✶Quattordici
Al llegar a la parte posterior de la casa, los encontró a todos sentados a la mesa de hierro forjado, con sus sillas a fuego. El lugar estaba rodeado por un jardín con setos llenos de flores amarillas, rojas, moradas que competían por llamar la atención. Su aroma dulzón flotaba en la cálida brisa, acariciándole la nariz. El jardín contaba con una recargada fuente de piedra rematada por un ángel tallado que derramaba el agua sobre una charca cubierta de verdín. El sólo relucia sobre las baldosas de terracota. La paz que reinaba en ese lugar lo relajó de inmediato. Le picaban los dedos por el deseo de fotografiar el momento casi místico de tranquilidad, aún con la familia charlando en italiano a la mesa.
–Park Jimin, siéntate con nosotros.
Escuchar su nombre completo lo dejó al borde de un respingo, pero la madre de Yoongi lo pronunció como si fuera mágico, así que lo dejó pasar <<regla número uno: jamas se critica a la matriarca de la familia política>> pensó.
–Grazie.
Yoongi le sirvió una copa de Vino tinto, tras lo cual entrelazó los dedos con los suyos y sonrió. Aunque el corazón le dio un vuelco, Jimin tomó una decisión crucial. Cuanto antes soltara la historia, antes tratarían el tema de la boda de Jennie.
Bebió un sorbo de Vino y preguntó.
–¿Les gustaría saber cómo nos conocimos?
Vio como Yoongi enarcaba las cejas, sorprendido. El sí fue clamoroso. Jimin contuvo una sonrisa. Esa era fácil.
–Mi mejor amigo, Taehyung, nos concertó una cita a ciegas. Verán, mi amigo está casado con mi hermano. Y cuando conoció a Yoongi en una cena de negocios, pensó que formaríamos la pareja perfecta. –El omega le regalo una sonrisa al Alfa y el lo miró con un brillo de advertencia en los ojos– Nada más al verme dijo que yo era el omega que estaba esperando. Por regla general, jamás creo lo que me dicen en la primera cita, pero Yoongi me cortejó hasta conquistarme.
Jihoon suspiro mientras apoyaba su sonrojada barbilla en las manos.
–¡Que romántico! Parece obra del destino.
–Sí, del destino– Jimin le dio un apretón a Yoongi en los dedos– Estábamos a punto de ponerle fecha a la boda, pero nos enteramos que Jennid también se había comprometido y decidimos fugarnos. Espero que no les moleste que no hayamos celebrado una boda por todo lo alto. Es que detesto ser el centro se atención y pensamos que esto sería lo mejor.
El Alfa se llevó su mano a los labios y le besó el dorso. El roce le provocó un hormigueo.
–Sí, Jimin es una persona reservada. –dijo él.
La penetrante mirada de su madre no acababa de encajar con la fragilidad de su cuerpo. El omega sintio cierto desasosiego en el estómago. Una persona capaz de criar a cuatro hijos sin soltar las riendas del negocio familiar debía de ser muy espabilada, y Jimin se recordó que tendría que ser muy cuidadoso cuando estuviera a solas con ella. Puesto que sabía que había muy pocas cosas en la vida de las que uno se podía fiar, había decidido que jamás faltaría a su palabra. De modo que él también corría un gran riesgo
–Jimin, ¿a qué te dedicas?–le preguntó Chaewon; sus largos dedos sostenían la copa de vino con una delicadeza que quedaba desmentida por la seriedad de su mirada.
El omega recordó que él se encargaba del negocio de la Dolce Famiglia en Italia. Chaewon era una mujer elegante y refinada, prudente y con los pies bien plantados en el suelo.
–Actualmente me dedico en la fotografía. Mañana tengo una sesión en Milán, así que estaré fuera casi todo el día.
–¡Qué maravilla! ¿Qué fotografías? –quiso saber Chaewon.
–Personas. En ropa interior –El silencio se hizo a su alrededor, de modo que acabó encogiendose de hombros– Ropa interior de diseñador, por supuesto. La sesión de mañana es con prendas de Roberto Cavalli.
