𝟏𝟔 | 𝐃𝐄𝐒𝐓𝐈𝐍𝐎 𝐎 𝐂𝐀𝐒𝐔𝐀𝐋𝐈𝐃𝐀𝐃 [𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥]
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❝ 𝐓𝐇𝐄 𝐄𝐍𝐃 ❞
POV ALE
La lluvia golpeaba contra la ventana con un ritmo constante, casi melancólico. Yo estaba sentada en el borde de mi cama, abrazando mis piernas como si eso pudiera mantenerme entera, como si no estuviera desmoronándome por dentro.
Había intentado ser fuerte, intentado no dejar que las palabras de Paulina y Daniela se clavaran tan profundamente en mí, pero fallé.
Mi pecho dolía. Dolía de verdad. No solo por estar lejos de Samantha, sino por sentirme tan impotente. Ellas eran mis hermanas, mi familia, y aun así me hacían sentir como si amar a Sam estuviera mal. Como si yo estuviera mal.
No sé cuánto tiempo llevaba encerrada en mi habitación. ¿Horas? ¿Días? No importaba. Mi mundo había quedado reducido a este espacio, a mis pensamientos, a mi tristeza. Pero en ese momento, sentí que no podía quedarme aquí más tiempo.
Me puse de pie, limpiando las lágrimas con el dorso de mi mano. Salí al pasillo buscando un respiro, aunque fuera temporal. No esperaba encontrar a nadie ahí, pero cuando abrí la puerta, me topé con Daniela.
──── ¿Dany? ──── Mi voz salió baja, sorprendida, como si no pudiera creer que estuviera justo frente a mí.
Ella levantó la mirada. Tenía los ojos rojos, hinchados, como si hubiera estado llorando. No era algo común en ella, siempre tan segura, siempre tan firme. Pero ahora había una vulnerabilidad en su expresión que aúnque quisiera, no podía ignorar.
──── Ale... ──── dijo con voz temblorosa ──── ¿Podemos hablar?
La miré en silencio, sin moverme. Parte de mí quería volver a encerrarme, pero algo en sus ojos me detuvo.
──── ¿Hablar de qué? ─── pregunté al fin, intentando que mi voz no traicionara el dolor que sentía.
Daniela suspiró, bajando la mirada. Parecía estar buscando las palabras, como si tuviera miedo de decirlas mal.
──── De todo... De lo que te he hecho, de lo que Paulina y yo hemos hecho.
Me quedé inmóvil, sin saber qué decir. Una parte de mí quería escucharla, pero otra... otra quería gritarle que se fuera, que ya no podía soportar más.
──── No hay nada que decir, Dany ──── murmuré, cansada pasando nuevamente hacia adentro de la habitación con Dany detrás de mi cerrando la puerta a su espalda ──── Ya lo dejaron claro. No importa lo que yo quiera, no importa lo que yo sienta.
──── No es así, Ale. ──── respondió de inmediato, con una urgencia que no esperaba. Dio un paso hacia mí, pero se detuvo, como si temiera acercarse demasiado ──── No es así, y por eso estoy aquí.
Me crucé de brazos, intentando protegerme de lo que fuera a decir.
──── ¿Qué quieres, Dany?
Ella tomó aire profundamente antes de hablar, como si cada palabra fuera un esfuerzo.
──── Quiero pedirte perdón.
Sentí que mi corazón se detenía por un momento. La miré fijamente, esperando algún indicio de que no hablaba en serio, pero no lo encontré.
──── ¿Perdón? ──── repetí, incrédula.
──── Sí. Perdón por haberte separado de Samantha, por haberme entrometido en algo que no era mi decisión. ──── Daniela bajó la mirada, apretando los labios ──── Sé que lo que hicimos estuvo mal. Pensé que estaba protegiéndote, pero solo te hice daño.
Sus palabras eran sinceras, lo sabía. Pero el dolor que había cargado por semanas no desaparecía tan fácilmente.
──── ¿Y ahora te das cuenta? ─── mi voz salió quebrada, llena de la tristeza que había estado acumulando ──── ¿Después de todo lo que me hicieron pasar?
Daniela asintió, mordiéndose el labio con fuerza, como si eso la ayudara a no romperse.
──── Sí, y no sabes cuánto lo lamento. No puedo cambiar lo que hice, pero quiero arreglarlo. Quiero ayudarte a estar con Samantha.
Sentí que las lágrimas volvían a llenar mis ojos. Quería creerle, quería confiar en ella, pero el miedo aún estaba ahí.
