El fin de una generación.
Mis tímpanos sentían esos zumbidos, mientras que mi cuerpo estaba inmóvil. Era como si reviviera una escena años atrás, sentí un viaje al pasado cuando empecé a escuchar gruñidos de caminantes. Intentaba incorporarme, intentaba de levantarme del suelo pero mi cuerpo había caído plasmado en el. Escuchaba mi corazón palpitar, al igual que ese pitido molesto. Mi cabeza daba vueltas en el momento en que abrí mis ojos, viendo un sin fin de humo molestarme. Mis manos temblorosas evitaron que me levantara, cayendo en el suelo nuevamente, escuchando gritos de horror a mi alrededor. Volví a incorporarme, viendo delante de mi una imagen estruendosa para mi corazón. Vi a Jayden, lo vi arrodillado en el suelo sosteniendo un cuerpo, mientras que mi mundo aún daba vueltas. Sentía como me tocaban, como me removían del suelo y me gritaban que despertara, pero no podía. Todo era confuso, todo estaba nublado.
Los gritos de Lydia se adentraban a mis oídos, intentando de que reaccionara, de que me levantara pero al intentarlo, visualice nuevamente algo estruendoso. Vi a Ethan, vi como estaba de pie y como en sus brazos sostenía el cuerpo de Michael. Confusa y aún perdida en lo que estaba pasando, veía sangre goteando al suelo, sangre que caía del cuerpo de Michael que estaba sosteniendo Ethan. Mi pecho dolía, dolía tanto que me faltaba el aire. Me intente de incorporar con ayuda de Lydia, intente levantarme pero el impacto de esa bomba casera había sido tan fuerte que me había quitado el aliento. Ahí fue que entendí la situación que había sucedido, sin balance, me incorporé, siendo sostenida por Lydia mientras que mi vista estaba dando vueltas y vueltas, pero con claridad emite un estruendo grito ronco cuando visualice a Jayden sostener a Caleb en sus brazos. Mi corazón palpito con fuerza cuando vi a mi hijo en sus brazos, cuando vi su rostro con partes despellejadas, sangre y incluso sucio de la tierra. Mis piernas temblaron cuando vi esa imagen, tanto que aún Lydia me sostenía.
Las voces se mezclaban en mis oídos pero solo intentaba de llegar a Jayden, quien se veía agitado y incluso, gritaba pero veía también a Ethan gritar en desespero. Visualice a Connor, lo vi incluso doble y sentí como me ayudó a incorporarme a la distancia veía a Lydia correr en diferentes direcciones de forma nublada, mi vista estaba jodida. Intentaba de hablar y estiraba mis extremidades para llegar a Caleb pero no podía moverme, Connor no me lo permitía hasta que sentí como me sentaron y como mi espalda puso su peso en alguna pared. Sentí agua, agua fría que se resalaba por mi rostro mientras que delante de mi veía a Ethan en el suelo, dándome una clara imagen de Michael. Inconsciente, lleno de sangre en su estómago y como Ethan apretaba esa parte, ahora todo se hacía más claro. Intentaba de retomar el aliento mientras que momentos atrás visualice como Michael llegó hasta Caleb justo cuando la bomba estalló frente a ellos, ese niño había usado su cuerpo para proteger a mi hijo y ahora, estaba en riesgo de perderlo también.
—Aliana, necesito que reacciones por favor.—Connor delante de mi me tapaba la vista a un desesperado Ethan, quien tenía sus manos temblorosas llenas de sangre.—Vamos, reacciona.—me volvió alentar, removiéndome pero no podía moverme, mis músculos habían sido afectados por la bomba que lanzaron.
—Lydia y Aarón fueron por los caballos, aún no han tumbado las entradas pero empiezan a escalar los muros. Son infinitos, van acabar con este lugar. Tenemos que sacarlos de aquí.—la voz de Michonne se escuchaba tan lejos, intentaba de buscarla pero el agua fría seguía desvaneciéndose por mi rostro, solo veía a mi hijo en brazos de Jayden, quien lo cubría.
—Caleb... Caleb.... —lo llamaba en suspiros, viendo como todos captaban su atención y estaban alrededor de mi, intente de incorporarme con la poca fuerza que tenía mientras estiraba mis brazos hacia Jayden pero no podía, todo me dolía.
—Está perdiendo mucha sangre, Siddiq se fue en una de las guaguas escolares. Le logré quitar el trozo de madera que se le incrustó pero el vendaje improvisado solo aguantara un rato.—Connor hablaba, refiriéndose a Michael, quien estaba inconsciente en brazos de su tío a quien veía mirarme, Ethan me miraba fijamente.
—Jayden y Lydia los llevarán a caballo, los llevarán a Hilltop, aguantarán pero debemos apurarnos antes de que logren entrar.—la voz de Carol se adentro a mis oídos, mientras la veía alrededor con sus armas en mano, yo negué, intentando incorporarme.
—No me iré a ningún lado.—hable roncamente, intentando de levantarme con deseos de llegar a mi hijo, mi corazón quería estallar en no tenerlo en mis brazos pero no podía esforzarme.—Dame a mi bebé, por favor.—le pedía a Jayden, intentando de levantarme pero caí nuevamente al suelo, caí mareada.
—Aliana, debemos sacarte de aquí. Debemos hacerlo.—Michonne se paró frente a mi, hablándome mientras que vi como le daba paso a Jayden para que este estirara sus brazos, pasándome a Caleb inconsciente. Negué ante verlo en ese estado, todo dentro de mi se estaba rompiendo con lentitud.
