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𝐈

OJOS AZULES miraron a la joven a través del espejo mientras se aplicaba brillo de labios rosa chicle sobre sus labios ligera mente carnosos. El delineador de ojos negro hizo que sus ojos se destaquen mientras que el rímel hacia que sus ya largas pestañas fueran aún más largas. Tenía los ojos de su madre, esos ojos azules juguetones pero no tan inocentes. Un hombro se levantó más alto, para ayudar a sostener el teléfono plegable de color plateado que estaba apretado en su oreja.

"Dime otra vez, ¿cuál era el nombre de esa chica desagradable que comparte tu dormitorio?" Su madre preguntó por quinta vez seguida cuando el sonido de algo más allá de la otra línea en el teléfono resonó en el suelo con un sonido sordo. "Se llama Lenore-, Mamá, ¿qué fue eso? ¿estás tratando de cocinar de nuevo? ¡¿está la estufa encendida?!" La morena entró en pánico cuando su madre titubeó mientras maldecía por lo bajo tratando de agarrar algo. No era algo nuevo el hecho de que su querida y descerebrada madre no supiera cocinar para salvar su propia vida, lo que sí podía hacer era poner en peligro su vida y la de su hermana pequeña si la cocina se incendiaba en llamas. La morena contuvo las ganas de agarrar su beeper azul para enviarle un mensaje a su padre por si acaso poco antes de recordar que su hermana no se encontraba presente en el lugar para su alivio. El hábito.

"Oh, no te preocupes, solo estaba tratando de hacer un plato griego que vi anoche en el canal de cocina, decía que iba a ser fácil, pero por más que lo intenté se vuelve negro cada vez que lo rehago, y ya seguí todo ¡cada uno de los pasos! ¡Simplemente no sé qué estoy haciendo mal!" Su madre gimió desesperada haciéndola sonreír un poco.

"¿Tal vez sigues poniendo la estufa a fuego alto en lugar de bajo?" Agregó cuando escuchó a su madre negarlo brevemente, y luego hizo una pausa mientras el silencio se hizo cargo hasta que una nueva serie de maldiciones creció nuevamente. "Oh, simple mente no estoy hecha para esto, cariño, gracias a dios que tienes las habilidades culinarias de tu abuela, Bella parece tenerlas también porque dios sabe que Charlie tampoco puede cocinar.." Siguió divagando. "¿Como está ella? hablamos ayer por la tarde pero, yo hablé más de lo que ella respondió así que, eso me dice suficiente.." Preguntó por su hermana, no era de extrañar que a su hermana no le gustara el acuerdo que ambos padres habían hecho después del divorcio, todos los veranos Bella pasaba tiempo con su padre en la península olímpica de Forks, Washington.

Como ella misma también lo había hecho, pero ahora con catorce años y un leve caso de angustia pre adolescente, la hermana pequeña conocida como Isabela Marie Swan estaba comenzando a poner pie firme en querer que su padre fuera el que sacrificara las visitas para verlas a ellas en Phoenix. "Oh, llora todas las noches pero no lo admite, puedo escucharlo en su voz, pero es solo por dos semanas al menos y ya solo le faltan tres días para volver antes del comienzo de semestre, estoy segura de que Charlie verá que no es feliz allí y le enviará antes, no es una amante de la naturaleza como tú..forks no es su tipo-" dijo, haciendo que ella, Helen Swan, nombrada así por su abuela muerta, se mordiera la lengua con fuerza para evitar decir algo que haría que su madre se pusiera a llorar. No era el lugar, era su hermana que no era buena para comunicarse, y también, el hecho de que ella no había crecido con un recuerdo de ambos padres juntos como ella lo había hecho. Eso seguramente arruinaría a un niño incluso antes de que comenzara el desarrollo social y mental.

Se pasó un mechón de cabello rizado por encima del hombro y se aclaró la garganta mientras sus ojos miraban por la ventana de su dormitorio ligera mente oscuro. Las paredes de la habitación estaban pintadas de un suave azul bebé. Luces parpadeantes colgaban sobre un marco de cama con cobertores de flores rosas en la esquina más alejada, aunque apagadas en este momento. Sobre ellos había un grupo de polaroids con las fechas en que fueron tomadas escritas con marcadores.

