✶Sette
Yoongi dio un respingo. Al final, le había salido el tiro por la culata. Se puso de vuelta y media en silencio por haberle dado el pie necesario para realizar ese ataque tan sibilino. La insistencia de Jimin al pensar que estaba enamorado en secreto de Taehyung le hacía gracia, pero en ese momento se enfrentaba a algo más importante.
Decidió malinterpretar sus palabras.
–De acuerdo– convino– Mantendré las distancias si es lo que quieres.
Jimin entrecerró los ojos.
–Creo que no entiendes el acuerdo, Conde. Cuando te inviten a cenar los domingos, estarás siempre ocupado. Se acabaron las visitas a Taeha. Se acabó lo de asistir a reuniones familiares. Puedes relacionarte con Jungkook en el ámbito profesional, pero de ahora en adelante ya no te considerarás un amigo íntimo de Tae, Capisci?
Si, claro, por supuesto que lo entendía. Se irritó mucho más por él hecho de que él fuera incapaz de pronunciar su nombre de pila. El título nobiliario se convertía en una burla salida de sus labios, de modo que lo asaltó la dominante necesidad de obligarlo a pronunciar su nombre. A ser posible mientras lo tuviera tumbado de espaldas, con las piernas abiertas y loco de deseo por él. Adoptó una actitud distante a modo de defensa y rezó para que él no se fijará en el bulto de sus pantalones.
–¿Por qué te sientes tan amenazado, cara? ¿Qué temes que pase entre Taehyung y yo?
Jimin levantó la barbilla.
–Se lo fácil que es estropear algo bueno– contestó él con un deje amargo– Taehyung y Jungkook son felices. No necesitan que un hombre los acose. Puede que ellos se fíen de tus intenciones, pero yo no. –Hizo una pausa y susurró con sequedad– He visto la forma en que lo miras.
Yoongi se quedó sin respiración mientras esas palabras se le clavaban como aguijones. Tenía un pésima opinión de él. Aún así, pese a la rabia y el dolor que le provocaba lo que él creía, admiraba su audacia. En cuanto Jimin se comprometiera con una persona, le sería fiel toda la vida. Tal vez por ese motivo evitaba las relaciones duraderas.
Se percató de que Jimin temblaba por la tensión y la emoción.
–Estoy harto de que todos digan que estoy loco. Por una vez, admite que lo quieres. Si me dices la verdad y prometes mantenerte alejado de él, fingiré ser tu omega.
Lo observó en silencio un buen rato mientras reflexionaba. Discutir con él era inútil. Taehyung le recordaba a sus hermanos, a la que había dejado en Italia, y calmaba la necesidad de sentirse querido en un mundo que a veces podía ser muy solitario. Taehyung tenia la impulsividad de Jennie, el sentido de la responsabilidad de Chaewon y la dulzura de Jihoon. Era evidente que el cariño con el que lo miraba había sido malinterpretado por su mejor amigo.
Tal vez fue lo mejor.
El delicioso cuerpo de Jimin y su agudo intelecto ya lo atraían. No necesitaba una situación que los llevará a la cama y que hiciera las cosas... incómodas. No mientras estuvieran rodeados de su familia fingieran ser casados. Si él seguía creyendo que estaba enamorado de su mejor amigo, habría una barrera extra de protección entre ellos. Por supuesto, su sacrificio seria mayor de lo que había imaginado. Perdería a un buen amigo que significaba mucho para él y también podría hacerle daño a Taehyung en el proceso.
Tenía una elección que hacer. Pensó en la posibilidad de no volver a abrazar a Taeha, de que la niña no lo llamara "Tito". Y después pensó en Jennie, en sus nervios y en su dolor, en su deseo de comenzar una nueva vida. Su prioridad era ocuparse de la familia a toda costa. Había aprendido esa lección cuando era muy joven y no pensaba olvidarla. No, en cierta forma no le quedaba otra alternativa.
Se obligó a pronunciar la frase que Jimin necesitaba oir:
–Quiero a Tae como a un amigo, pero accedo a tus condiciones si me haces este favor.
Jimin dio un respingo, pero no desvió la mirada mientras asentía con la cabeza para aceptar el trato. Un extraño brillo angustiado iluminó su mirada, pero desapareció al momento. El instinto le dijo que alguien había traicionado la confianza del omega de forma irreparable, tanto que ningún hombre había podido recuperarla. ¿Un antiguo amante? ¿Un antiguo prometido? Fascinado, ansió averiguar más cosas, pero Jimin ya había recuperado la compostura.
–Bien. Dame tu palabra de honor de que te mantendrás lejos de él cuando volvamos. Sin excepciones.
–¿Cómo propones que desaparezca de su vida sin herir sus sentimientos?
Lo vio encogerse de hombros.
–Pasaremos una semana en Italia y después estarás muy liado. Finge que estás saliendo con alguien y que no tienes tiempo para nadie más. Con el paso de los días Taehyung dejará de hacer preguntas.
