✶Trentacinque
Jimin se preguntó si todas las novelas eróticas de dominación y sumisión le habían debilitado el cerebro. En vez de hacerse con el control de la situación, como era su costumbre se limitó a escuchar con las rodillas temblorosas al hombre que tenía delante mientras este le explicaba exactamente qué iba a suceder.
¡Diosa, estaba disfrutando de cada segundo!
El calor que irradiaba el Alfa le tentaba y lo excitaba mientras inclinaba la cabeza para besarlo. Oyó que se escapaba un gemido, pero a esas alturas ya le daba igual todo. Necesitaba su boca, sus manos y su cuerpo para que alejaran los demonios de la duda y de la vulnerabilidad que amenazaban con destrozarlo. Los fantasmas que todas las noches lo torturaban escondidos en el armario y le decían que no pertenecía a ningún lugar se desvanecieron cuando Min Yoongi Rizzo lo beso por fin.
Sin restricciones.
No era momento para la seducción ni para lo besos lentos y exóticos. Jimin se sintió abrumado por el asalto de esos labios y de esa lengua, que exploró cada recoveco de su boca hasta que se rindió. Yoongi sabía a Vino, a café y a pasión, y esa mezcla de sabores saturno sus sentidos al tiempo que le colocaba los brazos en los hombros y se pegaba a su cuerpo. Él lo instó a arquear la espalda mientras seguía devorándolo y prometiendole el paraíso y el infierno, excitandolo cada vez más.
Habían perdido el control por completo. El beso era ardiente y apasionado, y él disfrutó de cada caricia de su lengua, de cada mordisco de sus dientes y de cada mordisco de sus dientes y de cada envite de sus caderas, que se movían al compás de su lengua, torturandolo con su más que evidente ereccion.
Cuando se apartó de sus labios, Yoongi jadeaba. Esos ojos negros estaban iluminados por un brillo lujurioso y salvaje mientras recorrían su cuerpo medio desnudo de arriba abajo. Se estremecio por completo al ver que a él le temblaban las manos mientras le pasaban un dedo y recorría las copas de encaje de la combinación. La caricia le endureció los pezones. Le rozo una con un pulgar, y después hizo lo mismo con el otro. Jimin sintió que se le aflojaban las rodillas y que el deseo le provocaba un palpitante placer en su miembro.
El Alfa no tuvo tiempo para analizar la situación mientras lo observaba quitarse los pantalones en un tiempo récord. Su ereccion lo dejo sin aliento. Extendió un brazo para tocarlo, pero él se movió demasiado rápido. Aferró los finos tirantes de la combinación y le bajó la prenda por el pecho, por la cintura, por los muslos, por las pantorrillas y por los pies. Después, arrojó la combinación de encaje al suelo y le separó despacio los muslos.
Jimin gimió al tiempo que obedecía sus ordenes. La vulnerabilidad que sentía bajo su escrutinio le provocó una punzada de pánico en el abdomen. Levantó las manos para quitárselo de encima, pero en ese momento él lo miró a los ojos como si se hubiera percatado de su incomodidad.
–Joder, eres hermoso–murmuró al tiempo que acariciaba su sexo y lo penetraba con los dedos despacio. –Dios, me muero por saborearte.
–Yoongi...
–Si, Jimin, demuéstrame cuanto te gusta lo que te hago. Demuestramelo.
Inclinó la cabeza y comenzó a acariciarlo con los labios. Pasó la lengua por su miembro mientras lo penetraba con dos dedos. El omega arqueo el cuerpo y gritó. La suma de los dedos y las caricias de su boca era tan abrumadora que no tardó en llegar al borde del orgasmo. Se aferró a la sabana en un esfuerzo por contenerse, pero él no se lo permitió, siguió lamiendole el pene y chupandoselo con tanta delicadeza pero de forma tan insistente que al final le fue imposible no llegar al clímax.
–Voy a... ¡Diosa, no puedo...!
–Correte, Jimin
Mientras lo penetraba hasta el fondo con los dedos, le dio un suave mordisco en el glande y lo catapultó al vacío.
