
🔥 32 🔥
28 de marzo, 2019
Ocho Hargreeves
—¿Cuándo se supone que ocurrirá? —escuché la voz de Luther —. Este... Apocalipsis.
—No puedo decirte una hora exacta, pero... —esa era la voz de Cinco —. Por lo que sé, nos quedan cuatro días.
Comencé a abrir levemente mis ojos mirando a mi alrededor intentando recordar lo que sucedió la noche anterior. Los recuerdos no tardaron en volver acompañados de mi dolor de cabeza que ya era leve. Me senté lentamente en la cama mientras tallaba mis ojos con mis palmas llamando la atención de ambos, solté un bostezo y me descubrí el rostro para luego acercarme al borde de la cama.
—Ten —dijo número Uno extendiéndome un vaso desechable de café —. Te lo traje anoche pero como estabas dormida ya no quise despertarte, seguro ya está helado.
Lo tomé entre mis manos notando la ausencia de calor de la bebida para luego abrirlo y dejar una leve descarga logrando calentarlo. Miré a Cinco y a su lado en el piso había un vaso idéntico solo que estaba tirado por lo que supuse estaba vacío. No dije nada y comencé a beber el mío notando como ambos no dejaban de mirarme.
—¿Todo bien? —pregunté de pronto.
Se miraron entre sí y fue cuando supe había algo raro, se sintió por unos escasos segundos una "complicidad", aunque siendo ellos seguramente solo era curiosidad compartida.
—¿Dormiste bien? —me cuestionó Cinco.
Tragué seco recordando las malas imágenes que había visto en la noche, todas las mismas en diferente orden, aunque siempre terminando con la luna explotando por culpa de aquellos rayos luminosos.
—¿Por qué la pregunta? —me anime a decir para luego beber más café intentando evitar sus miradas.
—En el trascurso de la noche te estremecías y varias cosas se elevaron —dijo Luther sin dejar de mirarme —. Fueron tres veces, creo.
—Cuatro, fueron cuatro —corrigió Cinco —. La primera aún no volvías —dijo mirando al mayor.
Asentí levemente mirando el piso evitando mirarlos pues no quería hablar sobre mis sueños tomando en cuenta que no sabía si solo eran eso o algo más, además no sabría cómo explicar algo que ni yo logro comprender.
—¿Está todo bien? —dijo mi novio llamando mi atención, a lo que yo asentí —. ¿Segura?
Lo miré para luego darle una mirada rápida a Luther y luego regresársela a él, asentí de nuevo y él me miro no muy convencido pues entendía que no era fan de hablar de cosas serías frente a el mayor.
—Solo fueron un par de pesadillas —me animé a decir acercándome un poco más a Cinco —. ¿De que hablaban? —cambie tema.
—Le he contado todo —me aclaro el chico.
Yo solo asentí comprendiendo que con "todo" quizá se refería a todo lo que él podría entender.
—¿Entonces ella también lo sabía? —ambos asentimos antes la pregunta del más alto —. ¿Por qué no dijeron algo antes?
—No hubiese importado —le respondió el de ojos verdes.
—¡Claro que sí! —exclamó Luther —. Podríamos ayudarte a detenerlo juntos.
—Para que conste, ya lo intentaron —nos miró a ambos.
—¿A qué te refieres?
Tras la pregunta de número Uno lo miramos, aunque él seguía en silencio. En los últimos días me había dado un contexto breve del apocalipsis y lo que vivió ahí pero mientras más decía era más que procesar así que no había terminado de contarme todo como tal, haciendo que su comentario también me extrañase a mí.
—Los encontré a todos ustedes —murmuró con la mirada baja tras unos segundos de silencio —. Sus cuerpos.
Se le notaba mal diciendo eso por lo que supuse que fue duro y ahora seguramente se encontraba recordando aquello. Una pequeña pisca de curiosidad se asomó en mi por lo que tras sentir un cosquilleo en mis ojos el leve brillo ámbar comenzó a salir de mi mano, así que la coloque en su pierna para poder entrar en su mente.