──── ¿Por qué ahora, Dany? ──── pregunté, mi voz apenas un susurro.
──── Porque verte así... ──── Su voz se quebró, y se pasó una mano por la cara, como si intentara contenerse ──── Verte sufrir por algo que sé que yo causé... No puedo más, Ale. No puedo seguir siendo la razón por la que estás así.
El silencio cayó entre nosotras, roto solo por el sonido de la lluvia.
──── Si me dejas... quiero ayudarte. ──── Dany dio un paso más hacia mí, su mirada llena de arrepentimiento ──── Quiero apoyarte, estar de tu lado. Y si Paulina no está de acuerdo, entonces será problema mío, no tuyo.
Mi corazón se apretó. Las lágrimas comenzaron a caer de nuevo, pero esta vez no intenté detenerlas. Dany me observó por un momento antes de dar el último paso, abrazándome con fuerza.
──── Perdóname, por favor, Ale.
No dije nada. No podía. Pero, por primera vez en mucho tiempo, sentí que tal vez no estaba completamente sola.
El abrazo con Daniela aún no terminaba cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe. Ambas nos separamos sobresaltadas, y ahí estaba Paulina, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Su mirada iba de Daniela a mí, intentando descifrar lo que acababa de interrumpir.
──── ¿Qué está pasando aquí? ──── preguntó Paulina, con ese tono severo que siempre usaba cuando quería imponer su autoridad.
Daniela se giró hacia ella, poniéndose entre nosotras como si quisiera protegerme.
──── Estamos hablando ──── respondió con firmeza, algo que no solía hacer frente a Paulina ──── Y, para tu información, le estaba pidiendo perdón a Ale.
Paulina frunció más el ceño, claramente confundida.
──── ¿Perdón? ¿De qué estás hablando, Daniela?
──── De que estuvimos mal, Pau. ──── dijo Daniela, cruzando los brazos ──── De que nos equivocamos al separarla de Samantha.
Paulina soltó una risa seca, incrédula ante las palabras de Dany.
──── ¿Me estás diciendo que ahora estás de su lado? ¿Después de todo lo que hablamos?
Interrumpí antes de que Daniela pudiera responder.
──── ¡Basta, Paulina! ──── grité, sorprendida incluso por mi propio tono ──── No se trata de lados, se trata de mi vida, de mi felicidad.
Paulina me miró como si no me reconociera. Nunca le había hablado de esa manera, pero estaba cansada de callar, de dejar que tomaran decisiones por mí.
──── ¿Tú felicidad? ──── replicó ella, alzando la voz ──── ¿Y qué pasa con la familia? ¿Con lo que es mejor para todos?
──── ¿Mejor para todos? ─── mi voz tembló, pero no de miedo, sino de rabia ──── ¿Te has detenido un segundo a pensar en lo que es mejor para mí?
Daniela intentó intervenir.
──── Pau, escucha...
Pero la interrumpí, incapaz de detener las palabras que salían de mí.
──── ¡Estoy enamorada de Samantha, Paulina! ¡La amo, y no voy a dejar que tú o nadie más me aleje de ella! ──── Mi voz se quebró al final, pero mis ojos permanecieron fijos en los suyos ──── Ya no voy a seguir siendo la hermana menor que siempre hace lo que tú dices.
Paulina quedó en silencio, mirándome con una mezcla de sorpresa e incredulidad. Nunca antes le había hablado así. Daniela, a su lado, me miraba con algo parecido al orgullo.
El silencio era asfixiante, pero no me importó. Me di la vuelta, agarré mi abrigo y salí de la habitación sin decir nada más. Bajé las escaleras, sentí sus miradas clavadas en mi espalda, pero no me detuve. Necesitaba salir de esa casa.
Cuando crucé la puerta principal, la lluvia que antes había caído se había convertido en una suave nevada. Las calles de Cambridge estaban cubiertas por un manto blanco, y el aire frío me golpeó el rostro. Caminé sin rumbo, dejando que mis pasos me llevaran lejos.
La nieve crujía bajo mis botas, y a pesar del frío, sentí algo parecido a la calma. Samantha amaba la nieve, siempre decía que la hacía sentirse como en una postal. Recordar eso me arrancó una sonrisa melancólica.
Después de un rato, llegué a una pequeña cafetería en una esquina. El aroma a café y chocolate caliente llenaba el aire, y decidí entrar. Pedí un capuchino, más por la necesidad de calentarme las manos que por sed, y me senté junto a la ventana.
Mientras esperaba, levanté la vista y la vi.
