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✶Quarantadue

Jimin miró al cura si estuviera allí para practicar un exorcismo. En la habitación reinaba el silencio y Jihoon los miraba muy nervioso por su falta de reacción. De hecho, en cualquier otro momento y lugar, habría sido tremendamente gracioso. Casi como una de esas comedias que le gustaba ver sentada en la comodidad de su salón, en las que se sucedían las situaciones ridículas.

Ni de coña. No se iba a casar con Min Yoongi.

Se le escapó una carcajada histérica. Esa era la gota que colmaba el vaso. Esperó a que Yoongi contase la verdad. Jamás lo llevaría a cabo. Joder, él era su peor pesadilla hecha realidad, aunque en la cama fueran muy compatibles y él le hubiera murmurado tonterías. A plena luz del día Yoongi perdería el interés y seguiría buscando a su esposo ideal. Uno que fuera más apropiado para su familia y para él. Alguien como Taehyung.

Jihoon dijo por fin;

–Esto... ¿chicos? ¿No están felices? Vamos a celebrar una boda.

Dado que su falso esposo parecía petrificado y totalmente aturullado, decidió mostrar sentido común. Inspiró hondo.

–Veran, tenemos que decirles algo importante. La cosa es que Yoongi y yo...

–¡Espera!– rugio Yoongi ahogando sus palabras.

Los ojos casi se le salieron de las órbitas cuando el Alfa se acercó a él, lo tomó de la mano y se volvió hacia su familia.

–Lo que Jimin quiere decir es que no esperábamos que la ceremonia se pudiera celebrar tan pronto. Jimin quería invitar a todos nuestros primos y tíos a la celebración –su carcajada sonó hueca y falsa– ¿Como lo consiguieron el permiso tan rápido? Padre Richard, lo que quiero decir es que Supuse que querría que Jimin y yo asistieramos a los cursos prematrimoniales antes de bendecir nuestra unión.

El Padre Richard, con su presencia celestial, no se percató se maldades ni de mentiras, de modo que esbozó una sonrisa afable.

–Por supuesto, por supuesto, es lo habitual, Yoongi. Sabes que la iglesia tarda en aprobar la celebración de un matrimonio, pero tú has estado a mi cargo desde pequeño. En cuanto tu madre se entero de que volvías a casa, se puso en contacto conmigo y empezamos con los tramites. Además, eres un Conde, y la aristocracia tiene sus privilegios.

Mamá Min se incorporó con mucho trabajo. Bebió unos sorbos de agua y le dio el vaso al Padre Richard. Cuando habló, su voz sonó muy débil. Cosa rara, porque incluso cuando estaba cansada su madre escupía las palabras con una fuerza que se contradecía con la frágil visión que tenía delante. Por la Diosa, tal vez estuviera muy enferma.

–Lo entiendo, hijo mío. Y no quiero pasar por encima de sus deseos, pero me temo que no estoy en condiciones de soportar una gran fiesta. Me siento muy débil. El médico va a volver mañana y dice que, si sigo así, puede que me traslade al hospital para hacerme unas pruebas –Sus ojos castaños tenían un brillo decidido.– Les pido que lo hagan por mi. Quiero verlos pronunciar sus votos en la terraza trasera para que pueda asegurarme de que su unión está casi completa. Por lo que veo aún les falta la marca, pero con que se casen es suficiente para mi.

Jihoon parecía aliviado al escuchar el porqué de su reacción y volvió a parlotear por los codos.

–¿Ven? No hay de que preocuparse. Se que lo ideal sería organizar una gran fiesta, pero como vuelven a casa la semana que viene, mamá pensó que lo más importante es celebrar la ceremonia religiosa de inmediato – Dio unas palmadas –Jimin, ¡tengo un traje para tí! Ojalá te guste. He estado mirando en tu armario para saber tu talla y lo tengo escondido en mi habitación. ¡Vamos a prepararte! Las chicas llegarán en cualquier momento. Yoongi, tu deberías ponerte el estupendo esmoquin que dejaste aquí la última vez. La Dolce Famiglia nos trajo tarta de cannoli y chocolate, y yo metí varias botellas de champán al frigorífico. ¡Sera super divertido!