"¿Oye mamá? se me está haciendo tarde, tengo que alcanzar a Andrew antes de que comiencen las clases-" Se excusó pobremente girándose para tomar su bolso el cual tenía el estampado de un lobo cortesía de Rebecca Black para su cumpleaños el año pasado. Ante la mención de su amigo masculino la matriarca jadeó en la otra línea provocando que frunciendo ésta se arrepintiera de mencionarlo. "¿Cómo está Andrew? oh, él es un chico tan lindo, desearía que le dieras una oportunidad-" Empezó a enumerar todas las cosas buenas como un volcán en erupción. Antes de que las cosas se pusieran aún más incómodas, Helen gritó. "¡Oh, Wow! ¿podrías mirar la hora? ¡Llegaré tan tarde! ¡Tengo que irme, mamá! ¡Te amo, adiós!" Escupió rápidamente bajando el teléfono para finalizar la llamada, jadeando cuando se dio la vuelta para mirar el reflejo una vez más. Si había algo que no extrañaba de Phoenix era que su madre no se encontraba cerca para inquirir constantemente sobre su vida amorosa todo el tiempo.

Siempre había imaginado que la universidad sería diferente a la secundaria. Pensó que entraría al campus del estado de colorado y sentiría esta maravillosa especie de iluminación, como que el solo hecho de estar allí la convertiría en una adulta responsable, dejando atrás la incomodidad de su adolescencia. Pero no, la universidad parecía tan confusa y frustrante como lo había sido la escuela secundaria. De hecho, era más difícil porque no tenía a alguien con quien hablar como ella y su hermana pequeña solían hacerlo en su hermandad, en verdad no podía hablar de chicos con Bella, pero al menos se sentaba allí escuchando sin juzgar, algo que de otra manera no podría hacer nadie más, no es que hablara mucho sobre ellos de todos modos, su vida amorosa era inexistente.

Tampoco habría comidas caseras, ni ropa limpia doblada en la esquina de su cama cuando llegara tarde de trabajar en la tienda minorista en el centro comercial de Sunnyside en Arizona, cortesía de Bella. No podía simplemente tomar prestado el auto de su madre, ahora tenía que esperar veinte minutos a que el autobús viniera resollando a la vuelta de la esquina si se quedaba sin comida en su mini refrigerador, ó tenía que caminar hasta la tienda a reabastecerlo, lo que lamentable mente había sucedido dos veces desde entonces tras mudarse al dormitorio, sospechó que su compañera de cuarto le estaba robando la comida cuando dormía ó estaba fuera, a lo que siguió poniendo un candado que solo ella podía abrir. El refri era un poco de misericordia con lo que podía convivir, estaba muy agradecida porque su padre había insistido en comprarle el aparato y luego enviarlo en u-haul y se lo hacía saber cada que podía.

Hablando de su compañera de cuarto, había venido de un barrio en Colorado, reiterando con fervor que odiaba a su madre, una ex alcohólica y que tenía una hermana mayor desahuciada en alguna parte de Connecticut. Su nombre era Lenore aka "Nora" Steinman, pero odiaba ese nombre según se lo había reiterado y por ende solo lo usaba en su mente ó lejos de la presencia de ésta, y le gustaba escuchar sus cintas de mezclas de punk rock en su computadora Mac temprano en la mañana mientras se arreglaba, su apariencia habitual era la de una hippie/emo/punk con inclinaciones por lucir lo más desarreglada posible.

Y no importaba cuán amable mente lo pidiera, la chica no se movía para bajar el volumen. Solo esperaba que sus pensamientos intrusivos no ganaran para terminar haciendo que le pusiera crema nair en su acondicionador. De pensarlo ya podía ver la cara de su padre, el jefe Charlie Swan mirándola con pesar mientras le preguntaba si había hecho algo mal al educarla. Un golpe, repentino, en la puerta de la entrada le sacó de sus pensamientos súbitamente. 

