18
Presentimiento.
—Levántate Caleb, vamos.—en un tono alto hable, esperando a ver que mi hijo se levantará del suelo, ante su hermana dejarlo caer con brusquedad.—No pasa nada, no te entristezcas.—le pedí ante verlo limpiarse sus manos y tener los ojos lloroso, era la cuarta vez que Alanna lo tumbaba.
Me acerque a él, limpie sus manos y sacudí su ropa. Mire su rostro, mire como aguantaba por no dejar caer sus lágrimas. Lo mire y le sonreí, le di un leve beso en su mejilla, se que podía esforzarse más, necesitaba que se esforzará. Sus ojos azules me miraron veía sus pequeñas pecas, me sonrió algo fingido, él quería que yo pensara que él era fuerte. Me aparte de él, esperando ver cómo mis hijos se enfrentaban uno al otro con tal de que empezaran aprender combate físico. Me quede cerca de Jayden, quienes los ayudaba y les daba órdenes de cómo debía ser, él en esta área era muy estricto. Habíamos optado por irnos afuera de Alexandria, empezaba aflojarlos, necesitaba pulirlos y que supieran a lo que ellos se enfrentaban, sin importar cuán aterrados estén. Quería que aprendieran, necesitaba que ellos aprendieran a protegerse. Sabía que algún día yo no estaría más y no podría protegerlos al menos el día en que yo no esté, mis hijos se podrán proteger uno al otro y eso me confortaba.
Todos estaban preocupados ante la nueva amenaza que nos vendría encima y otros como Michonne, pensando en si era lo correcto asistir a la feria que el Reino ofrecería como símbolo de paz y tranquilidad. Tampoco sabía si era lo correcto, pero quizás mis hijos necesitaría un ambiente de tranquilidad y paz. Un ambiente donde se les otorgue felicidad y diversión, quería complacerlos pero a la vez quería cuidar. Me quedé observando en como Caleb se esforzaba por mantener un buen balance para que Alanna no lo tumbara, pero ella nuevamente había empujado a su hermano ganándole. Suspire, viendo como Caleb en el suelo emitió un sollozo, entristecido. Fui acercarme cuando vi como este miró a su hermana fulminante, se levantó y la empujo con una gran fuerza que la tumbó. Con rapidez, apreté el brazo de Caleb ante ver cómo esto se volvió personal, mire a Alanna, observando que ella se quedó quieta y tranquila, sabiendo y entendiendo que su hermano estaba frustrado pero yo al ver a Caleb vi una imagen que me llevo al pasado, la actitud que Nathan demostraba cuando éramos niños y como no le gustaba perder, me quedé aturdida.
—¡No quiero hacer esto, no quiero!—Caleb emprendió en un llanto, me quedé quieta ante ver su reacción, ver su frustración. Se aisló de mi y pude ver como Jayden se acerco, intentando ayudarme con la situación ante ver que me había quedado por alguna razón sin habla, la actitud de Caleb ver en sus ojos el enojo y la rabia de perder fue un flashback.
—Oye amigo, vamos, estuviste bien.—Jayden se bajo a la estatura de Caleb, quien derramaba lagrimas frustrado, mientras que Alanna sigo entristecida estaba detrás de mi, cabizbaja.—Yo muchas veces tuve miedo y me rendí, preferí correr del peligro pero aprendí que sin importar cuanto huyas, él te perseguirá. Así que trabajaremos más fuerte la próxima, eres de mi equipo, somos los mejores.—le alentó Jayden con una sonrisa, limpiándole a Caleb sus lágrimas.—Dame cinco.—Caleb y Jayden juntaron sus palmas, Jayden no tardó en levantarse de su estatura y me miró, esperando a que yo tomara acción.
—Fue mucho por hoy, deberíamos volver y almorzar algo, podremos entrenar luego.—les dije a ellos, quien asintieron.—Bien, andando, volveremos a Alexandria.—les alenté a caminar, mientras que suspire recogiendo del suelo una mochila con provisiones que había traído; Alanna y Caleb prosiguieron caminando, aislados uno al otro.