Una cabellera pelirroja que reconocería en cualquier lugar, aun en medio de una multitud. Mi corazón se detuvo por un segundo, y luego empezó a latir con fuerza
Era Samantha.
Ella estaba de pie al otro lado de la calle, con las manos enterradas en los bolsillos de su abrigo y la cabeza ligeramente inclinada hacia abajo. La nieve caía sobre su cabello como un delicado velo, y por un momento no pude moverme.
Pero entonces, como si sintiera mi mirada, levantó la vista. Nuestros ojos se encontraron, y su expresión cambió al instante. Primero sorpresa, luego algo más profundo, más cálido.
Salí de la cafetería sin pensar. Crucé la calle, sin importarme el frío que calaba en mis huesos ni las palabras que no sabía si podría decir.
Cuando estuve frente a ella, todo se detuvo. No había calles, ni ruido, ni gente. Solo estábamos nosotras dos.
──── Alejandra... ──── susurró, su voz temblando ligeramente, pero no por el frío.
──── Samy... ──── La miré, intentando grabar cada detalle de su rostro, cada rasgo que había extrañado tanto.
─── ¿Qué haces aquí? ──── preguntó, dando un paso hacia mí.
──── Te estaba buscando... mentí, porque no sabía cómo explicarle que mis pasos me habían llevado a ella casi por instinto ──── No podía seguir sin verte.
Sus ojos brillaban con lágrimas contenidas, y cuando habló, su voz era apenas un susurro.
──── Pensé que... que no volverías.
Mi corazón se rompió al escucharla, al ver el dolor que aún llevaba por mi culpa.
──── Perdóname. ──── dije, mi voz llena de emoción ──── Perdóname por haberme alejado. Perdóname por no luchar por nosotras antes.
Samantha negó con la cabeza, y una lágrima rodó por su mejilla.
──── No tienes que pedirme perdón, Ale. Nunca dejé de amarte.
No pude contenerme más. Cerré la distancia entre nosotras y la abracé con fuerza, como si temiera que desapareciera. Sentí cómo sus brazos me rodeaban, cómo su cuerpo temblaba contra el mío.
──── Te amo, Samantha. ──── susurré contra su cabello ──── Y no voy a dejar que nadie nos separe otra vez.
Ella se apartó solo lo suficiente para mirarme a los ojos.
-Te amo, Alejandra. Siempre lo haré.
Nuestros labios se encontraron en un beso suave, cargado de todo lo que no habíamos dicho, de todo lo que habíamos extrañado. La nieve seguía cayendo a nuestro alrededor, convirtiendo ese momento en algo que parecía salido de un sueño, pero era real.
Y esta vez, no dejaría que nada ni nadie lo destruyera.
POV NARRADORA
Las calles del centro de Cambridge estaban iluminadas con un sinfín de luces navideñas. Los árboles de las avenidas estaban adornados con guirnaldas doradas y plateadas, mientras las melodías de villancicos sonaban suavemente desde los altavoces de la feria navideña. Alejandra y Samantha caminaban juntas, de la mano, como si el resto del mundo hubiera dejado de existir.
A su alrededor, los puestos ofrecían dulces, chocolate caliente, artesanías, y adornos navideños. La nieve caía lenta pero constante, cubriendo los tejados de los pequeños quioscos y creando un ambiente de ensueño. Alejandra compró un par de galletas con forma de reno y le dio una a Samantha, quien no pudo evitar reír al ver que Alejandra mordía primero una de las orejas del suyo.
──── Pobre reno, no le diste ni una oportunidad. ──── bromeó Samantha, mirándola con una sonrisa que hacía que todo su rostro se iluminara según Ale
──── Es lo que se merece por ser tan adorable -respondió con una risa ligera, su tono cargado de dulzura
Caminaron por los pasillos de luces, deteniéndose en un puesto que ofrecía velas aromáticas. Alejandra tomó una y la olió.
─── Esta huele a pino. ──── dijo, pasándosela a Samantha.
──── Me recuerda a las navidades con mi mamá cuando era niña.-respondió Samantha, con una sonrisa melancólica y su ceño levemente fruncido
Alejandra tomó su mano y la apretó suavemente, recordándole que estaba ahí. No necesitaban palabras; su conexión era más fuerte que cualquier explicación.
Con el pasar de las horas, el bullicio de la feria comenzó a apagarse lentamente. Las luces seguían brillando, pero el lugar ya no estaba tan lleno de gente. La luna, alta en el cielo, parecía iluminar únicamente a ellas, su luz cayendo como un manto protector.