—No... perdóname.—le pedía a mi hijo en brazos, a quien veía como aún respiraba como estaba siendo fuerte para sobrevivir, mis manos temblaban y mis ojos producían lágrimas de desespero, lo aferré a mi cuerpo.—Lo siento, lo siento.—mire fijamente a Connor y Ethan, los mire ante ver como su corazón estaba a un hilo de romperse con el estado de Michael.—Por favor perdónenme.—les volví a pedir, sollozando y abrazando con delicadeza a Caleb en mis brazos mientras vi como Ethan estiró su mano tocando mi pierna.
—Te amo.—quede perpleja ante las palabras de Ethan, quien sostenía en sus brazos a su sobrino mientras que llena de miedo por lo que estaba pasando, emití un sollozo temblorosa cuando escuché más zumbidos, sintiéndome atemorizada en recordar años atrás.—Todo estará bien.—me dijo, mirándome fijamente mientras que con un gran dolor en mi mano, la estiré para tocar la suya y apretarla.
Veía a mi hijo, veía sus ojos cerrados y su rostro mutilado, sangre seca y sus mejillas despellejadas pero aún sus pulmones desatollaba aire. Empecé a llorar, a llorar con sentimiento ante verlo en ese estado ante ver todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Las personas que amaba estaban aquí, arriesgando su pellejo con tal de mantenerme con vida un día más. Aferre a mi hijo a mi cuerpo, aún sintiéndome con dolor y su peso afectándome, no me importo, porque su dolor era más fuerte que el que yo debía estar sintiendo. Mordí mis labios, llorando y sobando su cabello, quitándole la tierra. Viendo como a mi alrededor todas esas personas me observaban, me observaban con un destello que me brindaba esperanza. Alce mi mirada, observando como Ethan y Connor se aferraban a Michael, mi cuerpo se estremecía en pensar que podrían morir. A su lado, Jayden, con vendajes en su rostro se veía desesperado ante los zumbidos continuar, ante los gruñidos multiplicarse. Pero di un leve salto cuando empecé a escuchar disparos, cuando los gritos de personas empezaron a resonar.
—¡Entraron!—grito alguien a lo lejos, confusa y con miedo, intentaba de mirar pero no podía ver más allá de la iglesia y de la entrada.
—Mierda, vamos, levántala.—de mis brazos Jayden saco a Caleb, mientras que sentí como me elevaron en el aire, como Connor me elevo en el aire sosteniéndome mientras que vi a Ethan sostener a Michael en brazos.—Ahí esta Lydia, vamos, vamos.—en brazos de Connor, pude observar la entrada de Alexandria abierta y pude ver el horror, pude ver a Michonne junto a Carol luchar contra los caminantes, al igual que Gabriel y Aarón, pude verlos pero me alejaba cada vez que Connor corría.
—¡Ataquen!—escuchaba más gritos a lo lejos, mientras veía una gran cantidad de residentes unirse al primer equipo de entrada, después ya no veía nada ante empezar a llegar a la parte de atrás de la comunidad, en la liga e grada de emergencia... visualice a Michonne, la visualice correr hasta nosotros dejando a Carol atrás.
—Recuesta a Michael frente a ti, así también podrá recostarse en la herida y evitar que la sangre empiece a salir nuevamente.—visualice en brazos de Connor como Jayden le ordenaba a Ethan a colocar a Michael encima del cabello donde Lydia estaba sentada, esta quien lo ayudó, mientras que Jayden pasó a Ethan a Caleb, a quien sostuvo en brazos y lo observó fijamente, pude ver como él le dio un beso a mi hijo en la frente y susurró algo en su oído.—Me montare en el caballo y me pasarán a Aliana, pondremos a Caleb en medio de ambos, luego nos iremos a Hilltop.—Connor me removió de sus brazos, a lo que obtuve fuerza y lo ayude a elevarme para sentarme en el cabello junto a Jayden.
—Toma, colócale esto a Aliana en su espalda.—escuché a Michonne y pude ver como sacaba de su espalda su cinturón, donde estaba aquella espada que siempre la respaldaba. Sentí como me la colocaron pero no transmití nada ante eso, solo la vi mirarme.—Esto no es el final.—me dijo, aislándose de mí para darle paso a Ethan mientras que estiré mi mano para tocar la de Michonne.
—Ten.—visualice a Ethan pasarme a Caleb con sumo cuidado, algo dolorida y mareada, di espacio en medio de Jayden y de mí para acostar a mi hijo, quien aún estaba inconsciente.—Jayden, por favor, lleguen con vida.—los disparos seguían, mientras que veía el humo y escuchaba los gruñidos, frente a mi Ethan se colocó, mirándome. Este llevo sus manos a mi muslo mientras que Connor le alentaba a tener que irse pero Ethan se retenía.
—Te amo.—le dije, le dije con una voz ronca pero que transmitió las palabras más puras, en sus ojos vi el brillo y la felicidad de mis palabras, Ethan beso mi muslo ante no poder llegar a mi y pude ver como se distanció de mi.
—Por favor, sobrevivan cabrones. Son mis únicos amigos.—escuché a Jayden, viendo como Connor y Ethan estrechaban sus manos con él, mientras que veía como el caballo empezaba a cabalgar una gran tristeza me arropó.
