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010 - parte II

Tokio, Marzo del 2019.

Las clases habían finalizado y el tiempo libre de Hyeon también, recogió todas sus cosas para guardarlas en la mochila, y se dio cuenta de un detalle, la tarjeta que Kanemoto le había entregado. Había pensado mucho en eso la última hora, pero ya tenía una respuesta.

—No tengo de otra —dijo apretando sus dientes.
Estaba nerviosa, no podía escapar de eso, pero aún así, sabía muy bien qué hacer si algo se salía de control, aprendió a ser muy desconfiada con el tiempo y sabía que Yoshinori Kanemoto no era alguien de palabras humildes.

Salió del colegio rumbo a la dirección que estaba escrito en la tarjeta, por suerte su madre no estaría en casa, así no tendría que decirle por qué llegaría tarde. Ella y Hyeon tienen mucha confianza, pero sabía que no podía contarle todo lo que le sucedía, no quería preocupar a su madre con algo que ella podía solucionar.

Mientras más avanzaba, veía que tipo de avenida era, desde los pastizales hasta las veredas, las lujosas casas, los autos de marca, no había duda de que él vivía en una de las mejores zonas residenciales de la ciudad.

Trató de arreglar su uniforme, aunque era algo tonto, no quería que alguna persona de ese lugar la vea y humille, era tedioso lidiar con eso en todos lados.

Los pasos cesaron y ya se encontraba en la entrada de la gran mansión Kanemoto. Dudaba en tocar el timbre, aun no estaba muy convencida de ingresar a esa casa, pero si se retiraba, estaba muy segura de que él revisaría las cámaras de seguridad y sí que le iría muy mal. Debía de ser valiente, no por las consecuencias, sino por su persona y demostrarle a Yoshinori que no estaba dispuesta a seguir siendo manipulada por él.

Presionó el timbre, y esperó a que esa voz que salía de algún micrófono en la pared se pronunciara, pero fue en vano. Comenzaba a arrepentirse, no era su culpa si no la dejaban entrar, al contrario, esa sería la excusa perfecta.

Dio un paso hacia atrás decidida a irse del lugar, pero las enormes puertas de hierro se abrieron.

—Eso no tenía que suceder —se quejó.

Presionando sus labios ingresó al lugar, no podía dejar de ver los atributos de la mansión, los hermosos jardines con una tonalidad preciosa de colores entre cada flor, todo era perfectamente armonioso y original. Quien haya hecho los cortes y las combinaciones, simplemente lo hizo perfecto.

No había necesidad de tocar la puerta principal, una señora con un lindo vestido estaba parada al costado de ella, con una sonrisa que no la incómodo, al contrario, la hizo sentir muy cálida, como si fuera su tía Jessi.

Con mucho cuidado se acercó a ella y la saludó, seguido de una reverencia. Ella sólo la miró y entró a la casa, Hyeon no sabía si seguirle el paso o no.

—Adelante cariño —dijo con una suave voz, lo que le causó más familiaridad y no dudó en ingresar.

Buscó con la mirada al chico japonés, quizá podría ser víctima de una de sus bromas otra vez, debía de estar preparada.

—¿Buscas a Yoshinori? —preguntó ella.

Hyeon sólo asintió con la cabeza.

—Debe estar en su habitación, si quieres puedes buscarlo allí —dijo, guiñándole un ojo.

Algo que sumamente puso muy tímida a Hyeon, hasta el punto de sonrojarse.

—Oh, no, estaba bromeando —rió—. Eres muy tierna.

Hyeon solo trató de ocultar sus mejillas rojas, ofreciéndole una sonrisa forzada.

—Pero adelante, puedes ir a su habitación, no hace falta que me expliques nada —volvió a guiñar el ojo.

Las mejillas de Hyeon estaban por explotar, pero prefirió dejarse contagiar por la risa de la mujer. Asintió, y con otra reverencia se retiró de lo que imaginaba que era la recepción de la mansión.

Ahora el problema era ¡¿en dónde rayos estaba la habitación de Kanemoto?!

Habían demasiadas habitaciones, así que no iba a ser tan fácil elegir la correcta, con mucho sigilo empezó a abrir cada puerta como si de un juego se tratase, estaba agradecida con la ausencia de las personas, así no pasaría o vería momentos incómodos.

Su curiosidad la llevó a ingresar a la habitación correcta, aunque era la última, sabía muy bien que pertenecía a Yoshinori.

Comenzó a ver cada detalle de la enorme habitación, pero notó algo muy evidente, la personalidad de esa habitación y la de Kanemoto no eran las mismas. ¿Esa era o no su habitación?