"¡Está abierto!" Respondió tras dar una última mirada a su aspecto en el espejo. "Oye, lamento irrumpir así, pero ¿has visto mi secador de pelo? he estado buscando la maldita cosa por todas partes y no puedo encontrarla, juro que lo dejé en el baño comunal anoche y ahora no está ahí.." Preguntó una chica asiática de cabello oscuro, su nombre era Sandra Cho y estaba esperando en la puerta de la habitación. Vivía en el dormitorio del lado derecho y, por lo general, era reservada y agradable. "No, lo siento, deberías preguntarle a Lenore...ella podría saber algo al respecto" murmuró la morena con desagrado por su compañera de cuarto, ella era el tipo de chica que tiene los dedos pegajosos por cosas que no son suyas. "Sí, apuesto a que ella lo sabe, gracias Helen.." dijo agradecida, con un mueca en su rostro, antes de pausar.

"Oye ¿conoces a Kate del otro lado del pasillo?" Preguntó la chica pálida de cabello oscuro, llevaba una camisa con algún eslogan en japonés que obvia mente no podía leer. "Uh, eso creo, ¿por qué?" Ella preguntó confundida. Había visto a una chica de cabello rojizo y pecas caminando por ahí. "Bueno, no es por acusar pero, su reproductor de CD desapareció hace unos días, coincidentemente después de que Julie, de Economía, viera a tu compañera de cuarto sentada cerca de ella en la sala de estudio y, mira, no quiero señalar con el dedo pero, si falta algo en tu  habitación, deberías reportarla a la directora en la sala de información, comienza al principio con cosas pequeñas hasta que descubres que todas tus cosas han desaparecido, yo debería saberlo, mi hermano fue a la Universidad de Columbia hace unos años y tuvo que compartir una habitación con un cleptómano, el tipo le robó su laptop y borró toda su información, incluida su tesis final en la que llevaba más de un año trabajando” compartió suspirando. La morena hizo una mueca, sólo de pensar en el sudor y las lágrimas de semejante trabajo le daban ganas de trepar por una pared. "En fin, gracias de todos modos.." Añadió antes de cerrar la puerta.

"Genial.." Suspiró con pesadez, tenía que ser su suerte la de terminar con la posible peor compañera en su primer año. Solo había estado en el campus durante una semana, pero ya estaba empezando a sentirse asustada y sola, y algo mareada. Si Andrew no hubiera estado con ella, la morena no pensó que estaría allí para nada, probable mente se habría quedado en su antiguo trabajo trabajando de 4 a 8, atrapada para siempre como esa niña pálida que nunca logró nada más que ser amigos con el deportista popular en una escuela secundaria de 300 estudiantes bronceados en Phoenix.

Andrew Warner, el tercero, había sido su mejor amigo desde el cuarto grado cuando golpeó a un niño llamado Cole Brannagh después de empujarla fuera de los columpios. Después de eso, parecía que habían estado destinados a encontrarse desde el principio, cuando las hormonas comenzaron a volverse locas, por alguna razón habían intentado salir un par de veces, pero algo siempre lo estropeaba antes de que pudieran pasar a la siguiente etapa, algo de lo que su madre afortunadamente no tenía idea, pero su hermana sí, después de jurar que guardaría el secreto cuando se tropezó con ellos, literalmente entrando en la habitación por accidente y vió la mano furtiva de Andrew debajo de su camisa antes de que pudiera detenerlo. Por lo general, habían sido los ojos errantes de Andrew ó tal vez había sido su incapacidad para admitir que no tenía sentimientos por él más fuertes que la amistad después de darse cuenta de que sus hormonas no controlaban sus acciones, pero ella sí. Eventual mente tuvieron que mantener sus manos quietas porque apreciaban demasiado su amistad como para dejar que el estúpido drama adolescente arruinara lo que tenían.

Andrew la había seguido hasta el estado de Colorado, claro, él había dicho que había elegido CSU porque había obtenido una beca de fútbol para jugar en la primera fila de los carneros, pero Andrew también obtuvo una beca para jugar como corredor de los Gators de Florida y la universidad de Alabama. Sabía que la verdadera razón por la que él había elegido ir al mismo lugar que ella a pesar de sus opciones era porque ir a algún lugar nuevo, totalmente solo, daba mucho miedo. Supuso que él pensaba que tener a otra persona con quien estar a solas era mejor que no tener a nadie en absoluto. A lo que ella definitivamente estuvo de acuerdo. No fue sino hasta los primeros meses después de graduarse que él le dijo que iría a la CSU, la morena había estado en un constante estado de hiperansiedad batallando con las ideas de quedarse ó salir para obtener su título en algo útil que le daría mejor dinero que los 7.50 que ganaba en la tienda.

