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15

La amenaza en la puerta.

Sostenía sus pequeñas manos, les alentaba a caminar a mi lado, juntos. Alanna y Caleb en silencio me seguían, caminábamos por el césped que ellos desconocían, los llevaba a una parte de Hilltop donde solo los lleve una vez cuando no tenían conciencia. Por primera vez después de tantos años, ellos estaban en esta comunidad. Ambos curiosos me seguían, sostenían mi mano con fuerza, sus dedos estaban entrelazados con los míos. Continué caminando por aquel césped, llegando hasta entonces a aquellas dos cruces formadas de palos de maderas, que algún día Maggie Greene y Sasha Williams, le hicieron a sus amados. Los recuerdos de esa noche me invadieron, llenándome de tristeza, de impotencia. La oscuridad que transmitía Negan en aquel entonces era temerosa y se que en el fondo de su alma, mi padre aún la tenía. Me paré en seco delante de esas dos tumbas, donde yacían los restos de quienes fueron mis amigos, mis protectores. Aún lado, ahora yacía la nueva tumba que habíamos excavado hace dos días, ahora les acompañaba Jesús.

Aunque el tiempo pasará, no podía olvidar lo que hicieron por el grupo, el costó de perderlos fue el más caro en aquella noche tan espeluznante donde mi piel estaba como gallina, donde temblaba y sudaba del miedo. No quería que la dos pequeñas personas que sostenían mis manos se sintieran así, no quería que tuvieran que arrodillarse ante nadie y por eso estaba aquí, frente a estas dos tumbas. El dolor que sentí esa noche, cesó con el tiempo pero aún su ausencia picaba, aún entristecía. El futuro pudo haber sido diferente, si hubiésemos tomado las decisiones correctas y por eso, deseaba enseñarles que era lo correcto, que era lo incorrecto. Las pisadas arrastradas se escucharon detrás de nosotros, mi hijo soltó mi mano para agarrar la de la persona que llego a nuestro lado, mi hijo alzó sus brazos para ser recibido en los suyos. Giré mi mirada, viendo fijamente los ojos de Ethan mirarme, el sol les transmitía un color gris a sus ojos, se veían hermosos, sus pecas eran demasiadas al igual que algunos lunares, le sonreí.

—La última vez que vine a Hilltop fue para quitarle a esta gente sus provisiones.—me dijo Ethan, mientras que Caleb estaba abrazándolo, estaba siendo sostenido en los brazos de Ethan. Él suspiró y me miró fijo.—Yumiko, Alden y Luke aún no aparecen, aún no hay rastros de ellos. Acabe de llegar del grupo de búsqueda que organizó la líder de lugar.—suspire gruesa she ante las terribles noticias que él me había expresado.

—Vinimos aquí hace dos días para entregar el cuerpo de Jesús, Luke y Alden se van para buscar a Yumiko, desaparecen pero Yumiko llega sana y salva. Tenemos a la hija de la líder del grupo de los susurradores en una celda como si fuesen una animal y traigo a mis hijos junto a mi para que estén a mi lado de buena forma pero terminan viendo un desastroso caos.—dije, demostrando el cansancio de estas dos terribles noches llenas de tensión.

—Al menos sabemos lo que son esas personas.—giré mi cuerpo, observando fijamente a aquella castaña de pelo corto mirarme, aquella quien algún día compartí con ella y hablamos sobre chicos. Enid se acercó a nosotros, sonriéndole a mis hijos quienes estaban tímidos ante su presencia.

—Chicos, vengan. Busquemos a Daryl.—Alanna soltó mi mano ante la petición de Ethan, este quien me miró, aislándose de mi lado con mis hijos para darnos privacidad a mi y a ella. Enid se acercó a mi, justamente se paró frente a las tumbas, y suspiró.

—El tiempo ha pasado volando.—exhaló ella, el ambiente se volvió frío, tenso y lleno de tristeza ante estar con una conocida quien había visto cada sufrimiento del grupo.—¿Por qué no te quedaste en Alexandria con Michonne y decidiste volver con tus hijos?—me pregunto, cruzándose de brazos y curiosa.—No sabemos a lo que enfrentamos, tenemos una idea pero no lo sabemos.—continúe mirando las tumbas, aún lado de ella.

—La niña que secuestramos aparentemente es la hija de quien comanda el grupo, anoche Daryl logró sacarle información. Describió que son un tipo de manada, se camuflan a través de los caminantes, estas personas llevan evolucionando sin emociones. Si me quedaba en Alexandria, no haría absolutamente nada. Con Michonne all es suficiente, sin contar que parte de nuestro grupo está desaparecido y probablemente capturado por esos nómadas.—le respondí primordialmente.—Lydia, la niña, dijo que su madre no vendría a buscarla pero no sabemos si ellos nos han observado, prefiero tener a mis hijos cerca de mi aunque sea más arriesgado. Solo yo puedo protegerlos.—finalice en responder su pregunta, viendo cómo ella asintió.

—Es interesante ver cómo nuevamente las comunidades se unen por una amenaza.—Enid y yo nos volteamos, mirando en si cómo estás dos amigas daban presencia a nuestra charla. Tara, quien tenía su cabello castaño largo y suelto, permanecía caminando aún lado de Carol, ambas dirigiéndose hasta mi.—Somos aliados, nuevamente.—añadió, mirándome.

—Nunca dejamos de serlo.—le respondí.—Mis indiferencias con Maggie no implicaba la ruptura de alianza, solo debíamos mantenernos en nuestros asuntos pero ahora esto lo cambia todo.—comenté, mientras que todas nos volteamos en nuestros talones para ver claramente las tumbas, las memorias debían estar traspasando por nuestras mentes.

—Debemos prepararnos.—sugirió Carol.—No sabemos lo que esto nos traerá, no sabemos qué es lo que quieren.—comentaba ella, mientras que Tara a su lado asentía.

—Quizás territorios, o lucha por poder, nada que no hayamos enfrentado antes.—opine, aislándome un poco de ellas para emprender camino en busca de mis hijos.—Aún así no podemos lanzarnos al pozo, debemos esperar a que ellos actúen.—les sugerí, dándole las espaldas para continuar a mi destino pero Carol me detuvo con sus palabras.

—No podemos permitir que sigan pasando los días y no sepamos nada de los que han desaparecido. Antes actuamos sin esperar, ¿qué cambia ahora?—me pregunto ella, me giré en seco, mirándola fijamente, sonreí con burla.

—Qué tengo hijos.—le respondí, viendo cómo ellas me miraban finamente ante mi respuesta.—Y están aquí por la misma razón que esta el tuyo, porque prefieres tenerlo cerca a tenerlo lejos y que puedas perderlo, los míos están aquí por eso y no voy a mover un dedo hasta que las cosas se calmen, hasta que sepamos con claridad quiénes son estas personas y que buscan.—ellas se quedaron mirándome finamente, éramos compañeras y amigas pero las cosas habían cambiado a través del tiempo.

Me giré en mis talones nuevamente, dándoles la espalda y sintiendo como ella caminaban detrás de mi. Caminaba por el césped, viendo algunos residentes desconocidos mirarme, la población en Hilltop había crecido. Varios niños jugaban, escuchaba sus padres regañarle para que se mantuvieran cerca. Mi corazón se detuvo un instante ante el llamado de alerta, el llamado en que habían intrusos afuera de los muros, yo conocía ese código desde hace mucho tiempo. Giré, observando cómo Carol intercambió miradas con Tara y Enid, vi cómo estás se armaron y quitaron de sus estuches sus navajas, sosteniéndolas en sus manos. Cometí la misma acción, emprendiendo a estirar mis piernas para correr. El código continuaba resonando, mientras veía algunos residentes alertarse ante la desconocida situación, el centro de Hilltop empezaba a llenarse de los resientes curiosos y yo solo buscaba con la mirada, aquel hombre de ojos claros que se había llevado a mis hijos con él. Estaba delante de aquellos muros, de aquellos muros de madera que se habían abierto. Mi brazo apretó con fuerza a aquel niño, que me conocía, lo detuve en seco.

—¿Son ellos?—le pregunté a Henry, quien temerosamente me asintió. Trague saliva, mirando a Carol y como Tara la miraba preocupada, al igual que Enid.