El omega grito al tiempo que los espasmos lo sacudían y levantó las caderas para que no parara. El siguió para prolongar el orgasmo hasta que todos sus músculos quedaron agotados por el placer y la agonía.
Después, le besó la cara interna de los muslos y se levantó un instante, si bien no tardó en regresar con un condon. Tras arrojar el paquete a la cama, se colocó sobre él. Jimin gimió al sentir el calor de su cuerpo, el roce de esos músculos, la palpitante caricia de su miembro.
Cuando lo besó, saboreo la esencia de su propio placer en sus labios. Aturdido por el intenso orgasmo, le permitió hacer lo que quisiera y acabó excitandose de nuevo mientras le acariciaba los pezones. Comenzó a pellizcárselos, provocandole una mezcla de placer y dolor que hizo que se rindiera por completo.
–Yoongi, métemela– le suplicó al tiempo que levantaba sus caderas y trataba de obligarlo a oberdercerlo colocándole un pie en la parte posterior de un muslo– Por favor.
Él soltó una carcajada ronca y erótica mientras le acariciaba un pezón con los dientes, provocandole un escalofrío.
–Cara, si me lo pides así, no puedo negarme. Me muero por hacerlo.
Tomó el condon y se lo puso, aunque se detuvo antes de penetrarlo. Tenia los muslos húmedos, y esa misma humedad lo invitaba a hundirse hasta el fondo en él comenzó a sacudir la cabeza sobre la almohada y le clavó las uñas en la espalda con saña.
–Más –le exigió – Joder, la quiero entera.
Yoongi lo miró en silencio, taladrandolo con esos ojos negros que le prometían arrebatarle todo lo que tenía. Y después lo complació.
Jimin jadeo cuando lo sintió por completo. Tenerlo tan dentro lo abrumó física y mentalmente. El pánico lo asaltó de repente. Acababa de penetrarlo un hombre capaz de derribar todas sus barreras y de ver lo que él escondía detrás.
–¡No! –exclamó, incapaz de respirar por lo rápido que le latía el corazón– No puedo. No puedo.
–Tranquilo, amore mio. Relájate. No me apartes.
Su cuerpo se relajó y la plenitud de su penetracion le resultó de lo más placentera. El Alfa gimió, ya que sin duda estaba intentando controlarse, él jadeo, atrapado bajo su cuerpo y sin posibilidad de escaparse. La impotencia se apoderó de él.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
–No puedo.
Yoongi le besó en la frente, con el cuerpo en tensión.
–No pasa nada, nene. Se lo que necesitas.
Con un rápido movimiento, giro sobre el colchón, llevándolo consigo, hasta que lo tuvo a horcajadas sobre él.
La libertad y el repentino control que le ofrecía la posición fueron un alivio. Jimin se relajó y arqueo el cuerpo, arrancandole a Yoongi un gemido.
–¿Mejor?
El omega sonrio satisfecho de oreja a oreja.
–Sí.
Yoongi soltó una maldición mientras capturada sus pezones con sus dedos.
–No voy a durar nada. Muévete, cara. Y no te deténgas.
El omega echó su cabeza hacia atrás y empezó a moverse sobre él, extasiado de ver la sincera respuesta del Alfa, al saberse capaz de volver loco de deseo a un hombre como él. El Frenético ritmo de sus caderas no tardó en llevarlo de nuevo a las puertas del orgasmo. Sentía el roce de su propio pelo en su espalda cuando echaba la cabeza hacia atrás. Yoongi le acarició los pezones cuando estaba a punto de correrse, y la posición hizo que se sintiera libre y precioso.
–Ahora, Amore mío. Ahora.
Con un último vaivén, el Omega se corrió. Grito su nombre y escucho que le gritaba casi al unísono dejando crecer su nudo. El mundo estalló en un millar de pedazos mientras seguía moviéndose para disfrutar al máximo. Cuando el nudo se formó completamente se desplomó sobre él y sintió que lo abrazaba, en su mente reverberó una frase. En su mente, en su corazón y en su alma.
Estoy en casa.
Después, cerró los ojos y se quedó dormido.
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