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✶Venti

¡Por la Diosa Luna, iba a matarlo!

Yoongi observaba a su falso esposo mientras este recogía tranquilamente el material necesario para la inminente sesión fotográfica y se movía por el dormitorio como si estuviera solo. Por desgracia, no lo estaba. Sus intentos por desentenderse de la química que existía entre ellos lo irritaban cada vez más.

Las cosas se estaban complicando. Supuestamente, Jimin debía mantenerse alejado de sus asuntos, guardar las distancias y después marcharse sin dejar huella. En cambio, había ocasionado un tsunami durante su primer día en la casa familiar. Todos parecian adorar su insolencia. Y para colmo, su hermano pequeño iba a acompañarlo a la sesión de fotos, donde estaría rodeado de Alfas medio desnudos, y Jimin creía que sería bueno para él.

–Ni siquiera me pediste permiso antes de invitarlo– Señaló con frialdad– Jimin, no quiero que me faltes al respeto en cuestiones familiares.

El ni siquiera se dignó a mirarlo mientras guardaba sus cosas en una mochila. Llevaba un pijama negro de satén que se movía a su alrededor como si fuera agua, resaltando sus deliciosas curvas. Se había peinado el cabello, los mechones chocolate tenían leves rizos, se veía tan natural de tal manera que solo con mirarlo Yoongi quedaba sumido en un trance.

–Yoongi, que yo recuerde, la palabra obediencia no forma parte de nuestros votos. En cualquier caso, ya te había dicho que lo de la cita a ciegas era una broma. Puedes estar tranquilo.

–No me parece gracioso.

Lo escucho resoplar.

–A ver –dijo el omega– no me quedo otra alternativa. Jihoon estaba historico y necesitaba calmarlo de alguna manera. Si no lo hubieras tratado como un niño de cinco años, yo no me habría visto obligado a hacer esto.

–Jihoon es algo ingenuo y tengo la intención de que siga siéndolo.

El comentario hizo que Jimin resoplara de nuevo. Se estaba poniendo furioso.

–A ver si espabilas, Min Yoongi. Tu hermano está apunto de comenzar a explorar su sexualidad. Lo hará de todas formas, y lo mejor sería que lo guiaramos.

–No bajo mi techo. Tengo el deber de protegerlo y lo haré. Debe acabar sus estudios y comenzar su carrera profesional. Los Alfas no forman parte de su vida.

–Esta loco por Seungcheol.

–¿Cómo? –gritó haciendo que su voz resonara por el dormitorio– ¿Ha hecho algo para alentarla? Lo mato.

–¡Pero por favor, relájate! Seungcheol no ha hecho nada. Para él también es un niño. Solo trato de hacerte entender que debes darle un poco de espacio. No es fácil estar enamorado del mejor amigo de tu hermano.

El Alfa abandono la postura relajada que tenía en la cama y comenzó a pasear nervioso de un lado a otro. En cuestión de minutos Jimin le había provocado deseo, ira y frustración. A ese paso estaría muerto cuando llegarán al final de la semana.

–Seungcheol es como de la familia y Jihoon jamás se interesaría por él de esa manera. –De repente, se le ocurrió algo realmente espantoso– ¿Por qué? ¿Te resulta atractivo? ¿Has sido tú quien le ha metido esa idea en la cabeza?

Al escuchar la pregunta. Jimin se se volvió. La frialdad que emanaba de su cuerpo estuvo a punto de hacerlo retroceder. Esos ojos verdes lo miraban entrecerrados de forma peligrosa.

–Pese a la opinión que tienes de mí, no me abalanzó sobre todos los Alfas que veo, Yoongi. Y Jihoon es capaz de tener su propia opinión. Sólo necesitas lavarte los oídos y escuchar lo que tiene que decirte.

Y siguió guardando sus cosas.

El Alfa acortó la distancia que los separaba, lo agarró por un brazo y lo obligo a mirarlo.

–Estas pisando terreno peligroso, tigre mio–mascullo– No voy a permitir que interfieras en mis asuntos familiares durante esta semana. No vas a llevarte a Jihoon a la sesión de fotos y yo mismo me encargaré de solucionar este problema con él. Capisci?