—Ethan.—lo llame, lo llame ante ver como se iba y como el miedo de que fuera la última vez de verlo, me carcomía por dentro.—Ethan... —volví a llamarlo con una voz audible, negaba verlo irse, negaba no poder irme con él.
Apreté mi cuerpo al de Jayden para acorralar a Caleb, mientras que vi a Connor y Ethan correr juntos sin mirar atrás, observe como ambos hermanos iban a defender mi hogar. Con lágrimas en los ojos los vi irse, los vi irse junto a Michonne para defender lo que era nuestro. Una cantidad de diferentes emociones emprendieron mi llanto ante la cabalgata, ante ver como salíamos de hogar y fue ahí cuando vi una gran cantidad de caminantes y de susurradores adentrarse a mi hogar. A mi lado, veía a Lydia cabalgando. La veía mirarme, veía como ella estaba aquí, protegiéndome de igual forma como yo no pude hacerlo. Mis manos estaban colocadas en la cintura de Jayden, mientras que Caleb estaba recostado en el caballo y mis brazos lo acorralaban para que no cayera. Recosté mi cabeza en la espalda de mi amigo, de una persona tan importante para mí y aquí estaba, a mi lado y eligiendo dejar todo atrás para salvarme a mi, para salvar a mi hijo. Mis lagrimas se desprendían por mi rostro, sentía las emociones invadirme cada parte de mi alma.
La impotencia era más poderes que la rabia que sentía por la mujer que había ocasionado esta situación, la impotencia de no poder quedarme, de dejar a todos los que amaba atrás; me mataba. Esa mujer estaba en mi mente, su rostro y la sangre que ella había derramado estaba adentro de mi, creaba rabia y rencor hacia ella, tanto que deseaba que muriera de la forma más dolorosa. En estos momentos, estaba siendo lo que algún día odie, estaba siendo Nathan Johnson. Mi rabia, el enojo y odio, cada negativo sentimiento que sentía era lo mismo que el algún día sintió. Negaba mientras mordía mis labios y quería aventarme de este caballo, pero no podía dejarlo, no podía dejar a mi hijo y menos en este estado. Deseaba que las cosas no fueran así, deseaba con todas mis fuerzas que esto no hubiese sido de esta forma pero me deje llevar por mis sentimientos, y ahora estaba aquí, enfrentándome a un hilo de vida o muerte que no solo reclamaba la mía, si no la de mi hijo y la de Michael. Lo veía, veía como estaba muriendo lentamente y jamás me lo perdonaría.
Las gotas frías de agua empezaban a caer, a caer de montón. Sintiendo como me humedecía, protegí a mi hijo de la fría lluvia, preguntándome cómo fue capaz de bajarse de esa guagua escolar y correr detrás de mi. Su amor era puro, puro como el mío por él y por su hermana. El frío viento traspasaba mi húmeda tela, mientras que nos adentrábamos al bosque y continuábamos siguiendo el camino a Hilltop. Mi corazón se detuvo y deseaba salirse por mi boca, no podía estar tan loca y debía estar visualizando a caminantes parados en el bosque, acechándonos. No eran ellos, era claro. Empecé a sentir mi cuerpo temblar, cuando veía a caminantes, veía multitudes. Era una trampa. Jayden maldecía, al igual que Lydia cuando vieron la gran cantidad de caminantes a la que nos abalanzaríamos. Continuaron cabalgando, mientras que vi aquel hermoso río y a la distancia la cascada, algo mareada podía ver como íbamos con rapidez, como la brisa y la lluvia se pegaban en mi húmedo cabello.
—¡Mierda!—apreté a Caleb con fuerza cuando escuché a Jayden maldecir en el momento en que el caballo relinchó, yéndose para atrás y provocando que cayéramos, gemí con fuerza ante sentir mi espalda impactar de manera bruta, quede nuevamente mareada, sosteniendo a Caleb en mis brazos.—Carajos, vamos, vamos.—Jayden, a dolorido logró levantarse del suelo para ayudarme a levantar viendo como el caballo se había ido pero a nuestro alrededor, habían muchos caminantes.
—¿Y Lydia?—pregunté confusa, viendo como Jayden me alentaba a correr, no tenía fuerzas y más si sostenía a Caleb en mis brazos.—Jayden.—lo llame ante no ver a la chica, ante no ver rastro de su caballo. Este me continuo alentando a caminar a su lado, mientras veía como los caminantes he s se acercaban a nosotros.
—No lo sé, tenemos que seguir, nos can a devorar.—vi como Jayden saco su navaja, mientras se colocaba frente a mi y me jalaba con fuerza para que caminara pero tenía el miedo pegado en mi piel, sentía que no podía.—¡Aliana, necesito que reacciones!—Jayden me gritaba, mientras que aún sentía los mareos dentro de mi que me ocasionaba perder el balance.—Necesito que sobrevivamos para salvar a Caleb, por favor.—me pidió, mientras que la lluvia empezaba a empaparnos.
—Sostenlo, por favor.—le pedí, confundido él asintió, sosteniendo con rapidez a Caleb, a lo que yo retomando mis fuerzas saqué aquella afilada espada de mi espalda. Jayden me miro asombrado, a lo que le alenté a caminar mientras que con una recta dirección me arrebate tres cabezas a unos de los muchos caminantes que se nos acercaban.—Ahora entiendo el por qué no la suelta jamás.—susurre, caminando detrás de Jayden mientras subíamos una colina, los gruñidos estaban resonando una y otra vez en mis tímpanos. Continué haciendo direcciones rectas y sin zig zag a esos caminantes que se nos acercaban, mientras que veía a lo lejos algunos parados, eran susurradores.
—Solo espero que el caballo no se haya ido lejos.—comentó Jayden, mientras continué caminando detrás de él, sosteniéndome a sus hombros.—Estamos jodidos pero vamos a salvarte pequeño.—veía como alentaba a a mi inconsciente hijo, mientras que caminábamos por el resbaloso fango mientras que la lluvia se volvía con más intensidad.
—Hay susurradores, debemos avanzar.—le pedí a Jayden, mientras que este y yo caminábamos entre los arbustos, veía a los caminantes seguirnos pero ante su lentitud, podíamos perderlos.—Debemos avanzar... —dije fatigada, mientras que escuché pisadas, y para mi, fue un gran alivio.
—¡Dámelo!—pude ver a Lydia, pude verla montada en su cabello y aún con Michael en el, no tarde en sentirme aliviada ante eso y alentar a Jayden a que colocara a Caleb en su cabello.—Vi el cabello, se alejó.—comentó Lydia, mientras que la miraba fijamente.
—Tu vete, llega a Hilltop con ellos. De una forma u otra llegaremos, por favor, debes irte.—le pedí, pero esta me miro y negó.—Están heridos Lydia, no puedes salvarnos a todos, por favor deb... —mi cuerpo cayó al suelo con brusquedad sintiendo un terrible peso, mientras que visualice a Jayden soltar un disparo ante también ser emboscado.—¡Lydia, por favor!—le grite desesperada y sin aliento ante intentar de forcejear con el susurrador que se me abalanzó
Mi corazón palpito, mientras vi como ella se retorcía a irse pero le alenté, vi como puso el caballo en marcha. Me solté del susurrador, arrastrándome por el suelo y dándole una patada en su rostro pero aún así, me sostenía. Temblaba, sentía miedo. Escuché a Jayden gruñir cuando fue empujado bruscamente a un árbol, preocupada ante que no pudiera defenderse por la falta de fuerza, volví a forcejear con el susurrador. Empujándolo, me incorporé con toda la debilidad del mundo, sosteniendo la espada que Michonne me había concedido, elevándola en el aire y traspasando su hombro, viendo como se retorció. Volvió acercarse, a lo que no tarde en incrustarle la espada en su estómago, y estaba tan afilada, que salió sin tener que usar fuerza. Su cuerpo cayó, observando como Jayden volvió a disparar pero esta ves, si le dio a un susurrador que se aproximaba a mi. Ambos nos mismos, con intención de correr pero los gruñidos nos los impidieron. Chocamos nuestras espaldas, ambos protegiéndonos mutuamente como hacíamos siempre, era un pacto que se rompería hasta el último suspiro.
Eleve la espada en el aire, traspasándola por los caminantes que se acercaron a mi mientras que del bosque apareció un susurrador quien corrió hacia mi con velocidad. Espalda con espalda, Jayden y yo nos giramos, el enfrentando al salvador para yo volver a remeter contra los caminantes. La sangre salpicó en mi ropa, manchando la espada cada vez más. Mientras que escuché un quejido de Jayden y cuando me giré para ver si estaba bien, este tan solo apretó mi brazo para alentarme a correr cuando vimos varios susurradores subiendo la colina para atacarnos. Con mi corazón apunto de salirse por mi boca, apreté la mano de Jayden para correr a su lado con la poca fuerza que tenía. No sabía como me mantenía de pie pero saber que estábamos al borde de un último suspiro, no me quedó remedio que empezar a correr junto a él por el bosque, sabiendo que al menos mi hijo estaría de camino a su salvación. Sentía como el aire me faltaba, la fatiga y la adrenalina se mezclaban en una mala combinación.
No podía correr más, no podía más con mi vida pero aún así Jayden no se detenía y me obligaba a correr, veía su desesperación por sacarme de este bosque con vida pero con el dolor en pecho, tanto él como yo, sabíamos como esto terminaría. Continuamos corriendo debajo de la lluvia, juntos, sin separarnos. Mientras que mi ropa estaba empapada, el viento me provocaba , estremeciendo más mi piel de lo que estaba ante la tensión. Jayden y yo entrelazados de mano nos detuvimos en seco ante ver frente a nosotros a varios susurradores, parados en seco en una línea de fila. Jayden y yo nos miramos, ambos fijamente ante encontrarnos acorralados. Este y yo giramos mirada al único camino libre, no tardo en jalar mi mano para correr junto a él. Sin remedio y a su lado, lo seguí. Apretando su mano para traspasar los arbustos y sentir la tensión encima de nuestras espaldas pero claramente el camino terminó, Jayden y yo nos detuvimos en el borde de un acantilado y pude ver la cascada, de donde llegaba. Me quede perpleja, ambos nos soltamos la mano, y nos miramos fijamente.
—Era lógico que por más que llevara mi multitud a tu hogar, escaparías sin importar que.—Jayden y yo nos miramos fijamente, ambos escuchamos su voz y nos giramos, viéndola a ella frente a nosotros.—Pudiste evitar esto de tantas maneras pero al final, el camino te trajo hacia mi, es el linaje del destino.—mire fijamente a Alfa, mire como alrededor de ella estaba aquel grande hombre que ataco a Daryl y a su lado, alguien más.—¿Quien murió esta vez por salvarte a ti?—la mire de una forma fulminante, cerrando mi nudillo.
—No los suficientes que has perdido tú.—Jayden se colocó más adelante de mi, mientras que mire atrás de nosotros el río, era un acantilado algo y si caíamos, moriríamos.—Has perdido todo, ¿qué has ganado tu, qué ganas con matarla?—preguntó él, mientras que ella lo miraba fijamente.
—Ganó respeto, ganó poder para que quien me siga sepa cuán real es mi palabra. Eso es primordial para sobrevivir en este mundo, pero ustedes viven en una fantasía de un mundo que ya no existe.—le contesto Alfa, con esa voz tan pasiva que me carcomía los pensamientos creándome nuevos, creándome un deseo de arrebatarle la cabeza.—Su fantasía es irrelevante, y los llevara a donde están hoy, a la muerte. Y todo por no someterse a la naturaleza, a lo que somos, a lo que debemos ser.—añadió ella, mirándonos a ambos.—Tu muerte generará un pacto, tu mueres y no atacare más a sus comunidades aliadas, pero se someterán a mi, y sus territorios me pertenecerán.—la mire fulminante y no tarde en bajar mi cabeza, en ver como Jayden a mi lado, se estremeció cuando aquel grande hombre se acercó a mi.
—No, mi muerte no vale esa mierda.—le dije a ella, viendo como retenía al hombre para que no se acercara a mi.—No importa si me matas, no importa toda la mierda que revuelques para que tengas lo que desees. Nosotros siempre ganamos y eso está escrito en el puto destino, arráncame la cabeza y llévame a mi gente pero ustedes van a morir, y lo peor de todo es que verás a tu hija pelear en contra de ti.—dije, con mi piel estremecida lanzando mis armas y lanzando la espada que Michonne me había dado.—Sobrevivimos peleando y construyendo un futuro real, un futuro para el nuevo mundo. No nos escondemos, no nos sometemos porque nosotros siempre ganamos, sin importar lo que perdamos. Mátame pero mi cabeza no será colocada en una estaca, ya tiene tu nombre escrito.—la desafiaba, viendo como ella alentó al hombre a su lado a ir tras mí y mi piel se estremeció.
—¡No!—giré mi vista, observando como Jayden alzó su arma y jaló ese gatillo, pude ver como el hombre que venía tras mí cayó al suelo con un hoyuelo en su cabeza. La sangre rebotó en el cuerpo de Alfa, quien abrió sus ojos grandemente pero mi corazón estalló, estalló de dolor y estremecimiento.
—¡Jayden!—grite desgarradoramente cuando visualice al grande hombre que confrontó a Daryl incrustarle a Jayden un palo de madera afilado, me quede aturdida con los ojos perplejos viendo a Jayden aguantar el palo de madera incrustando en él.—¡No!—volví a gritar de una forma dolorosa, mi garganta dolió.
Todo se volvió lento para mi, no supe como reaccionar ante lo que mis ojos veían. Los ojos de él me miraron, me miraron fijamente mientras seguía dando pasos atrás. Mi cabeza negaba, pero sus labios transmitieron su mayor deseo. "Dile". Mi garganta transmitió un terrible y estruendoso grito de dolor cuando intente de estirar mi brazo para sostener su cuerpo, pero él se desvaneció por el acantilado, cayendo. Mis lagrimas se desprendieron por mis mejillas, mientras sentía un vacío en mi alma y como mi pecho, dolía. Negué con un terrible dolor en mi corazón, mis manos temblaron viendo la imagen de como Jayden caía al vacío, perdiendo su vida y dando sus últimos suspiros. Retome el aire, mientras que me giré con rapidez para tomar el arma que él había dejado caer pero fue ahí que di uno de mis últimos suspiros. Sentí el terrible dolor de cómo mi piel se perforaba, como aquella espada de metal había traspasado mi cuerpo. Me quede ida, con mi boca abierta cuando estaba sintiendo ese despellejo de mi piel. Sus ojos me miraron, mientras sus manos sostenían la espada que Michonne me había dado.
Ella con lentitud y haciendo eso más doloroso, me quito la espada que estaba dentro de mi. Mientras que mis manos tocaron más arriba de mi estómago la perforada herida, mis manos se llenaron de ese líquido rojizo mientras que el aire me faltaba y estaba aturdida. Pude distinguir un estruendoso grito, pude ver a través del bosque a Lydia, pude verla montada en su caballo observar el atroz acto de su progenitora. Di pasos hacia atrás, perdiendo el balance ante lo que ella había hecho. Mis pies se deslizaron, perdiendo el balance y cayendo al vacío como Jayden. Veía el cielo gris que transmitía lluvia y mis manos, no tenía fuerzas de ellas. El viento se sentía con fuerza pero mi espalda se quemó cuando choqué con la fría ahí del río, me adentré dentro de las corrientes de agua. Mi corazón palpitaba con rapidez pero yo estaba aturdida ante lo que estaba pasando, era como si no tuviera conciencia de que la corriente me estaba llevando más allá. En mi mente estaba su imagen, la imagen de Jayden cayendo al vacío, al mismo que yo había caído y ahora, aquí estaba. La lluvia continuaba mientras que el miedo me comía por dentro, sentí como rocas rasparon mi rostro y incluso sentí mi boca romperse.
