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✶Sedici

Horas después, Jimin estaba sentado a la larga mesa, con un humeante cuenco de pasta aderezada con una salsa de tomate natural. Olía a albahaca y a ajo. Tres botellas de vino descansaban en tres esquinas de la mesa y los platos de los comensales estaban dispuestos entre las bandejas de comida, cual personajes secundarios de una novela. Jimin miró nervioso a Yoongi. ¿Se reiría? ¿Se burlaría de él por su incapacidad de cocinar y por sus patéticos esfuerzos de preparar algo complicado?

A su alrededor se escuchaban risas, gritos y algunas discusiones que lo desorientaban. Se había acostumbrado a cenar en la encimera de su cocina mientras veía la tele o en algún restaurante elegante donde se conversaba en voz baja y con discreción. Cuando era pequeño, comía solo o con su hermano, en silencio. Pero Yoongi era diferente.

Se burlaba de sus hermanos y parecía más relajado en el acogedor ambiente familiar. Jimin comprendió que afrontaba la vida con tanta seguridad porque sabía perfectamente quien era. En su opinión, se trataba de una cualidad muy respetable en una persona, aunque fuera de lo común. Yoongi disfrutaba de la vida, tenía sentido del humor y se preguntó cómo sería cenar con él todas las noches. Beberían vino, hablarían de lo acontecido durante el día, cocinarian juntos y cometían juntos. Como una pareja de verdad.

Yoongi enrollo los tallarines y se los llevó a la boca.

El omega contuvo el aliento.

Lo escucho gemir, encantado.

–¡Mamá, esta buenísimo!

Su madre sonrió satisfecha, mientras se sentaba.

–Puedes darle las gracias a tu omega, Yoongi. Todos los tallarines de tu plato los ha preparado él a mano.

El Alfa lo miró, asombrado. Después fruncio el ceño y clavó su vista en el plato, tras lo cual lo miró de nuevo. Jimin reconoció una extraña mezcla de emociones en esos ojos oscuros. Una llamarada de pasión. Un destello de orgullo. Y un brillo de gratitud. Acto seguido, inclinó la cabeza con una sonrisa.

El omega sintio una oleada de euforia y le devolvió la sonrisa. Saberse el objeto se su atención hizo que olvidara el bullicio reinante en la mesa.

–Grazie, cara. Me siento honrado por poder comer algo que has preparado tú. Esta delicioso.

El castaño asintió con la cabeza, aceptando el cumplido. Jennie dijo algo sobre los vestidos de damas de honor y las bodas. Jihoon comenzó a hablar de arte. Chaewon les describió la nueva campaña publicitaria que iban a lanzar para promocionar la empresa familiar. El Alfa siguió comiendo orgulloso de la comida preparada por su esposo ficticio.

Durante un ratito, Jimin fue más feliz de lo que había sido en toda su vida.

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