
🔥 31 🔥
27 de marzo, 2019
Ocho Hargreeves
No tardamos mucho cuando estábamos frente a "Argyle Public Library". Entramos y comenzamos a buscar piso por piso rastro alguno de Cinco, no dejábamos ni un solo pasillo sin revisar y tras ver que no había nada subíamos al siguiente y así sucesivamente.
—¿Encontraron algo? —pregunté frustrada.
Ya estábamos en el último piso y pareciese que no había ninguna pista que nos mostrara que mi chico de ojos verdes estuviera ahí. Podría jurar que ya habíamos desperdiciado un día competo ahí.
—No —respondieron al mismo tiempo.
Nos miramos entre sí sin decir nada, Diego estaba de pie junto a un barandal que tenía el lugar y Luther se dio la vuelta para poder continuar buscando, yo quería imitar su acción, pero la falta de sueño y el agotamiento de recorrer completó el lugar no me dejaron.
—¿Quieren saber por qué me fui? —soltó Diego de pronto haciendo que Luther frenara su pasó de golpe ganando la atención de ambos.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —preguntó Luther regresando a donde nos encontrábamos nosotros,
—Por qué me fui de la academia.
—Porque no aguantabas que fuera el número Uno —respondió Luther ocasionando que soltara una carcajada.
—No te creas el centro del universo, Luther —dije tras dejar de reír.
—No —le dijo esta vez Diego a su comentario —. Porque eso haces cuando tienes diecisiete años. Te mudas, creces, tomas el control de tu vida.
—Oh si —le respondió Luther sarcástico —. Eres todo un adulto.
—Al menos tomo mis propias decisiones —dijo Diego —. Tu nunca has tenido que buscar trabajo, pagar cuentas —se quedaron en silencio por un par de segundos, Diego se reacomodo recargándose en el barandal y agregó —. ¿Has estado con una chica?
El mayor me miro de reojo haciendo que frunciera el ceño, no pasó mucho cuando comenzó a titubear causando que el rostro de Diego se viera satisfacción y riera levemente.
—No sé de qué hablas... —respondió al final ganando más risas por lo bajo de parte de Diego.
—Mira, quieres culparme, cúlpanos... —me dio una mirada rápida —. Por irnos. Está bien. Pero quizá te haces la pregunta equivocada —hizo una pausa —. Quizá no es por qué me fui, quizá es por qué te quedaste.
Escuché que Luther le contestaba, pero no supe con claridad que pues retrocedí un poco alejándome ligeramente de ellos cuando una punzada apareció en mi cabeza. Apreté la zona donde la sentí y después el dolor se intensifico, intenté hablar para llamar la atención de los chicos, pero no pude ya que varias imágenes se comenzaron a reproducir de golpe en mi mente. Diego sosteniendo a una chica de tes oscura en sus brazos mientras ella no reaccionaba, Klaus llorando en el piso junto a un maletín roto, Cinco en su cama herido, Allison desplomada en el piso con su garganta sangrando y la luna estallando por un rayo de dos colores
No lo soporte más y perdí el equilibrio cayendo de rodillas al suelo sin dejar de agarrarme la cabeza pues las imágenes se repetían una y otra vez acompañada de unos pasos que me parecía se acercaban a mí. Escuche como una voz lejana me llamaba, repetía mi nombre, pero no lograba salir de este trance. De pronto mi nombre se escuchó con más fuerza mientras sentía un par de manos en mis hombros logrando hacerme volver a la realidad.
Diego estaba hincado junto a mí con sus manos sobre mis hombros mirándome directamente a los ojos, los cuales sentí cristalizados. Asentí levemente, aunque algo insegura, él me dio una mirada cálida y me acercó a él para darme un abrazó el cual no rechace.
—¿Ya viste lo que hiciste? —preguntó Luther molesto —. Tuvo un ataque por tu culpa y tu afán de no callarte.
—¿Mi culpa? —preguntó Diego sarcástico sin soltarme —. Tu fuiste el que comenzó a alzar la voz.
—¡Ya basta! —exclamé separándome de Diego antes de que el mayor le contestara y su discusión se retomara.
—¿Dónde están tus padres? —escuchamos la voz de una señora no muy lejos de nosotros, cosa que llamó nuestra atención.
Rápidamente me puse de pie con ayuda de Diego pues mi cabeza daba vueltas después de lo que acababa de pasar. Pasó uno de mis brazos por sus hombros para que me pudiese apoyar y comenzamos a caminar en dirección de donde provenía la voz.
