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✶Quarantanove

–¿Qué está pasando?

Jimin estaba sentado en el salón, mirando a su mejor amigo. Taehyung tenía a su hija en una cadera, con la gasa para limpiarle la boca al hombro, y no paraba se meterla mientras Taeha balbuceaba y le chillaba al cachorrito que jugaba a los pues de su padre. La pequeña bola de pelos dorado no paraba de arañarle los zapatos a Taehyung, si bien se alejaba corriendo cuando él se movía.

El viejo Holly, el feo Golden que habían adoptado hacia más de un año después de que Taehyung convenciera a Jungkook, estaba recostado en el suelo, disfrutando del solo que entraba por la ventana y observando al cachorro con evidente desaprobación. Llevaba en el cuello el característico pañuelo azul y naranja de los Mets, un detalle que le otorgaba una apariencia distinguida al que en otro tiempo había sido un chucho sarnoso.

Jimin intento eludir la pregunta.

–No puedo creer que tengan un cachorro. Jungkook detesta que la casa se ensucie.

Taehyung solto el aire con impaciencia y se alejó de la bola de pelo juguetona.

–Ah, esta vez no fue idea mía. Kook se encontró con Simba un día en la carretera, cuando regresaba a casa. Esta aullando de dolor y tenía el cuerpo cubierto de moretones. Debieron tirarlo de un auto en marcha.

Jimin dio un respingo.

–Me resulta increíble que no lo llevara al refugio. ¿Qué le hiciste a mi hermano?

Taehyung solo soltó una carcajada y dejó un beso en la cabellera oscura de su niña.

–Primero lo llevo al veterinario –dijo– Y después lo trajo a casa y me ordenó que no encariñara con él. Me dijo que puso un anuncio para buscarle un hogar – se encogió de hombros– Yo no dije nada. Una semana después el anuncio había desaparecido y jamás volvimos a tocar el tema. Cuando vuelve a casa, saluda al cachorro antes que a sus omegas.

El rubio sintió un anhelo abrumador. Echaba de menos al estúpido gato y su costumbre de ponerse panza arriba para exigir cariño. Echaba de menos el alegre entusiasmo de Jihoon, el dinamismo de Chaewon y los arranques melodramáticos de Jennie. Echaba de menos la sosegada insistencia de la madre de Yoongi en la cocina, el olor de los bizcochos y tomarse un té en la terraza.

Echaba de menos a su esposo.

A su Alfa.

Se concentró en seguir respirando y luchó para alejar el descarnado dolor. Día a día. Se recuperaría. Era un superviviente. Pero ¿quien iba a pensar que sobrevivir era algo tan distinto a vivir?

–Bueno, pues ahora tendrás que darle las gracias como se merece porque te traje varios regalos. – le arrojo a su amigo algunas bolsas– No quiero detalles, gracias. Me sigue pareciendo raro que te tires a mi hermano.

El de cabello oscuro río mientras examinaba algunas picardias de seda y otros de encaje.

–Gracias, guapo, es justo lo que necesitamos para esta noche. – dijo mientras sacaba un par de tacones de vertigo de su caja. – Esto y una niñera.

–Cuidare de Hanie una noche de esta semana para que puedan disfrutar de una cita romántica. De momento no tengo nada planeado fuera del país. Me centrare en la pastelería.

Flexionó los dedos. El dedo anular donde antes llevaba el anillo le pareció muy desnudo, de modo que se apresuró a unir las manos en el regazo.

Taehyung lo observo en silencio. Cuando por fin hablo, lo hizo con voz suave y reconfortante.

– Jim, tienes que contarme la verdad. ¿Qué está pasando?

El mencionado de encogió de hombros.

– Fui a Italia. Coincidí con Yoongi. Ya volví. Y no hay más que contar.

–Yoongi vino a verme.

El omega levantó la cabeza y resoplo.

–¿Como? ¿Qué te dijo?

Taehyung se acercó al pequeño andadero para dejar a Taeha ahí, tras apartar a Simba de sus pies con delicadeza, camino hasta Jimin y se sentó a su lado en el sofá. Sus ojos azules lo miraron con una mezcla de apoyo y simpatía.

–Jim, Yoon me lo contó todo. El viaje y que fingiste ser su esposo. Y que después los caso un sacerdote y lo hizo real. También me dijo que te confesó sus sentimientos pero que tú huiste, despreciandolos.

Jimin lo vio todo rojo, furioso al escuchar las mentiras que le había contado Yoongi a su mejor amigo empezó a temblar e intentó hablar de forma racional.

–Tae, no te lo contó todo.

