo iba hablando, podía imaginarme la escena en mi cabeza—. Las personas se alegran al verte llegar y sienten mucha seguridad —le aseguré al pelinegro, quien estaba sentado a un lado de la pequeña mesa que había—. En el lugar, se encuentran personal de la policía y bomberos. Todos ellos han hecho un buen trabajo, por lo que no estaría de más que se los dijeras.
—Pero si ellos hicieron un buen trabajo, ¿para qué demonios he tenido que ir yo?
De forma inevitable, la pregunta de TaeHyung logró provocar que me quedara en silencio por inos momentos. En algún punto, yo no podía argumentarle nada en contra de eso. Por lo cual, decidí que dejaríamos dicho tema para después y comencé a plantear otra cuestión.
—Veo que usted no lleva chaleco antibalas, señor guardia de seguridad. —Me senté en la silla (la cual estaba frente a la suya) y lo miré directamente a los ojos, buscando incomodarlo de alguna manera—. Admiro su acto, dado a que usted no le rebotan las balas como a mí —intenté imitar la voz de TaeHyung, fracasando horriblemente por completo.
Él seguía en silencio y se limitaba a mirarme fijamente. Podía imaginar que estaba burlándose y riéndose a más no poder de mí en su cabeza, pero poco me interesó eso. A pesar de todo, yo sabía que él estaba escuchando todo lo que le decía e indicaba.
—Veamos cómo lo haces. Permíteme escucharte decir "buen trabajo" —le dije con una sonrisa, pero (como era de esperarse) él ni siquiera movió los labios para formar una mueca de disgusto—. Bu-buen...—comencé a tartamudear de manera intencional—Buen tra-tra-trabajo. —Fui hablando de forma lenta y gesticulando demasiado mi boca. Parecía que estaba enseñándole a un niño pequeño a hablar—. Buen trabajo. —TaeHyung no emitió gesto alguno—. Buen...—mi voz se apagó y aguardé a que él completara la frase, pero eso no pasó— trabajo —concluí—. Buen trabajo.
—Si vuelves a repetir esas dos palabras una vez más, terminaré golpeándote.
—Qué cruel eres. —Posé una mano en mi pecho, para así dramatizar aún más mi reacción—. Trato de ayudarte, y tú solamente me amenazas. —Negué con la cabeza—. Te había traído un obsequio, pero ahora no sé si dártelo. —Mis manos se posaron sobre la caja que yo había dejado anteriormente en la mesa—. Pero soy buena persona, así que te lo daré.
Sin tardar más, le quité rápidamente la tapa a la caja y me levanté de mi lugar animado. Pude ver cómo TaeHyung también se reincorporaba, para después examinar con la vista lo que había en el interior de la caja de color negro. Entonces, el ceño de TaeHyung se frunció y él posó su mirada en mí.
—¿Qué demonios es esto?
—Es lo que usarás cuando te llamen.
—Qué buen chiste. —Él se rió de forma sarcástica—. No me lo pondré —dijo ahora serio.
—Sí, lo harás. —Le sonreí irónico.
—No voy a hacerlo.
—Te garantizo que sí te lo pondrás.
—Escúchame, JiMin. —TaeHyung tomó la tapa de la caja y volvió a posarla sobre la misma—. A la hora de luchar contra el crimen, prefiero hacerlo desnudo antes que usar esto —me aseguró.
—Ya peleaste desnudo en el pasado —dije yo—. Tenemos pruebas de eso. Las imágenes y vídeos pueden encontrarse en todo internet.
TaeHyung negó con la cabeza.
—Ya han pasado más de dos semanas. —La voz del pelinegro se tornó bastante desanimada de repente—. Nadie allá afuera está extrañándome, JiMin.
—Lo sé, TaeHyung —suspiré cansado también de todo—, pero debemos ser pacientes. Sé que nos llamarán cuando menos lo esperemos, y vamos a estar preparados. —Volví a sonreír—. Confía en mí, por favor.
Él me miró, por unos momentos, de manera atenta. Esperé con paciencia su respuesta, mientras que TaeHyung finalmente suspiró y negó con la cabeza.
