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Dedicación para artcele12

29 de marzo, 2019

Narrador Omnisciente

Morgan comenzó a caminar lo más lejos que podía de Vanya y Leonard, intentaba pasar desapercibida, aunque sin perderlos de vista en ningún momento. Estaba lloviendo, su ropa ya comenzaba a estar empapada, pero no le dio importancia pues su prioridad en ese momento era cuidar a la violinista.

Su hermana estaba enfadada y hablaba a gritó con su novio, pero algo que desconcertó a Ocho fue sentir el cosquilleo en sus dedos que sintió el día anterior en la audición. Se escondió detrás de un auto y miró las pequeñas chispas comenzar a salir, pero no le dio importancia al notar como los postes de luz se comenzaban a arquear.

—Pero ¿qué...? —se interrumpió a sí misma.

Dirigió su mirada a Vanya, quien seguía caminando aun enfadada. Notó no era lo único que pasaba, pues mientras la violinista caminaba dejaba a los autos sacudiéndose a su paso y activando las alarmas de estos. Ocho se acercó un poco más a ellos por detrás de los vehículos para que no la vieran, pero quedó estática al notar como cuando Leonard llamó su atención el cosquilleo se detuvo al igual que el movimiento de los autos.

Debido a la distancia sabía no podría escuchar toda la conversación, por lo que decidió solo acercarse un poco más hasta que pudo distinguir a la perfección las palabras de Vanya.

—¿Qué demonios está pasando?

—Tu pasaste —respondí Leonard.

—Vamos... —murmuró Vanya con fastidio —. Eso en una locura, Ya estaban así antes.

De pronto una leve onda casi imperceptible salió de ella deteniendo la lluvia. La cara de Morgan rápidamente cambio a una de sorpresa al ya no sentir que su ropa se siguiera mojando.

—Eso fue una coincidencia —agregó Vanya señalando levemente el cielo con su dedo a lo que su novio rio por la nariz —. Leonard, es imposible.

—Vamos —le respondió el mencionado —. Mi casa está cerca.

Sin esperar respuesta continuó con su paso, siendo seguido a los segundos por Vanya. Morgan salió de su escondite al ver se alejaban, pensó por un momento si debería continuar con su espionaje pues le resultaba raro lo que pasa con sus poderes al estar con su hermana, pero al final no lo hizo y decidió volver a casa. Quizá ahí podría obtener respuestas a las preguntas que comenzaban a formarse en su cabeza.

Cinco tecleaba en la máquina de escribir que le proporcionaron en la Comisión. Había logrado resolver el caso que le asignaron y ahora anotaba en una nota quien debía ser eliminado para que la línea de tiempo permaneciera a salvo.

—Hola, Cinco —escuchó la voz de Dot a sus espaldas —. ¿Cómo vas?

—Debo tener silencio total para completar esta tarea —respondió sin mirarla.

—Oh, de acuerdo... —respondió.

Cinco sacó la nota de la maquina y comenzó a enrollarla, hasta que Dot habló de nuevo.

—Algunos iremos a almorzar y me preguntaba si... —el chico gruño mientras abría su cajón —. Ya tienes planes... —se respondió a sí misma.

El de ojos verdes sacó una lata para meter la nota, tapo la lata mientras cerraba el cajón y se puso de pie. Comenzó a salir del cuarto escuchando como Dot se despedía a sus espaldas, pero la ignoró. Camino por el pasillo hasta llegar al cuarto de tubos, donde se dispuso a enviar la lata, busco el tubo que correspondía y cuando estaba por meter la lata una voz a sus espaldas lo detuvo.

—Me temo que ese no es el procedimiento.

Cerró el tubo por el que iba a mandar la nota, mientras la Encargada le quitaba la lata de las manos con su ya común sonrisa.

—Cinco, te presento a Gloria —ambos miraron a una señora mayor de anteojos que estaba sentada tras un escritorio, quien se puso de pie al escuchar su nombre —. Gloria es quizás el engranaje más vital en nuestra máquina.

La mencionada hizo un ademán de manos mientras se acercaba a ellos con una sonrisa en el rostro.

—Gloria, este es número Cinco —lo presentó mientras sacaba la nota de la lata.

—Mírate, un pequeño mortal —le dijo la mayor mientras sostenía la lata que la Encargada le había dado —. Estoy feliz de que decidiéramos cerrar el contrato con tu vida.

—Me temo que tu reputación te precede —habló la de labial rojo —. Y parece que la estás construyendo aquí.

