
🔥 30 🔥
27 de marzo, 2019
Ocho Hargreeves
Desperté de golpe ante los malos sueños, era la quinta vez de la noche que mis pesadillas no me habían dejado descansar. Solté un suspiro mientras me sentaba en la cama, me froté la cara con las manos intentando despejarme, miré por la ventana y ya había amanecido. Me puse de pie y fui a por un uniforme para poder cambiarme y un par de toallas para tomar una ducha.
Entre al baño y abrí las llaves de la regadera para que el agua comenzara a fluir. Me deshice de mi ropa y entre en la bañera sintiendo el agua caer desde mi cabeza y se deslizaba por mis hombros comenzando a humedecer mi cuerpo. Me tomé mi tiempo para ducharme pues quería relajarme después de todos esos días tensos que había tenido, quería darme un poco de tiempo a mi antes de dedicárselo a todos los demás intentando detener algo que a simple vista parecía inevitable.
Tras eso me sequé y vestí, regresé a mi cuarto para dejar mi ropa sucia en el cesto de ropa y ponerme mi calzado notando una extraña tranquilidad en toda la academia. Miré a mi alrededor en busca de mi mochila, pero recordé la había dejado en el cuarto de Ben por lo que salí dispuesta a buscarla.
Al estar en el marco de la puerta su habitación solté un suspiro antes de entrar pues solo de estar ahí y notar la ausente presencia de mi hermano sentía me costaba trabajo que el aire llegara a mis pulmones. Vi mi libreta sobre la cama y la guardé en mi mochila procurando no tardarme mucho ya que no quería pasar demasiado tiempo en aquel cuarto, saliendo así rápidamente de ahí.
Iba a regresar a mi habitación, pero el inquietante silencio en la mansión me hizo acercarme sin pensar al cuarto de Klaus en su búsqueda, pero este estaba vacío, tras eso fui al baño más cercano a este, pero no había señal alguna de él, ni siquiera se veía el piso húmedo por lo que si lo hubiera usado debería haber pasado el suficiente tiempo como para que todo estuviera seco por lo que quizá habrían pasado horas desde que lo uso.
Al no ver nada volví a mi cuarto para dejar mi mochila sobre la cama, me senté juntó a esta pensando si sacar la libreta nuevamente y escribir o tomar la mochila e ir directamente a buscar a mi chico con esta y ya estando con él escribir todo, pero escuché ruido en el cuarto de Cinco por lo que solo dejé el bolso ahí para ir al cuarto de enfrente.
—Como dije, amo Luther —escuché la voz de Pogo desde el interior —. Número Cinco no ha usado este cuarto.
Me asomé ligeramente notando como el mencionaba se hallaba abriendo y cerrando cajones como su buscase algo, aunque no tenía ni idea del porque, no es como si fuera de mi interés, pero no era de mi agrado que agarrara algún objeto de mi chico sin su autorización.
—Si, lo sé, pero le tengo que avisar —le respondió el más alto —. No sabe que nos atacaron. no sabe que están buscándolo, ni siquiera sabe que...
—¿Aún no llega? — pregunte entrando a la habitación de Cinco.
—¿Tu qué crees? —respondió Luther sarcástico haciéndome rodar los ojos.
Y claramente su habitual actitud de idiota había vuelto después de todo lo que pasó anoche. Sabía que esto sucedería, pero ahora está siendo el doble de irritante.
—Bueno, yo creo que tú estás bastante mal de la cabeza como para hurgar en las cosas de mi novio —le respondí recalcando las últimas dos palabras.
Él solo rodo los ojos y siguió revisando las cosas de Cinco, miré a Pogo ya que estaba sentado en la cama y le sonreí en forma de saludo a lo que solo asintió levemente en respuesta.
—Tampoco he visto a Klaus —le dije mientras me cruzaba de brazos y me apoyaba en el umbral de la puerta —. ¿No sabes dónde está?
—Me temo que no, señorita Ocho.
Me respondió a lo que yo solo asentí lentamente frunciendo mis labios. Pasaron solo un par de segundos para que Diego llegara al cuarto de pronto quedándose a mi lado, me miró y luego al más alto para luego hablar.
—¿Qué haces aquí? —yo fruncí el ceño y estaba por hablar cuando me interrumpió —. Tú no, tranquila —me dio una palmada en el hombro —. Le hablo a él —aclaró para luego entrar a la habitación.
Luther dejó las cosas de Cinco de lado cerrando el cajón y se puso de pie —pues se encontraba en cuclillas —para poder girarse a ver a mi hermano quien se le veía bastante enfadado, aunque no lo culpo pues a mí también me molesta la simple existencia del más alto.
—¿Ya supiste lo de mamá? —le preguntó haciendo que yo frunciera el ceño pues no sabía de lo que hablaba.
—Si, te saliste con la tuya —exclamó Diego —. De un modo u otro.
Miré a Pogo en búsqueda de respuestas pues se le notaba a Diego mal con el tema y a Luther no pensaba preguntarle nada. Él me miró triste y bajo la cabeza negando, Pogo solía de ser de pocas palabras, pero eso me bastó para entender. Mamá había muerto, y seguramente en manos de Hazel y Cha-Cha.
Tragué duro intentando mantenerme fuerte pues aun cuando mamá fue creada por papá para cuidarnos, gracias a ella éramos lo que somos ahora, muchas de las cosas que me gustan como lo es el hacer galletas y leer lo aprendí de ella, me escuchaba cada que practicaba mi español y me ayudó siempre que pudo y ahora... Ahora no estaba con nosotros.
—¿Quieres decirme que haces aquí? —le preguntó Luther.
—Estoy buscando a Cinco —respondió Diego.
—Déjame adivinar, ¿Vas a salvar el día? —habló irónico.
—A eso me dedico, tarado —dijo mientras se dirigía a donde yo estaba para salir de ahí.
—¿En serio? Creí que limpiabas pisos —Diego paró en seco para luego girarse a mirarlo.
—¿Y tú qué haces ¿Sentarte en la luna cuatro años a esperar ordenes? —contraatacó.
—Esto no nos ayuda a encontrar a su hermano —interfirió Pogo.
—Pogo tiene razón —dije esta vez yo —. No inicien tan temprano con sus estúpidas peleas.
—¿Sigues siendo un soldado leal después de todo lo que papá te hizo? —volvió a hablar Diego ignorándonos.
—¿Cómo qué? ¿Salvarme la vida? —preguntó irónico.
—No, más bien convertirte en un monstruo —respondió.
—¡Diego! —exclamé haciendo que me mirara, no lo defendía porque me agradara, sino porque sabía el impacto de esa palabra —. ¿Es en serio? —regañé.
—¡Oh vamos, Ocho! —dijo con el mismo tono que yo —. Tú no eres la indicada para defenderlo, nunca se llevaron bien —se acercó a mí un poco mientras lo señalaba —. Ambos sabemos que ahora es eso, el sí es un monstruo —remarcó el "si".
Al decir esa última oración recuerdos de mi infancia llegaron a mi mente. "Eres un monstruo", la voz de Allison se comenzó a escuchar y repetirse una y otra vez en mi cabeza. Sentí por un momento como un nudo en mi garganta se formó por lo que tragué seco sin mostrar lo que sentía debido a ese recuerdo.
Luther no dijo nada, sino que golpeó directamente el armario con su puño causando que se rompiera donde impactó su mano dejando un agujero de gran tamaño.
—Ya no lo puedes ocultar, campeón —le dijo Diego irónico mientras ambos se veían directamente a los ojos con rencor.
—Fue una decisión difícil y la tomó —le respondió Luther tras sacar su mano del armario roto.
—Madura, Luther —dijo serio —. Ya no tenemos trece años.
—Eso es lo que hacen lo líderes —intentó defender, pero yo solo rodé lo ojos.
—Que hipócrita —dije entre dientes ya que hoy habla sobre liderazgo después de que hace unas horas me había dicho que era mejor que el en eso.
—Te mando solo a esa misión —hablo Diego con una mezcla entre seriedad e ironía —. Y casi mueres.
—Al menos estuvo ahí —intentó contraatacar —. ¿Dónde estabas tú? —lo miró para luego mirarme a mí —. ¿Y tú? ¿Y los demás de esta familia? —le devolvió la mirada a Diego —. Se marcharon.
—Y gracias a Dios que lo hice habría terminado como tú —lo señalo —. Si Ocho no se hubiera ido quizá ningún otro lo hubiera hecho, es la única sensata y una buena líder.
Dijo lo último mientras me tomaba del brazo y me señalaba. Yo solo lo miré extrañada mientras me soltaba de su agarre para colocarme atrás de ellos evitando me involucraran en su pelea, aunque la mirada de celos de Luther ya estaba puesta en mí.
—Déjame hacerte una pregunta —habló de nuevo Diego —. Cuando ves esos programas de la naturaleza...
—Diego, por favor —intentó interferir Pogo.
—¿Te excitas? —el mencionado lo ignoró.
—Diego, basta —me acerque de nuevo a él interponiéndome ente él y Luther —. ¿Él también es un animal para ti? —señalé a Pogo con la cabeza.
—¡Suficiente! —exclamó Pogo poniéndose de pie.
Todos le dirigimos la mirada, mientras que mis hermanos con cierto enfado ya que su extraña pelea verbal no había terminado, yo lo hacía agradecida ya que me hartaban sus peleas sin sentido.
—Esta casa fue atacada —continuó hablando —. Apenas salimos con vida. Grace... —nos miraba a los tres, pero al mencionar a mamá miro específicamente a Diego debido a que todos sabíamos lo cercanos que eran, para luego mirarme a mi —. No tuvo esa suerte... —me fue casi imposible bajar la mirada ante eso —. Su hermano y novio está perdido, ¿Y así es cómo reaccionan?
Lo mire de nuevo cuando dijo lo de "novio" pues hace segundos lo había llamado así sin darme cuenta de que lo había hecho en su presencia. Me sorprendió como lo dijo como si no fuéramos hermanos adoptivos, incluso una parte de mi llegó a pensar que quizá incluso lo sospechaba desde antes de que nos fuéramos de aquí hace años.
—Lleven sus tonterías a otra parte —agregó.
Diego bajó la mirada, siendo imitado por Luther a los pocos segundos mientras yo permanecí mirándolo con una sonrisa de agradecimiento por haberlos detenido, aunque internamente sabía que también era porque acepto de buena manera lo de Cinco y yo.
—Ahora —finalizó.
Los más altos se soltaron un par de murmuraciones de disculpas con cierto arrepentimiento en su voz, por mi parte yo me acerqué al mayor y lo abracé susurrándole un "lo siento y gracias". Me separé de él y comencé a caminar a la puerta de la habitación escuchando los pasos de los mayores a mis espaldas. Baje las escaleras hasta llegar a la puerta principal aun siendo seguida por ellos.
—¿Por dónde empezaremos a buscar? —preguntó Luther haciendo que frenara en secó antes de abrir la puerta.
—¿"Empezaremos"? —pregunté incrédula —. ¿Hablas de todos juntos?
—Si somos más lograremos hacerlo más rápido.
Miré a Diego que solo se encogió de hombros como si no hubiera restándole importancia al hacerlo juntos, no se llevaba bien con el más alto, pero estaba seguro de que estaba dispuesto a hacerlo junto a mi y si para eso tenia que soportar a Luther sufriría esa tortura. Yo solo solté un suspiro resignada y abrí la puerta para comenzar a caminar seguida de mis hermanos.
—¿A dónde vamos? — preguntó Diego.
—Ustedes solo confíen en mi, ¿Okey?
—Llegamos.
Habíamos caminado durante varios minutos ya y al fin estábamos frente a la camioneta donde había dejado a Cinco el día anterior. Sin saber si mis hermanos me seguían el pasó caminé más rápido a esta.
—Esa es la furgoneta de Cinco —dijo Luther acercándose seguido de Diego —. Vamos —le dijo a nuestro hermano.
Me asomé por la ventana del conductor, pero no se encontraba ahí y no lograba distinguir nada en la parte trasera, me despegué de la ventana al escuchar a número Uno comenzar a forcejear con la puerta de la camioneta, la rodeé para acercarme a ellos mientras Diego ya se encontraba forzando la cerradura con su cuchillo.
—¿Te ayudo? —le pregunté a lo que el negó.
A los segundos lo logró, me hice a un lado mientras ellos intentaban entrar, pero como lo intentaron al mismo tiempo chocaron. La acción se repitió un par de veces más por lo que solté una risita.
—Yo soy el Uno —dijo Luther dando a entender que él entraba primero ganando una mala mirada por parte de Diego mientras que yo rodaba los ojos.
Con un ademan de manos abrí la puerta trasera evitando forcejear haciendo que Diego me mirara sorprendido. Levanté ambas cejas con una sonrisa juguetona para luego señalar el interior dando a entender que él entrara primero.
Los tres comenzamos a buscar alguna pista de donde se podría encontrar pues no había rastro de él ni de Delores. Buscaba alguna pista, pero solo encontré un par de notas que no tenían nada que ver con él por lo que supuse eran del dueño de la camioneta. Continuamos buscando hasta que Diego soltó un chiflido llamando nuestra atención.
—Ya sé dónde podría estar Cinco —mencionó mostrándonos el libro abierto en la primera página donde tenía un sello de una biblioteca pública.
—Por eso eres mihermano favorito —le arrebaté el libro de las manos para leer mejor elsello —. Andando —dije devolviéndole el libro y saliendo a toda prisade la furgoneta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro