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26 de marzo, 2019
Ocho Hargreeves
—¿Quiénes eran esas personas? —preguntó Vanya.
Nos encontrábamos en el salón principal, mientras curábamos todas nuestras heridas provocadas por la pelea. Ya había suturado la herida que Allison tenía en su pierna y en su labio al igual que los pequeños rapones que tenía Vanya en las palmas hechos al caer. Ahora ella era la que me ayudaba a limpiar la herida que tenía en mi cabeza debido a su insistencia, ya que no me dejo hacerlo por mi cuenta.
Sentí de pronto la mirada de Allison sobre mí pues sabía que ella sospechaba sobre si conocía a los que habían entrado. Claramente que eso era de mi conocimiento pues no solo lo conocía, sino que también sabía el porqué de su visita... O algo así. Sabía que buscaban a Cinco y por los antecedentes lo hacían para acabar con él, para matarlo.
—No lo sé —dijo Allison tras ver que ni con su mirada acusadora dije algo —, pero tenemos suerte de seguir vivos.
—No los tolero —me animé a decir para luego soltar un ligero jadeo cuando Vanya presionó un poco fuere dentro de la herida —. Se nota lo desesperados que están como para venir hasta aquí.
—¿Los conoces?
—Tal vez... —le respondí a Allison mirando al piso —. Ahora no importa eso —intente cambiar el tema —. ¿En serio están bien?
Ambas asintieron no muy convencidas ante mi comentario por lo que para evitar el tema yo comencé a limpiar los raspones de mis rodillas mientras que Vanya me colocaba un par de vendoletes en la herida de mi cabeza para cerrarla. De pronto llegó Diego desesperado caminando de lado a lado por la habitación.
—¿Diego? —llamó su atención la morena.
—¿Por qué sigues aquí? —preguntó seco hacia Vanya ignorando a Allison.
—Intento ayudar, nada más —le respondió mientras juntaba las gasas con las que me había limpiado para poder tirarlas.
—No, ¡Podrías haber muerto! —la señaló.
—¡Diego! —exclamé.
—Ella nos entorpece.
—¡Ya basta!
Intenté interferir en la discusión, pero la tensión ya era inevitable e incluso incomoda. Nunca me ha gustado como mis hermanos tratan a Vanya, había veces en las cuales era casi imposible ayudarla cuando se aliaban en su contra, pero sin importar que yo siempre estuve, estoy y estaré de su lado para no dejarla sola, como en esta ocasión.
—¿Allison? —murmuró Van intentando buscar más apoyo, pero la mencionada solo suspiró.
—Lo que intenta decir es que estas cosas son muy peligrosas —tomó antes de seguir hablando —. Y no eres...
—Como ustedes —interrumpió Vanya a la morena.
—Vanya, no... —dije viendo como la mencionada se ponía de pie y salía de ahí —. Quizá si no la hubieran excluido ella sabría pelear.
Tras eso salí corriendo detrás de Vanya no sin antes tomar un paraguas debido a la tormenta que comenzaba a caer, logrando detenerla pasando la reja. La tomé del brazo para impedir siguiera caminando, noté tenía la mirada clavada en el piso así que la cubrí con el paraguas sin importarme si yo comenzaba a mojarme para intentar ayudarla.
—Tienen razón —murmuró tras unos segundos con su voz quebrada —. Sólo estorbo, solo soy una carga para ustedes.
—¿Qué? ¡No! —exclamé de inmediato —. Claro que no lo eres, Van.
No dijo nada más, solo se limitaba a darme la espalda mirando el piso mientras la cubría de la lluvia y de un posible resfriado. El sonido de las gotas de agua nos envolvía pues ninguna se atrevía a decir algo.
—No dejes que sus palabras te afecten, no dejes que te hagan sentir menos —comencé a hablar —. Ninguno de ellos tiene razón, eres la mejor persona que conozco, Van —coloqué mi mano en su hombro —. Existen millones de adjetivos que podría usar para describirte, pero créeme que ninguno de ellos es estorbo o carga.
—¿Y qué hay de ordinaria?