Colocó su mano en su hombro por unos segundos para luego quitarla antes de que obtuviera una reacción por parte de Cinco. Comenzó a desenrollar la nota que tenía entre sus manos, leyendo así un "Acabar con Karl Weber".

—Karl Weber —miró a Cinco, quien sonrió de lado —. Ahora, dime —le dio la nota a Gloria para que pudiera guardarla de nuevo en la lata —, ¿por qué el desafortunado Karl?

—Karl Weber es el carnicero de la tienda donde el capitán Ernst A. Lehmann compra su asado semanal —comenzó a explicar Cinco —. Así que, si Karl muere, su tienda pasará a su hijo Otto, quien... —hizo un pequeño puchero por un par de segundos mientras negaba —. Nunca se lava las manos. Es asqueroso.

—Así que él le da el asado al capitán —dijo con asombro la Encargada mientras Cinco asentía.

—De ahí la intoxicación.

—Que hace que llegue tarde al trabajo... —agregó la de tacones rojos a lo que Cinco asintió —. Lo cual retrasa el despegue.

—Y para compensar el tiempo perdido —dijo con una leve sonrisa —, vuela en un frente de tiempo de alta humedad y carga eléctrica.

—Y la electricidad estática adentro de la nave la hace un barril de pólvora —completó —. El pequeño motor se enciende...

—Y justo así, tenemos... —soltó un pequeño silbido mientras lo acompañaba con un movimiento de mano simulando algo cayendo, para luego hacer el sonido de una explosión con su boca abriendo su mano —. Puff...

La Encargada rio con orgullo al escucharlo mientras Gloria reía levemente para después imitar el sonido. Tras eso la de anteojos envió la lata por el tubo correspondiente mientras la Encargada acompañaba al chico de vuelta a la oficina donde él se encontraba.

—Estoy segura de que han escuchado que el señor Cinco ha probado ser tan experto con la pluma como lo fue con la espada —la de cabello cano llamó la atención de todos al entrar mientras colocaba su mano en la espalda del mencionado, dándole un par de palmadas antes de que él comenzara a caminar de vuelta a su escritorio —. Que su esfuerzo sirva como inspiración para todos ustedes.

Todos permanecieron en silencio, Herb miró a Cinco con una sonrisa ya que, así como la mayor lo había pedido, le estaba mostrando admiración, aunque el chico lo ignoraba mientras comenzaba a leer el archivo de su siguiente caso.

—¡Herb! —su tono cambió a uno serio llamando la atención del mencionado —. ¿Cuánto llevas con el Lusitania?

—Bueno, veamos —titubeo en búsqueda de una respuesta —. Yo...

—¿Perdona?

—Cuando empecé... —continuó titubeando.

—¿Perdona? No puedo oírte —colocó su mano en su oído "intentando" aumentar el volumen, pero el hombre solo continuó tartamudeando —. Aún no te escucho.

De pronto una alarma sonó salvándolo, todos se pusieron de pie con excepción de Cinco. Pretendió seguir leyendo hasta que todos salieron de la habitación dejándolo solo, dejó el sobre en la mesa y se puso de pie girando hacia el escritorio de Dot para tomar el sobre que ella tenía, el cual como le habían dicho antes correspondía al apocalipsis. Lo tomó entre sus manos para luego guardarlo debajo de su chaleco y dirigirse al baño.

Al llegar ahí notó estaba vacío, así que se apresuró a meterse dentro de uno de los cubículos. Tras cerrarlo se sentó en el inodoro y saco el sobre rojo de debajo de su chaleco, pero para su mala suerte lo único que vio al abrirlo fue una página en blanco con una gran cara feliz en medio de esta.

—Mierda...

A los segundos escuchó la puerta del baño abrirse seguida de ciertos tacones rojos que eran famosos en el lugar.

—¿Cómo está yendo tu primer día? —la escuchó preguntar mientras entraba al cubículo a su lado, a lo que hizo una mueca mientras negaba con la cabeza.

—No podría estar mejor —respondió con ironía.

—Me alegra escuchar eso.

Escuchó como la falda de la mayor caía de golpe al piso, mientras él aprovechaba para cerrar el sobre de nuevo. Comenzó a guardarlo debajo de su chaleco, aunque frunció el ceño al escuchar los extraños ruidos que hacia la mujer con la garganta.

—Quemé mi rafe —aclaró la Encargada —. ¿Alguna vez te quemaste tu rafe?