Ruinas, como todas las veces que entre era lo primero que veía, hasta que vi como Cinco caminaba entre ellas encontrando uno a uno los cuerpos de mis hermanos a excepción del de Vanya. Caminó un poco más y sentí como se me heló la sangre al ver mi cuerpo agonizante aún con vida, él se acercó y susurró un "lo siento" aunque no pasó mucho para que se soltara a sollozar pues al parecer había fallecido.
"Por favor, no me dejes... Tu no..." escuché decía entre sollozos.
Salí de aquel recuerdo de golpe sintiendo un par de lágrimas deslizarse por mis mejillas pues con tan solo ese pequeño fragmento de sus memorias había logrado sentir lo que seguramente él sintió.
—¿Morimos? —preguntó Luther al ver mi reacción.
—Horriblemente —susurró Cinco pasando uno de sus brazos por mis hombros intentando ayudar a calmarme.
Yo internamente le agradecí, pero no dije nada, las palabras no salían de mi boca por lo que solo me limite a acomodarme mejor colocando mi cabeza en su hombro intentando hacer que las lágrimas dejaran de salir, aunque estaba resultando más difícil de lo que pensé.
—Estaban juntos —volvió a hablar —, intentando detener al que acabó con el mundo.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Luther.
Cinco se movió ligeramente para sacar de su bolsillo el ojo de vidrio que aún no tenía dueño por lo que recuerdo, o al menos eso fue lo último que supe.
—Tenías esto aferrado a tu mano cuando te encontré —respondió para luego lanzárselo.
Luther lo tomó y comenzó a mirarlo mientras yo limpiaba mi rostro con la manga de mi saco al sentir como ya no salían más lágrimas. Sorbí un poco la nariz mientras sentía como Cinco dejaba leves caricias en mi brazo ayudando a relajarme.
—Debiste haberlo arrancado de su cabeza antes de morir —agregó Cinco sin detener su acción en mi brazo.
—¿La cabeza de quién?
—Como dije, no lo sé.
—Tiene un número de serie atrás —dijo Luther tras mirar el ojo —. ¿Crees que podrías...?
—No, es inútil —lo interrumpió —. Es tan solo otro trozo de vidrio.
Tras decir eso, el mayor se lo extendió para Cinco pudiera tomarlo, pero lo tomé yo en su lugar haciendo que flotara hacia mi para no separarme de él. Miraba el ojo que tenía entre mis dedos analizándolo, podría ser de cualquiera y ya teníamos menos de una semana para encontrar al dueño de este.
De pronto la puerta fue abierta bruscamente llamando nuestra atención, era Diego quien la había abierto de una patada y comenzaba a caminar echando humo hacia donde estábamos.
—Pedazo de mierda —habló bajando las pequeñas escaleras que tenía la habitación.
Luther se puso de pie de inmediato y Cinco y yo nos separamos para sentarnos mejor dándole atención a las fuertes pisadas de mi hermano.
—¿Tienes idea de lo que hiciste? —se acercó molesto a nosotros sin embargo Luther lo detuvo sosteniéndolo entre sus brazos elevándolo del piso —. ¡No! ¡Déjame! —exclamaba forcejeando —. ¡Quítame sus manos de simio de encima!
—Puedo hacer esto todo el tiempo que lleve calmarte —le respondió Luther tranquilamente.
No pasó mucho cuando mi hermano dejo de forcejear, aunque se le notaba extremadamente tenso, estaba más que furioso. Tragué seco intentando mantenerme serena aunque sabiendo lo impulsivo que era mi hermano me costaba un poco conseguirlo hasta que sentí la mano de Cinco sobre la mía haciendo que me sintiera mejor.
—Bien —murmuró Diego logrando que Luther lo dejara de nuevo en el suelo.
—Ahora —habló el más alto —. ¿Nos dices de qué hablabas?