El omega castaño empezó a verlo todo borroso. Se le desboco el corazón y comenzó a sudar. El nudo que sentía en la garganta le impedía respirar. Intento con las prácticas habituales, pero una parte de su mente le dijo que ya era demasiado tarde. Estaba perdiendo el control a toda velocidad, y tal vez fuera a experimentar uno de los momentos más humillantes de su vida.

De repente, el Alfa clavo su vista en su cara. Como si se hubiera percatado de su inminente ataque de pánico, de repente se invento una excusa y lo sacó se la habitación casi a rastras. Jimin temblaba a medida que las oleadas de adrenalina lo asaltaban, robandole la cordura. Llegaron a su dormitorio y, una vez allí, Yoongi lo condujo a la cama, lo obligó a sentarse y le bajó la cabeza hasta que lo tuvo entre las rodillas. El instinto que lo llevaba a combatir el miedo de perder el control hizo que la reacción fuera todavía más extrema. Apretó los puños mientras intentaba respirar. Estaba apunto de gritar por la frustración cuando las fuertes manos del Alfa y su voz abrieron paso entre la neblina y lo obligaron a prestar atención.

–Escúchame, Jim. Respira. Despacio. Te pondrás bien. Estoy contigo y no voy a dejarte que te pase nada malo. Tranquilo, desahógate.

Yoongi le masajeaba la espalda con movimientos circulares, tras lo cual entrelazó sus manos para ofrecerle su fortaleza. Jimin se concentró en su voz y se aferró a la solidez de sus palabras. Cedió a las emociones que batallaban en su interior y por fin consiguió inspirar una honda bocanada de aire. Escucho el tictac del reloj y su corazón fue calmandose poco a poco, permitiendole respirar con normalidad. Mientras tanto el Alfa siguió hablándole, siguió diciéndole tonterías en voz baja que lo tranquilizador y lo alejaron del precipicios. Al cabo de un rato, levantó la cabeza.

–¿Estas mejor, cara? –le preguntó Yoongi al tiempo que pegaba sus frentes y le tomaba la cara entre las manos; esos insondables ojos negros se clavaron en él con preocupacion y una profunda emoción que no atino a reconocer.

Asintió con la cabeza. Sintió una plenitud de sentimiento, una extraña mezcla de ternura y de anhelo que nunca antes había experimentado. Demasiado asustado como para hablar, disfrutó de la caricia de su mano en la cara y del cálido aliento que le rozaba los labios.

–Voy a traerte un vaso de agua. Tu quédate tranquilo. Vamos a solucionar esto.

Salió del dormitorio y volvió enseguida con una vaso de agua fresca, que él bebió a sorbos. El agua bajo despacio por su dolorida garganta. La calma se apoderó de él. Estaba a salvo. De alguna manera, por algún motivo, confiaba en él. Primero con su cuerpo.

Y en ese momento con su corazón.

–Supongo que la idea de casarte conmigo no te resultó muy agradable –comento él con sorna.

Se le escapó una carcajada al escucharlo.

–No quería dañar tu ego, Conde. Verás, es que la idea de casarme legalmente con mi falso marido delante de su familia me ha descolocado un poco.

El Alfa suspiro y se paso una mano por la cara.

–La cosa no pinta bien.

–No me digas... Tengo la sensación de que tu madre es el matón de Ella siempre dice sí. ¿Te acuerdas de cuando él mafioso los obligó a casarse porque se habían acostado juntos? –gimio– No deberíamos habernos acostado. Creo que esto es un castigo. Tenemos que decirle la verdad a tu madre.

Espero a que él le diera la razón; en cambio, lo miró con expresión rara.

–No vi esa película y mi familia no es de la mafia.

Puso los ojos en blanco al escucharlo.

–¡Por favor! ¿Por qué tengo la sensación de que no estamos en la misma onda?

–¿Qué onda?

Por la Diosa, a veces se le olvidaba la cantidad de expresiones coloquiales que el desconocía.

–Olvídalo. ¿Por qué no estás asustado?

–¡Lo estoy! Me limitó a considerar todos los puntos de vista. Mira, cara, mi madre está enferma. El médico dijo que evitemos el estrés y que le concedamos todo lo que nos pida. Si le decimos la verdad ahora, podría acabar dándole un infarto.

A Jimin le dio un vuelco el corazón al pensar que era el responsable de la salud de mamá Min. Se mordiqueo el labio inferior.

–Yoongi, ¿que me estas pidiendo?