No es que realmente se sintiera más estable después de haberse "aclimatado" durante la última semana con su nuevo entorno. Incluso después de mudarse a su dormitorio, conocer a su molesta compañera de cuarto y recorrer el campus y la ciudad circundante mientras asistía a varias reuniones de estudiantes de primer año con Andrew, todavía se sentía fuera de lugar. Sobre todo, la morena anhelaba el comienzo del trimestre cuando comenzaría su mecanismo de defensa favorito: el equipo de atletismo.

Era una corredora, balanceada y directa para sorpresa de sus padres ante la torpeza natural de su hermana. Así era como lidiaba con el estrés, con su ira y decepción, con cualquier cosa realmente. Correr era rítmico, constante, confiable, cosas que normalmente le faltaban en su vida. Se sentía bien tener algo con lo que pudiera contar, incluso si era tan insignificante como correr. Había estado trotando por el campus un par de veces desde que llegó, tratando de calmar los nervios, pero había algo en correr al máximo. Corriendo, con el corazón acelerado, los costados partiéndose. Empujándose lo más fuerte que podía para vencer a la persona a su lado. Ella extrañaba eso.

No podía esperar hasta las pruebas del equipo de campo traviesa la semana siguiente, pero ahora tenía que pasar su primer día de clases. No estaba segura de cuán duro sería el trabajo, si la gente sería amable, si sus profesores serían geniales. Era un manojo de energía nerviosa, pero una cosa la calmaba, la única cosa que calmaba sus destrozados nervios además de correr, Andrew, sabía que hablar con él la calmaría antes de que tuviera la oportunidad de hacer las maletas y correr como una loca lejos de sus responsabilidades.

La morena caminó fuera de su enorme edificio de dormitorios, hecho de ladrillo rojo viejo, con sus nuevas botas de gamuza y una chaqueta marrón hacia el sindicato donde Andrew le había dicho que se reuniera con él a las nueve y media en punto. Andrew era un tipo puntual, mientras que ella, en toda su gloria como Helen Swan, era una de esas personas que siempre llegaba tarde, solo una de las muchas razones por las que nunca funcionarían en el departamento de relaciones amorosas.

Los cielos de arriba eran grises, desagradables, nublados, de un gris elefante, a diferencia de los cielos de Forks que prometían lluvia fresca y verde. Se dió cuenta inmediatamente de que después de años de crecer y vivir dentro y fuera de una de las ciudades más lluviosas de Estados Unidos, iba a llover pronto. Así que se apresuró por la acera y subió corriendo los escalones de cemento después de cruzar la calle. Haciendo caso omiso de las veinte ó más personas que intentaron arrojarle volantes a la cara tratando de convencerla de que se uniera a equipos de debate ó grupos climáticos y entrara al sindicato.

Hacía calor adentro, haciéndola instantáneamente más feliz mientras la atmósfera acogedora la bañaba. Deslizando una mano a través de su cabello ahora revuelto por el viento, hizo un escaneo rápido en busca de Andrew. El sindicato albergaba una cafetería repleta de estudiantes universitarios y profesores aturdidos que anhelaban su dosis diaria de cafeína para seguir trabajando sin tener la necesidad de estrangularse. También había un mcdonalds, más gente repartiendo volantes en un mostrador de información con dos empleados aburridos y un pequeño puesto de café artesanal que vende bagels y donas. Encontró a Andrew sentado en una pequeña mesa en el puesto de café, el muy ingeniosamente llamado "café de bagels" donde la camarera se cernía sobre su mesa. Parecía lista para subirse la falda allí mismo.

Andrew solía tener ese efecto en las personas, especialmente en las chicas. Tenía la combinación perfecta de piel ligeramente bronceada, cabello rubio, ojos ultra azules. Era muy guapo y el bastardo lo sabía, de ahí su evidente coqueteo con la camarera. Poniendo los ojos en blanco, la morena corrió hacia él antes de que la camarera pudiera seguir avergonzándose más.