No estaba de acuerdo, pero supuso que Jimin ayudaría en esa parte. Sintió un remalazo de dolor antes de pronunciar las palabras en voz alta.
–Aceptó tus condiciones– Despues, dio un paso al frente- Ahora tú vas a oír las mías.
Disfrutó al verlo abrir los ojos mientras invadía su espacio personal. La tensión crepitó entre ellos, aunque él se negó a amilanarse y se mantuvo firme.
–Un momento. ¿Cómo sé que no romperás tu promesa?
Extendió una mano y lo cogió de la barbilla. Su pregunta era un dardo lanzado a una parte esencial de su persona, de modo que respondió con voz gélida.
–Porque yo no rompo mis promesas, Capisci?
Lo vio asentir con la cabeza.
–Sí.
Le soltó la barbilla, no sin antes acariciarle la mejilla con un dedo. Su piel sedosa y cálida lo tentó a continuar la caricia. Carraspeó y retomó el tema en cuestión.
–Las reglas son muy sencillas. Llamaré a mi madre esta noche para darle la noticia, pero sonará sospechoso a menos que lo tenga todo preparado. Necesito que accedas a casarte conmigo en Italia.
–¿Qué? Joder, no. ¡No pienso casarme contigo de verdad!
Le restó importancia a la protesta con un gesto de la mano.
–Pues claro que no vamos a casarnos. Pero tenemos que fingir que queremos hacerlo. Mi madre es muy lista y seguirá albergando dudas a menos que estemos dispuestos a pronunciar nuestros votos matrimoniales delante de ella y de un cura. Le diré que nos hemos casado legalmente aquí, pero que pediremos que se legalice el matrimonio en Italia para que ella pueda asistir a una segunda boda.
–¿Y qué hacemos cuando aparezca el cura para casarnos?
Yoongi esbozó una sonrisa al presenciar su ataque de pánico.
–Los curas tardan en aceptar casar a una pareja cuando no conocen al novio, sobre todo cuando no es católico. Es imposible que suceda durante nuestra breve visita. Le diré a mi madre que vamos a quedarnos dos semanas, pero nos iremos tras la primera aduciendo una emergencia ineludible.
Jimin se relajo y adoptó una vez más su actitud segura y sarcástica.
–No me has dicho por qué necesitas una pareja de repente. ¿No encuentras a tu Julietta, Romeo?
Yoongi le resumió rápidamente la historia familiar y el deseo de su hermana se casarse. Se preparó para recibir sus burlas por mantener una tradición tan anticuada, pero él asintió con la cabeza como si lo entendiera por completo... y consiguió desequilibrarlo en el proceso.
–Admiro a tu madre– dijo Jimin– Cuesta mantener las propias creencias cuando los demás se ríen de tí. Al menos tu familia cree en algo. En la tradición. En mantener las promesas. En la responsabilidad...
Fascinado por su palabras, Yoongi observó que las emociones cruzaban por su rostro antes de que pudiera desterrar los recuerdos.
–Solo espero que tu plan funcione tal como quieres –terminó él
–¿A que te refieres?
El omega enarcó sus elegantes cejas.
–Puede que no le caiga bien a tu familia. Soy dueño de una pastelería y actualmente me gano la vida fotografiando a modelos en ropa interior. Y no voy a fingir que me someto a tus opiniones, así que no te hagas ilusiones.
Sonrio al escucharlo.
–¿No te he dicho que los omegas obedecen a sus Alfas en todo? Parte del trato consiste en que me trates a cuerpo de rey. Me prepararás la cena, atenderás todas mis necesidades y te amoldarás a mis deseos. No te preocupes, solo será un a semana.
La mueca espantada que vio en su cara arruinó el efecto. Se echó a reir y vio a Jimin bajar el puño. Estaba casi seguro de que se había librado de un ojo morado por los pelos. ¿Lo excitaría tanta emoción en la cama? De ser así, ¿Sobrevivirían sus hombres a una noche con él o quedarían reducidos a una sonrisa bobalicona y a las ganas de repetir?
Jimin contuvo una sonrisa.
–Muy gracioso. Me alegra ver que tienes sentido del humor, Conde. Así la semana se hará más corta.
–Y yo me alegro de que lo apruebes. Lo organizaré todo para marcharnos mañana por la noche. Te pondré al día de mi familia durante el viaje y tú puedes contarme los puntos más relevantes de la tuya.
El omega asintió con la cabeza antes de que dirigirse a la puerta. La evidente incomodidad que él sentía al tenerlo cerca lo tranquilizaba. Al menos no era el único que percibía la química que había entre ellos. Jimin parecía obsesionado por no sentirse atraído por él, algo que le falicitaría la labor de evitar la conexión física y de sobrevivir a esa semana.
Tal vez Park Jimin fuera un omega explosivo, pero él podía aguantar siete días.
Sin problemas.
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