—¿Estás bien?—me pregunto Jayden a mi lado, frustrada suspire y negué.—¿Qué te preocupa?—me pregunto, ambos empezamos a caminar detrás de Alanna y Caleb.—Vamos, él lo hará bien, tiene potencial solo debe soltarse.—comentó Jayden y negué, negué muchas veces.
—Se que puede hacerlo.—le respondí cortante.—Me preocupaba a lo que vamos a enfrentarnos, no sabemos lo que son capaces estas personas. No sabemos lo mínimo, no quiero exponerlos a esto pero creo que debo obligarme a que sea lo correcto.—le sinceré, viendo cómo Jayden asintió ante mi comentario.
—Entiendo tu postura pero si no empiezas a hacer que se enfrenten a cosas grandes, ¿qué les espera su futuro?—me pregunto, pensativa ante su respuesta no tarde en aceptar que él tenía razón sobre lo que me había dicho. Mire a mis hijos, quienes caminaban y quería un futuro en donde ambos fueran lo que su padre quería ser, libre.—Tienes muchas presiones encima, siento que vas a consumirte otra vez Aliana, no puedes caer nuevamente.—continué caminando aún lado de Jayden, igual de pensativa.—Se supone que Ethan también estaría aquí, se supone que él nos ayudaría, los niños le tienen confianza.—comentó y ahí, pare en seco, ante ver a los niños observar algunos insectos; estábamos cerca de Alexandria.
—Jayden, tengo problemas más grande que el desamor que siento, y uno de ellos es la defensa de mis hijos. A penas llevo entrenándoles a usar un arma o una navaja desde que a penas tuvieron entendimiento de muchas cosas, necesito que ahora aprendan con mayor eficiencia a usarlas.—le respondí.—La feria del Reino será pronto, tratemos de fingir que no tenemos nada de que preocuparnos por ellos, por Judith y RJ.—le termine diciendo con intenciones de seguir rumbo hacia los portones de mi comunidad pero mi corazón, estalló.
—¡Caleb!—me tensé ante el grito de Alanna por su hermano, a quien vi entrometerse en los arbustos del bosque y correr nuevamente por donde habíamos venido, sintiéndome abrumada tiré la mochila y mire fijamente como Jayden sostuvo a Alanna ante sus próximas palabras.—¡Nos observaban!—giré mi cuerpo con rapidez y mire a todos lados.
—¡Jayden llévala adentro, busca refuerzos!—le grite a él, desesperada ante Caleb desaparecer de mi campo visual, y mi única opción sería seguir sus pasos.
Mi aliento faltaba, faltaba y no dejaba de mirar de forma insegura él área, no tenía conocimiento de que alguien nos observara pero si era así, no tendría duda que debían ser nuestros nuevos enemigos siguiendo nuestros pasos. Trague saliva y retome aire, introduciéndome a través de los árboles, por donde habíamos venido. Las ramas raspaban mi rostro y juraba que escuchaba pasos, como si alguien también estuviese corriendo a mi alrededor. Mi piel estaba como gallina y ni siquiera me atrevía a gritar el nombre de mi hijo con tal de no ponerlo en riesgo, no sabía quienes estaban entrometidos en esto. Sentía ardor en mi rostro ante las ramas aún raspándome, corría con rapidez y miraba a todos lados. Desesperada, empecé a escuchar gruñidos, llena de agotamiento y sintiendo la adrenalina recorrer por mis venas, saqué mi navaja de mi estuche y lo incrusté en el cráneo del caminante que había reflejado su presencia detrás de aquel tronco. Con rapidez, tire el cuerpo con brusquedad al suelo, viendo mis manos llenas de sangre.
Mire al caminante, lo mire fijamente y me percaté que era un caminante real, no era un usurpador. Sentía mi frente sudar, con temor aún de gritar el nombre de mi hijo y esperando a que nadie saliera en su búsqueda para lastimarlo. Continué caminando con mi navaja en manos, alerta a la situación esperando tener una señal de Caleb, podía jurar que yo me estaba volviendo loca en estos momentos de encontrar a mi hijo, sano y salvo. Escuchaba hojas pisadas y no dejaba de mirar a todos lados pero yo, no veía nada y tenía un presentimiento que no dejaba que mi pecho se calmara y pudiera respirar bien. Continué caminando, corriendo a través de los árboles y sintiendo como cada vez me iba más lejos pero mi cuerpo se detuvo en seco cuando los árboles llegaron a su fin, y pude ver con claridad cómo también el camino frondoso terminaba, era una cantera. Me quedé en seco, observando el cuerpo de Caleb dándome la espalda y como delante de él estaba esa mujer. Mi cuerpo se tensó, y sentí un escalofrío recorrerme cuando vi sus ojos verdosos humedecidos, ella estaba arrodillada mirándolo fijamente.