—Tu hermano ha estado ocupado desde que volvió —comenzó a hablar mirándolo para luego mirarme también a mi —. Corrijo, ambos lo han estado —yo solo elevé una ceja sin entender haciendo que hablara de nuevo —. Estuvieron en medio del tiroteo en Griddy's, y luego en Gimbel Brothers luego de que atacaran la academia, buscándolos.
—A mí no me buscaban —hable —. Yo estuve esa noche ¿Recuerdas? Y a mí no me estaban buscando, ni siquiera... —me interrumpí haciendo que todos me miraran extrañados.
Yo no dije nada y volví a los recuerdos de esas noches. El ataque era hacía Cinco, solo me comenzaban a apuntar a mi cuando yo los atacaba, pero a diferencia de con Cinco a mí no me habían intentado matar.
—¿Ni siquiera qué? —preguntó Diego enfadado.
—Nada.
—¡Por favor, Ocho! —exclamó de nuevo enfadado —. No intentes callarte para protegerlo, gracias a él estamos donde estamos ahora, gracias a él fue que te perdimos en primer lugar, estuviste en tu cuarto deprimida por casi un mes, si no fuera por Ben quién sabe si hubieras salido de ahí. ¿Y aún después de lo que te hizo y lo que seguramente te está haciendo hacer lo vas a defender?
Sentí como ante lo que dijo Cinco me soltó, sintiendo culpa quizá. Yo miré a Diego con cierto recelo, sabía que estaba diciendo todo por impulso y no lo hacía con el afán de herirme a mí, pero lo estaba haciendo, por lo que me puse de pie para mirarlo mejor y acercarme un poco a él.
—Nada de lo que hice, de lo haga o lo que haré es asunto tuyo —comencé a decir con la mandíbula tensa intentando tragar un nudo en mi garganta formado por enojo —. Te lo explicaría, pero dudo que lo entiendas en este momento. Si yo he estado haciendo esto es por amor y no sólo por el que le tengo a él —apunte a Cinco —, sino que también por mi familia. Así que todo lo que nosotros hagamos no será de tu incumbencia.
—Lo es ahora —murmuró haciendo que frunciera el ceño —. Acaban de matar a mi amiga.
—¿Qué...?
—Y si se lo que es amor —me interrumpió —. La quise como no tienes idea, Ocho.
Lo miré con mi mandíbula tensa mientras asentía levemente. De pronto el recuerdo de Cinco pálido en aquella camilla con una gasa en el pecho volvió a mi mente.
"Por favor resiste" "Cinco, por favor despierta..." "¡Abre los ojos!" "¡No me puedes dejar así!"
Sentí una lágrima caer por mi mejilla la cual limpié rápidamente mientras todos me miraban atentamente. Estaba por hablar de nuevo cuando sentí una punzada en mi cabeza y la imagen de Diego sosteniendo a una chica entre sus brazos mientras sollozaba volvió a mi, haciendo que cayera de golpe al piso de rodillas.
—¿Estás bien? —dijo Cinco mientras se acercaba a mi rápidamente, a lo que yo asentí —. ¿Segura? —preguntó de nuevo ayudando a sentarme en la cama a lo que volví a asentir.
—¿Quienes son, chicos? —nos preguntó Luther retomando el tema anterior antes de la pelea verbal entre Diego y yo.
—Trabajan para nuestra antigua jefa —respondió Cinco tras tragar en seco —. Una mujer llamada la Encargada.
—Ella los envió —agregué recuperándome —. Para detenerlo.
—Y tan pronto la amiga de Diego se puso en su camino —se encogió levemente de hombros mi novio —. Pues, presa fácil.
—Y ahora son mi presa fácil —respondió número Dos —. Me encargaré de que paguen.
—Sería un error, Diego —dije viendo como se comenzaba a alejar para dirigirse a la puerta.
—Han matado a gente más peligrosa que tu —agregó Cinco.