"Oye, ¿estoy...interrumpiendo algo?" Dijo, dándole a Andrew una sonrisa cautelosa intentando no echarse a reír. El rubio se giró y se puso de pie cuando la vio, vestía la chaqueta verde y dorada de los Colorado Rams y Helen Swan maldijo cuando su corazón comenzó a latir un poco más fuerte. No sabía por qué, pero siempre le habían gustado los chicos con chaquetas y jerseys. No importaba lo feos que fueran, se veían bien con ellas, Andrew era uno de ellos, no era enorme ni corpulento como la mayoría de los jugadores de fútbol, ​​sino delgado, con una cintura delgada y hombros anchos, el cuerpo perfecto para correr.

"¡Helen, oye! no llegas tarde por una vez, ¿eres realmente mi amiga ó un cambiador de pieles que se apoderó de ella?" Él bromeó y la abrazó brevemente y le dió un beso en la mejilla, su saludo habitual. "—Ja ja, muy gracioso.." Andrew estaba empapado de sudor frío y pegajoso que le provocó disgusto inmediatamente. "¡Ugh, que asco!" Gimió juguetonamente con disgusto ante la sensación. "¡Estás empapado! ¿qué diablos estabas haciendo a ésta hora?" Preguntó la morena mientras usaba su chaqueta para quitarse la sensación de humedad en la mejilla. "Oh, lo siento, acabo de venir de la práctica matutina, el entrenador Mack nos estaba golpeando el trasero esta mañana-, estaba enojado por algún animal muerto en el camino, hecho pedazos probable mente asesinado por un oso ó algo así.." dijo mirándose a sí mismo.

"-Ugh, dios, no quisiera ni imaginarlo.." La morena gimió con disgusto, nunca había sido buena con las vísceras y la sangre al igual que su hermana pequeña, esto muy posible mente viniendo del trauma de ver a su madre atropellar al gatito que ella y Bella una vez se habían rescatado después de encontrarlo ahogándose en una zanja después de una lluvia milagrosa en el caluroso Arizona.

Todavía podía escuchar los huesos crujiendo en su cabeza.

La mesera frunció el ceño, sintiendo claramente que Andrew ya no estaba interesado en coquetear con ella, murmuró algo entre dientes que sonó como una palabrota y se fue. Helen se quedó allí por un segundo antes de encogerse de hombros y sentarse al otro lado de la mesa. "¿Entonces que hay de nuevo?" Preguntó colocando sus manos contra sus jeans momentánea mente antes de ver un panecillo entero con queso crema, se estiró y robó un pequeño trozo con gusto. "Nada, solo, ya sabes, quería verte antes de que tuvieras tu primera clase, eso es todo-" Dijo mientras se pasaba una mano por el cabello. La morena lo miró con escepticismo y tomó un sorbo de su frío Mocca Late. "-Está frío como un muerto" Escupió ella frunciendo los labios mientras Andrew sonreía. "Bueno, en realidad, quería preguntarte algo" dijo, recogiendo el restante del bagel y tragándolo con fuerza. Captando su vibración, la pálida Swan se quedó mirando sin parpadear. "...Claro, pero oye, hazlo rápido porque tengo clase en diez minutos y la caminata de aquí para allá no está cerca.." Instó ahora mientras se mordía el labio inferior.

El rubio asintió mientras tomaba un trago de su café moca frío y la miraba a los ojos con su azul bebé. Helen, parpadeando, miró hacia la mesa, podía decir con certeza que él estaba usando su táctica favorita para hacer que ella se inclinara hacia algo que él quería. "Está bien, escupelo Andrew, ¿qué es?" Dijo con un suspiro antes de mirarlo de nuevo, él mirando hacia arriba tan inocente como un cachorro. "Así que escucha, escuché sobre este río no muy lejos de aquí, el la poudre-" dijo, saltando rápida mente de emoción. La poudre, ¿acaso no podría escapar de los lugares nombrados con La, la push, La poudre? Tenía que ser algún tipo de broma cósmica. "Creo que se llama así? de todos modos, es genial para andar en kayak y acampar ó lo que sea, mucha gente va allí para relajarse, así que pensé que tal vez tú y yo podríamos...no sé, ¿ir?" Él le dedicó esa sonrisa tímida y vulnerable que mostraba solo un indicio de sus brillantes dientes blancos.

