
𝐓𝐮𝐫𝐧 𝐦𝐞 𝐨𝐧 | 𝐱𝐱𝐢
Akiko trató de no bostezar frente a la modelo delante de ella, que le explicaba todos los detalles a tener en cuenta para operar su nariz, "siendo que yo soy la médica y ella no". Sus pacientes constantemente hacían eso, cuestionar sus métodos a pesar de que, al hablarle, ven una pared repleta de títulos con honores.
En esos instantes era cuando su yo filosófica le hacía preguntas muy complejas... cómo por ejemplo "por qué nos sometemos a tratar gente tan idiota", "pagan bien" solía contestar. Pero esta vez esa respuesta no fue suficiente, no estaba mal económicamente, ¿por qué necesitaría rebajarse a ser subestimada por alguien que no tenía un mayor CI a 90?
Los últimos tres meses habían sido tortuosos, aburridos, vacíos, nada la ponía de buen humor. No se toleraba a sí misma, trató de tener citas, pero todos los hombres tenían algún defecto. Su trabajo no le gustaba, las conferencias internacionales de medicina a las que la invitaban a hablar, ya le estorbaban más que enorgullecerle.
Miró la nariz de la chica delante de ella, "tantos títulos y mi trabajo se podría resumir a arreglar eso".
—¿Me está escuchando?—dijo su paciente de mala manera.
Akiko despegó la vista de su nariz y la dirigió a sus ojos de mala gana. Soltó un suspiro, jugó con el capuchón de su bolígrafo y le sonrió con falsedad.
—Sí, pero... lamento informarle que es imposible para mí realizar el procedimiento que usted desea—falso, no quería atenderla. Tomó un papel y anotó un número y una dirección. —Esta es la dirección de un colega excelente que trabaja sobre... lienzos ya usados—dijo amablemente y le entregó el trozo de anotador.
La pantalla de su celular se prendió mostrando el nombre "Gen Yagami", y rápidamente lo tomó, sin esperar a que la mujer reaccionara acerca de lo que dijo anteriormente, poniéndose de pie para contestar fuera. Le hizo una seña a su clienta, y se dirigió a la puerta de cristal.
—Saldré a almorzar—le comunicó a su secretaria. —Hola, Gen, ¿Cómo estás?
Últimamente detestaba esas conversaciones, debía fingir que estaba bien para no preocuparla. A pesar de que su vida, la cual consideraba perfecta, había caído en picada y todo lo que solía enorgullecerla ya no lo hacía.
—Estoy bien—contestó fingiendo alegría. —Ya sabes, es divertido volver al trabajo, que todos me alaben, he salido con varias personas también.
—Akiko, estás fingiendo, no soy estúpida. Caíste otra vez en el mismo círculo vicioso, y no te sientes nada satisfecha de eso. —Gen caminó de gabinete a gabinete en su cocina, contestando con el celular en el hombro para tratar de poner cereal en un tazón. —Le dijiste a All Might que debían cambiar, pero tú actitud también es un problema y uno de los factores por los que caen en esa relación tóxica. ¡Mierda!—exclamó furiosa al derramar un poco de leche en la mesada.
Akiko soltó un bufido y entró a su auto, frustrada de que alguien la conociera tan bien. Detestaba analizar sus relaciones sentimentales o su vida, ya lo había hecho por primera vez meses atrás y muy bien que digamos no le estaba yendo.
—¡Ya lo sé!—gritó furiosa. —¡Lo sé, no es necesario que me lo refriegues en la cara! —las personas que pasaban junto al auto volteaban a verla como a una loca, que probablemente lo era— Me voy a almorzar.
Sin más cortó. Gen miró ofendida como la llamada se interrumpía y desaparecía el marcador de su pantalla, se engulló una cucharada de cereal enojada "debí cobrarle".
Akiko se arrepintió de gritarle así a Gen, pero estaba abrumada. En tres meses comenzó a cuestionarse a dónde estaba dirigiéndose su vida, todo lo que amaba ya no le provocaba felicidad. Por las noches pensaba en Yagi, la academia y, principalmente, en Shouta.
Lo había conocido relativamente poco, pero la atracción era abrumante. La ponía nerviosa, se olvidaba de todo cuando estaba con él, haciéndole pensar que quizá Aizawa era una de las razones que devastaban su existencia hueca y mundana, y exponía las mentiras que se estuvo diciendo por décadas.
Tomó nuevamente el teléfono y marcó el número de su secretaria.
—Mary, lamento molestarte, pero no me siento bien. Reprograma mis consultas, por favor. Porque iré directo a casa.
Luego de la respuesta afirmativa de la empleada, se dirigió a su "hogar". Debía pensar profundamente sobre su situación, esta sería probablemente la decisión más madura que tomaba en tres meses.
Con su amigo vino se sentó en el sofá, analizó toda su vida. Una copa por cada problema que asumía, uno: "madre abusiva y enferma"; dos: "relación tóxica con la única persona que me salvó"; tres: "destrocé a esa persona"; cuatro: "en parte soy cirujana solo para completar el ego destruido que dejó Haru"; cinco: "no quiero tener hijos por miedo a ser como ella"; seis: "hay un tipo que sí vale la pena y lo arruiné por no ser lo suficiente adulta".
"¿Qué vamos a hacer, Akiko? Tu vida es una farsa" fue el último pensamiento coherente que tuvo antes de quedarse dormida.
[ ... ]
Se despertó adolorida por unos fuertes golpes en la entrada, como si la persona del otro lado estuviera por tirar la puerta abajo. Le costó muchísimo tomar las fuerzas para ponerse de pie y caminar hacia allí.
—¿Quién demonios es?—abrió enfadada, la cabeza le retumbaba, llevaba puesta la ropa del día anterior y se había quedado dormida a las seis de la tarde por bajar tres botellas de vino sola.
Gen la abrazó rápidamente, "¿Estoy alucinando? Quizá me dio un coma etílico..." abrió los ojos ampliamente en parte aún alcoholizada, en parte asustada, pero mayormente alcoholizada. Tocó con inseguridad el cabello de su amiga, se sentía muy real.
—Dios, apestas a vino—se quejó Gen, asqueada por el olor impregnado en Yosano. Tomó algo de distancia y cerró la puerta del departamento. —Vamos hay que darte un baño y luego hablamos bien.
Minutos más tarde Akiko se encontraba sumergida en su bañera llena de burbujas y aromatizantes. Gen le trajo un vaso de jugo, Yosano miró con desagrado el líquido naranja.
—Sabes que luego de tal resaca no puedes beber café. Necesitas hidratarte—Gen procedió a sentarse en la taza del retrete, mirándola dudosa, replanteándose si preguntar o no. "Lo haré, que se joda"—¿Ya sabes qué harás? Porque estuve nueve horas subida a un avión desde Japón hasta aquí para ayudarte, dime que avanzaste algo por lo menos.
Akiko tomó un sorbo de jugo echándole una mirada regañadientes, y luego contestó.
—Solamente sé que quiero resolver las cosas con Shouta, lo demás aún no sé.
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