—Ya veremos —y sin más salió de ahí cerrando la puerta a sus espaldas dejándonos solos a los tres, de nuevo.
Nos quedamos unos momentos en silencio mientras que yo lo agradecía ya que la punzada se esfumaba. Sentí la mano de Cinco acariciar mi espalda para intentar calmarme, cosa que ayudó.
—¿Antigua jefa? —preguntó Luther de pronto —. ¿De qué se trata? —nos miró —. Y no vengan con que "no es de mi incumbencia", ¿Está bien?
—Es una larga historia — se limitó a decir Cinco.
Ante eso Luther se sentó de nuevo donde estaba antes de que Diego llegara dando a entender que estaba dispuesto a escucharla. Cinco comenzó a narrar su primer encuentro con la Encargada hace un par de años mientras Luther lo escuchaba atentamente, yo asentía de vez en cuando dándole la razón cuando comenzó a decir como fue cuando llegó a la Comisión.
—Me convirtieron en el instrumento perfecto de rehabilitación del tiempo continuo —continuó narrando —. O correcciones, como les llaman —Luther asintió levemente para que continuara —. Yo no era el único, había otros como yo, así como Ocho —ambos me miraron —. Seres fuera de tiempo, fracturados, extraídos de las vidas que conocían. No sé como llegaron ahí, pero si sé que nadie era tan bueno como yo —lo mire elevando una ceja —. Después de ella, claro está.
—¿Y tú? —me miró Luther —. ¿Cómo llegaste ahí?
Tenía la mirada de ambos sobre mí por lo que era evidente no me salvaría de hablar. Solté un suspiro mirándolos para luego agachar la cabeza y comenzar a hablar.
—En resumen, estaba desesperaba por encontrarlo —dije señalando a Cinco con la cabeza sin mirarlo —. Fue cuando me escapé de casa, ese día la conocí a ella y me ofreció ayuda para hallarlo a cambio de trabajar ahí mientras eso pasaba. Confié en ella y con ayuda de mis poderes me convirtió... Me convirtió en un arma.
Todos permanecimos en silencio por unos instantes mientras que las caricias en mi espalda se detuvieron por unos segundos, aunque no tardo mucho en reanudar su acción y volver a hablar.
—Ellos no se dieron cuenta, pero yo pasaba el tiempo tratando de descifrar la ecuación correcta para regresar —dijo haciendo que me animara a mirarlo —. Si lograba regresar, así que podía detener el apocalipsis. Salvar el mundo. Fue ahí cuando ella se dio cuenta.
—Nos tocó compartir una misión —comencé a explicar al ver a Luther fruncir el ceño —. Entre a su mente y me enteré así que deje que él fuera solo a la misión mientras que yo escape de ahí en las narices de todos, aunque eso hizo que dañaran mi maletín y terminara así —me señale.
—Y yo rompí mi contrato.
Luther asintió de nuevo y se puso de pie para caminar a una pequeña mesita donde había un plato y un par de vasos de café extra. Nos extendió el plato con lo que parecían ser galletas, las cuales tomo Cinco para luego extenderme los cafés dando a entender que los calentara. Los tomé y así lo hice para luego extenderle uno a cada uno, pero Luther se negó, por lo que supuse era para mí.
—Entonces... —tomó asiento de nuevo —. ¿Eran sicarios?
—Si.
—Tenían un código, ¿Cierto? —fruncí el ceño ante su pregunta —. No solo mataban a cualquiera.
—Sin código —respondí.
—Matábamos a quien se metiera con la línea temporal —agregó Cinco.
—¿Qué hay de los inocentes?
—Era la única manera de volver aquí.
—Pero eso es asesinato.
—Por Dios, Luther —dije tras darle un trago a mi café —. Madura, ya no somos niños.
—No existen los tipos buenos o los tipos malos, solo hay gente viviendo sus vidas —habló el chico a mi lado —. Pero cuando el mundo se acabe, toda la gente morirá, incluyendo nuestra familia. El tiempo lo cambia todo.
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