Capítulo dos.
Un ruido en la ventana de su habitación fue la causa de que sus sueños se interrumpieran. Incorporándose en su cama, observó la susodicha mientras frotaba una de sus adormilados ojitos.
No había nada ahí.
Se sintió inquieto, volteando su rostro hacia la mesita de noche iluminada por la lucecita al lado de la cama, y se fijó en la hora que mostraba aquel reloj con forma de dinosaurio.
Eran las 12:30 a.m.
Iba a volver a acomodarse para dormir de nuevo, sin embargo, toda intención se vio abandonada al escuchar un ruido raro proveniente de bajo de su cama.
Se quedó paralizado, sintiendo su respiración ofuscada, y con miedo se asomó un poco hacia el borde la cama. Justo en ese momento, una mano negra se agarró a esta y del suelo emergió una figura grande y oscura.
Su cuerpecito se estremeció y empezó a sollozar bajito. Subió la mirada, observando el rostro sonriente de la figura que ahora era tenuemente iluminada por su luz de noche.
La figuro llevó su dedo índice a sus labios indicando que hiciera silencio.
—Shh, pequeño solecito. No hagas ruido y no te haré nada. Sé un buen niño —dijo, con voz baja y rasposa.
Numerosas lágrimas bañaron sus mejillas, mientras temblaba con mas fuerza. Observó una de las manos del sujeto acercarse a su rostro, y por inercia, se alejó del toque.
Sus piecitos tocaron la fría madera del suelo, y sólo atinó a arrinconarse contra la pared detrás de su cuerpo. La figura rodeó con suaves pasos la cama, yendo en su dirección, y cuando lo vio más cerca de sí juntó valor y saltó a su cama con la intención de correr hacia la puerta y poder ir con su mamá.
Pero aquel intento solo fue en vano, unos robustos brazos lo rodearon y antes de que sus labios soltaran palabra alguna sintió un pañuelo presionarse entre sus labios y nariz, obstruyéndole el respirar y dándole un olor extraño.
Unos minutos después de forcejear, se sintió mareado hasta que su cuerpecito no aguantó más y cayó en la inconsciencia.
—Pequeño niño, el monstruo te ha atrapado.
El sujeto sostuvo con delicadeza en pequeño cuerpo del infante, observó su rostro dormido, su pequeña naricita bañada entre pecas, su cabellito despeinado y sus pompositos labios. Acarició sus cabellos con ternura y dejando un beso en su frente procedió a abandonar la habitación, no sin antes dejar su pequeño regalo para la madre del infante.
Sosteniendo con fuerza el cuerpecito entre sus brazos, abrió la ventana del cuarto y con ayuda del árbol que había cerca salió del lugar. Yendo hacia el auto que estaba ubicado cerca de la casa del menor, le volvió a echar una mirada al menor en sus brazos, sonriendo con satisfacción.
Abrió la puerta trasera, y acomodando el cuerpo del chiquillo en el asiento trasero lo arropó, y cerró, yendo hacia la puerta del conductor dio marcha al auto, lejos de aquel lugar.
...
En la mañana, Lee Eunji despertó gracias a los pequeños rayitos de sol que golpearon su rostro. Incorporándose en la cama, se estiró un poco para después recoger en una coleta sus castaños cabellos, lista para empezar un nuevo día.
Lavó sus dientes e hizo sus necesidades, y estando más despierta se dirigió hasta la planta baja en dirección a la cocina, para preparar un rico y nutritivo desayuno para ella y su lindo retoño.
Cortó algunas fresas, y apagó la hornilla. Sacó algunos platos y colocó en estos los panqueques recién hechos, decorando de una manera divertida los que había en el plato de su chiquillo.
Dejando la mesa lista, subió las escaleras con la intención de ir a despertar a su hijo, a quien suponía dormido.
Se paró frente a la puerta y dando dos toquecitos en la madera, dio a conocer que iba a entrar. Sin embargo, la sonrisa que llevaba en su rostro desapareció totalmente al ver la cama desordenada y vacía, junto a la ventana abierta en su totalidad. Su cuerpo se alarmó, su piel se volvió pálida y sintió todo su mundo desmoronarse frente a sus ojos. Su hijo no estaba, su pequeño retoño había desaparecido.
Un grito abandonó sus pomposos labios y las lágrimas de dolor y angustia no se hicieron esperar. Desesperada, revisó el lugar sin dejar espacio sin ver, sin encontrar nada. Sus rodillas cedieron, cayendo con el corazón destrozado al piso, en medio de su llanto pudo ver una pequeña nota bajo la cama de su hijo, y sin esperar más lo agarró, desdoblando el papel y leyendo el contenido.
Su cuerpo se heló, y la miseria cayó sobre ella. Su pequeño retoño había sido secuestrado.
"Me he llevado al pequeño solecito, y no pienso devolverlo nunca.
Debiste hacerle caso, de lo contrario el horrible monstruo no
habría puesto sus ojos en él."
Oh, el horrible monstruo se había llevado a su retoño y no podía hacer nada al respecto.
Con piernas temblorosas, se levantó y corrió con rapidez por las escaleras hasta llegar a la planta baja y tomando el teléfono que había en la sala marcó con temblorosas manos el número de la policía.
Unos tonos después, la llamada fue atendida, y solo atinando a decir: —A-Ayúdeme, secuestraron a mi hijo —y sin poder evitarlo, explotó en lágrimas por segunda vez.
empezamos lo bueno ajuashgs.
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