Miró todos los cuadros que colgaban en sus paredes, los retratos, la tonalidad de colores entre los muebles y cada adorno, era imposible de ignorar. Le sorprendía que un chico como él, tuviera ese tipo de gustos. Lo que confirmaba que esa no era su habitación.

Algo dentro de ella comenzó a sentirse cómoda en ese lugar, quizás fue su lado creativo quien no paraba de deslumbrarse con cada combinación, o su lado artístico, por las hermosas obras de arte que colgaban en los techos.

Caminó por toda la habitación, pero sabía que no tenía derecho de hacer eso, aun así, su curiosidad fue mayor. Vio un cuadernillo muy singular en el escritorio, no dudó en acercarse y revisarlo.

Su curiosidad le traería problemas.

—Esto es demasiado hermoso —susurró mientras miraba cada página, llena de bocetos, diseños, fotografías, composiciones, todo por lo que Hyeon sentía una pasión.

—Ya sé que soy hermoso —dijo Yoshinori saliendo con una toalla que cubría la parte inferior de su cuerpo.

Al parecer, alguien había tomado una ducha y Hyeon al estar tan concentrada en la "hermosa" decoración de ese cuarto, no se había percatado del dueño.

La sonrisa que tenía el japonés desapareció cuando vio que Hyeon tenía su cuadernillo. Rápidamente fue hacia ella y sin importarle nada, se lo quitó bruscamente.

—¡¿Qué no te enseñaron a no tocar las cosas ajenas?!—dijo con enfado, pero luego de percatarse de la cercanía con Hyeon, decidió aprovechar ese momento para desquitarse un rato.

—Eh... Yo... —tartamudeo, poniéndose más nerviosa al ver el torso desnudo del japonés.

—Qué, ¿te pongo nerviosa? —dijo el mayor cortando la distancia entre sus cuerpos.

Las mejillas de Hyeon estaban por explotar, nunca en su vida había presenciado tanto el cuerpo de un hombre, tenía miedo de lo que sucedía en su interior.

Lo peor de todo era que no podía decir ni una palabra, algo que le molestaba consigo misma. Sin darse cuenta apretó ligeramente sus ojos, no quería que Kanemoto viera su debilidad.

—Y por qué cierras los ojos, ¿eh? —preguntó viendo cada facción de su rostro.

A Yoshinori no le incomodaba estar en esa situación, pero lo que sí le molestó fue ver como su madrastra ingresaba a su habitación sin tocar la puerta.

—Eh yo... —no sabía que decir, ver esa situación de su hijastro y la niña linda que había visto minutos antes, no le sorprendía para nada, pero si temía de la reacción de Yoshinori por interrumpirlo.

Por otro lado, Hyeon al escuchar la voz de la señora, hizo que se librara de los brazos del japonés y pidiera disculpas con el rostro caliente, temiendo que piense mal de ella y confunda las cosas.

—No hagas eso —le dijo Yoshinori con molestia—. Yena, ¿podrías retirarte? —se dirigió a la señora con mucha molestia.

—Perdón por interrumpirlos —dijo rápidamente y se retiró de la habitación.

Ahora la situación era incómoda para ambos, un Yoshinori distinto apareció. Pero no sólo él, una Hyeon muy fastidiada e indignada también.

—Puedes —rápidamente fue interrumpido por ella.

—¡¿Esto era lo que querías que hiciera en tu casa?! ¡¿Qué tú madre me mire como una tipa cualquiera?! —gritó sin medir su voz, nada le importaba, pero no se dejaría intimidar fácilmente y peor aún por Yoshinori.

Los ojos del chico se abrieron ante su repentina reacción, no estaba preparado para eso, pero tampoco lo toleraría.

—Largo —fue lo único que dijo, desviando la mirada de Hyeon.

Ella no dijo nada, solo tomó su pequeña mochila que cayó al suelo y se retiró rápidamente, no quería permanecer ni un minuto en esa casa.

Sentía decepción más que rabia, no debió de llegar hasta ese punto. No debía dejarse manipular por alguien, necesitaba hablar con su madre.

Bajó las escaleras y sin darse cuenta chocó con un cuerpo fuerte y alto, trató de mantenerse acorde, pero al ver de quien se trataba sólo bajo la mirada por segunda vez.

—Lo siento —hizo una reverencia y se fue, no quería más problemas y menos aún con el famoso diseñador Kuroda Kanemoto, quien luego de ver a Hyeon sintió una extraña sensación.

Una sensación muy familiar.

Nota de Autora:

¿Les está gustando estos especiales?

Muchas gracias por su apoyo, la historia está creciendo gracias a ustedes.

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💛~

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