Las palabras de Jayden en su último suspiro estaban en mi mente, jamás podría llegar para cumplir su promesa y decirle a Rosita cuanto la amaba. Todo se estaba desvaneciendo poco a poco pero ambos habíamos terminado lo que juntos empezamos. El agua se adentraba a mi boca, mientras que veía el cielo nublado y tan solo las imágenes me distraían de la muerte. Me visualice en la bañera con Alanna, ambas jugando como unas niñas. Mientras que luego me llevo a mi y a Ethan perdidos en el bosque, él ayudándome a sobrevivir esos días. Proseguí en observar a Michonne y Natasha junto a mi lado riendo. Las imágenes de un pasado me estaban dando aliento en este trágico final, mientras que veía a Alanna y Caleb correr por los alrededores de la comunidad mientras que en otra imagen mis labios besaban a Ethan. El recuerdo más hermoso fue el día de invierno cuando todos jugábamos a las bolas de nieve, la tristeza me invadía ante ver a Jayden jugar con mis hijos. Sentí mi cuerpo detenerse de forma brusca contra una roca y de ella me sostuve cuando vi tierra.
Tenía frío y la lluvia no quería detenerse, las gotas escorian en mi piel como aquellas gotas rojizas que manchaban mi camisa y algunas que eran un líquido completo el cual se escurría por mis labios, sabiendo amargo. Me sentía impotente en esos instantes, sosteniendo aquella arma con mis manos temblorosas, sintiendo las frías gotas arropar mi cuerpo el cual debía estar pálido por la sangre que perdía. Sentía mis piernas querer fallarme, pero me mantenía lo más fuerte posible hasta poder llegar a aquel grandioso árbol que estaba cerca. Mis manos frías y temblorosas intentaban de evitar que la sangre siguiese escurriéndose, era inevitable, debió haber sido una profunda herida. Aquella espada había entrado a mi piel entre medio de mis costillas, fue una herida tan profunda que eso me mataría. Intenté incorporarme al instante en que mis piernas me traicionaron y me fui cayendo, cayendo de rodillas y raspándomelas en los fragmentos de rocas que había en el césped grueso y verdoso, fangoso por la lluvia y eso me facilitó para empezar a arrastrarme. Dolía, dolía demasiado aquella herida.
Solté un leve gemido, arrastrándome por el césped fangoso y rogando poder tener la fuerza de llegar al árbol. Cada vez estaba más cerca, cada vez la lluvia se hacía mucho más fuerte y caía en mi piel, gotas frías que antes adoraba y en este instante, quería que se detuviera porque mis lágrimas se mezclaban con las gotas que caían de aquel hermoso cielo gris. Había sido una batalla y tenía miedo, mucho miedo. No se quien pudo lograrlo y quien no, esperaba con ansias que las personas que yo amaba pudieran haber sobrevivido, porque había perdido más de la mitad en el camino. Mis piernas se arrastraban y me ayudaban a llegar y pude ver el árbol delante de mis ojos. Mi respiración estaba entrecortada, sentía como me quedaba sin aire y solo quería incorporarme en aquel árbol. Fui girando débilmente, no tenía fuerza y no daba para más. Así que tan solo me puse de espalda, sintiendo dolor en mi costado y viendo la sangre espesa que salía de mi, iba a morir. Mi cuerpo dolía e incluso mis huesos. Tantos golpes, tanto correr para encontrarme aquí desangrándome y sintiendo la desesperación de no poder verlos una vez más, de no poder ver a mis pequeños que había dado a luz hace unos años.
Eran idénticos a él, a su papá... mis lágrimas fueron cayendo al igual que mi sombrero se desvaneció al bajar la cabeza. Cayó justo aún lado de mi, aquel desgastado sombrero de alguacil que había pertenecido a dos de los hombres más importantes de mi vida y que tristemente ambos, están muertos; padre e hijo. Un leve gemido se escapó de mi garganta, mientras que mis manos temblaban en mi herida y sabía que moriría. Sabía que en unos minutos me desangraría. Lo sabía al instante de ver esas imágenes en mi mente cómo si fueran real, como si estuviera viviendo aquellos momentos nuevamente. Supe que iba a morir porque siempre me decían que cuando estas muriendo vez tú vida pasar como una película y ahí la estaba viendo, justamente ahí, con lágrimas en los ojos me enfoqué en ver mis imágenes tan vivas en mi mente. Y ahí terminaba todo lo que algún día construí, sentí mis músculos dejar de estar tensos y simplemente la eterna oscuridad me arropó.
Más allá del adiós.
Ella cabalgaba con rapidez, mientras que la tristeza la invadía por completo. Tenía muchas emociones, tenía muchos pensamientos del grande odio que sentía por su madre. Jamás pensó que las cosas tuvieran que terminar así y quien diría que todo empezó con ella, por eso desde el fondo, se sentía llena de culpa. Ella no sabía como aún tenía la fuerza para guiar el caballo y sostener ambos cuerpos recostados encima de él pero el alivio la abrazó en un momento tan desastroso como este. Los portones del Reino se abrieron cuando ella gritó que por favor abrieran. Lydia, empapada y aturdida ante lo que había presenciado, no sabía cómo lidiaría con la situación. Ella se bajó del caballo algo torpe pero era por lo ida que aún estaba ante la situación, no tardo en bajar del caballo al cuerpo más pequeño y presenciar aquel compañero médico sostenerlo, Siddiq en sus brazos atrapó al pequeño legado de Carl Grimes quien continuaba inconsciente sin saber lo que había sucedido. Lydia observó en el reino a la mayoría de los que se quedaron a pelear en Alexandria y sabía que lo que se avecinaba no era fácil.
