𝐓𝐮𝐫𝐧 𝐦𝐞 𝐨𝐧 | 𝐱𝐢𝐯
Perdón por hacerlas esperar, pero quería que quedara perfecto y eso me llevó bastante tiempo. La verdad es que la tensión entre Akiko y Aizawa es agotadora, porque la química es lo más importante de su relación y si queda mal todo se arruina.
Cosa completamente random, ¿sabían que se dice la sauna? Estoy anonadada por ese dato.
Aizawa contempló la femenina figura de Akiko en la lejanía, entre las penumbras y la serenidad del bosque, el exterior era alumbrado solo por los reflectores alrededor de las aguas termales.
Él la observaba desde la ventana de su cuarto, aun recapacitando sobre lo que iba a hacer, cuando ella le hizo la invitación, descaradamente sexual, aceptó sin dudar, luego de separarse recordó dónde estaban. Si tenían el infortunio de ser encontrados, podrían despedirlos, pero esa mujer comenzaba a volverlo loco de deseo, le afectaba sentimentalmente a gran escala, nublando cualquier sentido de coherencia o razón, que naturalmente tendría, sobre sus actos.
Soltó un bufido y llevó su mano a la nuca, masajeándola sutilmente, hacía bastante que no estaba con una mujer, y le daba miedo decepcionarla, pero así eran las relaciones adultas, a veces se comenzaba con un café y otras con sexo.
Volvió a mirar por la ventana, Akiko le sonrió a lo lejos, no era dificultoso verlo ya que la luz del velador a unos metros suyo estaba prendida. Ella se quitó la bata satinada color negro que traía puesta, quedando en ropa interior del mismo color, le hizo una seña invitándolo a pecar en su compañía y le dio la espalda desprendiéndose consecutivamente el sostén, luego las bragas, ambas prendas las dejó caer al suelo. Su piel pálida estaba expuesta a la luz de la luna, atontándolo de manera involuntaria. Se zambulló lentamente en el agua tibia y volteó a ver nuevamente a Aizawa.
Él sonrió resignado, con una prometedora semi-erección en el pantalón. Apagó la luz y bajó, se dirigió hacia la parte trasera del edificio, interiorizando lo que iba a pasar y tratando de alejar todas sus inseguridades acerca del asunto.
Al llegar, allí estaba Akiko, con la cabeza recostada sobre uno de los bordes rocosos de la sauna, apreciando la luna llena que se alzaba en el cielo. Su cabello negro estaba mojado, y unas cuantas gotas de agua se deslizaban desde su mentón, recorriendo su delgado cuello, hasta desaparecer entre sus prominentes pechos, cosa que lo hizo desear ser agua y poder recorrer casa minúscula parte de su tersa piel.
Ella dirigió su atención hacia él. Contemplándolo con diversión, vestido con una camiseta de tirantes negra y un pantalón holgado de piyama. Sus brazos eran impresionantes, ni hablar de su abdomen marcado, cosa de esperar por su trabajo, pero verlo en persona era impactante. Aizawa era muy imponente, ya lo notó cuando luchó a su lado contra los villanos. Y allí estaba, frente a ella, parado y semidesnudo, la calentó mucho más "que hombre". Akiko sentía que Aizawa era una clase de Cenicienta, "solamente que él deslumbra al desnudarse".
—¿No piensas entrar? Porque si te quedarás mirando debes avisarme—bromeó, sin saber lo que él era capaz de hacer.
Aizawa se relamió los labios, era tan excitante esa escena que se le cruzó por la cabeza quedarse allí contemplándola, a sus ojos Akiko parecía la protagonista de una película al estilo de Poison Ivy o American Beauty, y ser el objeto de su deseo lo enloquecía aún más "Tengo a mi propia Holly Golightly".
Procedió a quitarse lentamente la camiseta, luego siguió con los pantalones, cada movimiento era contemplado meticulosamente por ella, haciéndolo enorgullecer por tener la absoluta atención y expectación de semejante mujer. Sin esperar más se introdujo en el agua junto a Akiko.
Yosano se sintió intimidada por tal presencia, Aizawa podía ser un desastre andante, pero sus ojos tan penetrantes y profundos combinados con esa gran estructura corporal eran avasallantes. Él era sexy como el infierno, y le ponía feliz que las demás mujeres no lo vieran.