—¿Rafe? —preguntó acomodando el sobre dentro de su ropa.

—Las líneas en el paladar que ayudan a pasar la comida al esófago —explicó la mujer mientras orinaba —. En fin, estoy en dieta líquida por dos días. Por eso el maratón de micción — el chico aprovecho para acomodar su saco tapando su estómago, pues ahí tenía el sobre —. Un engranaje defectuoso y nada trabaja como debería. Sabes, valoramos la integridad en la oficina sobre todo lo demás.

La mayor tras limpiarse, se puso de pie para colocarse de nuevo su falda mientras continuaba hablando.

—La confianza es esencial y esa confianza se... —hizo una pausa —. Construye con el tiempo. Pero en el evento de una infracción, la Comisión actuará rápidamente y sin piedad —se acomodó su falda —. Y la eficiencia, estoy segura que sobre todas las personas, tú la aprecias, número Cinco.

La mayor tiró de la palanca del escusado, a lo que el chico rápidamente se acomodó mejor mientras la escuchaba salir de su cubículo.

—Siento algo de hambre —camino hacia el lavabo —. ¿Comiste algo?

—Aún no —se cruzó de brazos negando con la cabeza.

—Genial —respondió lavándose las manos —. ¿Te gustaría almorzar conmigo en mi oficina? —cuestionó caminando hasta estar frente al cubículo de Cinco —. Puedes comer sólidos y yo puedo vivir vicariamente —se asomó por la parte superior de la puerta para mirar al de ojos verdes— a través de ti.

—Suena bien —le dio la sonrisa más natural que pudo.

—Perfecto así puedes olvidarte por un momento de tu dichosa noviecita —le sonrió la mayor —. Te veo en un instante.

Tras eso la Encargada se alejó para salir del baño dejándolo solo. Soltó un suspiro mientras salía del cubículo, rascó su nuca con enfado y por culpa de un leve impulso golpeó la pared con frustración. Su paciencia comenzaba a agotarse.

Morgan entro frustrada a su casa, su ropa y cabello estaban empapados, pero no le importaba pues su mente estaba repleta de pensamientos. Se quitó su sacó intentando despejarse un poco, sus emociones eran confusas en ese momento. Quería gritar, pero a la vez no decir nada, quería llorar hasta que no salieran más lágrimas de sus ojos, pero al mismo tiempo guardarse su dolor, quería ir a pegarle con todas sus fuerzas a la primera persona que se interpusiera en su camino hasta matarla, pero también quería hacerse bolita y abrazarse a sí misma.

Las lágrimas comenzaron a brotar solas y caían por sus mejillas mientras ella se dejaba caer de rodillas al piso. Su padre estaba muerto, habían matado a su madre, el chico al que amaba se había ido, su hermana al parecer tenía poderes e interferían con los suyos, había golpeado a su otra hermana y sus demás hermanos estaban intentando lidiar por su cuenta con la idea de que el mundo estaba por terminar. Se sentía sola, de pronto el aire comenzaba a faltarle como si se ahogara y nadie estuviera para ayudarla.

—Tranquila, cariño —escuchó a su lado mientras dejaban caricias en su espalda —. Estás teniendo un ataque, pero estoy aquí para ayudarte.

Elevó la mirada con los ojos llorosos para toparse con la persona que le hablaba. Sus ojos se abrieron a más no poder debido a la sorpresa al ver quien era la persona arrodillada a su lado brindándole apoyo.

—Mamá... —murmuro con un hilo de voz —. ¡Mamá! —se abalanzó sobre ella para abrazarla.

La rubia la acogió entre sus brazos mientras comenzaba a acariciar su cabello. No sabía cuánto necesitaba un abrazo de su madre hasta que al fin lo obtuvo, Grace siempre la apoyó cuando lo necesitó en su infancia y a pesar de que no era tan cercana a ella como lo era con Diego, guardaba con mucho cariño aquellos momentos compartidos donde ambas hacían galletas juntas.

—¿Está todo bien, cielo? —cuestionó la robot con su pacífica voz.

—No —sollozaba la menor.

Grace no la cuestiono y se limitó a mirarla con una sonrisa triste para luego acercarse a su hija y dejarle un beso en la frente. Se acomodó mejor para que Morgan estuviera cómoda y permanecieron un rato más ahí.

Cinco se encontraba en la oficina de la Encargada sentado frente a ella, aunque ocultaba dentro de su bolsillo su mano, ya que tenía sus nudillos lastimados.

—Y así es como Phill determinó que el archiduque debía morir —concluyó la de cabello cano su relato, para luego sorber de su bebida —. ¿Quieres postre?

La mayor dejó de lado su vaso de alimentos para mirar al chico, quien dejó su vaso de agua en escritorio.

—Comí un Twinkie malo en el apocalipsis una vez, ahora evito lo dulce —hizo un par de muecas al recordar el mal sabor.

—Por favor, dame el gusto —le acercó un pequeño dulcero de cristal con pequeños caramelos de envoltura amarilla —. No dirías lo mismo si fueran galletas hechas por Morgan, ¿verdad?

El menor la miro con un ligero enfado pues gracias a ella no estaba con la chica de sus sueños, pero no puso más resistencia y tomó uno de los caramelos. Le quitó la envoltura y se lo llevó directo a la boca para poder degustar de este mientras la Encargada prendía un cigarrillo, Cinco se llevó una grata sorpresa al ver que no estaba para nada mal el dulce.

—¿Cómo te sabe eso? —cuestiono la mujer mientras se reclinaba en su asiento.

—¿A los 50's? —respondió con cierta duda pues era una sensación extraña el tener una década en su boca.

—Precisamente correcto —le dio la razón mientras se erguía de nuevo —. Nuestra astuta división de metafísica inventó una manera de destilar perfectamente una década entera en un solo caramelo —tomó uno de los dulces entre sus dedos —. Este modelo está basado en el Fudge Mutt, el favorito de los Estados Unidos en 1955.

—Sorprendente.

—Serás feliz de saber que es la misma división que está construyendo tu cuerpo —dejó de nuevo el caramelo en el dulcero.

—¿Y el de Morgan también? —la mayor se limitó a reír —. El de ella también, ¿cierto?

—Ya lo veremos, solo has logrado realizar un caso —se encogió de hombros —. Eso me recuerda, tengo algo para ti —cambió el tema para luego prender su intercomunicador —. ¿Carla?

—¿Sí? —respondieron del otro lado de la línea.

—¿Podrías traer la caja, por favor?

—Claro.

No tardó mucho en entrar una mujer de ropa azul a la oficina con una caja blanca en sus manos, la cual dejó en el escritorio para luego salir de ahí. La Encargada se puso de pie y rodeo el escritorio para colocarse junto a Cinco, quién también se había levantado de su asiento.

—Vamos, ábrela.

El chico hizo caso y la abrió topándose con un traje de vestir negro dentro de aquella caja, lucia bastante caro y seguramente hecho a su medida.

—La ropa hace al hombre, Cinco —dijo la de cabello cano mientras Cinco sacaba el traje de la caja para verlo mejor —. ¿No será agradable cuando puedas usarla? Muy pronto, te lo aseguro. Están perfeccionando tu cuerpo mientras hablamos.

—Gracias. Es un regalo muy amable —lo dejó de nuevo en la caja —. Sería más agradable si pudiera mostrárselo a mi novia.

—No entiendo porque es tanta tu insistencia sobre tu dichosa novia —rodó los ojos —. ¿No crees que si ella te amara como tanto lo dice no te hubiera dejado ir de nuevo?

Cinco permaneció en silencio y tragó seco, sintiendo así una punzada en sus nudillos heridos. Su mandíbula se tensó mientras cerraba la caja, sabía que lo estaba provocando y no quería rebajarse a su nivel, por lo que optó en cambiar el tema.

—¿Ese es un lanzallamas chino? —dijo girándose para poder señalar el arma.

—Buen ojo —le respondió la mayor.

Lo tomó como una luz verde y se acercó al artefacto para verlo con mayor detenimiento.

—La guerra, que concepto tan fascinante —comenzó a acercarse al chico —. Un tranquilizante temporal para un defecto humano permanente —el sonido de sus tacones cesó al estar a un lado de Cinco —. Claro, es más fácil verlo a 9,000 metros.

Soltó una leve risa, pero Cinco no hizo más que mirarla con el ceño fruncido. No era por confusión, sino que era por enfado. Ya no estaba del todo seguro de cuánto tiempo más podría seguir ahí.

—Estas son algunas cosas que he coleccionado de mis viajes —habló de nuevo la mujer señalando con su mano los objetos que había frente a ambos —. Granadas M26 de la guerra de Vietnam —tomó una para poder mostrársela a número Cinco, aunque al instante la regreso a su lugar para seguirle enseñando lo demás —. Y esto, la más notable, quizá —tomo una pistola de color negro —. Mi pistola Walther —simuló apuntar al frente —. La misma que usó Hitler para suicidarse.

Se inclino ligeramente al chico para murmurar, pero él dio un paso para atrás retrocediendo, cosa que hizo que la mujer tensara la mandíbula aunque sin eliminar su ya famosa impecable sonrisa.

—No se supone que tomemos esta clase de cosas, pero... —se acercó un poco más mientras hablaba en tono bajo — Él no lo iba a usar más —se apartó de él —. Siente... —dejo el cigarrillo en su boca para poder sujetar el arma con sus dos manos —. Cuan perfectamente balanceada es.

Se acomodó como si fuera a disparar al librero frente a ellos para luego dársela al chico, dejando así que pudiera verla mejor.

—Hay algo de lo que quiero hablarte —dijo el chico observando el arma —. Sugerencias para mejorar el protocolo de la Comisión.

—Ya estás agitando las cosas —la mujer colocó su mano en el arma para poder quitársela y dejarla en su lugar —. Admiro eso —pasó su mano por la mejilla del chico para luego darle un leve toque en la nariz —. Anda. ¡Dime! —exclamó caminando de vuelta a su escritorio para poder sentarse.

—Gloria —soltó sin más acercándose al otor lado del escritorio —. La operadora de tubos —apoyó sus manos en los respaldos de las sillas frente al escritorio —. ¿No sería más simple si cada administrador enviara su propio mensaje?

—Aprecio el pensamiento, realmente lo hago —se acomodó en su asiento—. Pero todos adoran a Gloria. No dejaría de escuchar quejas —rio levemente haciendo un movimiento con su mano —. Ella ha estado en la familia de la Comisión por años y esta así de cerca de ganar una pensión.

Cinco se limitó a asentir lentamente ante las palabras de la mujer.

—¿Es tu única sugerencia?

—En realidad no —habló de nuevo el chico recibiendo una seña de la Encargada para que hablara —. Si Ocho era mejor asesina que yo, ¿Por qué a ella no le diste ninguna vacante en la Comisión?

La mujer se tensó al instante y apretó su mandíbula haciendo que su sonrisa pareciese forzada. Se hizo hacia delante apoyando sus codos sobre el escritorio y poder así colocar su cabeza sobre sus manos.

—¿A qué viene eso?

—Morgan es la que merecía volver, no yo —hablo con cierta molestia en su voz.

—El hecho de que me la menciones cada que puedas no va a servir de nada —lo examinó con la mirada notando su mano herida —. De hecho, si sigues con tu estúpido capricho no pienso intentar siquiera ayudarte a salvarla a ella y a tu familia.

—No te atreverías...

—¿Quieres probar? —lo interrumpió retadora, a lo que el chico permaneció en silencio—. Eso supuse —se puso de pie para poder acercarse más a Cinco —. Deberías dejarla, yo podría hacerte más feliz.

Pasó su mano por la mejilla del chico lentamente, a lo que él retrocedió. La mayor intentó tomar su mano, pero él rápidamente aparto ambas de las sillas.

—Lo dudo mucho —respondió sin expresión alguna en su rostro.

La Encargada estaba por hablar de nuevo, pero fue interrumpida por Dot, quién tocó la puerta para luego entrar con el sobre rojo de su caso entre sus brazos.

—Perdón por interrumpir —habló la morena mientras la de cabello cano regresaba a su asiento —. ¿Podemos hablar a solas?

—Por supuesto —dejo su cigarrillo en el escritorio —. El deber llama —dijo hacia Cinco como si lo de hace unos segundos no hubiera pasado —. Continuaremos esta discusión después, Cinco.

—Seguro —respondió algo tenso para luego mirar el dulcero de reojo —. ¿Puedo? —lo señaló con su mano sana mientras guardaba la herida en su bolsillo.

—Por favor.

El chico tomó un puñado de dulces para luego guardarlos en su saco. Comenzó a caminar rumbo a la puerta, pero la mayor habló de nuevo.

—Por cierto, Cinco — el mencionado se detuvo por un momento —. Te recomiendo vayas a que te curen, no me gustaría mancharas los papeles de sangre.

El chico paso su lengua por su mejilla molesto mientras asentía sin mirarla, para luego salir de ahí. Su paciencia se terminaba.

Mil gracias a editorialspider y a -MAGIKSM por el nuevo banner, lxs tqm <3 

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