Jennie se echó a reir.
–¡Me encanta! ¿Me puedes conseguir un descuento? A Kai le encantaría tener un par de Cavalli nuevos.
Jihoon río entre dientes. Mamá Min suspiro, resignada.
–Jennie, no tenemos por qué saber que lleva Kai debajo de los pantalones –La miró echando chispas por los ojos– Y tú tampoco deberías saberlo hasta que te cases con él. Capisci?
–Jimin es un fotógrafo con mucho talento –les aseguro El alfa– Estoy seguro de que esta visita a Italia, con todo lo que hay que ver, la ayudará a ampliar sus horizontes.
Jimin fruncio el ceño. El comentario, casi una disculpa hacia su familia, le había escocido, pero disimulo bebiendo un sorbo de chianti. El hecho de que no fotografíara bebes y cachorros preciosos no desmerecía su trabajo. Tenia la impresión de que Yoongi había adivinado que en el fondo ansiaba algo más. Irritado por sus pensamientos, siguió atento a la conversación.
Jennie hablaba gesticulando con las manos, como si quisiera enfatizar sus palabras. Jimin supuso que en la familia era la reina del drama. Sin embargo, sus ojos castaños relucían con un intenso brillo y con un gran entusiasmo. Su ropa, unos carísimos vaqueros y un top con estampado floral atado detrás del cuello y unos Jimmy choo, le dejo bien claro que adoraba la moda. Al parecer, Yoongi no aprobaba que Jennie no quisiera trabajar en el negocio familiar, pero ella parecía satisfacer a su vena creativa trabajando como asistente de un reconocido Estilista. Jimin era incapaz de imaginarla decorando cupcakes, encargándose de la publicidad o lidiando con la contabilidad.
–Nos gustaría celebrar la boda aquí, en la propiedad –siguió Jennie y su expresión se suavizó– Por supuesto, la tarta y los postres serán de nuestro negocio. Septiembre es un mes precioso.
Chaewon exclamó.
–¡Pero si solo faltan tres meses!
Su hermana le dirigió una mirada furiosa.
–No quiero esperar ni un minuto más para empezar mi vida con Kai. Ahora que Yoongi se ha casado, podremos seguir con nuestros planes. Ya habíamos decidido casarnos el día quince. Jimin, ¿te viene bien esa fecha? Además, serás uno de mis padrinos.
Jimin trago saliva. De repente, se sentía culpable por estar mintiendoles. Bebió otro sorbo de su vino para librarse de la sensación.
–Por supuesto. Haré espacio en mi agenda.
Jennie chillo, encantada, y se llevó sus manos al pecho.
–Genial. Ah, ¿por qué no compramos los trajes y vestidos esta semana?
Chaewon puso los ojos en blanco.
–Detesto salir a comprar ropa.
–Pues te aguantas. Eres mi dama de honor y, como lo arruines todo con tus quejas, no te hablaré más en la vida.
–Ojalá...
Jimin hizo girar el anillo de diamantes que llevaba en el dedo como si de repente le quemara. Intento controlar el pánico que le provocaba la situación.
–Esto... voy a estar muy ocupado con el trabajo y sé que Yoongi quiere llevarme a conocer algunos lugares históricos –sonrió, pero tuvo la impresión de él gesto se quedaba en una mueca– Tal vez puedan ir ustedes. Si encuentran algo, te daré mi talla y así puedes encargarlo también. Estoy seguro de que veré los vestidos y trajes en nuestra próxima visita.
–Ni hablar –replicó Jennie, con un brillo decidido en los ojos– Ahora también eres mi hermano y debes venir. Además me niego a ponerte algo que no te siente bien. Echaría a la tierra mi reputación de Estilista.
Chaewon resopló.
–Jimin y yo estamos de luna de miel, y necesitamos pasar tiempo a solas. Ir de tienda en tienda para comprar vestidos no me parece romántico –Dijo Yoongi que le sonrio con dulzura.
El omega sintio que se le derretían las entrañas.