Se quedó inmóvil al ver a ese hombre acercarse al pequeño que se habían llevado, vio a Negan irse con Siddiq quien tenía a su nieto en manos. Ella suspiro gruesamente, viendo como la persona que menos creyó se acercó ayudarla a bajar el cuerpo de Michael, quien aún resistí. Daryl Dixon la ayudó, la ayudó adentrar a Michael quien fue socorrido por dos residentes más de Alexandria. Lydia se quedó parada frente a la entrada de esa comunidad, sin saber que cara tener para expresar lo que debía decir. Frente a ella estaban todos, veía en una esquina a Rosita, quien estaba junto a Carol atendiendo algunos residentes que parecían venir de Alexandria, pues estaban heridos. Pero frente a ella estaba la mujer a quien no quería sin duda alguna enfrentar. Michonne se percató de su presencia, notando a esa pálida chica estar aturdida parada frente a todos. Michonne se quedó detenida a distancia de ella, dándose cuenta de que solamente era ella. Lydia respiraba gruesamente mientras que miraba fijamente a Michonne.
—¿Aliana y Jayden volvieron a Alexandria?—preguntó Michonne llena de curiosidad ante no presenciar a quien había dejado ir horas atrás, Lydia observó a Michonne sucia y con sangre en su ropa.—¿Por qué no están aquí?—Lydia tenía sus ojos humedecidos, mientras que más a la distancia pudo captar a Rosita quien algo curiosa y tensa se acercó.
—Nos acorralaron en la colina.—empezó a decir Lydia con tanta dificultad, mientras que a lo lejos Daryl se presentó, observando también la situación mientras que la chica empezaba a temblar. Atrás de ella se escucharon los caballos, y cuando se giró pudo ver como había llegado quien faltaba. Lydia con sus lágrimas desprendiéndose de sus ojos visualizó a Ethan junto a Connor bajarse de uno de los caballos, mientras que del otro se bajaba Aarón junto a Yumiko.
—Estás aquí.—habló Connor aliviado ante ver a Lydia, teniendo entendimiento de que Michael también estaría aquí, a salvo pero la gran tensión que había provocó que nadie se moviera de sus posturas, pues Lydia estaba llorando.—¿Qué sucede?—volvió a preguntar Connor ante no saber que sucedía pero lo que no sabía, es que quien debía estar así era Ethan quien pensaba en que su amor, ya estaba aquí.
—Lydia, te hice una pregunta.—Michonne de una forma ruda se dirigió hacia la adolescente chica, quien usó todas sus fuerzas para poder llegar hasta aquí con aquellos dos varones.—¿Donde está Aliana y Jayden?—volvió a preguntar Michonne, llena de ansiedad mientras que Ethan atrás de Lydia esperaba una respuesta, sintiendo como el aliento empezaba a faltarle.—Lydia.—la llamo nuevamente Michonne, pero la chica en llanto no sabía cómo expresar tan trágico momento.
—Nos acorralaron en la colina... —volvió a repetir la chica con dificultad, tomando toda la fuerza posible para expresarse.—Los atacaron y perdieron su caballo, así que me otorgaron traer a Michael con Caleb a Hilltop, pero me quedaba más cerca venir aquí. Quise girar porque los atacaron y no quería irme así.—Lydia sentía su corazón estremecerse cuando tuvo la atención de todos en ella, lo que lo hacía de una peor forma.—Ella los encontró y... —Lydia empezó a sollozar, llenando las mentes de quienes la escuchaban de incertidumbre y de un dolor que no estaban listos de sentir.—Lo siento, ellos se sacrificaron. Los mato, los vi morir.—sollozo ella fuertemente mientras que todos quedaron idos ante lo que ella dijo.
Michonne frente aquella chica no proceso lo que Lydia había pronunciado con tanta dificultad, ella bajo la cabeza y intentaba de entender la situación que estaba ocurriendo en sus narices. Lydia, con un dolor en su alma saco de su cinturón el arma que logró recuperar en el camino, que sabía que quizás Aliana no pensó que perdió. Lydia se acercó a Michonne con lágrimas en los ojos y le deslizó en el suelo aquella arma, aquella arma que tenía un silenciador que no solo le perteneció Aliana, si no a Carl. Las manos de Michonne temblaban ante lo que Lydia había dicho, mientras que las gotas de lluvia continuaban arropándolos. Más allá, quien reaccionó de la peor forma fue Rosita Espinosa. Lydia alzó la mirada, escuchando como Rosita grito dolorosamente el nombre de Jayden. Visualizo como Carol tuvo que sostenerla en el momento en que iba a desvanecerse en el suelo, llena de llanto y de un dolor que no deseaba volver a experimentar. Lydia se quedó perpleja, viendo como Rosita negaba y gritaba una y otra vez el nombre de su amado.