—Aléjate de él.—le pedí a ella, observando cómo continuaba mirando a Caleb quien tampoco se aislaba de ella, parecía mi hijo no tenerle temor, si no, curiosidad.—Ey, aléjate. ¡Ahora!—mi desespero me hizo gritarle a mi hijo, viendo cómo este me miro asustado y se quedó entre medio de una distancia, entre ella y yo.
—No quise asustarte, pequeño.—ella le hablaba a mi hijo con su voz temblorosa, lo miraba tan fijamente como si recordara algo, o a alguien. Mientras que sentía nuevamente ese malestar en mi, sentí mi estomago dar vueltas ante tenerla de frente, su presencia me llenaba de miedo y de recuerdos, tristes recuerdos. Caleb la miro fijamente con una gran inocencia que deseaba tener, acercándose poco a poco a mi.
—Estás muy lejos de casa, Alessandra.—le dije, mirando la distancia que guardaba y como ella estaba cabizbaja. Se veía limpia y ella no traía aquella máscara de caminantes, incluso parecía estar desarmada.—¿Quién está contigo?—le pregunté curiosa, incluso con temor.
—Me arriesgue en venir sola, vi cuando te fuiste, a través de la cadena de caminantes. Decidí irme unas días, necesitaba pensar pero me dio curiosidad muchas cosas que me dijiste, así que ese mismo día los seguí.—me respondió ella, mirándome. Caleb, se quedó a mi lado observando la situación que para su edad, era confusa.—Los vi, así que quise acercarme pero no me atreví hasta que lo vi a él. De seguro debe ser tu hijo... —Alessandra miro a Caleb, lo miro nuevamente de forma fija.—¿Cómo te llamas?—no cometí ninguna acción hiriente a ella ante ver cómo se dirigía a mi hijo, a quien le toque su espalda dándole permiso a que respondiera.
—Nathan... —él de forma cortante y lleno de timidez le respondió, presenciando como ella se tensaba y parecía aguantar sus ansias de llorar, demostraba un semblante de tristeza.
—Te pareces mucho a Nathan, ¿es tu tío verdad?—pregunto ella, y Caleb, con timidez asintió viendo cómo ella demostraba un temblor en sus labios, bajo la cabeza.
—Él realmente se parece a su papá.—le corregí, con una voz pasiva, sin actitud y teniendo la mínima empatía con ella ante mi hijo estar presente.—Él y su hermana.—le comenté, viendo cómo ella pareció sonreír ante aclararle que en mi vida había otra criatura.—Tuve dos hijos, son mellizos.—le aclaré, viendo cómo ella entristecida y temblorosa asentía.
—Pero verlo, es recordar a Nathan.—continuaba comentando ella, mientras que Caleb me miraba confundido e incluso asustado. Alessandra me miro, intentando de aparentar un fuerte semblante ante él para no confundirlo o asustarlo como hacía.—¿Dónde está él?—pregunto ella curiosa y mostrándome una tímida sonrisa ante mi rechazo, y era evidente, llena de miedo la mire y sentí un gran estruendo en mi alma ante esa pregunta. Mire fijamente a Caleb, con temor a lo que podría decir y lo que podía afectarle a él. Suspire hondo y mire los ojos verdosos de esta mujer.
—Nathan me quito lo más que amaba, así que le hice un favor al mundo.—le respondí de una forma tan fría, tan cortante que pude ver esas palabras se le incrustaron a ella, viendo cómo abrió un poco su boca y como sus lágrimas se desprendieron de sus ojos, molesta y con rabia la mire ante ella demostrar tristeza ante él hijo a quien nunca pudo ser capaz de cuidar.
—Por Dios... —susurro ella, cabizbaja y limpiando sus lágrimas que para mí eran de cocodrilos. Sentí molestia, tanta que incluso ante él recuerdo de mi hermano a mi mente y de como horrorizada mente lo maté con mis propias manos.—¿Natasha esta bien?—preguntó aún con curiosidad de saber nuestro bienestar, le asentí, viendo en ella un semblante de calma. Mientras que aún derramaba lágrimas.
—No te atrevas a aparentar que ahora te preocupamos, no lo hagas, por favor.—le pedí, llena de tristeza viendo cómo ambas aún estábamos distanciadas pero verla, era como verme a mi en un espejo pero más adulta.
—Hay muchas cosas que podrías entender ahora que tienes q quien cuidar, sabiendo las grandes responsabilidades que debes hacer, incluso los grandes sacrificios.—dijo ella, estrujando su nariz.—Vine a buscarte porque debo adver... —sus palabras no fueron terminadas y no tarde en girarme con rapidez ante ver a algunos compañeros detrás de mi, viendo fijamente a Michonne con un arma, esta quien asombrada observo la escena que pudo entender ante su capacidad. Detuvo a los demás y les incitó a bajar su armas, mientras que pude ver claramente aquellos ojos claros mirarme también pero sus ojos me miraban de una forma diferente.
—Ve con Ethan... —le pedí a Caleb, mientras que mis ojos continuaban mirando al hombre a quien no vi cuando desperté hoy en la mañana, con quien no desayuné en la mesa. A su lado, recuperado estaba Connor, incluso Jayden quienes había ido a buscar ayuda. Nuevamente me giré, mirando a Alessandra quien demostró un semblante de intimidación ante mis compañeros, demostrando una gran actitud.
—Vine advertirte sobre Alfa.—sus ojos nuevamente me miraron y continuó diciéndome lo que iba a decirme, mientras que ahora no era la única que escuchaba.—Se entrometieron en el camino equivocado, y ella vendrá por todos ustedes pero viene por ti, Aliana y no va detenerse hasta matarte con sus propias manos.—mi piel se tensó ante sus palabras, ante su advertencia.
—Ustedes fueron los primeros que cruzaron nuestras líneas y comunidades, fueron los que empezaron a matar gente por sentirse amenazados. Y su hija no está aquí, no sé dónde pueda estar.—le respondí pero ella negó, negó e intentó acercarse pero escuchó como arma era cargada, y para mi asombro era la de Michonne quien miraba a Alessandra de manera fulminante.—Fue decisión de ella irse, no tenemos nada que ver con eso.—añadí.
—Aliana, esto es más personal de lo que crees.—me intento de hacer entender ella, mientras me miraba con cierta preocupación.—Ella los ha observado durante tiempo, sabe más de lo que creen. Es un monstruo, es capaz de muchas cosas.—continuó, ahora hablándonos a todos los presentes.—Le arrebataste a una de sus joyas más preciadas de una manera tan fría que la perturbó. Molly, la mujer que mataste no sólo era mi pareja... —ella me miro, dejándome sorprendida ante su confesión y ni tanto por su orientación sexual, si no pensativa y aturdida ante haberle arrebatado a quien amaba, pude ver en ella una gran tristeza.—Molly era su hermana, la idolatraba de una forma inexplicable, un lazo de hermanas las unía de forma inquebrantable, viene por ti y por lo que amas. Así que debes prepararte, todos ustedes deben hacerlo.—comentó, danos pasos para atrás con intenciones de irse.
—¿Por qué nos ayudas?—Michonne bajo su arma, mirándola fijamente.—Eres parte de esa elite, ¿por qué traicionarla?—volvió a preguntar Michonne, acercándose a mi.
—Porque ya no tengo nada ahí que me entrelace.—respondió Alessandra de una forma honesta, dando referencia ante la partida de Molly, a quien recuerdo haber matado en defensa de proteger a Connor Martínez y jamás pensé que desataría una tormenta.—Hice lo que pude en venir y advertirles lo que deben enfrentar.—ella sostenía con fuerza una mochila y no tardó en mirarme para así girar su cuerpo y darnos la espalda, me quedé sin habla y con ganas de voltearme e irme pero no pude.
