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01》 EL CHICO DE OJOS ESMERALDA

Capítulo Uno | El chico de ojos esmeralda





Aquella habitación blanca de hospital se encontraba sumida en silencio, solo el sonido continúo de los latidos de aquel chico lo rompían. Parecía sumido en un grande y largo sueño, uno en donde su mente se negaba a dejar esta vida. Pero su cuerpo exigía una respuesta, quedarse aquí o descansar por fin en un sueño eterno.

Pero él se negaba a tomar una decisión.

Tenía que encontrar aquella persona que le susurraba entre las tinieblas, necesitaba encontrarla.

(...)

-Pensé que habías mejorado. ¿Que te está pasando?

Es sonido del metal chocar se escucha por toda la cueva, los movimientos ágiles y sutiles de los dos chicos son como una pequeña danza, una danza mortal.

-Tt, no es nada.

Su contrincante sonríe, aquella sonrisa ladina que lo caracteriza, un sonrisa llena de tantos misterios.

Los minutos pasan y los chicos comienzan a cansarse, sus músculos arden con cada contra ataque que dan, pero ambos son tan tercos para poder dejar la pelea a medias, quieren esforzarse hasta el final. Hasta que algunos de los dos caiga.

-Ya rindete, Dami -se burló el atacante, tomando con fuerza su katana.

El nombrado siseó, mirándolo con enojo por algunos segundos para después cambiar su expresión.

-Hazlo tú, -sonrió con malicia, mirandolo con petulancia- Copia.

Damon apretó los dientes y la pelea comenzó de nueva cuenta, ahora más fuerte que antes. El enojo burbujeando por las venas de los gemelos, aquellos chicos que con cada movimiento se miraba como si de un espejo se tratase.

Ambos de igual aspecto, cabello negros, ojos esmeralda y piel tostada. Un dúo sumamente letal y hermoso que podría matarte con un solo pestañear.

Pero aunque ambos supieran los movimientos del contrario el baile de espadas término cuando la primera gota de sangre salpicó el suelo, siendo seguida por más.

-Damián...

El rostro de Damon se deformó, soltando su katana mientras su mirada paraba en su hermano con horror.

-¡Por Dios, Damián!

-No es nada, Damon. -gruñó al sentir las manos de su hermano revisar la herida- Estoy bien, solo fue un rasguño. -insistió.

-No es ningún rasguño, la herida es profunda...

-Ni que me fuera a desangrar -bufó.

-¡Claro que puedes hacerlo! ¡Deja de comportarte como un estúpido y déjame ayudarte! -lo miró intensamente, haciendo que Damián desviara la mirada.

-Esta bien. -murmuró.

Damián fue guiado por su gemelo hasta una de las camillas de la sala médica de la cueva y se sentó, esperando que el intenso de Damon regresará con las cosas necesarias para curarlo.

En su interior, muy en el fondo un sentimiento de calidez se extendió por su pecho, se sentía bien saber que alguien se preocupaba así por él y más, cuando era su hermano gemelo.

Los minutos habían pasado y Damon había comenzado a suturar la herida la cual había sido desde su hombro hasta un poco más arriba de su codo, era un corte pequeño pero profundo lo que había preocupado al mayor.

-Damon...

-¿Mm?

-Gracias.

El mayor sonrió, mirandolo- ¿Porqué? ¿Por no dejar que te desangraras o...?

-Por todo. Por estar ahí siempre que lo necesite aunque sea tan orgulloso para no decírtelo.

-Para eso son los hermanos mayores, ¿no? Es lo que hacemos. -cortó el hilo y colocó las cosas en un pequeña mesa al lado de la camilla- Además, no puedo dejarte.

Eso llamó más la atención de Damián. Entrecerro los ojos y un pequeño mareo lo desequilibro.


















-¿Es una promesa?













La voz de un niño se escuchó, Damián miró a su alrededor percatándose de toda la oscuridad.
















-Es un juramento.
















-¿Damián?

-¿Si? -el rostro de Damon volvió a estar en su campo de visión.

Frunció el ceño al recordar lo que había pasado, había sido algo extraño, solo había pestañado y aquella oscuridad, las voces y los sentimientos extraños se habian ido de pronto.

-¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? Si quieres puedo llamar a Alfred para que me de algo para...

-No hace falta, -lo interrumpió- Solo necesito ir a mi habitación.

-¿Seguro?

Asintió, caminado directamente hasta el ascensor.

Estaba decidido a salir de la batcueva hasta que las puertas del elevador se abrieron y de ahí salieron todos. Su padre, Dick, Tim y Jason, acompañados de Alfred.

Pasaron a su lado saludandolo y llendo a hacer algunas cosas, el ambiente había cambiado y eso Damian lo sentía, todo parecía algo extraño como una realidad que no era la suya, ellos no se llevaban asi.

Jason nunca había sido tan amable, siquiera lo saludaria.

Dick al verla la herida una vez en su brazo ya estaría pululando a su alrededor para preguntar que había pasado.

Tim lo abrazo y por un momento un ¿Que demonios...? Apareció en grande con letras rojas y brillantes en su cabeza. Tim y él se llevaban del carajo. ¿Que pasaba?

Y por último estaba su padre...

-¿Que te paso en el brazo, Damián? -preguntó Bruce, ganando la atención de todos.

Miró su brazo que estaba vendado desde su hombro hasta su codo y suspiró- Nada. -miró a su gemelo que tenía la mirada en algún lugar en el suelo, claramente se sentía culpable- Solo un pequeño accidente. No tiene importancia.

Su padre lo vió y después a su gemelo, buscando algún indicio de alguna mentira, aunque claramente algo había pasado.

Bruce asintió y volvió a lo suyo al igual que lo demás. Damián frunció el ceño, su padre era de siempre preguntar y sacar la verdad del asunto, no se detendría con esa respuesta que él le había dicho.

Aquello había sido extraño.

(...)

Todo estaba repleto de oscuridad. Comenzó a caminar para buscar alguna salida de aquel sitio cuando escuchó el sonido de vidrios romperse abajo de su pie, miró hacia abajo y se encontró con el marco de una foto, se agachó para tomarla y al tenerla en sus manos éstas se tiñeron de rojo. La foto estaba llena de sangre fresca.

La limpió un poco con su mano derecha y la miró mejor, era una foto de Damon y de él abrazados.

Riendo.

Parecían felices.

-¡Damián!

Se asustó al escuchar aquel grito y comenzó a corre por el lugar buscando a Damon.

-¡Damon! ¿Donde estas? -preguntó al aire, para después sacar aquella pequeña foto de su roto portaretratos y guardarla en el bolsillo trasero de su pantalón.

-¡Damián!

Escuchó un segundo grito y aquello fue el final de aquel escenario, las luces blancas llenaron el lugar por completo dejándolo un segundo cegado. Pudo observar que estaba en la sala de la mansión y todos se encontraba ahí, confundido trato de hablar pero las palabras no salieron de su boca.

-¡DAMIÁN!

Tapó sus oídos con fuerza, no quería escuchar más esos gritos, ya no quería escuchar a su hermano asi, tan aterrado. Tan desesperado.

-¿Donde estas? -preguntó en un susurro- ¡¿DONDE ESTÁS?!

Quitó sus manos de sus oídos y ahí lo escucho, tan claro que lo dejó desconcertado.

-En La Liga... -aquel susurró que rozó su oreja y le hizo estremecer- Búscame en la Liga, hermano.

Sus ojos se abrieron de más al ver cómo aquella realidad se rompía, todo volviéndose de colores blancos, negros y grises, volviéndose una realidad de líneas en papeles blancos.

Una realidad falsa.

Observó como todos, su padre, sus hermanos y Alfred se movian inquietos y le pedían ayuda de manera desenfrenada. Todos pedían ayuda pero había alguien, un chico entre la penumbra de aquel escenario que le sonrió de lado y con cierta calidez que parecía desprender.

-Tú puedes hacerlo, Dami. Búscame.

Su cuerpo poco a poco desapareció y Damon dejó aquella realidad. Los pedazos de la habitación comenzaron a destrozarse y al fin, Damián cayó en una inmensa negrura.

Para después ser abrazado por unos brazos cálidos, y al abrir sus ojos se encontró con la habitación de un hospital.

Había despertado.

ODDINARYZONE 2023

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