Taehyung apretó los labios, asintiendo y paso sus dedos por los cabellos de Jimin acomodando algunos mechones detrás de su oreja.

–Y ¿por qué no lo haces tú? –replicó con un deje dolido.– eres mi mejor amigo, siempre estaré para tí. Te amo y se que no es la primera cosa que me ocultas. –mencionó con los ojos llorosos. Le dolía la falta de confianza de su amigo.

Jimin negó y le tomó las manos y se las apretó. Las lágrimas amenazaron con brotar de sus ojos, pero logró contenerlas.

–Lo siento muchísimo, Tae. De verdad lo siento – soltó un suspiro tembloroso– Tenía un plan, pero todo se torció y ahora es un desastre. Hice un trato con Yoongi. Yo fingía ser su esposo si él me prometía que se mantendría alejado de tí. Se que siente algo por tí y me preocupaba que eso causará problemas entre tú y Kook. Él accedió pero, cuando llegamos a Italia, las cosas se complicaron.

–Me resulta increible que sigas empecinado con esa idea. Entre nosotros jamás ha habido otra cosa que una amistad.

–Ahora lo sé.

–¿Qué pasó? ¿Te enamoraste de él?

El omega asintió con la cabeza.

–Al principio pensé que solo seria cuestión de sexo. Pero después su familia me atrapó, y luego el estúpido gato, y después hubo más polvos y empecé a imaginarme locuras como la posibilidad de mantener una relación seria con él. Me dijo que me quería.

Taehyung le dio un apretón en los dedos.

–¿Y qué dijiste tú?

–Nada. No pude decirle nada porque en el fondo no me creí sus palabras. Justo iba a tratar el tema con él cuándo lo escuche hablar por teléfono con su amigo Seungcheol. –respiró hondo, y sintió el dulce aroma a caramelo y madera que emanaba su amigo. Y destenso los hombros– Según él, yo no soy lo bastante bueno para Yoongi. Seungcheol cree que hacemos una mala pareja, y tiene razón.

Taehyung suspiro.

–¿Desde cuando tú, Park Jimin, te dejas llevar por opiniones ajenas.

El castaño meneó la cabeza con obstinación.

–Escuche la conversación. No soy adecuado para él. No soy el tipo de persona que Yoongi necesita. Quiere una familia numerosa, con animales de compañía y constantes viajes a Italia. Quiere una pareja agradable e integra que tenga una profesión respetable y un carácter dulce. Discutimos mucho. Y aborrezco que todo lo que él quiere.

–Ay, Jim... –Tae le apretó las manos con los ojos llenos de lágrimas.– Mi lindo Jimin de ojos aceitunas, ¿no sabes qué tú eres justo así? ¿Cuando vas a darte cuenta de verdad? La lealtad que siempre nos has demostrado a Kook y a mí, y tu disposición para protegernos, dejan bien en claro que estas hecho para tener una familia propia. Yoongi es un Alfa complicado. Un rasgo que no muchos ven y que ni siquiera intuyen. Pero tú sí. Tú lo desafías, lo presionas y le provocas emociones intensas. Cuando vino a contármelo todo, estaba destrozado. Cree que no lo quieres, su lobo se siente rechazado, cree que jamás podrás amarlo y eso lo está destruyendo.

El castaño lucho contra las lágrimas. ¡Por la Diosa, la idea de que Yoongi estuviera sufriendo lo hacia añicos! Aunque en realidad lo quería con toda el alma, sabía que Taehyung no entendía la situación.

Necesitaba mucho más. Y eso era gracioso, porque antes jamás se había sentido merecedor de recibir todo eso. Pero Yoongi lo había cambiado. Cuando se permitió enamorarse de él, comprendió que necesitaría a un Alfa que correspondiera sus sentimientos. Conformarse con menos lo destrozaría.

–Lo siento, Tae. Quiero seguir adelante con mi vida y no me apetece hablar de Min Yoongi Rizzo nunca más. Te lo suplico –se le quebró la voz– Por favor.

–Pero...

–Por favor.

Taehyung apretó los labios y después asintió con la cabeza.

–Bien. Solo quiero que seas feliz. –acarició su mejilla– Para lo que necesites ¿Sí?

–Para lo que necesite –aseguro– Te amo, Tae, eres el mejor. Tengo tantas cosas que contarte. –Lo abrazó.

– Ya tendremos tiempo. –murmuró para luego terminar el abrazo.

–Estaré bien –acarició los cabellos de su amigo– Ahora hablemos de otra cosa.

Pasaron una horas y, durante ese intervalo, Jimin fingió que todo había vuelto a la normalidad, tratando de no preocupar más a su amigo, pero sabía que este seguiría igual.

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