—¿A donde vas, Alessandra?—le pregunté curiosa, viendo cómo ella detenía su paso y se volteaba para mirarme entristecida.—¿Volverás?—le pregunté y ella se encogió de hombros, haciendo mi cuerpo estremecer ante ella sonreírme y desaparecerse a través de los bosques, dejándome un vacío que nadie llenaba.
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Mi cuerpo estaba recostado en el pecho de mi hermana, quien acariciaba mi cabello y observaba al igual que yo, como nuestro padre quien aún estaba algo herido de su pierna, sostenía a Samantha en brazos. Me hacía recordar los momentos en que el solo deseaba tener días libres para turnarse con Alanna o Caleb, él amaba cargarlos y cambiarles el pañal o tan solo recostarse en el césped con ellos y mirar el cielo nublado de aquellos pasados días. Veía cómo miraba a su nueva nieta, cómo acariciaba sus manos y cómo le daba el biberón. Ver cómo él había cambiado me hacía sentir aliviada, tenerlo conmigo y ver cómo enmendaba sus errores me reconfortaba pero jamás cambiaría el resentimiento del daño que nos provocó. Veía en su rostro una gran felicidad, una tranquilidad y verlo me hacía recordar lo que quería Carl, paz. Me levante de aún lado de Natasha, sintiendo una gran tristeza en mi y cómo mis ojos se humedecieron, no tarde en ver cómo los dos que me acompañan en esta habitación me miraban curiosos ante mi entristecimiento.
—¿Es correcto que vayamos a la feria del reino?—Natasha miro fijamente a nuestro padre, quien se encogió de hombros ante la pregunta de su primogénita.—Siento que debemos presentarnos, todos ellos fueron nuestros amigos y caminaron largamente con nosotros durante tiempo, todos en algún momento no tuvimos que comer pero juntos compartíamos la comida. Tara y Carol siguen siendo nuestra familia. Deben conocer a los niños, debemos protegernos ahora más que nunca.—comentó Natasha, mirando aún a papá.
—Michonne irá.—le comenté a Natasha cabizbaja para que no notara mi triste comportamiento.—Y creo que yo también.—le añadí a mi comentario, suspirando.
—No deberías seguir guardando rencor hacia Maggie, ella ya no está cerca, puedes ir y dejar los remordimientos atrás. Debemos continuar pero debes cuidarte más que nunca, más cuando aquella extraña mujer vino a advertirte eso, Daryl tiene razón en que debes cohibirte ahora más que nunca.—los ojos de mi papá me miraron fijo ante lo que Natasha había pronunciado, dejé ver mi rostro y mis ojos humedecidos.—¿Qué pasa?—me pregunto Natasha, arqueando su espalda contra la camilla de la enfermería y mirándome, mientras que yo restregaba mis ojos para no llorar.
—Debo decirte algo, Natasha.—mire a mi hermana fijamente, viendo cómo ella se tensaba y sus ojos color miel me miraban, mi hermana esperaba ansioso lo que deseaba decirle pero ver el rostro de Negan, ver cómo esperaba a que emprendiera mi confesión, hizo que me llenara de gran pánico.
—Me he estado acostando con Ethan y creo que siento algo hacia él que no puedo evitar sentir pero algo me detiene, y es el terrible miedo de volver a amar con tanta intensidad a alguien.—sus ojos me miraron, me miraron al igual que los ojos de mi papá quien ante mis palabras erróneas, pero honestas que también deseaba sacar, se levantó de la silla con Samantha en brazos y se aisló, dándonos espacio.—Tengo tanto miedo.—mis ojos se humedecieron ante mentirle a mi hermana sobre una realidad que soportaría pero que no quería que sufriera en esta gran etapa de su vida pero también, dejaba salir ese gran peso que mi corazón sentía.—No puedo dejar de pensar en Carl y cada vez que me acerco a Ethan, es como si el recuerdo de él se eliminara por completo, no quiero olvidarme de Carl.—mi corazón demostró mi tristeza ante la gran ausencia del chico que más ame.—Aún siento un gran vacío, no puedo lidiar con el hecho de que ya no esté, no puedo continuar y dejar todo lo que deseábamos construir atrás.—mis lagrimas se desprendían, viendo cómo ella me miraba como tristeza como mi padre se había girado para verme caer en llanto.