Otro omega se acobardaria. Este se puso de puntillas y lo miró a los ojos sin titubear. Su sensual aroma a Flores hizo trisas su concentración.

–No me interesan tus asuntos familiares. Si te hace feliz, ya puedes ir a interpretar el papel de dictador. Sólo intento decirte que tu hermano necesita a alguien que lo escuche, no alguien que lo sermonee.

–¿Y eres tú quien va a escucharlo?

Jimin esbozó una sonrisa descarada.

–Supongo. Menos mal que estoy aquí, ¿verdad?

Qué demostrará tan poco respeto por su autoridad lo enfurecia, pero su ira comenzó a transformarse en otra cosa. En algo más peligroso.

El resbaladizo tejido de su pijama se deslizó entre sus dedos y se imaginó la sedosa piel bronceada que se escondía debajo. Ansiaba inmovilizarle la cabeza, besarlo en los labios con pasión y demostrarle con qué facilidad podía transformar la ira en rendición. Se empalmó solo con pensarlo, excitado por el reto de reclamarlo, de poseerlo y de conquistarlo. ¿Alguna persona le había provocado semejante caos emocional? ¿Si cediera a la tentación y se lo llevará a la cama, desapareciera el deseo por la mañana?, se preguntó. Siempre lo hacía. Tal vez necesitará saciar el deseo para librarse de la obsesión de meterse entre sus muslos y hacer que se olvidara de todo salvo de él.

–Eres una mala influencia para un chico tan joven. Soy yo quien cuida a mi familia –le advirtio– Solo llevamos aquí un día y ya lo has embrollado todo. No sabes lo que necesita mi hermano. No sabes lo que necesitan los demás. Joder, ni siquiera sabes lo que necesitas tú.

Se arrepintió de sus palabras nada más pronunciarlas. El omega se puso tenso entre sus brazos y sus ojos verdes lo miraron con un destello de dolor real. El recuerdo se algún momento pasado asomó su fea cabeza, y Yoongi lo observó luchar contra el monstruo hasta que logró encerrarlo de nuevo en el armario.

Lo abrumó el deseo de abrazarlo y reconfortarlo. ¿Qué era esa desquiciada mezcla de lujuria y ternura? ¿Qué le estaba sucediendo?

La sonrisa del rubio fue gélida y forzada.

–Tienes razón, por supuesto– se burló– A partir de ahora me mantendré al margen de todo. Pero yo no seré quien le diga a Jihoon que no me puede acompañar.

Intento alejarse de él, pero Yoongi le coloco las manos en la espalda y lo atrajo hacia su cuerpo.

–Lo siento, cara. –se disculpo en voz baja– No pretendía decir algo tan mezquino. A veces sacas a relucir la bestia que llevo dentro.

Aunque lo miró con verdadera sorpresa, Jimin sé mantuvo tenso contra él.

–Disculpas aceptadas. Suéltame.

El instinto hizo que lo acercara todavía más a su torso. Él arqueo la espalda como si quisiera huir, y en ese momento se percató de su ereccion. El contacto le arrancó un jadeo y se quedó quieto al instante.

–Parece que la bestia está contenta de verme. ¿Insultarme te excita?

El Alfa se echó a reir. Su rápido ingenio era una fuente inagotable de diversión para él, pero de un tiempo a esa parte había logrado sumergirse más allá de sus bromas y había vislumbrado una intrigante vulnerabilidad. ¿Estaria viendo por fin al verdadero Jimin después de todo este tiempo? Recordó el refrán que decía: <<Perro que ladra, no muerde>>, y se preguntó si debía ponerlo a prueba.

–No, cara. Eres tú quien me excita. Como muy bien sabes. Ahora mismo solo necesito un abrazo.

El rubio estaba petrificado contra su cuerpo, pero su voz estalló a su alrededor dispuesto a hacerlo sangrar.

–Yoongi, te aseguro que me han dicho cosas peores, pero jamás importado. No necesito que me abraces.

‐No, soy yo quien necesita que lo abraces –susurro– Te mereces mucho más que ese golpe bajo y yo necesito sentirme mejor.

Jimin comenzó a forcejear, como si una simple muestra de consuelo lo aterrara.

–Tranquilo, solo será un minuto. Te prometo que no dolerá.

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