Se giró para mirarme y fue cuando vi como varías lágrimas ya se habían deslizado por sus mejillas y sus ojos lucías vidriosos. me acerque un poco más a ella y limpie los rastros de que habían salido lágrimas con la manga de mi saco.
—Una persona ordinaria no tocaría el violín como tú, una persona ordinaria no lograría calmar a cualquiera con solo un abrazo, una persona ordinaria no podría escribir y publicar su propio libro —comencé a enumerar mirándola con una sonrisa —. Tú has hecho eso y más, Vanya. No eres ordinaria, eres todo lo contrario.
Me sonrió de vuelta, aunque de manera tímida. Mi padre creo en ella una inseguridad que antes era inexistente, el ser "ordinaria" junto a todos nosotros por no tener poderes. Por más que yo siempre intenté hacerle notar lo contrario nunca logré eliminar por completo ese temor y tristemente con mi partida simplemente empeoró todo, pues nuestros hermanos en lugar de ayudarla alimentaron ese miedo a no ser nadie comparada a ellos.
—Eres única, Vanya —hablé de nuevo tras unos segundos.
Ella me miró y sin previo aviso me abrazó logrando que perdiera levemente el equilibrio sin resbalar, solo provocando que el paraguas que nos cubría cayera al piso. Correspondí el abrazo al poco tiempo sin siquiera importarme que nuestra ropa comenzara a humedecerse, solo quería disfrutar el momento mientras pudiera.
—No sé qué haría sin ti —murmuró.
—Para eso está la familia —dije en su mismo tono.
Sentí se tensó levemente pero no se separó de mi hasta unos segundos después. Se agacho para tomar el paraguas que habíamos dejado caer y me lo extendió solo que yo negué con la cabeza causando me mirara ligeramente extrañada.
—Quédatelo, úsalo para volver a tu departamento —le aclaré —. Yo me quedaré aquí esta noche así que no lo necesitare —dije señalando la mansión a mis espaldas —. Te veo mañana, ¿Quieres?
Ella solo asintió y comenzó a alejarse dejándome de pie fuera de la academia sintiendo las gotas de lluvia sobre mi piel. Eleve mi rostro para dejar que mi rostro comenzara a humedecerse también, la lluvia me hacía sentir simplemente viva, así que no desaprovecharía ninguna oportunidad de disfrutarla. Me traía recuerdo tanto buenos como malos, pero no me molestaban en lo absoluto pues aquellos recuerdos eran con el chico que he amado desde que tengo memoria.
Tras unos minutos entre a casa, notando que mis hermanos no estaban en el salón por lo que tomé el botiquín y subí a mi cuarto. Decidí colocarme el pijama antes de ir a acomodar la pequeña caja pues no quería resfriarme por la ropa húmeda, tras eso sequé mi cabello ligeramente y tomé de nuevo el botiquín para acomodarlo, pero algo en mi interior no me lo permitió, sino que me hizo caminar hasta la habitación de número Uno.
Se que nuestra relación era pésima, pero quisiera o no al final del día era mi hermano, en teoría pues todos éramos adoptados, pero a fin de cuentas no podíamos negarlo. Toque a su puerta varias veces esperando que abriera o siquiera pidiera estar solo pero no se escuchaba nada del otro lado.
—¿Luther? —pregunté pegando mi oído a la puerta para escuchar mejor pero no hubo ni un solo ruido —. Más te vale no estar desnudo porque entraré.
Y sin más con ayuda de mis poderes destrabé la puerta viendo al mayor sentando en su cama con la mirada perdida en el piso, aun no tenía algo cubriendo la parte superior de su cuerpo dejando expuesto su "pelaje". Entré y cerré de nuevo la puerta a mis espaldas poniéndole el seguro como estaba antes de que pudiera abrir.
—¿Qué quieres, Ocho? —preguntó sin mirarme —. ¿Burlarte? Porque no me importa...
—En realidad vengo a ayudarte —lo interrumpí haciendo que elevara la mirada y notara el botiquín en mis manos —. ¿Puedo?
Me miro confuso debido a mi actitud y no lo culpo, siempre discutimos por ego o superioridad intentando dañar al otro, pero hoy simplemente estaba de pie en la puerta de su cuarto con un botiquín en manos dispuesta a intentar ayudarlo.
—Necesitas ayuda —hablé al no obtener respuesta —. Y no solo porque estés mal de la cabeza, con eso no puedo hacer nada al respecto —soltó una sarcástica risa por la nariz —, pero tomando en cuenta que prácticamente te cayó un candelabro encima dudo que físicamente estés bien.
Permanecimos en silencio uno segundos hasta que comenzó a palmear su cama resignado indicando que podía acercarme, lo hice y me hinqué en esta atrás de él notando varias heridas en su espalda, unas más profundas que otras. Comencé a limpiar las que se veían más profundas para poder suturarlas ganando algunos jadeos de su parte.
Estábamos ambos en silencio a excepción por los quejidos que llegaba a soltar por el dolor al limpiar las heridas. Comencé a suturar y el solo suspiró al comenzar a sentir la aguja.
—¿Cuándo fue que esto paso? —me animé a preguntar refiriéndome a como dé un momento a otro ya no estaba la familia "unida" que dejé antes de irme de casa rompiendo el silencio.
—No lo sé, tu dímelo —respondió haciendo que frunciera el ceño —. Antes de hoy nadie había venido a atacarnos.
Ante su respuesta le di un leve golpe en la nuca, no solo porque estuviera siendo sarcástico, sino que también por evadir mi pregunta o por ser lo bastante idiota para no entender a que me refería cuando la situación era evidente.
—No me refiero a eso, me refiero a... —me quedé pensativa un par de segundos sin dejar de suturar —. ¿En qué momento todos se separaron?
El silencio volvió pues tal parece que le incomodaba hablar de eso, pero mi curiosidad era mayor, y eso que aún no le preguntaba nada sobre a su cambio bastante evidente. Tras un par de segundos soltó un suspiro, pero supe que no era de dolor ya que había terminado de suturar la primera herida.
—Creo que empezó desde que Cinco y tú se fueron —dijo mientras yo comenzaba a curar otra herida menos profunda por lo que solo ocupaba un par de vendoletes —. Después de lo de Cinco, tú... Cambiaste —fruncí el ceño antes sus palabras —. Te distanciaste y aunque me cueste admitirlo, después de que te fuiste todo fue peor.
Yo solo asentía vagamente ante sus palabras pues de verdad sonaba mal, además de que seguro era porque el golpe de adrenalina por culpa de mis excompañeros fue lo que comenzaba a hacer que hablara de más ya que se comenzaba a relajar así que quizá solo comenzaba a hablar sin pensar en las consecuencias de sus palabras.
—Pero el verdadero detonante fue la muerte de Ben —eso último hizo que me quedara helada por unos segundos pues seguía costando asimilar lo de mi hermano —. Después de eso cada quién tomo su camino y ahora estamos así.
—Ya veo —fue lo único que salió de mi boca.
Al terminar con las heridas de su espalda me acomode, pero esta vez sentada a su lado, humedecí una gasa con alcohol y lo miré a lo que él no entendió hasta que señale una herida en su brazo. Rápidamente me lo acercó para que pudiera comenzar a limpiarla.
—¿Sabes? —murmuró —. Aunque me duela admitirlo, siempre te he tenido envidia.
Reuní todas mis fuerzas para no soltar una carcajada o un "ya lo sabía" y solo reí levemente para que no lo notara, pues como les mencioné antes al sentirse relajado tras un golpe de adrenalina seguro lo estaba sintiendo como cuando inicias beber hasta que el alcohol en tu sangre comienza a hacer efecto y te "suelta la lengua".
—Estás diciendo cosas sin pensarlo —le respondí mientras negaba con la cabeza —. Mañana te arrepentirás de decirme esto, seguramente.
—Supongo —dijo tras reír un poco por mi comentario —. Pero es que es cierto, creo que cuando te distanciaste fue cuando todo se vino abajo... La academia te necesita.
Ante eso permanecí en silencio, solo me limite a terminar de limpiar su herida para luego preparar de nuevo una aguja para comenzar a suturar. Él noto como no salía nada de mis labios y volvió a hablar.