──── Mira eso. ──── dijo Samantha, señalando hacia arriba ──── La luna nunca había estado tan brillante, ¿no te parece?
Alejandra asintió, deteniéndose en medio del camino. Ambas miraron hacia el cielo por un momento, sintiendo el peso de la noche y lo que significaba estar juntas después de todo lo que habían pasado.
──── Vamos a mi departamento ──── dijo Samantha, con una sonrisa suave pero segura.
El camino hacia el departamento fue tranquilo, sus manos nunca soltándose. Cuando llegaron, Samantha abrió la puerta y dejó que Alejandra pasara primero. Era un espacio cálido y acogedor, decorado con pequeños detalles que reflejaban a Samantha: Una repisa llena de libros y plantas, y una pequeña colección de postales de lugares que soñaba con visitar.
Ambas se quitaron los abrigos y se sentaron juntas en el suelo frente al sofá, con una manta compartida sobre sus piernas. Samantha encendió una vela que habían comprado en la feria, llenando la habitación con el aroma a pino fresco.
──── Ale... ──── dijo Samantha, rompiendo el silencio. Sus ojos buscaban los de Alejandra, reflejando algo profundo y genuino ──── No sé qué va a pasar mañana o dentro de un mes, pero sé que no quiero estar lejos de ti nunca más.
Alejandra tragó saliva, sus propios ojos brillando con lágrimas contenidas.
──── Yo tampoco. No importa lo que pase, Sam, siempre voy a elegirte. Siempre voy a luchar por nosotras.
Samantha tomó sus manos y las llevó a su pecho, justo donde su corazón latía con fuerza.
──── Quiero que hagamos un pacto. No uno de promesas vacías, sino de verdad. De estar juntas mientras el destino nos lo permita. ¿Te parece?
Alejandra asintió, conmovida por las palabras de Samantha.
──── Un pacto. ──── repitió, su voz temblorosa pero decidida ──── Tú y yo, juntas, hasta que el destino diga lo contrario.
Ambas se miraron en silencio, dejando que las palabras se asentaran en el aire, que se grabaran en sus almas. No necesitaban grandes discursos ni anillos. Su amor era más fuerte que cualquier formalidad.
Samantha se inclinó hacia Alejandra, pero esta vez no fue un beso tímido. Fue un beso profundo, puro, y lleno de amor. Sus labios se encontraron con una intensidad que hacía que el mundo desapareciera por completo. No había espacio para dudas ni miedos, solo para el amor que compartían, tan palpable que parecía envolverlas en su propio universo.
Lentamente, Ale acariciaba la mejilla de Samantha haciendo presión sobre ella obligando a la pelirroja a recostarse lentamente sobre el cálido sofá. Samantha jugueteaba con el borde la camisa de Alejandra sintiendo como su corazón latía por tener tan cerca a su amada.
──── Quiero que en esta noche, nuestro amor sea sellado y que solo la luna y las estrellas sean testigos de nuestro amor.
Lentamente la ropa se fue deshaciendo de sus cuerpos. No sentían el frío de la noche, solo podían ser abrazadas por el calor que sus cuerpos emanaban. Sus manos recorriendo el cuerpo de la otra siendo sus pieles desconocidas pero tan familiares a su vez.
Cada beso, cada caricia, cada gemido era un recordatorio de lo bien que se sentía estar en los brazos de la otra. Sentir su calidez por primera vez era una sensación única que solamente ellas podían sentir.
Al otro día en la mañana, sobre la cama viendo cómo cada vez más la luz del sol entraba por las ventanas. Ambas estaban totalmente desnudas tapadas por las cálidas sábanas blancas. Sus cuerpos abrazados era lo que más mantenía con una sonrisa.
Cuando ya estaban totalmente despiertas, como si un impulso automático se tratara, sus labios se conectaron en uno necesitado pero significativo.
Cuando se separaron, ambas tenían los ojos cerrados, con leves lágrimas corriendo por sus mejillas. Pero no eran lágrimas de tristeza, sino de plenitud, de saber que finalmente estaban donde pertenecían: juntas.
NOTA:
Taraaa! Llegamos al final! 💛
Muchas gracias por leer, votar, y/o comentar en esta historia <3 Quizá en algunas semanas la edite, ya que los primeros capítulos tienen varias faltas de ortografía y agujeros grandes en la trama.
Para noche buena,
estaré subiendo otra historia con Dany o Pau! Así que atentos 💛
Atte: Gabi;)
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