—Lo haré —dijo él mucho más animado y revolvió mi cabello, logrando que yo soltara un quejido molesto y me hiciera a un lado.
—No hagas eso. —Solté un bufido, aún incrédulo por su repentino accionar—. Arruinas el peinado que me hizo YeonJun.
—¿YeonJun se encargó de tu peinado? —me preguntó con diversión y mucha burla—. Ahora todo tiene sentido —mencionó y soltó una risa, provocando que mi molestia creciera.
—Ya cállate —le ordené—. Te lo advierto, Kim TaeHyung —lo apunté con mi dedo índice y entrecerré mis ojos—, no hay nada más peligroso que tener a Park JiMin molesto —advertí.
[.....]
Tomé un vaso de la estantería y me acerqué a la nevera, para luego abrirla y sacar el jugo de naranja del interior de la misma, mientras soltaba un bostezo. Si bien hoy había podido dormir un poco más, seguía sintiendo mucho sueño.
Escuché mi teléfono sonar sobre la mesada, por lo que solté un bufido y dejé la jarra con jugo a un lado, para después tomar mi celular de forma rápida.
—¿Hola? —pregunté confundido, dado a que no tenía el registrado al número que me estaba llamando.
—JiMin —escuché del otro lado de la línea y reconocí esa voz al instante. La confusión me invadió.
—TaeHyung, ¿eres tú? —le cuestioné y él me brindó una respuesta positiva, provocando que yo me sintiera aún más confundido—. ¿Cómo puede ser que estés llamándome?
—Me permitieron hablar contigo porque tengo que avisarte algo importante.
—Por favor, no me digas que te metiste en problemas —le pedí desesperado, ya imaginándome lo peor.
—No es eso —dijo irritado y supuse que había rodado sus ojos también, tal y como solía hacerlo siempre—. El encargado de la policía me ha llamado.
—¿Qué? —solté al instante, creyendo que quizás había escuchado de manera errónea.
—Hay una toma de rehenes en un banco. Dijeron que necesitan de mi ayuda —me explicó brevemente—. Estoy a punto de salir hacia allá.
—Eso es increíble. —La emoción me invadió—. Te dije que todo resultaría bien. Si ahora haces todo como lo pautamos, estarás fuera de la prisión hoy mismo. —Sonreí de lado, pero noté algo entonces—. Pero...—Mi ceño se frunció nuevamente—. Dime, ¿por qué estás llamándome en vez de ya estar yendo al lugar? Sabes que yo iba a enterarme de igual forma.
TaeHyung guardó silencio por unos segundos.
—Es que...—él suspiró— necesitaba escuchar tu voz. —No pude evitar sentir que mi respiración se detenía al oír eso—. Tú logras trasmitirme paz y seguridad, JiMin...—soltó una pequeña risa tímida— y estoy muy aterrado, no quiero arruinarlo —dijo nervioso y yo mordí mi labio inferior—. Quería hablar contigo para recuperar la confianza que me hace falta.
—Lo harás bien, TaeHyung —le aseguré, aunque aún conmovido por sus palabras—. Sé que puedes hacerlo. Confío en ti. —Ahora yo solté un suspiro—. Ahora ve y acaba con ellos —dije muy animado.
—Está bien. —Él se rió y yo disfruté del sonido de su hermosa risa—. Hey, JiMin —volvió a llamarme—. Estaba pensado que, si todo hoy sale bien, podríamos...—comenzó a hablar antes que su voz se apagara de repente, por lo que me sentí confundido.
—¿TaeHyung? —mencioné su nombre, animándolo a seguir hablando.
—Quería saber si te gustaría ir a cenar conmigo.
Al escuchar sus palabras, mi boca se abrió por la sorpresa e incredulidad, ya que él me había tomado desprevenido. De forma instantánea, sentí una bella sensación acentuarse en mi pecho y una pequeña sonrisa hizo acto de presencia en mi rostro.
—Por supuesto que me gustaría.
—De acuerdo. —Pude sentir su sonrisa al otro lado de la línea—. Debo irme. Nos vemos después.
—Espera, espera —dije de manera rápida.
—¿Qué sucede?
—¿Estás vistiendo el traje?
—Sigue soñando con eso, JiMin —me aseguró con diversión, para después colgar la llamada.
Dejé rápidamente el teléfono en el bolsillo de mi pantalón y emprendí mi camino hacia la sala, al mismo tiempo que gritaba el nombre de mi hijo y le indicaba que se acercara a mí.
Una vez en el living, tomé el control remoto y encendí el televisor. Mi hijo apareció en el lugar y se sentó a mi lado, a la vez que me preguntaba qué era lo que estaba sucediendo. Pero yo no le otorgué ninguna respuesta, me limité a mirar las imágenes que se transmitían en uno de los noticiarios.
Era todo un caos. Al parecer, habían unas veinte personas como rehenes. Una enorme cantidad de oficiales se encontraban allí, manteniendo un enfrentamiento con los delicuentes, quienes no dejaban de disparar de forma constante.
Una oficial había quedado atrapada detrás de una de las patrullas. Nadie podía acercarse a ayudarla, dado a que los maleantes contaban con artillería pesada. Si alguien intentaba siquiera asomarse, terminaría resultando gravemente herido o hasta incluso podría perder la vida.
Me sentí exasperado al ver a una gran cantidad de periodistas y personas en el lugar. Corrían el riesgo de ser heridas también, pero eso no parecía importarles en absoluto. Veía y escuchaba cómo la policía les ordenaba que se alejaran, pero eran ignorados.
Entonces, todo se detuvo.
Un fuerte sonido se escuchó en todo el lugar, provocando que todos detuvieran su accionar. Incluso, los propios delincuentes dejaron de disparar por unos momentos, aunque rápidamente retomaron su tarea al igual que parte de los uniformados.
El camarógrafo del noticiario se movió hasta encontrarse grabando algún punto en el cielo, mientras que una de las periodistas decía cosas a las cuales yo no presté atención, exceptuando el momento en el que mencionó un nombre que yo conocía a la perfección.
—¡Es Hancock! —Y de manera instantánea, pude ver cómo TaeHyung volaba velozmente por los cielos.
—No rompas ningún edificio, no rompas ningún edificio —repetí una y otra vez en voz baja.
Entonces, TaeHyung aterrizó frente a un grupo de policías. Casi pierde el equilibrio al detenerse, dado a que buscó la manera de aterrizar sin arruinar el asfalto. Una pequeña risa se me escapó, en cuanto pude notar que llevaba puesto el traje que yo le había entregado.
A pesar de estar en una situación de extremo peligro, las personas y gran parte de los uniformados de quedaron mirando al pelinegro con incredulidad, como si ninguno de ellos pudiera creer que verdaderamente era Hancock el hombre que estaba ante ellos.
Pude ver cómo TaeHyung intercambiaba unas palabras con el jefe del departamento, mientras caminaban hacia la zona de mayor riesgo. Hancock asintió con la cabeza y dejó al otro atrás, para luego comenzar a caminar hacia el lugar en donde se hallaba la oficial herida.
TaeHyung caminaba con tranquilidad. Todas las balas rebotaban en su pecho sin dejarle daño alguno, por lo que no había ningún problema para él. En menos de tres segundos, llegó a la joven —la cual estaba en el suelo— y se arrodilló para quedar a su altura.
Luego de decirle algo que no pude entender, la alzó con uno de sus brazos y ella rodeó su cuello con sus brazos. Con su mano libre, TaeHyung tomó la patrulla y comenzó a utilizarla como escudo, a la vez que caminaba para llevar a la chica hacia un lugar seguro. No mucho después, él logró dejar a la mujer a salvo y a cargo de los paramédicos, quienes se encargarían de revisarla y brindarle la atención necesaria.
Uno de los puntos más importantes había sido solucionado de manera exitosa, pero esto aún no llegaba a su fin. Todavía le faltaba detener a los delincuentes y rescatar a los rehenes, intentando lograr que ninguna de las víctimas resultara herida.
TaeHyung volvió a hablar con el oficial a cargo, quien le dio unas indicaciones. Entonces, él asintió con seguridad y despegó de repente, perdiéndose en el aire. Ninguno pudo ver a qué parte se dirigía, lo cual me animó, porque eso permitiría que Hancock pudiera tomar a los delincuentes por sorpresa.
