Capítulo Dos | La estrella perdida

Su respiración agitada era lo único que se escuchaba además de los pitidos de alguna máquina a su lado, su pecho subia a bajaba rápidamente y sentía que algo no estaba bien.

—Damon... —susurró, esperanzado al ver cómo la puerta de la habitación se abría pero sólo era un doctor junto a un enfermero.

Comenzaron a hablarle pero Damián no tenia cabeza para contestarles, sus pensamientos volando en su mente, juntando las piezas del rompecabezas que había hecho allí.

Recordó lo que había pasado al final de aquel extraño sueño y se tensó, mirando al enfermero preparándose para inyectarlo con algun calmante, volteó a su izquierda y el doctor se encontraba distraído leyendo algunos papeles. Su respiración se cortó y sus ojos adquirieron un poco de sombra.

Todo fue demasiado rápido que ni él mismo supo que había pasado, en un momento tomó al enfermero de la muñeca con fuerza y le quitó con la otra mano la jeringa, clavándole al enfermo el líquido en el cuello. Cuando el doctor se dio cuenta de lo que había pasado trató de llamar a alguien más pero Damián lo tomó y le dio un puñetazo en el rostro, dejándolo inconsciente.

Se bajó de la cama y rápidamente le quitó el traje de enfermero al chico y se lo colocó. Para después salir de ahí sin que nadie se diera cuenta.

Le daría una pequeña visita a la Liga de Asesinos.

(...)

Dos chicos vestidos con un traje verde de combate caminaban tranquilamente por los pasillos de aquel templo perteneciente a la Liga de Asesinos cuando vieron el comienzo de los problemas.

El templo estaba siendo atacado por algunos ninjas de Slade Wilson, por venganza a Ra's Al Ghul.

Los niños comenzaron a correr lejos de ahí buscando sus katanas, pero a pesar de poder pelear no lo lograrían, eran demasiados para ambos aunque pelearán con todas sus fuerzas. Aun eran pequeños para derrotarlos.

Los problemas en el templo se volvieron de mal en peor cuando todo empezó a arder en llamas, mientras que los gemelos corrían entre la nieve para escapar de aquellos ninjas que los buscaban para matarlos.

En un momento, Damon vio que había ganado unos minutos esenciales que cambiarían la historia para siempre. Tomó a su hermano menor de la mano y lo llevó hasta unos árboles fuera del camino por donde aquellos ninjas los buscaban.

—Quédate aquí, ¿okey?  —pidió Damon, mirando a Damián con cariño.

Se dispuso a volver al camino pero su gemelo lo detuvo.— ¿A donde vas? ¿Que vas a hacer?

—No hagas tantas preguntas, Dami. —sonrió— Quédate aquí, ¿bien? Por favor... Haz silencio. —miraron como entre la oscuridad de la noche se podía ver la luz del fuego estar más cerca de ellos y el sonido de las pisadas de los enemigos.— Te amo. —dió un suave beso en la frente de su hermano y se fué, dejando a su gemelo con lágrimas en sus ojos.

Damián quizó gritar para detenerlo, pero no pudo.

Vió como su hermano llamó la atención de los ninjas y estos lo vieron, para comenzar a perseguirlo. A continuación después de algunos segundos se escuchó un fuerte grito de dolor seguido de algunos más que supo, eran de su hermano mayor.

Sollozó y lloró en silencio, llevando sus pequeñas manos a la boca para callar los gritos que anhelaba dar para quitar aquel dolor que se encontraba en su pecho.

Era demasiado para él, apenas un niño de ocho años... A pesar de ser un formidable luchador al igual que su hermano, no logró protegerlo y Damon, se había sacrificado por él.

No lo merecía...

(...)

Se había cambiado por algo más apropiado y había llegado después de varios días a Nanda Parbat, al templo que había visto en su recuerdo y que ahora se encontraba totalmente reconstruido.

Al entrar lo primero que sintió fue una extraña sensación en su pecho, pero lo ignoró por el momento.

No le fue tan difícil entrar ya que lo reconocieron como el hijo de Thalia y minutos después de ser escoltado por dos ninjas, lo llevaron a donde se encontraba su madre.

Entró a la habitación, encontrándose con su madre bebiendo una copa de vino, portando un hermoso vestido verde con detalles dorados y muchas joyas.

—Oh, Dam... —Thalia lo miró con más detenimiento y calló— Damián... —habló con voz temblorosa al ver que había cometido un pequeño error.

Damián apretó los puños y la miró con rabia.— ¿Donde esta mi hermano? —preguntó serio.

—No se de que hablas. —negó.

—¡No mientas! ¡¿Donde esta Damon?! —gritó, acercándose con semblante amenazante.

—Damián...

—¡Se que esta aquí! ¡¿Donde esta mi hermano?!

—¡Thalia! —gritó una voz atrás de Damián y al voltearse frunció el ceño.

—¿Padre?

—No dejaré que vuelvas a llevartelo. —le dijo Bruce a su madre, tomándolo de la mano y sacándolo de allí, confundido siguió el paso de su padre hasta que se dio cuenta de lo que pasaba.

—¡No! ¡Tengo que buscar a Damon! —quitó el agarre que su padre ejercía en su muñeca y lo miró con ojos llenos de furia.

—¿Quien? —preguntó su padre.

—A mi hermano. —declaró.

—Damián, no tienes ningún hermano que se llame de esa manera...

—Claro que lo hay, es mi hermano gemelo. —aseguró.

—Damián, tú no tienes más hermanos.

—No lo entiendes... Él...

—Damián, esta bien. Trata de tranquilizate ¿si?

—Padre... Él es real... Yo lo se, lo siento. —tocó su pecho, mirando a su padre a los ojos.

Bruce pensaba que todo era a causa del fuerte golpe que había recibido en la cabeza en una misión que había hecho con Tim. Tan preciso fue el golpe que Damián había quedado seis meses en coma, Bruce pensaba que por eso estaba confundido hasta que vió atrás de su hijo un chico idéntico a Damián pero con vestimenta diferente.

—¿Qué esta pasando aquí? ¿Quienes son ustedes? —preguntó el chico, Damián escuchó aquella voz y se tensó, dándose la vuelta lo vió, igual que en sus sueños. Su cabello negro era un poco más largo pero era el mismo.

Su gemelo.

—Damon... —una sonrisa inevitable se extendió en los labio del contrario.

—D-Damián... —un pequeño puchero se formó en los labios de Damon y sus ojos se llenaron de lágrimas

—Estás vivo.

Tanto tiempo, tanto dolor y sufrimiento y al fin podía ver a su hermano menor.

Damián al fin lo había encontrado.

A pesar de los múltiples escondites en donde su madre lo había llevado para que Damian no lo encontrará, a pesar de que Damian se había olvidado de él después de ser resucitado, a pesar de todo y de todos, una parte de la conciencia de Damián buscó a esa parte que lo complemetaba, a su gemelo.

Había encontrado a esa estrella pérdida que iluminaba sus sueños.

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