—Llamaré a seguridad —dijo de nuevo la mayor mientras pasaba por nuestro lado.
Intente acelerar el pasó aun cuando Diego me ayudaba a mantenerme de pie, llegando rápidamente a otro barandal donde se encontraba Cinco apoyado ahí durmiendo, abrazando a Delores con una botella en mano rodeado de algunos libros, papeles y una libreta. Al verlo una sonrisa apareció en mi rostro y me aparté de Diego para hincarme al lado de mi chico.
—Cinco.... —murmuré mientras le acariciaba la mejilla haciendo que abriera ligeramente los ojos.
—Hola ojitos —dijo al verme arrastrando las palabras y con una sonrisa boba.
Lo miré con el ceño fruncido confundida, hasta que me giré a ver la botella en su mano casi vacía.
—¿Él está...? —pregunto Luther.
—Demasiado ebrio —le respondió Diego.
Cinco miró a donde yo y me la extendió, me giré viendo a mis hermanos quienes solo nos miraban y recordé las imágenes que aparecieron en mi mente hace segundos, quería olvidarlas, aunque sea por unos minutos. Le regresé la mirada a mi novio y tomé la bebida para comenzar a beberla de golpe todo lo que le restaba que era menos de un cuarto de botella.
Al terminarla la dejé en el piso notando que Cinco se había quedado dormido de nuevo. Solté un suspiro y comencé a juntar las cosas que tenía a su alrededor, elevando libros para que se acomodaran solos en el escritorio más cercano y lo que podría ser de él como la libera y hojas sueltas las tomé.
Me puse de pie mientras tomaba la botella vacía para dejarla en un bote de basura que estaba cerca de nosotros con un movimiento de mano para luego mirar a mis hermanos.
—Tú carga a Cinco —señale a Luther —, Y tú a Delores —señale esta vez a Diego.
—¿Quién? —preguntaron a la vez.
—El maniquí.
Ambos me miraron frunciendo el ceño, pero al ver mi expresión se tornaba seria acataron mis indicaciones para luego salir de ahí lo más pronto posible.
—No podemos volver a casa, no es seguro —dije mientras caminábamos —. Podrían regresar e intentar atacar de nuevo.
La luna adornaba el cielo nocturno tapizado de estrellas y los cuatro —y medio, contando a Delores —estábamos en la calle siendo alumbrados por estas y los faros de la ciudad mientras caminábamos a excepción de Cinco quien era cargado por Luther, además de que ahora él mismo tenía el maniquí en brazo pues al recuperar conciencia hizo una extraña rabieta como si tuviera seis años hasta que Diego se la dio.
—Yo vivo cerca —dijo Diego —. Nadie lo buscará ahí.
Cinco de pronto soltó un eructo, aunque parecía más una mezcla entre este y una arcada, a decir verdad no dudaba que gracias al efecto del alcohol vomitara pues incluso yo me sentí ligeramente más "alegre" solo que aun en todos mis sentidos.
—Si me vomitas encima... —intento amenazar Luther, pero Cinco lo interrumpió.
—¿Saben qué es gracioso? —arrastraba las palabras con un tono entre alegre y divertido —. Estoy en la pubertad de nuevo, igual que ella —me señaló con la cabeza mirándome directamente pues iba a la derecha de Luther —. Hola —alargó la "a" mientras movía su mano levemente mirándome.
Moví mi mano de igual manera correspondiendo su saludó haciendo que soltara una risita boba, por lo que tuve que hacer uso de todas mis fuerzas para no morir de ternura.
—Bebí la botella entera, ¿no es así? —preguntó mirándonos.
—Casi —me límite a contestar.
—Eso es lo que haces cuando el mundo que amas desaparece. Bye, bye. "Puff" —decía haciendo ademanes de manos —. Y no solo me refiero a ti, mi princesa —me miró —. Eres mi mundo, pero también habló del otro mundo.
—En serio está ebrio —me dijo Diego a lo que yo asentí.
Cinco solía ser tierno cuando quería, pero esto ya comenzaba a incomodarme pues el cómo soltaba las cosas sin filtros era raro y no me terminaba de encantar. Solté un suspiro e intenté mirar cualquier cosa que no fuera mi erbio novio hablando solo por hablar.
—¿De qué están hablando? —soltó a los pocos segundos retomando el tema del porque no íbamos a casa.