Jihoon lo miró suplicante.
–¡Por favor, Jim, acompáñanos! –le dijo– Ahora somos familia y nos hemos perdido toda la emoción de su boda. Sólo será una tarde.
Los muros se cerraron sobre él. ¿Cómo iba a probarse un vestido de dama de honor y a fingir que asistiría a la boda? Yoongi abrió la boca para hablar y en ese momento el rubio se percató de la expresión que lucía su madre.
Recelo.
Los estaba mirando con el ceño fruncido. Su descontento era evidente y estaba claro que se olía que había gato encerrado. Lo cual era cierto. Sin embargo, Jimin había hecho una promesa y debía fingir.
Colocó los dedos sobre los labios de Yoongi para silenciado. El suave roce le provocó el doloroso anhelo de sentir de nuevo esos labios sobre los suyos, besándolo con pasión y exigiendoselo todo en respuesta.
–No, Yoongi, tus hermanos tienen razón – intentó aparentar que era feliz– Me encantará pasar una tarde probandome ropa. Será divertido.
La madre del Alfa apoyó la espalda en el respaldo de la silla y cruzo los brazos por delante del pecho con una actitud satisfecha. Jimin dejó de prestar atención a la cháchara de los demás. Calculo rápidamente las horas que faltaban hasta que pudiera acostarse para dormir. Más tarde disfrutaría de una cena temprana, se acostaría pronto aduciendo que estaba agotado y el primer día estaría liquidado. Al día siguiente tendría que trabajar en la sesión fotográfica, después se ocuparían del papeleo en el consulado y... ¿que acababa de decir Chaewon?
–¿Qué fiesta? –preguntó el omega; la palabra relucía ante sus ojos como un letrero de neón.
Yoongi también parecía sorprendido.
Mamá Min se incorporó y apoyó el bastón en el suelo.
–Sí, la fiesta será de noche, Yoon. No me creerías capaz de no organizar una celebración en honor de la boda de mi hijo y su pareja, ¿Verdad? Debemos empezar a preparar la cena.
–¿Vendrá Seungcheol? –preguntó Jihoon con voz trémula.
–Si, por supuesto y tus primos.
El único Alfa hizo una mueca y después miró a Jimin para reconfortarlo. <<Por la Diosa Luna>>, pensó él. Se estaba ahogando y su falso esposo se limitaba a lanzarle un salvavidas pinchado. Primero sobre los vestidos y luego la fiesta.
–Mamá, no estamos listos para celebrar una fiesta esta noche. Hemos hecho un viaje muy largo y Jimin tiene que trabajar mañana.
Su madre rechazó las protestas con un gesto de la mano.
–Tonterías. Solo serán unas cuantas personas ansiosas por felicitarlos. No es nada. ¿Por qué no traes algunas botellas de vino de la bodega y te pasas por pastelería? Trae algo de Tiramisú y cannoli, blanco y negros, Chaewon te acompañará.
Jimin trago saliva.
–Quizá debería...
Mamá Min le paso una mano por el brazo. Su fragilidad parecía haberse evaporado. Esos delicados dedos le aferraron con fuerza innegable, como si fueran una trampa mortal.
–Niente. Park Jimin, tú te quedas conmigo. Me ayudarás a preparar la cena.
Yoongi negó con la cabeza.
–Mamá, Jimin no cocina. En su casa casi todos trabajan y muchos no saben cocinar.
Eso sí que lo enfureció de verdad. El omega volvió la cabeza y lo miró echando chispas por los ojos.
–Que te den, Conde. Sé cocinar –Hizo un falso puchero– Solo finjo que no sé hacerlo para que me lleves a cenar a menudo.
Mamá Min soltó una orgullosa risotada y la acompaño al interior, dejando a un asombrado Yoongi tras ellos.
Jimin sintió que cada pasó que se acercaba a la gigantesca y reluciente cocina le arrancaba una gota. Un solo pensamiento animaba su mente.
Si salía vivo de esto, mataría a Min Yoongi Rizzo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro