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🔥 39 🔥

29 de marzo, 2019

Narrador Omnisciente

Después de un rato Grace propuso hacerle galletas a Morgan, cosa a la que no se negó, por lo que ambas se encontraban en la cocina donde Grace, con ayuda de Ocho, hizo galletas de naranja. Morgan observaba con detenimiento como las galletas se horneaban mientras escuchaba a su madre tararear.

—Mamá, ¿Tú sabes algo de lo que le pasó a papá? —preguntó de pronto haciendo que su madre se detuviera abruptamente.

—No, cariño —la chica solo asintió para luego girarse a verla.

—¿Alguna vez papá te dijo algo sobre Vanya? No sé —comenzó a hacer movimientos con sus manos —. ¿Algo sobre que quizá tiene poderes?

La robot no dijo nada y se limitó a permanecer en silencio mientras lavaba los trastes. La chica frunció el ceño al no obtener respuesta, por lo que se acercó a su madre notando tenía la mirada perdida.

—¿Mamá? —llamó su atención.

—No estoy segura, cielo —respondió Grace después de unos segundos —. ¿Te digo algo? —la chica asintió —. A veces puedes hallar respuestas de tu futuro buscando en el pasado.

La chica asintió levemente para luego acercarse al horno y sacar las galletas de ahí. Las colocó sobre la mesa cuando de pronto las palabras de Grace hicieron sentido en su cabeza. Salió de ahí a toda velocidad para luego subir rápidamente hasta llegar a su habitación y sacar todas las cosas de su mochila. Después de mucho tiempo estaba por volver a su pasado, estaba por leer sus libretas.

Cinco caminaba de vuelta a las oficinas tras pretender ir a la enfermería, pues no pensaba dejar que lo curaran ahí, así que aprovecho que no hubiera nadie para robar una gasa con alcohol y limpiar sus nudillos heridos. Pasó frente a la oficina de la de cabello cano y no le dio mucha importancia hasta que escuchó algo que no esperaba.

—...Una cosa más, pasa algo con la chica, Ocho —escuchó a Dot mencionar, por lo que se detuvo de golpe para poder acercarse y escuchar mejor.

—¿Qué ocurre con ella? —logró distinguir el ruido de como la Encargada se levantaba de su asiento.

—Esta por descubrir lo de su hermana —Cinco asomó ligeramente su cabeza para poder ver a las mujeres, notando la ausencia de la sonrisa en el rostro de la mayor —. Si lo hace podría llegar a impedir todo.

—¿Cuál es la probabilidad de que lo haga?

—No tengo un número aún, pero es bastante alta —decía la morena con preocupación.

—¿Más del cincuenta por ciento? —Dot asintió —. Ella es fundamental en la ecuación, no podemos simplemente eliminarla —se cruzó de hombros —. ¿Ya pensaste en algo?

—Si, si protegemos a la persona correcta todo saldrá bien —respondió Dot mientras le señalaba una parte especifica en el sobre.

La mayor lo leyó y sonrió de nueva cuenta como lo hacía normalmente.

—Entonces no perdamos más el tiempo.

Al escuchar eso, Cinco rápidamente se teletransportó algo lejos de ahí. Sabía lo lista que era su novia así que no le sorprendía que lo descubriera, pero ya no podía perder más tiempo. Tenía que volver.

La chica leyó página por página, empezando por su primera libreta. Le costó algo de trabajo pues su letra de cuando era pequeña no era la mejor, pero no pudo evitar soltar un par de risas por sus pensamientos que tenía en ese entonces.

—¿Puedo pasar? —escuchó a alguien hablar con la boca llena seguido de un par de golpes en la puerta.

—Adelante, Diego —no despegó la mirada de la libreta, así que solo escuchó los pasos de su hermano entrando para luego dejar algo en su mesa de noche —. ¿Ocurre algo?

—¿Por qué lo dices? —elevó la mirada topándose con su hermano rascando su nuca sin control mientras comía una galleta, señal de que algo pasaba.

—¿Te encuentras bien?

—Supongo ya supiste lo de mamá —asintió, notando que le había dejado en su mesa de noche era un plato con las galletas que había hecho su madre—. Que idiota, claro que lo sabias. Ella fue la que me dijo estabas aquí.

Comenzó a balbucear, por lo que la chica cerró su libreta de golpe para dejarla sobre su cama. Lo llamó por su nombre durante varias veces, pero al ver que no respondía se puso de pie para estar frente a Diego y le dio una bofetada.

—¡Hey! —exclamó su hermano sobando su mejilla —. ¿Qué te pasa?

—¿A mí? ¡Dime que te pasa a ti! —elevó su voz —. ¿Estás bien?

Diego no dijo nada y solo se limitó a dejarse caer en la cama de Morgan sentándose en ésta, Ocho lo miró para luego imitar su acción tomando asiento a su lado. Colocó su mano en la espalda de su hermano comenzando a dejar caricias como él hacia cuando se sentía mal, espero a que se tranquilizara un poco y hablo de nuevo.

—¿Estás bien? —repitió.

—No lo sé... —apoyo su brazo sano en su rodilla para poder recargar su barbilla en su mano —. Lo de mamá, el apocalipsis, creo que me afectó.

—Tranquilo, no eres el único —apoyó su cabeza en el hombro del chico —. Para mí también es difícil.

—Gracias por volver, no sabes cuanta falta nos hiciste los últimos años —dijo con una sonrisa de lado.

—No seas cursi —la chica rio ganando un leve golpe en el hombro por parte de Diego —. Aunque debo admitir que yo también los extrañe.

Ambos permanecieron un tiempo más en silencio, no veían necesario hablar pues disfrutaban de la compañía del otro. La chica se despegó ligeramente de su hermano para tomar el plato de galletas, le ofreció una a Diego para luego ella tomar otra. El sonido de ambos comiendo aquellos dulces bocadillos era lo único que se oía en el cuarto.

—Cariño, ¿Nos vamos? —dijo Grace entrando a la habitación de la chica.

Ocho frunció el ceño mientras Diego asentía.

—Te veo abajo —y sin más la mayor salió del lugar, despidiéndose con la mano de su hija.

—¿Saldrán? —cuestionó Morgan al escuchar a su madre alejarse.

—Pensaba en llevarla al parque, papá nunca la dejaba salir y pensé que ahora que no está sería buena idea —Ocho asintió.

Diego se puso de pie, tomó una galleta llevándosela directamente a la boca y comenzó a caminar rumbo a la puerta, pero se detuvo de golpe antes de llegar a ésta.

—¿Quieres venir con nosotros? —preguntó mientras se giraba a ver a su hermana —. Si no estás ocupada podríamos ir los tres, ¿Qué te parece?

Ocho miró a Diego para luego mirar de reojo a la libreta que estaba a su lado. En serio le gustaría distraerse, pero el tiempo valía oro y cada vez se iba agotando más y más.

—¿Te parece si los alcanzo allá? —finalmente respondió —. Me gustaría buscar algo antes.

Diego asintió con una sonrisa, gesto que ella le devolvió.

—De acuerdo. Te veo en un segundo.

La sonrisa de la chica se ensanchó al escuchar la frase de su hermano, pues en su infancia era como se despedían. El "adiós" les parecía para siempre y el "hasta luego" o "te veo luego" muy común, por lo que optaron por crear su propia despedida.

—Te veo en un segundo.

Diego no añadió nada más, limitándose así a salir de la habitación dejando a la chica sola. Morgan soltó un suspiro al escuchar como su hermano comenzaba a bajar las escaleras para luego tomar una galleta y continuar con su búsqueda, lo curioso es que la respuesta estaba cada vez más cerca de lo que imaginaba.

El chico se hallaba escondido tras una pared donde podía apreciar bien la entrada de la sala de tubos. Hace segundos había visto a Dot entrar ahí con una lata, señal de que ya enviaría su decisivo mensaje, por lo que opto por teletransportase dentro de la sala y esconderse entre los tubos.

—Gloria, la Encargada sabe que Cinco trama algo —escuchó hablar a la morena —. Manda esto a Hazel y Cha-Cha inmediatamente —le dio la lata a la mayor —. Inmediatamente.

—Okey —dijo Gloria ya con la lata entre sus manos.

Dot salió de ahí mientras la mayor se colocaba sus anteojos para leer la etiqueta que tenía la lata dorada.

—¿Quiénes son? —se preguntó a si misma leyendo los nombres de los destinatarios de la misión.

Antes de que pudiera acercarse a su tubo correspondiente Cinco se teletransportó detrás de ella, logrando desmayarla de un golpe. Una vez Gloria estuvo en el suelo, Cinco tomo la lata junto a ella. Escondió a la mayor tras el escritorio para luego tomar asiento en la silla frente a este, abrió la lata y sacó la nota, la desenrollo y la leyó.

"Reasignación: Proteger a Harol Jenkins".

Abrió los ojos sorprendido de lo que había encontrado. Tenía una pista, una grande. Dobló la nota para guardarla en su saco, procurando que nadie entrara a la sala. Sabía que no podía dejar a Hazel y Cha-Cha sin misión pues sería sospechoso, así que optó por darles nuevas.

"Acabar con Hazel para extracción inmediata", escribió para Cha-Cha. Colocó otra nota y esta vez escribió "Acabar con Cha-Cha para extracción inmediata", siendo esta la misión de Hazel. Metió cada una de las notas en sus respectivas latas, para luego enviarlas por los tubos correspondientes.

—Sabes que así no hacemos las cosas —escuchó la voz de la Encargada, por lo que se giró a verla con una sonrisa forzada mientras se apoyaba en uno de los tubos —. ¿Dónde está Gloria?

—No lo sé —fingió inocencia —. No la encontré en ninguna parte.

Para su desgracia los quejidos de la nombrada se escucharon, por lo que la de tacones rojos dirigió su mirada en dirección al escritorio de Gloria, dando con ella gimiendo de dolor en el piso tras su escritorio. Cinco supo no era nada bueno por lo que se separó de los tubos para colocarse erguido mientras la Encargada le devolvía la mirada.

—Eres una gran decepción para mí —la sonrisa en su rostro se esfumó —. No puedes cambiar lo que viene, Cinco. Realmente me parece tan extraño que tú no puedes deshacerte de esta fantasía —la mandíbula del chico se comenzó a tensar —. Eres un pragmático de primera clase —lo señalo con su mano —. Perteneces aquí con nosotros, no con tu estúpida novia.

—No pertenezco a ninguna parte, gracias a ti, al igual que Morgan —le reprochó —. Nos convertiste en asesinos.

—Siempre fuiste un asesino, ambos lo fueron —le respondió —. Sobre todo ella, el destino de número Ocho ya está escrito y tu no vas a interferir en ello —comenzó a abrir la cremallera en su falda —. A quien tanto proteges es de quien más deberías cuidarte. No importa lo que pase, ella no es la dulce chica que tanto amabas, ella puede llegar a ser un monstruo —sacó un arma que portaba en su media para luego apuntarle —. Yo solo los apunté en una dirección.

Y sin más disparó, cosa que Cinco tuvo que esquivar teletransportándose, aunque una bala logró herirlo.

Morgan se llevó la última galleta que tenía a la boca ya con cierta frustración. Llevaba un buen rato leyendo y aun no encontraba nada, miró la hora y notó como cada vez era más tarde, si permanecía ahí no lograría pasar el rato con su madre y hermano.

Terminó de comer la galleta y se puso de pie, se colocó sus zapatos —los cuales se había quitado mientras leía— y sacó su abrigo del closet pues sabia afuera haría frio, aunque rodó los ojos al notar como este también llevaba el escudo de la academia. Estaba por salir de su cuarto cuando vio de nuevo su cuaderno en medio de la cama, se acercó para poder tomarlo entre sus manos y en un ataque de ira lo lanzó con toda su fuerza hacia una de las paredes del lugar.

Se pasó las manos por su cabello con frustración analizando su reciente acción, se dispuso a salir de ahí para olvidarse de todo por un momento, pero al mirar la libreta de nuevo notó algo.

Se acercó a ella y la tomó entre sus manos, viendo así como de una esquina del forro algo se asomaba. Fue entonces que recordó un pequeño detalle, su libreta tenía un forro de color amarillo, pero cuando su padre se la regalo era de color azul. Rápidamente tomo con cuidado el forro amarillo y tiro de este tratando de no romper lo que escondía debajo de esta.

Al desprender por completo el papel amarillo dos paginas cayeron directo al piso, por lo que se hincó para poder ver de qué se trataba.

"Vanya y yo practicamos hoy, cuando nuestros poderes se unen pasan cosas raras. Papá ya no nos deja practicar juntas".

"Hoy papá se llevó a Vanya, aunque no nos dijo a donde. Espero vuelva pronto".

"Creo que papá se había llevado a Vanya porque estaba enferma. Desde que regresó no deja de tomar la medicina que le dio papá, espero pronto se mejore".

"Tengo que guardar estas páginas, papá quiere revisar mis libretas para buscar si escribí sobre algo importante que quizá yo no debía saber. Algo me dijo que quiere saber si tengo escrito sobre Vanya, así que he decidido esconderé esto".

La chica quedó atónita tras lo que leyó, pues los recuerdos de su infancia volvieron de pronto a su mente. Ahora sus pesadillas tenían sentido, seguramente ese rayo contra la luna lo provocaban ellas. Dejó el cuaderno en su cama y con las hojas sueltas en mano salió corriendo de la academia directo al parque donde estaban Diego y Grace. Llegó en menos de lo que esperaba y no tardo nada en encontrarlos.

—Pogo y yo, hemos estado mintiendo —le confesaba Grace a su hijo —. Mintiéndoles a todos ustedes.

—¡Diego! —escuchó el mencionado a sus espaldas antes de poder siquiera responderle a su madre.

Ambos se giraron encontrándose con Morgan, quien corría apresuradamente a ellos. Casi parecía que sus pies no tocaban el suelo. A los segundos llegó a su lado, dejándose caer directamente de rodillas contra el piso.

—¡Ocho! —dijo Diego con preocupación agachándose a su lado —. ¿Estas bien?

—Vanya tiene poderes —soltó mientras recuperaba el aliento —. Siempre los ha tenido y papá lo sabía.

—¿De qué hablas? —la ayudo a ponerse de pie, notando los raspones que se había hecho en las rodillas —. Estas sangrando.

—¡Eso no importa! —tomo el mentón del chico para que dejara de ver sus rodillas y se concentrara en ella —. Vanya tiene poderes e interfieren con los míos —su hermano estaba por cuestionarla, pero lo interrumpió —. No es todo, también hay que encargarnos de su novio. Hoy entre a su mente y lo que vi es malo. Si él lo sabe algo terrible puede pasar.

Ambos permanecieron en silencio debido a que era mucha información, hasta que recordaron la presencia de su madre. Se giraron a verla y se podía ver cierta tristeza en su rostro.

—¿Lo sabias? —cuestionó Morgan —. ¿Sabías lo de Vanya?

La robot permaneció en silencio, los miro a ambos para luego asentir mientras bajaba la mirada.

—No es lo único que su padre les ocultó.

Los hermanos se miraron entre si para luego mirar a su madre en busca de respuestas.

Los disparos se escuchaban por todo el cuarto de tubos, llamando la atención de los cercanos. Dot rápidamente fue a ver, notando de quien se trababa activo una alarma para poder llamar a seguridad. Una voz robótica comenzó a decir "seguridad a la sala de tubos" mientras Gloria salía gateando del lugar intentando no resultar herida.

La línea de tiempo comenzaba a tambalearse.

Vanya había encontrado la libreta de su padre bajo la cama de Leonard donde decía tenía poderes, Allison y Luther tras un baile en el parque se confesaron lo que sentían e iban camino a ver a Claire, Klaus estaba atado en la mansión con la intención de permanecer sobrio para ver a su amado fallecido en guerra, pero la mayor inquietud de aquel momento eran las respuestas que esperaban Diego y Ocho.

—¿Mamá? —preguntó la chica — ¿Qué carajo están ocultando?

"Violación de seguridad, seguridad a la sala de tubos" repetía una y otra vez la voz robótica de la Comisión. La Encargada caminaba a pasos lentos pero sigilosos hacia Cinco, quien se escondía entre los tubos intentando no ser herido. Al verla frente a él empujó un carrito lleno de latas hacia ella, pero no se inmutó, sino lo detuvo con el pie y le disparo, por lo que se teletransportó de inmediato sin importarle que estaba herirlo.

—¿Cuál es la prisa, Cinco? —cuestionó la mayor apuntando a todas partes firmemente —. Apenas estamos comenzando.

—Su padre... —comenzó a murmurar Grace —. Él...

—¿Qué fue lo que hizo? —cuestionó Diego al ver como se detuvo —. Mamá, por favor.

—El mundo está por terminar, quizá eso pueda servirnos —habló Morgan suplicante.

—Reggie también había mencionado el fin del mundo.

Ambos hermanos compartieron mirada sorprendidos, ahora más que nunca necesitaban respuestas.

—¿Esto quieres que digan las últimas palabras de tu reporte? —cuestionaba la de tacones buscando al chico sin dejar de apuntar al frente.

De pronto Cinco se teletransportó detrás de ella, cosa que no notó hasta que lo escuchó hablar.

—Si así es, así entonces —la mujer rápidamente se giro a verlo para apuntarle.

—No puedes seguir con esto —habló la Encargada sin dispararle —. Ambos sabemos que hasta tú tienes límite —la mandíbula del chico se tensó —. Te salvé de una vida de soledad y te reencontré con la estúpida de Ocho. Me debes.

La mujer jaló del gatillo, pero el arma no disparó causando que Cinco sonriera.

—Si estoy en deuda —le respondió el chico mientras ella intentaba sacar un nuevo cartucho de balas de su media.

El chico se teletransportó del otro lado de la sala, justo en la oficina de Gloria, solo que llevaba una granada entre sus manos.

—Pero no contigo —completó.

Le quitó el seguro para luego mostrársela sonriendo. La deslizó por el piso hacia la mujer para luego salir rápidamente de la oficina y resguardarse de la explosión tras la pared de la oficina. Se teletransporto a la sala de maletines y con velocidad configuro la fecha a la que quería volver, para luego salir de ahí —no sin antes lanzar otra granada para destruir los maletines del lugar—.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto uno de los trabajadores al verlo salir del lugar.

No pudo responder pues la sala explotó, haciendo gritar al hombre pues fue alcanzado por la explosión, siendo eso lo último que Cinco escuchó antes de activar el maletín.

—Reginald...

Grace no logró completar su frase. Todo de pronto comenzó a retroceder.

Dave desapareció de la vista de Klaus.

Vanya no logró mirar la libreta.

Allison y Luther no se confesaron.

Diego y Grace no fueron a aquel parque donde Morgan descubrió la verdad. Ahora Morgan siquiera había descubierto lo que escondía en sus libretas.

Nadie lo notó, para los hermanos Hargreeves nunca pasó nada de eso. ¿Por qué? Bueno, el salto de Cinco afectó la línea temporal, así que ese fue el día que no fue.

¿Quién diría que solo la pequeña aparición de Cinco podría afectar todo?

Sin dejar que nadie más hablara Vanya salió de ahí seguida por Leonard. Morgan miró a todos molesta, aunque en el fondo también se sentía culpable por lo que simplemente se dio la vuelta y salió de ahí para ir tras su hermana.

—¡Vanya! —exclamó llamándole.

¿Deja vu? Bueno, era la mañana del miércoles, de nuevo.

—Creo que lo mejor será explicarle a Vanya —murmuró Allison sobándose la mejilla donde había sido golpeada por Ocho.

—No hay tiempo —se lo impidió Luther rápidamente antes de que siquiera se moviera de su sitio —. Debemos averiguar qué causa el apocalipsis. Ahora, hay muchas posibilidades —llamó la atención de todos —. Guerra nuclear, asteroides, pero creo que esto es sobre la luna. ¿Cierto?

Todos se miraron entre si con extrañeza ante esa afirmación.

—Papá debe haberme enviado ahí por algo, y le estaba dando actualizaciones diarias sobre las condiciones, envié muestras —aclaró a lo demás —. Así que lo primero que debemos hacer es hallar su investigación —dijo con seguridad.

—Espera —lo interrumpió Klaus —. Todos morimos luchando contra esta cosa la primera vez, ¿recuerdas?

—Klaus tiene razón —dijo esta vez Diego lanzando y cachando uno de sus cuchillos con su mano —. ¿Qué nos da ventaja esta vez?

—Ocho y...

Fue interrumpido pues una brillante luz azul apareció de pronto sobre la barra, era una especie de portal abriéndose y cerrándose al instante dejando caer a Cinco sobre esta.

—¡Dios! —exclamó Allison debido a la sorpresa, retrocedió un poco al igual que sus hermanos.

Todos miraban con asombro al chico, quien permaneció recostado boca abajo sobre el maletín soltando un par de gemidos de dolor.

—¿Sigo drogado o también lo ven? —preguntó Klaus.

—Cinco, ¿dónde has estado? —cuestionó Luther.

El mencionado se giró para bajar de la barra, tambaleando en el proceso casi cayendo al piso.

—¿Estás bien? —peguntó Allison mientras junto con el más alto lo ayudaban a mantener el equilibrio.

—¿Quién hizo esto? —lo miró Luther.

—Morgan... —murmuró Cinco vagamente buscando a su amada con la mirada.

—¿Quién carajos es Morgan? —frunció Diego el ceño —. No es la primera vez que mencionas el nombre.

—Nadie —respondió Cinco reincorporándose.

—¿Entonces quién fue? —insistió número Uno.

—Es irrelevante —le quitó de la mano el vaso de café a Allison —. ¿Dónde está Ocho?

—Fue tras Vanya —respondió Klaus.

Se apartó de ellos para beber de un solo trago toda la bebida, dejándolo confundidos.

—El apocalipsis es en tres días —habló tras terminarse el café —. La única oportunidad que tenemos de salvar al mundo es, bueno, nosotros —soltó con ironía.

—La academia Umbrella.

—Si, pero conmigo, obviamente —le aclaró rápidamente a Luther —. Y con Ocho, debo ir con ella —murmuró lo último para si mismo — Así que, si todos ustedes no dejan de cagarla y maduran, estamos jodidos. ¿Qué importa si papá nos hizo mal? ¿Dejaremos que eso nos defina? No —Klaus negó con la cabeza —. Y para darnos oportunidad de llegar a la próxima semana, volví con una pista —sacó de su bolsillo el papel que robó de la Comisión —. Se quien es responsable del apocalipsis.

Rápidamente Allison extendió su mano para que se lo diera, cosa que hizo. Desdoblo el papel y Klaus, Diego y Luther se acercaron a ella para poder leer lo que este decía.

—Este es a quien debemos detener —aclaró el chico.

—¿Harold Jenkins? —preguntó la morena tras leer la nota.

—¿Quién diablos es Harold Jenkins? —cuestionó Diego esta vez.

Todos miraron a Cinco, a excepción de Klaus, quién seguía mirando la nota intentando recordar algo. El de ojos verdes le tomó las últimas gotas de café al vaso para luego arrojarlo, mientras sus hermanos lo miraron expectantes.

—No lo sé, aun —respondió —. Si se que él es responsable del apocalipsis, así que debemos hallarlo y debemos hacerlo ahora.

—¿Cómo está conectado con lo que pasará?

—No lo sé.

—Espera, ¿Solo sabes su nombre? —lo miró Diego incrédulo —. ¿Eso es todo?

—Es suficiente.

—Seguro hay una docena de Harold Jenkins en la ciudad.

—Entonces mejor comencemos a buscar.

—Esperen —soltó de pronto Klaus —. ¡Ya lo recuerdo!

—¿Qué cosa?

Todos miraron expectantes a su hermano, quien lucia orgulloso de lo que había venido a su mente.

—Donde escuche ese nombre —soltó como si nada.

—¿Dónde? —preguntó Allison rápidamente.

—En la carta de despedida que me dio Ocho cuando éramos niños —todos fruncieron el ceño —. ¿A ustedes no les dio una?

—¡Claro! ¡Ocho! —antes de que pudieran agregar algo, Cinco salió del salón principal.

Ocho Hargreeves

—Te quiero —murmuró Vanya mientras nos separábamos del abrazo

—Te quiero —respondí.

Tras eso Vanya salió de ahí dejándome sola. Estaba por volver con los demás, pero un impulso no me lo permitió por lo que me detuve de golpe. Me gire lentamente hasta mirar la puerta por donde Vanya había salido hace unos instantes.

Me acerqué de nuevo a ésta y coloqué mi mano en la perilla. Los recuerdos que vi al entrar en la mente de Peabody me inquietaron demasiado, no quería que le pasara algo a mi hermana si estaba con un tipo como él. Estaba por abrir la puerta dispuesta seguirlos cuando escuché una voz a mis espaldas.

—¡Morgan! —me giré a mirar al dueño de la voz.

—¿Cinco? ¡Cinco! —rápidamente me acerque a él.

Me lancé a abrazarlo, pero soltó un leve quejido cuando toqué su abdomen por accidente.

—¿Estás bien? —pregunté con el ceño fruncido apartándome un poco de él.

—¿Qué hacías? —evadió mi pregunta.

—Pensaba ir con Vanya, su novio no me da buena espina —respondí —. ¿Seguro que estás bien?

Tomo mi rostro entre sus manos y me beso en los labios, cosa a la que no me negué. Coloqué mi mano sobre las suyas, escuchándolo soltar un quejido a mitad del beso, por lo que me separé y tomé sus manos para verlas.

—¡Dios! ¿Qué te paso? —mire sus nudillos heridos.

—No es nada grave —desvió la mirada.

—Cinco... —coloqué mi mano en su mejilla haciendo que me mirara —. ¿Qué fue lo que te pasó cuando te fuiste?

—Tranquila, te prometo que no es nada grave —dijo en un tono pacifico —. ¿Confías en mí?

—Sabes que lo hago, pero me preocupas.

—Te prometo que no es nada —me miró directamente a los ojos —. Confía en mí.

Tres palabras a las que no podía negarme, una simple oración con la cual yo suelo perder, más si se trata de él. Solté un suspiro y asentí, a lo que el me sonrió de lado y se acercó para besarme de nuevo.

—Ven, necesitamos tu ayuda —tomó mi mano para comenzar a caminar hacia el salón principal.

—¿Con qué?

—Tengo una pista y Klaus dice que tú sabes algo.

—Sabes que quiero a mi hermano, ¿pero estás seguro de lo que eé dice? —solté con incredulidad —. Él suele ser muy... Klaus.

—Tendremos que correr el riesgo.

Ambos entramos al salón llamando la atención de todos lo presente, lo curioso es que uno de mis hermanos faltaba. Antes de que pudiera preguntar por él, apareció corriendo.

—¡La encontré! —elevó una hoja con su mano.

—¿Qué cosa? —pregunté.

—Ya verás —me sonrió.

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