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𝐓𝐮𝐫𝐧 𝐦𝐞 𝐨𝐧 | 𝐱𝐢𝐢𝐢


"Que bueno que vine de borcegos" pensó al ver el autobús parar en una zona rocosa y llena de tierra, la naturaleza no era su ambiente favorito, exceptuando en Animal Planet. Bajó del vehículo arreglándose el cabello, se colocó junto a Aizawa y lo miró de reojo, detestaba tener que verlo hacia arriba, si no estuvieran en esa jungla podría usar sus cotidianos zapatos altos y casi igualarlo, quiso traerlos, pero entró en una encrucijada "Si los llevo me veré estilizada y bonita como siempre... pero también los arruinaré y unos cuantos son de edición limitada". No hace falta decir cuál opción ganó, a pesar de hacerle doler el orgullo.

Contempló con desinterés el paisaje frente a ellos, luego miró su calzado comenzar a ensuciarse por la tierra. Soltó un leve grito cuando una lagartija pasó por entre sus pies, Shouta la tomó del brazo mientras reía levemente por su reacción. Akiko se quitó el flequillo del rostro con molestia y le dio una mirada amenazante, "esa criatura me ataca y él se ríe".

—¿No tenías un lugar más agradable para entrenar?—preguntó con molestia.—No sé, una playa o algo así.

Aizawa sonrió con diversión, sin dudas las expresiones de asco de Akiko hacia la naturaleza serían su entretenimiento en el viajes. Al atender nuevamente a sus alumnos, las chicas lo miraban con sospecha, por lo que carraspeó y cambió automáticamente su semblante, tratando de disimular su aprecio hacia Yosano.

—¿No le gustan los animales, doctora Yosano?—preguntó Koda con el animal que la atacó en su mano.

Akiko sonrió con cinismo mirando a la pequeña criatura directamente a los ojos.

—Claro que sí, en un lindo par de botas.

Koda apartó al reptil al instante como si quisiera protegerlo de un monstruo, haciendo que Yosano soltara una risilla. El ruido de un vehículo se hizo presente en la carretera, el auto negro se estacionó a unos metros de ellos.

El rostro serio de Akiko ocultó a la perfección sus pensamientos de confusión hacia las dos mujeres vestidas de gato que lucían espléndidamente sus treinta. No era que no le gustaran los trajes pero... "¿cuando los eligieron pensaban que no iban a envejecer? Ese es el problema de elegir uniforme a los quince años". Las instructoras, Shouta y ella intercambiaron saludos poco formales y luego vino el espectáculo que desconcertó a la médica.

—¡En la mira con miradas resplandecientes! ¡Afiladamente linda y gatuna! ¡Wild, Wild, Pussycats!

La mayoría no sabía muy bien cómo reaccionar ante su acto, "me trajo al Cirque du Soleil, que gran primera cita". Aunque la verdad admiraba que usaran semejantes plataformas para rescatar personas de derrumbamientos, ella siempre debía pelear descalza porque tenía tobillos frágiles.

—¡Son el grupo de cuatro personas que creó su propia agencia!—exclamó Izuku en lo que Akiko llamaba Sesión de historia heroica con Midoriya. Aprendía más con él que en toda su vida junto a Yagi—Llevan dos déca...

La superheroína rubia tomó de las mejillas a Izuku interrumpiéndolo.

—Tengo 18 de corazón...

Akiko miró perpleja a la compañera de la rubia en busca de alguna respuesta o explicación razonable para su comportamiento absurdo.

—Está pasando por una crisis de mediana edad—sonrió dulcemente.

Crisis de mediana edad, ella tenía 29 y llegar a las tres décadas no le gustaba. No faltaba mucho para su cumpleaños. Aunque... ¿por qué tendría una crisis? Akiko no apuntaba a casarse, no le molestaba pero tampoco era algo que deseaba con todo su corazón o una meta, tampoco quería hijos. "Bueno, de los instintos naturales nunca se escapa" suspiró.

El temor a la edad la apartó tanto del contexto a su alrededor que recién logró volver cuando una humareda de tierra la cubrió, y vio volar a los niños por el aire hasta desaparecer entre los árboles.

Quería gritar del horror, le agarró un ataque de alergia por culpa del polvillo y Aizawa la miró extrañado al escucharla estornudar como un gatito. Akiko lo miró avergonzada, con los pómulos teñidos de un tenue color rosa. 

—Bueno, los esperamos en el campamento, ¿no?—preguntó distraídamente, desviando la mirada para sentirse menos bochornosa.

[...]

Se pasó toda la tarde ayudando a arreglar el lugar para la llegada de los chicos, ansiaba que el día terminara para poder tomar una copa de vino mientras leía un libro en la tina. Prácticamente se le hacía agua la boca pensando en eso, seguramente tenía una tremenda cara de idiota mientras lavaba la lechuga.

—Iré a preparar las aguas termales—dijo una de las chicas, la verdad no prestó atención en cuál.

Vio por el ventanal frente al fregadero, o sea delante de ella, a Shouta pasar cargando unas cosas. Y una idea la deslumbró, era el momento perfecto para comenzar a conocerse, perder una oportunidad tan buena sería estúpido. Saber que si no hacían algo ahora la química se marchitaría era una suma de 2 + 2, ya que ella no podría salir en público con él por muchos meses para que la prensa no molestara, e invitarlo a su casa para la primera cita era algo demasiado íntimo.

Estuvo pensando por el resto de la tarde cómo se lo diría, cuándo, dónde para que los niños no escucharan y se entrometieran, mucho menos Deku porque estaba la posibilidad de que le contara a Yagi. La verdad lo último que le apetecía era eso, Toshinori no le diría nada, pero todo se volvería incómodo porque ambos sentían aún cosas el uno por el otro, tantos años de enamoramiento no podían pasar así de la nada.

El momento indicado llegó durante la cena, cuando las Pussycats aún no se sentaban a la mesa junto a ellos y los chicos conversaban en su mundo sin prestarles atención, Akiko lanzó la pregunta...

—Shouta... —dijo con galantería y lo miró con una sonrisa coqueta, apoyó la mejilla en el dorso de su mano y cuando finalmente tuvo su atención, que no tardó en obtenerla, preguntó—¿te gustaría que nos veamos en las aguas termales más tarde? Aún me debes una cita, claro que a esta le va mejor el vino que el café.

—Estaba por proponerte algo parecido... pero admito que tu idea es mucho más creativa, Yosano—le sonrió de costado divertido.

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