Frente a ella aún Michonne estaba parada, mojándose bajo la lluvia mientras que estaba transmitiendo todo a su corazón. Lydia dio un leve brinco cuando escuchó un estruendoso metal resonar, girando su cuerpo y observando en como Ethan Martínez golpeó con sus nudillos la puerta principal de la comunidad. Las lágrimas de Lydia se detuvieron cuando presenció como ese hombre cayó de rodillas al suelo, dando un desgarrador grito que debilitó las emociones de todas las personas. Él describió un dolor que Lydia ese día jamás deseo sentir, se estremeció en el suelo mientras que la lluvia se mezclaba con sus lágrimas. Ethan gritaba, gritaba mientras que su alma se vaciaba al transmitir la ira que estaba sintiendo. Su dolor era el más grande, su amor por ella había sido su salvación y ahora, su destrucción. Fue abrazado por su hermano, pero Ethan en negación lo empujó, lo empuñó hasta que entró en razón de que había perdido a Aliana para siempre. El tenía en su mente los verdosos ojos de esa chica, de los que se había enamorado.
—¡Dios no, por favor!—gritaba él en aquellos sollozos tan dolorosos, Lydia no se atrevía a llorar ante el dolor de estas personas que no se describían al de ella, solo observaba el dolor.
Se volvió a girar, observando como Michonne cayó de rodillas al suelo frente a esa arma que sostuvo, mirándola fijamente y llenándose de un sentimiento impotente adentro de ella. Michonne apretó esa arma contra su cuerpo, la arma de dos niños a quienes vio crecer y a quienes amo como suyo, ahora ambos descansaban en paz en la luz eterna. Ella aferró lo único que dejaron, lo aferro y sus lágrimas se desprendieron mientras que las gotas de lluvia la empapaban. Michonne arrodillada escuchaba los gritos y llantos que transmitía Rosita y Ethan, pero el dolor de ella se describió como el más desastroso ese día. Su alma estalló de dolor y llanto, sus lágrimas se desprendieron y ella se quedó arrodillada en el suelo, había perdido todo lo que algún día deseo tener para siempre. Se negó una y otra vez, ella sabía que esa chica de ojos verdosos se estaba despidiendo, porque sabía que había llegado al final de sus días, y que dio sus últimos suspiros junto a su fiel compañero. Michonne descargó su dolor, su llanto ese día sabiendo que ahora nada seria fácil.
Más allá de la distancia, entre lágrimas, Daryl Dixon había escuchado la peor noticia. Lleno de tristeza y con su corazón debilitado, no podía creer que el último legado Johnson, había muerto. La ira de no haberse despedido y de no proteger lo que tanto su amor le pidió, lo mataba. Daryl bajo la lluvia caminaba, acercándose a la enfermería donde Negan había entrado con Caleb, con su nieto y lo que sería su único consuelo. Daryl se adentró a la enfermería, visualizando a Siddiq aún lado de Michael Martínez, quien con su herida saturada, dormía plácidamente. Continuo caminando hasta que visualizo a Negan parado frente aquella camilla, viendo a Caleb dormido y con muchos vendajes alrededor de su rostro. Lo peor de todo, fue cuando Daryl visualizó a Alanna y Judith allí sentadas, observándolo. Los ojos de Negan miraron a Daryl, quien no sabía cómo transmitir lo que había escuchado. Daryl tenía lágrimas aún plasmadas en su rostro, mientras que Negan lo miraba tenso, sin saber lo que se avecinaba. Daryl le hizo una señal a este, esperando que pudieran salir de la habitación sin saber que las curiosas niñas escucharían algo de lo que siempre se lamentarían haber escuchado. Alanna y Judith se miraron fijamente, mientras que se acercaron juntas a la puerta para saber que sucedía ante sentir el ambiente tan pesado. Ambas niñas se asustaron y tomaron de sus manos cuando escucharon un estruendoso grito de Negan, a quien escucharon aproximarse a un terrible llanto.
Las chicas quedaron aturdidas en la mesa cuando escucharon lo que Negan pronunciaba, lo que haría que la chica que lo miraba estuviera marcada el resto de su vida. "Mi hija no está muerta, por favor, no". Alanna tenía sus ojos abiertos como plato, mientras que observó como Daryl abrazaba y sostenía a Negan quien estaba aturdido y en negación. Aquella pequeña niña negó con su cabeza, mientras que sus ojos se humedecieron. Su humedecieron y lloro en negación de que su madre había muerte. La tristeza invadió cada rincón de los que amaron y vieron a Aliana crecer, su muerte desataba las emociones más dolorosas pero más allá de eso, la de sus hijos. El fin de una generación había llegado, era lo que pensaban muchos ante la trágica noticia que los arropó, los últimos dos que quedaban de su generación se habían ido. Muchos habían presenciado el crecimiento de esa generación de la cual ya no tendría fruto, ya no había más. En memoria de Sofía Peletier, Beth Greene, Ron y Sam Anderson, Enid, Natasha y Nathan Johnson, Jayden Evans, Henry Pelitier, y finalmente Carl Grimes e Aliana. La luz de estos jóvenes quienes no pudieron quedarse más tiempo, vivirán en la esperanza de los que aún permanecen por luchar cada día.
El final de una salvación.
Bien, hemos llegado al gran final de esta tercera novela. No saben lo triste y feliz que estoy, lamento este final y claramente saben que me tomare un tiempo para esta novela. Quiero agradecerles por su apoyo, por siempre estar de soporte para mi. Ustedes han hecho esto posible y si Dios lo permite, pronto eventualmente comenzaré una saga nueva que da continuación a esta. Os amo mucho.
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