—Quiere a Lydia.—me respondió Henry, mire a mi alrededor viéndolo, viendo a Ethan con Alanna y Caleb mirarme a lo lejos, le hice una señal de que se alejara y así este lo hizo.—La líder, su madre, está aquí. Quiere hablar con alguien a cargo.—añadió Henry, no tarde en mirar a Tara quien parecía no reaccionar.

—Hazlo tú.—me pidió ella, alce una ceja ante la negación de mi amiga en salir, bufé, mirando a la afueras de la comunidad y viendo un semblante.—Aliana, ve.—Tara volvió a insistirme ayuda, algo que me lleno de recuerdos, el pasado llegó ante mis ojos.

—Me pides ayuda luego que abandonaste Alexandria por el complejo que Maggie te creo, por creer que no los estábamos cuidando. Ahora me pides ayuda.—le masculle en la cara, viendo la incomodidad de ella ante mi confesión delante de los demás pero una mano toco mi espalda.

—Nadie mejor que tú para resolver esto.—la gruesa voz de Daryl Dixon calmo mi ansiedad, estaba frente a frente de este hombre que me alentó a salir y resolver el conflicto.—Nosotros traíamos a la niña, nosotros vamos a resolverlo.—asentí ante su petición, tomando aire y acercándome a las puertas abiertas de Hilltop.

—Mantengan la vista abierta, ante cualquier detalle, no importa lo que sea, no ataquen.—le susurre a Tara finalmente, quien se alejó de mí para dar órdenes mientras que iba con la frente en alto hacia las barandas de madera filosa que separaban la puerta abierta, viendo aquellos ojos desconocidos mirarme fijamente. Mi piel se tensó ante tener la presencia de aquella mujer, no tenía cabello y su rostro estaba sucio, no me despegaba la mirada de encima.

—¿Eres la líder?—su voz se dirigió a mi, mientras que ambas estábamos frente a frente separadas por aquella trampa de caminantes. Sus ojos me miraban, no se despegaban.

—No.—respondí de forma cortante.—Soy la persona quien decidió traer a tu hija acá pero no soy quien lidera este lugar.—le añadí a mi respuesta, sin quitarle la mirada de encima.

—Creo que sabes las razones por la cual he tenido el atrevimiento de venir hasta aquí.—hablo ella y veía, veía detrás de ella varias personas tapadas por sus máscaras observando el lugar.—Solo quiero a mi hija y me iré en paz.—me dijo, mirándome y hablándome en un tono neutral.

—No creo que eso sea tan fácil.—le respondí, viendo y observando cuantas personas venían con ella, cuantos la acompañaban pero no creo que venían a buscar problemas.—No te la daremos, no hasta saber qué desean realmente.—le añadí a mi comentario viendo cómo ella ponía sus manos en las barandas de madera.

—Ustedes cruzaron nuestra línea, han matado a nuestra gente, como nosotros a la suya. Cuando tienes hijos, lo menos que quieres es guerra.—me habló ella, me respondió mirándome como si supiese algo más allá de mi.—Podemos hacer un intercambio, así sería justo para ambas.—me sugirió, mire atrás, mirando a Daryl asentir.

—Cuéntame más.—le permití el acceso al intercambio, está alzó su mano y justamente varias personas se distorsionaron para dar paso a ellos, a mis compañeros. Luke y Alden, estaban ahí, estaban amarrados.—Que hija de puta.—masculle, lamiendo mis labios. Giré mi mirada y mire a Daryl, le asentí, debía ir a buscar a Lydia.

—Son dos por una, es más que justo.—me dijo ella pero esta, indicó el silencio cuando vio varios caminantes entrar a la zona.—Observa.—me pidió, esta le dio indicaciones a su gente para moverse y pude ver la extraordinaria habilidad de cómo estás personas empezaron a deambular como uno.—Cuando evolucionas y te acoplas a lo que te ofrece la vida, las guerras no serán alzadas, solo paz.—continuaba observando los caminantes, observando cómo su gente se mezclaba con ellos y los aislaba pero un llanto, un llanto de un bebé me alarmo.

—¿Dónde está?—le pregunté a aquella mujer inquieta, al escuchar el llanto, mi ansiedad por saber en donde estaba aquel bebé me carcomía pero ver cómo aquella mujer alzó su bebé en brazos, me descontrolo.—¿Qué hace?—volví a preguntar, viendo cómo la mujer delante de mi le daba una señal, y como la otra mujer bajaba sus brazos, dejando al bebé en el maizal, mi corazón bombardeaba con fuerza.

—Es natural tomar la elección de vivir sin costo.—mis ojos estaban abiertos como platos, mi corazón palpitaba con fuerza, aquel bebé estaba solo en el maizal pero no podía salir y rescatarlo, me podría costar algo.—Elegí la elección natural de buscar a mi hija pero ella decidió dejar a la suya para vivir, es natural, siempre elegiremos por respirar. Y es así como hemos sobrevivido, viviendo como los muertos, sin sentido.—ni siquiera miraba a esta mujer, no lo hacía, aquel bebé aún gritaba en llanto.

—¿Entonces viniendo aquí te hace creer que eres una buena madre?—le pregunté.—Doble moral, dejando que aquella mujer eligiera que su bebé muera. Tú no mereces a esa niña.—le hablé, aún aturdida ante la situación.

—Aquí sobrevivimos los que somos más fuertes, Aliana.—me tense ante esta tener conocimiento de mi nombre, era imposible.—Vine por mi hija porque ella no es lo suficientemente fuerte, si lo fuese, no me importaría dejarla aquí tirada y continuar. La diferencia de esa mujer, es que no hay enemigo que ataque a su hijo, solo ella misma. A mi diferencia, ustedes tienen a mi hija en cautiverio intentando de que se debilite para así debilitarnos. No te gustaría que tus hijos estuviesen en esa posición.—su dedo señaló un punto fijo, bruscamente me giré y pude ver cómo mis hijos estaban en la vista de esta situación, ellos observaban aún lado de Ethan.

—No señales a mis hijos, yo no los abandonaría prefiero que los caminantes me arranquen la piel, antes de que se la arranquen a ellos.—tape
su dedo y incluso, le empuje su mano a través de la baranda con brusquedad. Ella me sonrió, se giró y observo a donde estaban mis compañeros.

—Tráiganlos.—ordenó ella y pude ver cómo su gente accedió a su orden, pero de un momento a otro, ya no escuchaba el llanto del bebé. Frustrada, observé cómo a mi lado se acercó Daryl con esa niña indefensa cabizbaja, el pes de dejarla ir con esta mujer me carcomió, así que solo abrí la puerta y acepte a mis compañeros, girándome y queriendo caminar alejada de esa mujer, la ansiedad de saber que ese bebé había muerto me hizo sentir mareada.

—Veo que son gente de palabra. No volveremos a cruzar sus tierras, esperamos lo mismo.—yo le daba la espalda a esa mujer, mientras veía fijamente a Henry delante de mi, lo veía y veía en él un gran enojo.

—Era lo que tenía que hacer.—le susurré a Henry, dirigiéndome directamente a mis hijos, quienes observaban la escena y quienes quizás entendieron la perturbadora escena del bebé.

Sus ojos miraban aún los muros, los grandes muros de madera abiertos que se empezaban a cerrar. Los brazos de Enid abrazaron fuertemente a Alden, al igual que Yumiko recibió a Luke. El ambiente estaba tenso pero con tranquilidad y mi bienestar se calmó en el momento en que pude ver a Connie, Kelly y Magna aparecer pero ver a Connie sosteniendo en sus brazos a aquel bebé que habían tirado en el maizal. Un alivio me recorrió, como si mi tensión se hubiese ido. Sonreí, no sé en qué momento esas mujeres habían salido a salvar aquel bebé. Mientras que observe a Henry, molesto y aislándose de los demás, aislándose de mí y de Daryl quien estaba cabizbajo. Así pasó otro día en Hilltop, donde la noche nos arropó. Las estrellas estaban en su punto más alto, brillantes como siempre. Recostada en un colchón, con mis hijos durmiendo aún lado de mi, tenia en mi mente los ojos llorosos de Lydia en el momento en que la dejamos ir con aquella mujer.