—Aliana... —mi hermana susurró mi nombre, sosteniendo mi rostro con sus suaves manos y derramando lagrimas de tristezas ante su gran empatía por mi.—Se cuanto Carl y tú se amaban, lo sabia con cada intensidad de mi corazón porque aún recuerdo como ambos se quedaban en el balcón viendo las estrellas y hablando de todas las cosas que pasaron cuando todo empezó. Aún recuerdo cuando él siempre te protegía, cuando siempre buscaba de ti, como tú lo mirabas y él a ti. Lo sé porque Carl era muy importante para mi, era mi mejor amigo y tampoco puedo olvidarlo.—intento de aguantar un sollozo, pero yo continuaba llorando con una gran intensidad ante recordar a mi gran amor a quien extrañaba.—Pero él desearía que fueses feliz, desearía que vivieras lo que él no pudo. Desearía que amaras con cada latido porque así era Carl, justo.—abrace a mi hermana con fuerza, mientras sollozaba ante su hermoso recuerdo.—También lo extraño.—me susurró en el oído, mientras que me distancié y me salí de la camilla.
—Debo entonces ir a resolver lo que hice.—le dije aún llorosa, viendo cómo mi papá nos miraba ambas, nos miraba con un gran orgullo y este, me asintió, alentándome a ir a buscar a Ethan.
Agradecida, no tarde en salir por la puerta de la enfermería viendo el gran atardecer y como el viento se sentía fresco. Me quedé parada aún en la puerta de la enfermería, en el balcón y sentí el alma moverse ante no terminar lo que empecé. No había marcha atrás ante la decisión que había tomado por el bien de mi hermana en estos momentos, no podía crearle el laberinto que mi mente tenía ante el regresó de una persona que dejó una gran cicatriz en nuestras vidas. Empecé a caminar, limpiando mis lagrimas y sintiendo un alivio en mi, aunque aún sentía un gran miedo recorrerme por la advertencia que Alesandra me había dado. Confundida ante sus intenciones de ayuda, no podía dejar de pensar en lo que está nueva amenaza y confrontación costaría. Continué caminando pasando por el lado de algunos pequeños niños que corrían, mientras que estaba animada en ir en busca de aquel hombre que hacía que mi mundo se sintiera lleno de grillo nuevamente, me sentía hacer sentir bien y no deseaba justo ahora dejar ir eso. Miraba a todos lados y cuando mi vista lo capturo donde solía pasarse, sentí mis músculos débiles. Vi en su rostro una increíble sonrisa, y como era acariciada por las manos de aquella pelirroja quien lo miraba con un gran destello en su rostro. Magna y él se sonreía en uno al otro, creando en mi un sentimiento desconocido.
Desde lejos pude observar en cómo ellos dos se distanciaban de lo, felices uno al otro mientras que yo esbocé una sonrisa. El viento jugaba con mi cabello suelto y entristecida ante los que mis ojos veían, no pude aguantar mis ganas de soltar algunas lagrimas. Continué caminando sola por las aceras de Alexandria, mirando al cielo y pensando, ¿en donde estás ahora? Era la pregunta que más me hacía cada mañana, cada noche cuando pensaba en la ausencia de Carl. Me detuve en seco, girando mi cuerpo y esperando no ver nuevamente lo que vi pero al girarme, tan solo vi aquellos ojos mirarme. Ethan a lo lejos capturó mi presencia pero este, desvío su mirada y continuó caminando aún lado de aquella mujer. De igual forma seguí caminando, hasta llegar al balcón de mi casa y no tarde en sentarme en los escalones. Limpie mis lagrimas, sacando de mi estuche aquella arma con un silenciador. La mire y la acaricié, recordando cada momento que Carl la uso y como no la soltaba, siempre fue su favorita. Suspire, nuevamente mirando al cielo y deseando tener la fantasía de que él estaba cerca, lo suponía y lo supuse cuando escuché a Caleb y Alanna reír, esa era la clave de mi destello y de cómo Carl, aún vivía a nuestros alrededores.
• • •
Rachel Weisz ; Alessandra Johnson.
Prepárense para la muerte de un importante personaje en las estacas, la historia tomará un gran rumbo.
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