—Dos tipos con máscaras atacaron la academia anoche —respondió Luther.
—Vieron a buscarte —agregó Diego que iba un par de pasos adelante de nosotros —. Así que concéntrate. ¿Qué quieren?
—¿Hazel y Cha-Cha? —preguntó mirando a lo que asentí.
—¿Quienes?
—Odio los nombres en clave.
Dijeron Diego y Luther casi a la par mirándonos a ambos.
—Son lo mejor de lo mejor —se limitó a contestar Cinco —. A excepción de mí y de Morgan, claramente.
—¿Morgan? —preguntaron ambos al mismo tiempo a lo que yo desvié la mirada pues solo tres de mis hermanos sin contar a Cinco conocían mi nombre, y papá claro está.
Sentí la mirada de Diego sobre mí pues él sabía que conocía a los atacantes, pero yo solo lo ignoré rogando que dejáramos el tema para después, y por suerte así fue pues volvió a hablar.
—¿Lo mejor de qué?
—¿Saben? Delores dice que odia cuando bebo —cambió el tema Cinco —. Debí llamarla Shirley
—¡Hey! —exclamó Diego —. Necesito que te concentres. ¿Qué es lo que Hazel y Cha-Cha quieren?
Todos miramos a Cinco quién solo tenía una sonrisa juguetona en el rostro, pero no soltó ni una sola palabra haciendo que todos permaneciéramos en silencio.
—Solo queremos protegerte —agregó.
—¿Protegerme? —preguntó con burla —. No necesito tu protección, Diego. ¿Tienes idea de cuantas personas he matado? No —se respondió a si mismo antes de que el mencionado lo hiciera —. Soy el quinto jinete del apocalipsis.
—¿Quinto? —cuestioné.
—Tú eres la cuarta —me señaló —. Con tus rayos y lo que haces con las manos —dijo "imitándome" aunque solo hacia movimientos extraños removiéndose en los brazos de Luther haciendo que rodara los ojos el más alto —. El apocalipsis se acerca.
Y sin más se giró para vomitar a espaldas de Luther, ver la escena y el pensar en el apocalipsis de pronto después de haber estado unos minutos relajada hicieron que se me hiciera un nudo en el estómago. Podía llegar a asesinar a sangre fría a quien se me atravesara quemándolo con ayuda de mis rayos o explotándolo y que sus órganos volaran por todas partes sin inmutarme, pero ver a alguien vomitando me causaba nauseas.
Por lo que había bebido mi estomago se revolvió y fue inevitable no sentir como algo subía por mi garganta por lo que corrí prácticamente al bote de basura que teníamos cerca y expulsé el poco alimento que había ingerido en estas horas.
—Será una noche larga —murmuró Diego mientras se acercaba a tomar mi cabello en una coleta.
Y como Diego no había dicho, donde vivía no estaba lejos, no demoramos mucho en llegar a un gimnasio donde al parecer ahí era su "casa". Luther recostó a Cinco en la cama de Diego mientras yo me sentaba en una orilla de esta misma frotando mi rostro con mis palmas intentando despejarme un poco pues la luz me parecía ligeramente irritante.
Diego dejo a Delores en un banco del otro lado de la habitación para luego acercarse a mí y sobar mi espalda ligeramente.
—¿Cómo te sientes? —me preguntó.
—Creo que ya mejor, gracias —él solo asintió y se alejó de mí.
Miré a Cinco, estaba completamente dormido, cayó rendido en el camino después de que vomitara sobre Luther, me prohíbo olvidar la expresión que hizo.
—Que gracioso —volvió a hablar mi hermano viendo a Cinco —. Si no supiera que es un imbécil diría que se ve adorable cuando duerme.
—No te preocupes, volverá a estar sobrio eventualmente —respondió Luther —. De vuelta a su estado desagradable.
—No puedo esperar tanto —habló caminando hacia la puerta mientras Luther se quedaba de pie cerca de la cama —. Debo saber cuál es su conexión con esos locos antes de que muera alguien más.
—Por favor no empiecen... —murmuré mientras apoyaba mis codos en mis rodillas para poder recargar mi cara entre mis palmas pues una punzada en mi cabeza se comenzaba a sentir solo que esta vez estaba segura era por el efecto del alcohol.
—Todo lo que dijo antes... —dijo Luther ignorándome, vaya sorpresa —. ¿A qué creen que se refería?
Al escuchar que hablaba en plural elevé levemente la cabeza haciendo que ambos me miraran. Luther estaba por hablar, pero Diego hizo una seña con la mano pidiendo que guardáramos silencio. Se comenzó a escuchar un leve ruido proveniente del otro lado de la puerta, eran pasos acercándose.
Diego se comenzó a cercar a la puerta rápida y sigilosamente sacando uno de sus cuchillos dispuesto a atacar. Nos volvió a hacer una seña de que no nos moviéramos y tomó la perilla de la puerta dispuesto a abrirla. Nos miró y abrió de golpe con el cuchillo en mano, pero antes de siquiera atacar una voz lo detuvo.
—¡Me lanzas otro de esos malditos cuchillos y levantaré cargos! —exclamó una voz de un señor ya mayor para luego entrar en la habitación.
—¿Qué quieres, Al? —preguntó Diego regresando a donde estaba Luther siendo seguido por el mayor.
—No soy tu secretario —exclamó ganando un "aja" entre dientes por parte de mi hermano —. Una señorita te llamó, dijo que necesita ayuda.
—¿Qué señorita? — preguntó notando que "Al" se había quedado unos pasos detrás de él cerca de la puerta.
—No lo sé. Una detective —respondió —. Creo que dijo que su nombre era Blotch o algo así.
—¿Patch? —el señor se encogió de hombros asintiendo a la pregunta de Diego —. Ella necesita mi ayuda —dijo comenzando a caminar a paso rápido hacia la puerta.
—Ella necesita que te encuentres con ella en ese motel —dijo dándole un papel ya que estaba a su lado —. Un basurero en Calhoun.
—¿Cuándo?
—Hace media hora —dijo caminando el mayor hacia la puerta —. Dijo que encontró a tu hermano.
Y sin más salió del cuarto dejando la puerta abierta. Los tres nos miramos entre sí para luego mirar a Cinco quien seguía durmiendo como un bebé en la cama de Diego.
—Eso no tiene sentido —soltó este último.
Fruncí el ceño intentando pensar más allá del ligero efecto del alcohol presente en mí y recordé mis palabras de esa mañana. "Tampoco he visto a..."
—Klaus... —murmuré llamando su atención.
Ambos me miraron para luego verse de nuevo entre sí murmurando el nombre de mi hermano al mismo tiempo. Diego no lo pensó más y salió a toda velocidad.
—Ve, yo esperaré con... —no termino Luther su oración pues fue interrumpido por la puerta cerrándose tras mi hermano —. Ellos...
Se giró a mirarnos por lo que yo escondí de nuevo mi rostro entre mis palmas para evitar la luz. Nos quedamos en silencio, cosa que agradecí ya que me ayudaba a sentirme mejor.
—Te traeré un café —soltó Luther de pronto —. Eso les ayudara con el efecto del alcohol y todo eso.
Yo solo levante una de mis manos para levantar el dedo pulgar en forma de aprobación para poder después volver a mi posición original. No pasó mucho tiempo cuando escuché como se abría y cerraba la puerta del cuarto por lo que supuse que el más alto se había ido.
Me quedé ahí por unos segundos más mientras la punzada en mi cabeza comenzaba a disminuir lentamente y el agotamiento comenzaba a aparecer en mi después de un largo día y una noche aún más larga donde no había logrado descansar lo suficiente.
—Morgan...
Sentí un escalofrió al escuchar mi nombre pues era raro me llamaran así. Elevé ligeramente mi mirada topándome a Cinco adormilado mirándome, le sonreí de lado y él imitó mi acción solo que él se movió en la cama dejando un espacio libre que palmeo.
—¿Duermes conmigo?
La sonrisa en mi rostro se agrando ligeramente mientras asentía levemente. Me acerqué a él y me recosté a su lado dándole la espalda mirando al cuarto de Diego analizándolo un poco ya que por mi dolor de cabeza no lo había visto del todo. Recorría todo con mi mirada hasta que sentí pasaba su mano lentamente por mi espalda sobándola con calidez.
—¿Me abrazas? —sentí una corriente eléctrica en mi columna cuando sentí su aliento cálido cerca de mi nuca.
Me giré para mirarloy estábamos a centímetros de distancia por lo que me acomodé mejor en la cama yme recosté en su pecho, comencé a trazar pequeñas líneas en su pecho intentandodormir hasta que de pronto sentí comenzaba a acariciar mi cabello suavemente.Yo solo me límite a aspirar su aroma hasta caer rendida entre sus brazos.
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