Aemond Targaryen buscaba del sospechoso combatiente que acababa de ganarle a ser Criston Cole. El príncipe venía con intenciones neutrales de conocer a la persona que se encargó de derrotar al caballero. Por lo alto de los árboles, Eaddelyn observaba al pequeño príncipe que ante su físico, no demostraba ser tan fuerte.

Por lo tanto, la pequeña Stark saltó de su escondite en dirección a Aemond, tirándolo del caballo, quedando él por debajo de Eaddelyn. El tuerto se quejaba de la increíble fuerza de la niña -déjame ir!- pide Aemond frustrado.

-Ser Criston Cole te mandó, cierto? No dejaré que me lleves con él y me castigue- niega con su voz normal.

Cuando escuchó que era la voz de una niña, Aemond se sorprendió a tal punto de que quizá se había equivocado -quién eres?- desea saber el niño Targaryen.

Eaddelyn se fijó en los ojos púrpuras claros de Aemond distrayéndola de lo que estaba pasando, el príncipe logró captar su atención haciendo que dude de la situación -nadie importante- responde más calmada quitándose de encima del platinado.

Insiste en darle la espalda a Aemond quien logró descifrar la identidad de la niña -eres Eaddelyn Stark- exclama asombrado.

Lady Stark buscaba qué hacer pero su mente no la dejaba pensar con claridad -no, no lo soy- niega a la defensiva.

Aemond nota que Eaddelyn se iba alejando poco a poco de él -no tienes por qué preocuparte. No te haré daño- prueba para ganarse su confianza.

Ella le lanza una mirada sospechosa -ser Cole te envío para que me buscaras y así poder castigarme por patearle el trasero- revela manteniendo distancia.

-No lo haré- sincera el príncipe tuerto manteniendo el contacto visual con la niña de ojos grises.

-Entonces por qué has venido?

Tenía razón la pequeña Stark; habían mandado a Aemond a traerla, sin embargo, cuando presenció y conoció de quién se trataba, el instinto del niño platinado había cambiado. Incluso se podría atrever a decir que temía por lo que le hicieran a Eaddelyn por burlarse al Lord Comandante de la realeza. Además que también despertaba su curiosidad para conocer más de ella, le intrigaba demasiado.

Al parecer Eaddelyn entendió por lo que el príncipe pasaba, no se sentía seguro de si llevarla con ser Criston o no -bien. Puedes llevarme- se acerca finalmente al chico extendiendo ambas manos -tómame como prisionera- insiste.

Se quedó viendo las manos de la hija de Lord Rickon mientras vagaba en su mente, no podía hacerle esto a Eaddelyn. Solo era una niña probablemente de su misma edad. Aemond sentía un lazo especial con ella provocando que la perdonara por haberlo tirado del caballo -no puedo- traga saliva y se gira caminando hacia su caballo.

-Espera!- algo dentro de Eaddelyn hizo detener al pequeño Targaryen.

-No te preocupes, solo diré que no te encontré- excusa mientras prepara al caballo.

Seguía sin sentirse conforme -no!- lo toma del brazo -no puedes mentir a la realeza.

A partir de este momento, fue cuando ambos mostraron el bienestar del otro preocupándose por las consecuencias de sus actos -Milady, no hay necesidad de temer lo que me pase.

-No quiero que mientas por una extraña.

-No lo hago. Miento por ti- se le escapa decir a Aemond haciendo latir el corazón de la pequeña Stark.

El príncipe tuerto calma a Eaddelyn con una sonrisa -entonces quédate unos minutos más- pide como último recurso.

Aquello lo tomó por sorpresa -disculpa?

Eaddelyn ahora si se sentía segura de sí misma -ven conmigo- lo invita a que la tome de la mano, Aemond acepta y lo lleva jalando del brazo corriendo aún más profundo en el bosque llegando a una especie de pequeño lago con el relajante sonido de las aguas regándoselos en él. El frío también era menos agresivo que en el mismo hogar de los Stark -supongo que después de mucho ajetreo, nos merecemos un descanso, no crees?

Coincide con ella y ambos se sientan a la orilla del diminuto lago aún tomados de la mano. El pasivo sonido de las aguas junto con la brisa del viento hacía sentir calmado y pasivo a Aemond quien lo necesitaba después de todo lo que ha vivido estos últimos días.

También se sentía agradecido con Eaddelyn de no solo llevarlo aquí, sino de conocerla. La Lady Stark lo hizo sentir cosas que ninguna otra niña de Desembarco de Rey podía siquiera llegar a los talones. Desde ese día, quería y deseaba casarse con ella, no quería a alguien más. Aemond se había enamorado.

Del otro lado, la niña Stark adoraba el carácter dócil y sensible del príncipe. Simplemente para ella era más que suficiente queriendo sólo a él. Añoraba pasar el resto de su vida a su lado y juntos viajar por el mundo. Había encontrado a su compañero.

-Mi príncipe!- una voz por detrás los regresa a la realidad. Los niños se giran para encontrarse con ser Criston Cole -me tenía preocupado!

Aemond de inmediato se levanta colocándose enfrente de Eaddelyn en un instinto de protegerla -te pido, ser Criston, que no la lastimes. Ella no hizo nada- ruega el chico de cabello plateado.

El caballero de la Guardia Real mira con asombro a la niña consiente de que era ella quién lo había derrotado -Lady Stark?- menciona como si hubiera visto a un fantasma.

La recién mencionada ya no tenía miedo de ocultarse -así es, era yo- confiesa con autoridad dejándose ver -fui yo contra quién luchaste- resalta orgullosa.

Ser Criston miraba a los niños en busca de que hacer por lo que solo fue suficiente el afecto y cariño que el príncipe Aemond ya le tenía a Lady Stark para que esto tuviera punto final -primera y última vez, Lady Stark- advierte para después retirarse.

Los niños se miran -muchas gracias, príncipe Aemond- agradece Eaddelyn honesta.

-No pienso verte nunca más en peligro bajo mi cuidado- promete Aemond sellando el amor eterno que estos dos tendrán en un futuro.