—Contigo todos ríen, están de acuerdo, apoyan tus planes y hasta te ayudan cuando lo necesitas —soltó un quejido al sentir que comenzaba a suturar —. Conmigo no, todos pelean. De hecho, gracias a una pelea, la última, fue que cada uno se fue.
Yo seguía sin decir nada, me limitaba a curarlo pues era raro que me dijera todo eso. Estaba completamente segura de que se arrepentiría al día siguiente de todo lo que me decía pues en cierta forma era cierto, pero escucharlo desde su voz me hacía sentir algo de pena, por lo que decidí hablar intentando aligerar el ambiente.
—Se que soy genial —dije divertida —, pero...
—Ocho —me interrumpió —, tú eres la líder que papá quería.
De inmediato mi tono juguetón desapareció pues lo dijo con demasiada seriedad, e incluso con cierto dolor en su voz. Me quedé sin palabras ante eso por el cómo lo había dicho, escucharlo de él fue duro e incluso intente negarlo, pero no salió nada de mi boca, mi subconsciente me lo impidió.
—Siempre te he tenido envidia en todo, hasta en tu relación con Cinco —me detuve por un momento para luego seguir con la sutura —. Ustedes llegaron a tanto, y en cambio yo ni siquiera llegué a un beso con... Con Allison
—Nosotros a lo más que llegamos fue a un faje —dije cuando termine la sutura y comencé a colocar algunas gasas sobre la ya cerrada herida para evitar infecciones.
Mientras hacía eso nos quedamos en silencio, extrañándome. Eleve la mirada para ver lo que pasaba, pero solo me miraba sorprendido por lo que le había dicho.
—¿En serio? —asentí —. ¿O sea que ya no eres virgen?
—¿Qué? ¿No sabes que es un faje? —respondí burlona a lo que el negó con la cabeza —. Solo caricias, un par de prendas fuera pero nunca se llegó al coito. Listo —dije lo último al terminar con sus heridas para comenzar a juntar lo que usé —. Por lo tanto, sigo virgen, y quizá así muera.
—¿A qué te refieres con eso?
Dejé de guardar las cosas por unos segundos pues había pensado en voz alta. Para que no notara nada termine de guardar todo en el botiquín para luego tirar las gasas sucias en el cesto de basura de su cuarto. Lo miré y el me analizaba debido a lo que había dicho.
—No tenemos la vida asegurada, nunca sabemos cuándo será nuestro último día respirando —dije de lo más tranquila, aunque con cierta tristeza en mis palabras al recordar aquel tema tan delicado.
Me acerqué la puerta con el botiquín en manos dispuesta a salir y dar por terminada la conversación y el momento, pero sentí su mano en mi hombro deteniéndome.
—Gracias por ayudarme —dijo Luther, aunque yo no me animaba girarme a verlo —y por no preguntar sobre, ya sabes, lo que me pasó —yo solo asentí pues entendía a lo que se refería —. Descansa.
Asentí de nuevo y salí de ahí sin girarme a mirarlo. En mis adentros quería haberle preguntado, pero no lo hice porque entre ambos no hay esa confianza y porque se le notaba incomodo solo de pensarlo.
Acomodé el botiquín en su lugar y luego fui a mi cuarto, me senté en la cama cansada pensando en todo lo que ha pasado en menos de veinticuatro horas. Miré desde ahí hacia la puerta abierta donde se podía ver el pasillo y la puerta abierta del cuarto de Cinco.
Quería asomarme de nuevo para ver si ya había llegado, pero no me animé a hacerlo, ocupé todas mis fuerzas para no hacerlo o el ir simplemente a su cuarto y recostarme en su cama para esperarlo. Pensaba que entraría y me despertaría con un beso en la frente para avisarme que ya había llegado, pero sabía que lo más probable es que no llegaría esta noche.
Solté un suspiro y con un ademan de mano cerré la puerta de mi cuarto para luego acomodarme bien en mi cama mirando el techo. Quería dormir, pero mi mente se quedó vagando en mis recuerdos del día y de todos los años que no estuve aquí hasta que recordé el cómo era antes de que Cinco y yo nos marcháramos, las palabras de Vanya y Luther me dejaron pensando en todo eso. Me sumergí tanto en mis recuerdos que no supe en qué momento terminé dormida.
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