El alfa lo taladro con la mirada. Cada palabra que pronuncio a continuación no fue sino otro clavo en la tapa de su ataud.

–Quiero que te cases conmigo– hizo una pausa– De verdad.

Jimin se levantó de un salto.

–¿Qué? –preguntó– No podemos hacerlo. ¿Te has vuelto loco? Estaríamos casados legalmente. Cuando volvamos a Corea, tendríamos que pasar por una anulación o un divorcio o algo así. Ay, Diosa, esto es una locura. ¿Cómo es posible que esté sucediendo algo así? ¡Estoy atrapado en una dichosa novela romántica!

–Tranquilízate–Yoongi atravesó la estancia y lo cogio de las manos –Escúchame Jimin. Me ocuparé de todo. Nadie más tiene que saberlo. Pronunciaremos nuestros votos, celebramos una fiesta y volveremos a casa. Yo me ocuparé del papeleo y de los gastos. Se hará todo de forma muy discreta. Te pido que lo hagas por mi madre, por mi familia. Sé que te estoy pidiendo mucho, pero te lo pido de todas maneras.

Su mundo se puso patas arriba. Yoongi esperaba su respuesta con expresión tranquila, como si lo hubiera invitado a cenar en vez de pedirle que se casara con él. Intentó ordenar la vorágine de pensamientos que la aturullaban en busca de una respuesta.

Su madre estaba enferma. Sí, había accedido a fingir el matrimonio, pero contar la verdad llegados a ese punto podría resultar desastroso. Sus hermanos se sentirían traicionados, desechos. Jennie no podría casarse y a saber que tragedia se desencadenaria a continuación. ¿Tan malo sería Pronunciar unos votos y legalizar el matrimonio? Todo quedaría reducido a un trozo de papel. Nada cambiaría, y tampoco tenía que enterarse nadie. No tenía a nadie esperándolo en casa, ni un amante ni familiares aparte de Jungkook y de Taehyung. Tal vez podría funcionar. Si se casaba con él en ese momento, podría subirse a un avión al día siguiente, regresar a Corea y pensar que nada de eso había sucedido.

Si, estaba en modo negación total.

El Alfa le debería una bien grande y él se aseguraría de que se mantenía alejado de Taehyung a partir de ese momento. Un minúsculo sacrificio en el gran esquema de la vida solo tenía que Pronunciar unas ridículas palabras escritas en un libro. Un libro sagrado, cierto, pero redactado por el hombre. ¿No? No significa nada.

Amore mío.

El apelativo cariñoso le provocó un escalofrío. ¿A quien quería engañar? Le había pedido que se quedará. Se había comportado como si lo quisiera para algo más que el sexo. Si accedía, se permitiría de algún modo enamorarse por completo de él y acabaría destrozado. Yoongi ya se estaba acercando a la verdad que ocultaba acerca de su pasado, pero se había jurado que nadie le tendría lastima. Se juro hacia muchísimos años que nadie se enteraría.

Sin embargo, había un modo de asegurarse de que nunca volverían a hacerle daño.

–Lo haré.

El Alfa se acercó a él, pero lo detuvo meneando la cabeza.

–Con un condición, Conde; vas a dejar de presionarme. Nos olvidamos de la farsa durante lo que queda de semana y nos separamos. Se acabó lo de acostarnos juntos. Se acabó lo de fingir que es algo más de lo que es.

Esos ojos oscuros lo miraron fijamente con una mirada de emociones en su profundidades.

–¿Es lo que pides a cambio?

Unas lágrimas tontas quisieron aflorar en sus ojos, pero las contuvo sin miramientos y alzó la barbilla. Acto seguido, mintio:

–Si. Es lo que quiero.

–Siento que pienses así, cara –susurró él. En su cara atisbo arrepentimiento y algo más, algo peligroso– Va bene.

El omega se soltó de sus manos, cruzó la estancia y abrió la puerta de par en par.

–Jihoon, sube a ayudarme a ponerme el traje. Y descorcha el champán.

Se escuchó un chillido y aplausos por el hueco de la escalera. Yoongi asintió con la cabeza antes de pasar junto a él sin Pronunciar palabra.

Jimin noto otro nudo en la garganta mientras se preparaba para la mayor interpretación de su vida e intentaba fingir que no se sentía vacío.

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