Aizawa no dijo absolutamente nada, solamente miró a su costado, confundiéndola bastante. Akiko se volteó a ver lo que sea que llamó su atención con cierto enojo, "me tiene desnuda delante de él, ¿y esa es su primera reacción?" lo observó tomar la botella de vino que había traído "No debí traer esa mierda". Shouta destapó la botella con su mano mirándola fijamente, notando la confusión de su amante, sonrió con diversión al ver sus ansías de tenerlo. Al parecer ella verdaderamente lo necesitaba tanto como él.
Yosano abrió la boca para decir algo, pero la cerró instantáneamente al ser jalada de la cintura y estrechada contra su fornido pecho con firmeza. Luego sintió el sabor del vino deslizarse por sus labios, Aizawa observaba hipnotizado como el vino se escurría entre sus pechos con abundancia.
Sin pensarlo demasiado la besó apasionadamente, haciendo que la tensión estallara entre ellos, esperaron demasiado por ese beso, pero valió la pena porque la tensión lo convirtió en algo pecaminoso y placentero. Ella comenzaba a derretirse, sintiendo sus manos frías hacer contraste con el agua caliente a su alrededor. Suspiró de forma involuntaria en cuanto sus bocas se separaron, los labios de Shouta comenzaron a recorrer su cuello, luego sus clavículas, hasta darle escalofríos cuando sus ojos se conectaron en el instante que pasaba lentamente su lengua por entre sus pechos, limpiando el vino derramado.
—Shouta... —jadeó al percibir dos dedos hacerse paso entre sus paredes vaginales lentamente.
Él mordió su cuello, acorralándola aún más, cubriéndola completamente con su gran anatomía. Akiko sentía que el ambiente se volvía más pesado con cada movimiento de sus dedos, la respiración de Aizawa contra su garganta tampoco le ayudaba a su resistencia, se correría prematuramente en cualquier segundo, quedando como una adolescente en plena ovulación. Cerró los ojos para intentar distraerse de la situación, olvidarse del hombre que tenía encima y lo que hacía en su interior, algo imposible.
—¿Acaso tratas de contenerte? —podía notar el tono de molestia en la voz de Shouta, entreabrió los parpados solo para torturarse más, sus ojos negros la observaban con intensidad. —Bien, entonces me esforzaré más—avisó, desafiándola con la mirada.
Akiko soltó un último gemido cuando aquellos dedos mágicos la abandonaron. Aizawa ató su cabello con tranquilidad sin dejar de observarla fijamente, luego la tomó de ambos muslos y la levantó sin esfuerzo, dejándola sentada sobre las rocas de las aguas termales, y con su vagina expuesta ante su rostro.
El viento que soplaba hizo que sus pechos se endurecieran, Akiko no podía creer lo que estaba sucediendo, anonadada por lo dominante que era Shouta, se esperaba algo más... duro pero lento, no que tendría su lengua entre las piernas cinco minutos después de verla desnuda.
Tiró su cabeza hacia atrás en cuanto comenzó a besar sus muslos, cada vez más y más cerca de su intimidad, desesperándola. Le gustaban los juegos de poder, pero jamás llegaron a enloquecerla tanto, y eso que su lista de amantes era larga y de personal profesional. Pero... Shouta era cosa aparte comparado a ellos.
—Ah... —se retorció en cuanto aquella lengua escurridiza y gruesa hizo contacto con sus labios internos, mientras estimulaba su clítoris delicadamente con sus dedos, aquella deliciosa electricidad recorrió cada nervio de su cuerpo, alterándola, provocando que deseara más y más de él.
Aizawa sonrió y aceleró sus movimientos, introduciendo así su lengua en su cálido y mojado interior. La miró retorcerse con deleite, su pene comenzaba a doler por la falta de atención, pero valdría la pena con tal de satisfacerla.
—¡Sho-Shou... ta!—chilló, el orgasmo se desató como un tornado dentro de ella, tembló, gritó, se retorció y Shouta tomó puesto en el primer lugar de la lista.
Así acabó sobre su boca, con los ojos clavados en la luna y las mejillas rojas. Su pecho subía y bajaba alterado por las secuelas de esa inmensa corrida, podía escuchar cada ruido insignificante del bosque, los grillos y su melodía molesta, el viento azotar suavemente las hojas de los árboles, vio los ojos de unos cuantos búhos inmersos en la oscuridad de la noche... "una cogida me conectó con la naturaleza, ya veo qué me faltaba para que este lugar me guste" sonrió ante su pensamiento, su cuerpo estaba destrozado por el huracán Shouta, pero su mente sarcástica funcionaba perfectamente. "Te falta para hacerme perder, bombón" claro que, nuevamente, habló muy pronto.
—Todavía no terminamos... —le dijo al oído, tomándola en sus brazos y sumergiéndola otra vez en el agua, Akiko tragó saliva al ver su mirada puesta en ella, aquellos ojos mostraban a la perfección lo que sucedía en su cabeza, y Aizawa claramente pensaba devorarla—, doctora Yosano.
Su miembro se abrió pasó bruscamente entre sus paredes, empapándolo en su totalidad por consecuencia. Aizawa soltó un jadeo de satisfacción al sentirse rodeado de tanta calidez, rozando su nariz con la de Akiko, ella se retorció de placer, clavando sus uñas en la musculosa espalda del profesor. Le gustaba que fuera duro, lo romántico le aburría, prefería que fuera salvaje, y que él se lo diera desde el principio le daba más gozo.
Las embestidas se volvían más constantes, duras y rítmicas entre beso y beso, entre cada rose de sus cuerpos, los había consumido la pasión y la necesidad por el otro. Ya ninguno podía pensar o razonar, sus acciones eran dirigidas puramente por sus ganas de mayor contacto con el otro.
El agua se azotaba contra las rocas de la sauna violenta e irregularmente por las embestidas bruscas, mientras los chillidos extasiados de Akiko eran contenidos por la enorme mano de Shouta cubriendo su mentón casi en su totalidad. Ambos respiraban con dificultad, envueltos en el frenesí de tanta tensión acumulada por al menos dos meses y medio.
Llegó un punto donde la posición no les favorecía, o al menos eso notó Shouta porque el placer había consumido a Yosano a tal grado de no saber si quiera dónde estaba. Salió de ella, obligándola a soltar un gemido de insatisfacción por lo vacía que se sentía sin él, si fuese por ella, ahora que sabía de lo que ese hombre era capaz, no le permitiría salir de la cama. Lo miró confundida, con los ojos bañados en pasión y necesidad, sin comprender por qué se detenía, entonces fue volteada, con medio cuerpo fuera de la sauna y penetrada otra vez por el miembro de Aizawa.
Él la tomó del cuello con su gran mano y le pegó la espalda al pecho, desde un punto lejano podía verse su diminuta anatomía envuelta en el gran tamaño de su acompañante, quien la embestía bestialmente tomándola de las caderas con la mano libre. Probablemente al día siguiente le quedarían unas llamativas marcas de recuerdo, que encantada maquillaría para disimular la sucia situación que vivió.
Sus ojos seguían fijos en la luna, dejaba dominar su cuerpo por él, ya no tenía capacidad de moverse por culpa de los espasmos que corrían por cada rincón suyo. Esto era nuevo, ser sumisa ante su pareja, dejarse satisfacer y no buscar la satisfacción, pero era espectacular, en ese instante había encontrado un conjunto de sensaciones que necesitaba pero no sabía. En pocas palabras, lo necesitaba a él.
—Vamos, doctora, —gruñó en su oído con voz grave, como un lobo en celo—córrete para mí.
El cuerpo de Akiko pareció responder a aquella orden, porque en ese preciso instante todo se vino abajo, una montaña rusa de sensaciones. Rasguñó esos inmensos brazos que la sujetaban y protegían, parecía que se derretía, bañando la masculinidad de Aizawa con sus viscosos jugos. Como médica sabía que los orgasmos podían durar hasta un minuto... pero jamás había tenido uno, hasta creyó que era imposible, un largo y extenso minuto corriéndose brutalmente, gimiendo, jadeando y a punto de desmayarse por tanto placer. Pensó que moriría por la falta de aire, sus ojos se inyectaron de lágrimas, volviendo a la luna borrosa, todos sus sentidos quedaron opacados, siendo su intimidad llenada en su totalidad por Shouta lo único que era capaz de percibir. Como él tocaba cada recoveco dentro de su feminidad que pudiera causarle placer.
Suspiró de satisfacción con la última embestida, un jadeo gutural salió de la parte más profunda de la garganta de Shouta, viniéndose dentro de ella inconscientemente. Pero eso sería algo que discutirían luego, en ese instante ninguno de los dos pensó en aquello.
Akiko se desplomó del agotamiento, dejándose a merced de los cuidados de Aizawa, no le preocupaba, sabía que él la cuidaría bien.
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