Me levante del colchón, sintiendo mi pecho doler, sintiendo el aire faltarme. Era un peso, un peso de ver aquella niña temblorosa no querer irse de aquí, sus ojos me dieron a entender que ella tenía miedo de volver. Me coloqué los zapatos, debía tomar aire. Levante la sabana cálida y la lance encima del cuerpo de mis hijos, quienes dormían plácidamente. Recogí mis armas y mi cinturón, ajustándomelo en el mahón y saliendo de la habitación de la gran casa de Hilltop, la cual antes, era mía. En esta misma habitación también dormía en el sofá Daryl Dixon, sabia lo cansado que estaba ante escuchar sus ronquidos, no sabía cómo mis hijos dormían con tanto ruido. Había oscuridad y un gran silencio, se escuchaban los insectos nocturnos hacer ruido. Exclame un pequeño grito asustada ante ver a Henry chocar con mi cuerpo, este tenía encima una mochila y no tardo en alejarse de manera respetuosa.

—Carajos... —susurré, la luz de la luna y una vela encendida, transmitía un poco de iluminación al balcón, dejándome ver a Henry abrigado.—Deberías estar durmiendo.—le dije, viendo cómo este bufo, dándome la espalda y bajando los escalones del balcón, no tarde en seguirle.—Henry.—le llame, viendo cómo este continuó caminando con una mochila, no podía ser lo que pensaba.

—No quisiste ayudarme a protegerla, ninguno de ustedes lo hizo.—argumento molesto, mientras que continúe caminando detrás de él.—Ella no es igual a ellos, podíamos darle un chance, una oportunidad. Al menos quiero asegurarme de que ella esté bien, de que nada le haya pasado.—seguí caminando detrás de él, sin importarme qué siguiese alzándome la voz.

—No puedes hacer esto solo, no puedes arriesgarte en plena noche, no sabes lo qué haces.—le dije, intentando de convencerle que se detuviera pero este en seco se detuvo para girar su cuerpo y mirarme.—Hace años atrás un hombre quería rescatarme, estaba en el bando contrario y él quería salvarme. Sabía que si actuaba sin un plan de estrategia me arriesgaría y me perdería, así que espero, espero hasta que ellos no tuvieran idea de qué iban tras de mi y en el momento perfecto, él me rescató.—Henry me miraba fijamente mientras me escuchaba y este suspiró, bajando la cabeza.

—Rick Grimes, ¿no?—sonreí asintiendo, asentí muchas veces y sintiéndome bien de que él supiera el héroe que fue aquel hombre a quien extrañaba cada día.—Solo quiero saber si ella está bien, Aliana, solo eso. Por favor no podré dormir tranquilo si yo no lo veo con mis propios ojos, sé dónde está su campamento. Ella me dijo que no se quedan tanto tiempo en su sitio, pero deben estar donde me dijo.—veía en él la insistencia, veía su deseo de saber de su bienestar y era como si me portara al pasado en el momento en que conocí a Carl.

—Te acompañaré.—le afirme y pude ver en él una gran sonrisa, un alivio.—Pero tengo dos hijos así que debemos volver tan pronto amanezca.—él me asintió, y no tarde en sonreírle.—No podemos irnos por al frente, debemos irnos por atrás si no quieres que te descubran.—él nuevamente me asintió y no tarde en señalarle para que me siguiese.

Ambos corríamos en cuclillas, me sentía aliviada con el hecho de que iría con él pero a la vez angustiada, era de noche y era muy riesgoso pero no sabríamos si al amanecer sería tarde. Continúe guiando a Henry a una salida trasera, siempre se usaba en caso de emergencia y nadie nunca la vigila, muchos no saben qué estaba ahí. Le señale a Henry la salida para que este saliera sin mi, me aseguraba que nadie estuviese despierto ante escuchar una que otra voz pero fue un momento incómodo para mi. Me tape detrás de unos pequeños vagones vacíos que habían, viendo a Henry abrir la pequeña puerta de madera camuflada que distinguí mientras que yo miraba fijamente la incómoda escena. Me quedé en seco mirando a aquella pelirroja siendo besada y acariciada por la misma persona que me tocaba. Ethan y Magna estaban en un toqueteó bastante coqueto, bastante atrevido. Quería enfrentar la situación pero tan solo, seguí en mi rumbo con un gran estruendo en mi alma, con una emoción desconocida cuando continúe viendo a Ethan rozar sus labios con Magna pero eso no había sido lo peor de la noche.

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Gracias a esas personas que han ido a leer mi nueva novela "El Americano". Me hace muy feliz que os guste, os amo.

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