Pero ella no se volvió papilla como de costumbre cuando el carisma de él vencía a su terquedad. Estaba anonadada, Andrew no podía querer decir que quería...tener una cita, ¿ó sí? Ambos habían decidido no volver a hacerlo hace mucho tiempo, y ella aún pensaba que el acuerdo era la mejor elección que habían hecho como amigos. Seguramente tal vez solo estaba malinterpretando sus palabras y asumiendo algo más debido a la paranoia, por lo que decidió en silencio jugarlo con calma. "-Claro, podríamos invitar a tus compañeros de cuarto y a mis compañeros de cuarto y hacer que nos conozcamos, ¡será divertido!" Ella sonrió brillante mente intentando sonar convincente. Realmente no era tan emocionante pensar en tener que invitar a alguien como Lenore, pero superaba el hecho de compartir la incomodidad de estar a solas con Andrew si sus temores se convertían en realidad.

Miró a su amigo mientras gritaba por dentro, rogándose a sí misma que se equivocara, hasta que las cejas de Andrew se fruncieron y miró su plato vacío. "Ah...supongo que podríamos hacer eso, pero creo que Mark tiene lacrosse y Chad tiene algo de banda, podría ser más fácil si solo vamos juntos, ¿mejor incluso?" Él la miró, con esperanza en sus ojos. Su corazón cayó a sus zapatos. Mierda, así que realmente tenía razón. "...No lo sé, Andrew, sabes lo que siento por-" Ella miró su hermoso rostro triste y se tambaleó un poco, sabes lo que pasará si cedes.. "Odio cuando haces eso-, está bien...podemos ir pero no-" Negó con la cabeza mientras colocaba las manos sobre la mesa. "¿De verdad? ¿de verdad quieres ir?" Los ojos de Andrew se iluminaron, interrumpiendo el discurso severo que ya estaba planeando decir. "Sí, pero solo escúchame-" dijo ella, sabiendo muy bien que él seguiría saltando a su alrededor hasta que ella se derrumbara y le siguiera la corriente. "¡Impresionante! ¡No te arrepentirás, podemos ir este fin de semana, será genial! ¡traje algunas cosas para acampar para que podamos pasar la noche y todo! va a haber luna llena el sábado, totalmente hermoso, esto va a ser genial ¡Diablos!" Se puso de pie mientras hablaba apresuradamente, le dio un beso en la mejilla antes de que pudiera decir otra cosa.

"...Espera...tengo-" Su boca se abrió mientras buscaba a tientas algo que lo derribara, pero que no lo aplastara por completo al mismo tiempo. ¿De dónde venía esto? ¿Qué había hecho ella para incitarlo a intentar cambiar su relación después de un año? ¿Venir aquí juntos le dio alguna señal de que quería estar con él? El rubio agarró su casco, que acababa de ver en otra silla, y se lo metió bajo el brazo. "Tengo que ir a cambiarme antes de clase, ¿nos vemos para cenar en Richies? ¿A las seis en punto?" Preguntó, pausando su excitación. "Andrew—" Ella le dió una mirada larga y silenciosa. "...oh, está bien" Ella se rindió, derrotada. "¡Genial! nos vemos luego" dijo mientras la besaba en la mejilla una vez más antes de irse. La morena se sentó en la mesa del café, apuñalando la mitad sin comer del bagel de Andrew con un tenedor de plástico. "Esto no es bueno, definitivamente.." Esto no era lo que necesitaba en este momento. Se sentía como si su querida madre hubiera manifestado todo por teléfono.

"Maldición.." Ya estaba lo suficientemente estresada como para tener que preocuparse ahora también por los sentimientos de Andrew. Gimiendo, la chica pálida se mordió el interior de la mejilla cuando la camarera pelirroja regresó para limpiar la mesa. "Disculpa, pero si no vas a pedir nada, necesitamos la mesa para los clientes reales" dijo, frunciendo los labios mientras el piercing en su nariz brillaba bajo la luz fluorescente, tenía una camiseta de la banda de rock alternativo audio-slave bajo su delantal negro y las uñas pintadas del mismo color, su expresión era de aburrimiento total entre mezclado con irritación. Poniéndose de pie, la morena agarró su bolso antes de detenerse para mirar a la camarera. "El hecho de que te guste un chico no significa que puedas ser una perra con otras chicas, por cierto, me gusta tu camiseta.." Culminó y salió del edificio sintiéndose peor de lo que se había sentido durante toda la semana.

¡PRIMER CAPÍTULO!
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