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Capítulo uno.

Después de una rica cena, y que su madre lo mandara a bañar. Lee Felix se encontraba listo para irse a la cama.

Sus húmedos y brillozos cabellos rubios eran secados con delicadeza por las manos de aquella bella mujer a la que llamaba madre. Quien sonreía con ternura cada que lo veía.

Una vez su tarea fue cumplida, la fémina guardó el secador de cabello y echó en la cesta la pequeña toalla ahora empapada por el agua.

De vuelta en la habitación de su pequeño retoño, lo encontró sentado en su cama mientras la observaba pacientemente a que lo fuera a arropar y a darle el ya común "beso de buenas noches". Soltó una risita y se acercó a la cama, sentándose justo al lado de su hijo y llevando una de sus manos a su cabeza para acariciar sus sedosos cabellos.

—¿Listo para dormir, solecito? —preguntó con voz calma, recibiendo una ardua afirmación del menor.

Con una sonrisa se apartó brevemente para que el niño de rubios cabellos se acostara en la cama. Entre sus delgadas manos atrapó la mullida y calentita frazada, pasándola a lo largo del cuerpo del chiquillo hasta que estuvo arropado hasta el cuello.

Sus pomposos labios se presionaron con delicadeza y ternura en su frente, susurrando un buenas noches segundos después.

Encendiendo aquella luz de noche ubicada al lado de la cama del niño, dio por finalizada su rutina nocturna. Y antes de poder salir de la habitación levemente iluminada, una pequeña vocecita la detuvo.

—Gracias mami.

Sonrió en dirección de su hijo, deseándole buenas noches y cerrando la puerta detrás de sí.

Minutos después de que la mujer abandonara la habitación, el pequeño Felix cerró sus ojitos adentrándose a aquel mundo de sueños que tanto le gustaba visitar en las noches, sin darse cuenta del intruso que planeaba invadir sus sueños aquella noche.

...

Un extraño ruido en su ventana causó que abriera los ojos, parpadeando seguidamente para acostumbrar si visión. Con ojos adormecidos observó la susodicha, encontrándola como siempre estuvo.

Confundido, volvió a acomodarse en su cama para dormir de nuevo, pensando que alguna ramita habría chocado contra esta por culpa del viento.

Sin embargo, todo rastro de sueño fue extraído de su pequeño cuerpo al escuchar un susurro cerca de sí.

"Pequeño niño, haz llamado la atención de el temible monstruo y ha venido por ti"

Sintió a su piel erizarse, y con toda la valentía que pudo reunir en su pequeño ser agachó su cabeza en dirección a debajo de su cama, donde aquella voz había provenido de repente.

Su sangre se heló, y tuvo unas fuertes ganas de llorar cuando pudo ver a una sombra extraña debajo de su cama. Tan rápido como su cuerpecito se lo permitió, bajó de esta corriendo hacia la puerta con el miedo invadiendo cada partecita de su ser.

Justo cuando su pequeña mano pudo tomar el pomo de la madera, una gran mano se cernió contra su brazo paralizándolo de repente. Con lágrimas acumuladas en sus ojitos giró con lentitud su cabeza, encontrándose con una gran figura negra detrás de sí.

Una lágrima se resbaló por su pecosa mejilla, y como si nunca hubiese pasado dejó de sentir aquel tacto en su brazo, dándole la libertad de salir despavorido de su habitación en dirección a la de su mamá.

Con prisa, abrió la puerta de la habitación y cerrándola con la misma rapidez se acercó, con numerosas lágrimas bañando su rostro acompañadas de unos cuantos sollozos, a la cama donde descansaba su madre mientras dormía sin preocupaciones.

Tomó con sus manitas uno de sus brazos y lo agitó apresuradamente, despertando en cuestión de segundos a la fémina quien se vio preocupada al ver a su retoño llorando a su lado.

Lo cargó entre sus brazos, acurrucándolo mientras con dulces palabras y caricias trataba de calmarlo.

—Mami, hay un monstruo bajo mi cama —escuchó minutos después al pequeño decir entre temblorosas palabras— Quería llevarme con él.

La mujer no entendió a qué se refería su hijo, y atribuyó sus palabras a que había tenido una pesadilla. Una sonrisa amorosa se formó en su rostro, mientras dejaba sutiles besos en la carita de su bebé.

—Tranquilo amor, el feo monstruo no te hará nada, ¿Si? Ven, volvamos a dormir —dijo la mujer, observando cómo no tan convencido au hijo aceptaba su propuesta.

Se quedó por, al menos, media hora arrullándo a su hijo hasta que por fin cayó en sueños de nuevo, y estando más tranquila lo acompañó cerrando sus ojos.

...

A la mañana siguiente, después de las insistencias del menor, fue hasta la habitación del infante para revisar bajo su cama en busca de algún monstruo.

Se hincó en el suelo y agachó su cabeza, observando debajo de la cama. Nada.

—Bebé, aquí no hay nada. ¿Ves? El monstruo se fue —dijo mientras se levantaba, dirigiéndose al menor y acunando su cara.

Observó su expresión un poco más tranquila, y rió internamente.

Viendo que aquel monstruo no estaba, se sintió más calmado y seguro en su habitación. Y todo volvió a la normalidad hasta que llegó la hora de dormir.

Sin embargo, el pequeño Felix no sabría que el monstruo volvería por el esa noche.

I'm emocionada por esto /gritito de niña.
Es la primera vez que escribo algo realmente de esta temática y solo espero hacerlo bien ayay.

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