El dolor lo asaltó. Su Omega, se dijo. Por la Diosa se moría por que fuera de verdad.

–No digas eso –masculló. Se aferró con gratitud a la rabia que le corría por las venas- No soy tu omega de verdad y los dos lo sabemos. Prometiste que me dejarías tranquilo. Nada de sexo.

El Alfa cortó la distancia que los separaba y lo abrazó. La preocupación y la ternura que vio en su cara lo destrozaron

–Tigre mío, ¿que pasa? Jamás haría algo que no quisieras –comentó mientras le apartaba el pelo de la cara y lo instaba a levantar la barbilla

–Esto es mentira– Parpadeó para contener las lagrimas, furioso por mostrarse débil delante de él. –Lo nuestro es una mentira.

El aliento de Yoongi cayó sobre sus labios cuando lo besó despacio, introduciéndole la lengua en la boca con ternura. Se moría por pelear con él, pero su cuerpo se debilitó con cada envite de su lengua, con su olor. Se abrió a él y se entregó, clavandole los dedos en los hombros mientras disfrutaba del roce de esos duros músculos.

Despacio, él levantó la cabeza. Sus ojos negros relucian con una pasión arrolladora que lo abrazó y que destruyó todas sus defensas.

–No, Mimi -lo contradijo él con brusquedad– Ya no es una mentira. Lo nuestro no es una mentira. Quiero hacerte el amor, quiero hacerle el amor a mi hermoso Omega. Ahora mismo. ¿Me lo permites?

Su honor era lo primero, y Jimin sabía que bastaba con que negara con la cabeza para obligarlo a retirarse a su rincón. Por la Diosa Luna, ¿qué le pasaba? ¿Por qué deseaba demasiado a ese hombre cuando hacía pocas horas que había estado en sus brazos? Lo destruiría.

El Alfa aguardaba su decisión.

Aunque su cuerpo y su mente querían cosas distintas, al final triunfo una voz en su interior: Vive el momento y guárdate los recuerdos para después. Había superado cosas mucho peores. Pero no sé creía capaz de sobrevivir si lo apartaba de su lado esa noche.

Lo obligó a besarlo. Yoongi se dejo atrapar por el beso, acariciándolo con la lengua mientras lo llevaba a la cama. Cada movimiento se fundía con el siguiente a medida que lo desnudaba y exploraba cada recoveco de su cuerpo con las manos, con la boca y con la lengua. Gimió cuando Yoongi lo condujo al borde del orgasmo, se detuvo, se desvistió y comenzó de nuevo. Se retorcio y le suplicó hasta que por fin él le separó las piernas y se detuvo sin penetrarlo.

Como si se percatara del miedo que lo consumía, rodó con él sin decir nada hasta dejarlo a horcajadas sobre él, lo tomó de las caderas y lo penetro.

El Alfa lo lleno por completo y él grito antes de empezar a moverse, ansioso por alcanzar la liberación. Sintió las manos de Yoongi acariciándole los pezones, y tras otra embestida rozo su punto, estalló en mil pedazos.

Lo oyó gritar su nombre mientras disfrutaba del orgasmo, hasta que él se desplomó sobre su torso, atado a él por el nudo. El Alfa lo rodeo con los brazos y le susurró al oido:

–Esto es real.

No le contesto. Tenía el corazón destrozado y le temblaban los labios por el deseo de pronunciar las palabras que llevaba dentro y que clamaban por liberarse; Te quiero. Pero una vocecilla burlona le recordó que la única realidad que el conocía; No existen los finales felices. Nadie puede quererte eternamente.

De modo que permaneció callado. Cerró los ojos y se durmió sin más.