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[𝟚.𝟛] 𝕥𝕙𝕖 𝕔𝕠𝕞𝕞𝕠𝕟 𝕔𝕠𝕟𝕗𝕝𝕚𝕔𝕥 𝕓𝕖𝕥𝕨𝕖𝕖𝕟 𝕥𝕙𝕖 𝕋𝕒𝕣𝕘𝕒𝕣𝕪𝕖𝕟 𝕤𝕚𝕓𝕝𝕚𝕟𝕘𝕤








Pasaron los meses en Westeros, Eaddelyn tenía ya aproximadamente ocho meses de embarazo, ocho largos y eternos meses para el principe tuerto quien estaba siendo castigado al no poder tan siquiera acercarse a su amada desde aquel baile que tuvo con su hermano mayor. Esos días fueron horribles para Aemond. Sin contar que se ponía cada vez más celoso las veces que veía a su hermano siendo el hijo siempre deseado, bien portado y todo un caballero con la norteña. 

Sin embargo, no todo estaba perdido para el platinado. Si algo conocía a la perfección era a la misma castaña quien sabía que todo estaba siendo un acto, su misma mirada reflejaba lo inconforme e incómoda que se encontraba cada que compartía cuarto con Aegon y compañía, añadiendo que las miradas de satisfacción de su madre y abuelo dejaban mucho que desear. 

Así que armó un plan en el que pudiera encontrarse con su esposa a solas y sin interrupciones en una casa abandonada entre la ciudad haciéndose pasar conque Aegon la había invitado a ese lugar. 

—Ahora tengo que asumir que buscas alejarnos de todos, Aegon...? —las palabras se iban cayendo al ver a su otro esposo parado frente a ella. 

Aemond se deja llevar por la hermosura de Eda distrayéndose y olvidando lo que le iba a decir. No obstante, recupera la razón y habla—. Tenemos que hablar.

Se iba a acercar a tocarla pero ella retrocede— si se enteran que he mentido acerca de verme con Aegon, no terminará para nada bien...

—No mentiste. Simplemente fuiste engañada. Para nada es tu culpa. 

—Es aún peor. Me dejé engañar fácilmente. 

El príncipe sentía que debía ganarse de nuevo la confianza de la norteña— no, es muy difícil que alguien logre engañarte. Viniste porque dentro tuyo sabías que sería yo a quien ibas a ver, no mi hermano. A él no le interesas, yo al contrario, quemaría los Siete Reinos con tal de verte sonreír de nuevo. 

Eaddelyn no se contiene abalanzándose a los brazos de su amado compartiendo su calor con el suyo. El corazón de Aemond vuelve a latir con fuerza al abrazar de la norteña. Era como si el contacto que tuvieron les volviera a traer la alegría y paz que tanto les hacía falta estos meses. Quedó comprobado que se necesitaban el uno al otro para sobrevivir. 

Una vez que se separan, la vista de Aemond se dirige al vientre de Eda la cual estaba de gran tamaño. Las manos del príncipe rodean los costados del abdomen de su esposa, seguido de un largo beso demostrando que estaba más que entusiasmado por conocer a su futuro hijo o hija. 

—No tengo dudas que nuestra cría será de lo más hermoso —se incorpora de nuevo para quedar frente a frente. Toma las mejillas de la norteña para colocar sus labios en la frente de Eaddelyn para demostrarle cuanto la ama.  

Lady Stark estaba disfrutando este pequeño encuentro a solas con el amor de su vida pero estaba consiente de que tenía que regresar lo antes posible—. Tengo que regresar, Aemond. No quiero meterte en problemas —advierte. 

—El reino se puede ir al carajo, milady —dice el tuerto cansado juntando su frente con la de la castaña, conectando sus respiraciones agitadas—. Ven conmigo, escapemos juntos de una vez...

—Aemond... —interrumpía Eda poco a poco con la voz ronca al sentir los pulgares del príncipe Targaryen masajear sus pezones. 

—Larguemonos a un lugar donde seamos libres y podamos criar a nuestro hijo sin estar ocultos —la mente del tuerto se llenaba de sucios pensamientos que involucran a la norteña. 

—Yo...

—Extraño follarte con fuerza, lady Stark —Aemond susurra rozando sus labios en el oído de Eda, al mismo tiempo jugando con sus dedos dentro de la intimidad de su amada. 

Deciden dejarse llevar un par de segundos hasta que Eaddelyn recuerda la promesa que le hizo a la reina, por lo que empuja con rencor Aemond lejos de ella ganándose una mirada confundida por parte del príncipe. Intenta nivelar su respiración para explicar sus acciones—. No puedo darte lo que ambos añoramos, Aemond. —detiene con el corazón roto. 

Esto enfureció al tuerto—. Por qué?! —cuestiona alzando la voz—. Es acaso que estas cayendo en los estúpidos encantos de mi hermano? Porque déjame decirte que sólo es un acto de mierda!

—No! —chilla Eda sorprendida de los celos de Aemond—. Tu hermano sí ha intentado conquistarme porque esta consiente de que lo he cambiado porque si me quiere. Pero la verdad, sus intentos únicamente me provocan sentir incomodidad hacia él —reclama frustrada—. Es tu querida madre que le molesta vernos feliz.

En ese momento Aemond entendió todo—. Acaso te esta extorsionando con algo? Mi abuelo es participe de ello? —cuestiona ahora dirigiendo su enojo hacia ellos. 

—Entre más conozcas, más peligro corren mi familia. No pienso arriesgarlos. Mis disculpas, mi príncipe —niega contar la verdad y se aleja de Aemond para evitar otra distracción causando que el resto de los días Aemond entre en conflicto con su madre y abuelo en cuanto manipular a su pobre amada. 

Acaso habrían amenazado con matar a su familia? No creía que su madre fuera posible en asesinar a los Starks con tal de satisfacer sus necesidades.

Deseaba poder confrontar a la reina y mano del rey pero eso significaría que pondría en peligro a Eda y compañía, por lo que tenía que planear su encuentro con ellos de manera que saliese a su favor. No obstante, el día que por fin iba a tener una conversación con ellos, era la vez que anunciaron que la esposa de Aegon iba a emprender un viaje a Invernalia. 

—Qué sucede? —cuestiona llegando al posadero de los dragones fijándose que no sólo se encontraba Aegon, sino su hermana Helaena. 

Aegon es quien responde—. Mi querida esposa se va de viaje a Invernalia por unos días. Algún problema, hermano?

—Eaddelyn, qué pasa? —pregunta Aemond alarmado. 

La norteña desvía la mirada—. No es nada. Simplemente quiero hacer una cordial visita a mis hermanos —desmiente. 

—No confío que tu la lleves —reclama el tuerto. 

—Relájate, hermanito —dice Aegon—. Tampoco Helaena, por lo que ella se encargará de llevar a mi esposa sana y salva. 

Esta decisión no le gustó a Aemond—. Yo debería ser quien emprende el viaje. Conozco mejor que Helaena cómo llegar a Winterfell. 

—Estaremos bien, hermano —relaja Helaena—. Eaddelyn también conoce la dirección de vuelta a su hogar. Protegeré de ella en todo momento, lo prometo. 

La princesa se sube en su dragon Dreamfyre a la espera de lady Stark quien calma con la mirada a Aemond indicando que todo saldrá bien y que estará de regreso dentro de unos días. 

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