A partir de ahí, todo fue eterno. Nadie sabía con precisión qué era lo que sucedía. Los medios no contaban con la posibilidad de acceder a imágenes de las cámaras de seguridad, para así ver lo que estaba sucediendo en el interior del banco. Tendríamos que esperar.
Los delincuentes dejaron de disparar entonces y un silencio absoluto inundó el lugar. La imagen captada por el camarógrafo del noticiario no mostraba mucho, simplemente se veía de forma poco clara cómo tres hombres se movían por el lugar.
De repente, algo atravesó toda la extensión del banco. Uno de los hombres desapareció y terminó cayendo inconsciente ante los uniformados, quienes lucían incrédulos. Y segundos después, el proceso se repitió y otro delincuente cayó, quedando así solamente uno más.
Pude ver que TaeHyung ingresaba otra vez al lugar, posándose ante el delincuente restante. Supuse que el hombre —el cual estaba ante Hancock— había sido el encargado de liderar el golpe, debido a varios puntos que había marcado la policía. Los otros dos maleantes solamente estuvieron siguiendo las órdenes del tercero.
El hombre estaba armado y sostenía algo en una de sus manos. No pude distinguirlo apropiadamente, pero sentí una gran preocupación y deseé que TaeHyung pudiera lograr salvar a esas personas. Sabía que él iba a poder hacerlo.
Entonces, todo sucedió muy rápido. TaeHyung tomó un elemento aparentemente filoso y se lo lanzó de la nada al hombre, provocando así que su mano derecha —en la cual el delincuente sujetaba el dispositivo que mencioné— terminara cayendo, aunque TaeHyung la tomó antes que llegara a tocar el suelo.
Ante esto, mi boca y la de YeonJun casi terminan en el suelo. Me habría esperado que hiciera cualquier cosa, menos algo así.
Cuando terminé de procesar la gran parte de mis emociones, regresé mi vista al televisor y noté cómo TaeHyung salía del lugar; llevando consigo la mano del delincuente, quien se había quedado gritando de dolor en el suelo del banco. Y detrás de él, salieron corriendo de forma desesperada cada uno de los rehenes.
Hancock se aproximó a un punto cercano a la prensa y el resto de las personas, en donde vio al jefe del departamento y le entregó lo que llevaba; mientras le aseguraba que los rehenes tenían sujetos —en sus cuerpos— explosivos, por lo que era importante que no se dejara de presionar el botón del dispositivo.
—Buen trabajo —escuché que le decía TaeHyung al oficial, para después voltear y dirigir su vista hacia todas las personas que habían estado participando del operativo—. Buen trabajo —les repitió a ellos también, brindándoles una pequeña sonrisa. Una sensación extraña y linda se instaló en mi pecho.
—Tú fuiste el que hizo un muy buen trabajo —le aseguró el oficial al mando, a la vez que extendía su mano libre para poder estrecharla con la del pelinegro—. Muchas gracias, Hancock.
Un joven oficial, el cual se encontraba detrás de su jefe, alzó sus manos y comenzó a aplaudir. Al instante, cada persona presente en la escena fue uniéndose a la ronda de fuertes aplausos, desde la gente que estaba ahí de casualidad hasta los propios oficiales. Unos gritos de escucharon a lo lejos, pero era únicamente palabras de alago y agradecimiento hacia el protagonista de todo.
TaeHyung lucía un poco sorprendido por lo que sucedía a su alrededor, pero noté que en su mirada se percibía una felicidad y tranquilidad que nunca antes había podido ver. Él hizo una reverencia a modo de despedida, para finalmente despegar y abandonar rápidamente la zona.
YeonJun soltó un gritó emocionado a mi lado y se levantó de su lugar. Antes que yo pudiera decirle algo, él abandonó el living corriendo rápidamente, a la par que gritaba que algo como yo siempre supe que la gente algún día entendería que TaeHyung es un gran héroe. Era claro que a él le hacía sentir muy emocionado también el saber que todo había resultado a la perfección.
Y sintiéndome realmente orgulloso de lo que Kim TaeHyung había logrado, posé mi vista en el bello cielo que se podía apreciar desde la ventana, y sonreí de manera inevitable.
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