✶Diciannove
<<¡Mierda!>> exclamó para sus adentros.
–¿Por qué nadie entiende que soy un adulto? –explotó el omega.
El mayor se quedó de piedra delante de la puerta, con ganas de salir corriendo, pero Jihoon se apartó para dejarlo pasar, así que entró.
–Porque tu hermano mayor nunca lo aceptará– respondió Jimin sin rodeos.
Echó un vistazo al dormitorio, reparando en las paredes pintadas de rosa, los animales de peluche y el encaje que lo decoraba todo. Dios. Algo le decía que Jihoon mantenia la habitación de esa manera para complacer a los demás, no porque le gustase. La cama con dosel parecía muy blandita y acogedora, pero estaba cubierta por un colcha con mariposas que confería un aire infantil.
Sin duda alguna era un chico de veintitrés años muy añiñado. El omega dudaba que saliera con alguien, sobre todo con Yoongi al mando. Se detuvo al llegar al fondo del dormitorio, donde los escalones conducían a una zona apartada de la estancia que parecía haber sido una sala de juegos en otro tiempo. Esa zona irradiaba otra esencia, ya que estaba atestada de lienzos blancos, pintura y material artístico. Unas cuantas acuarelas muy coloridas llamaron su atención, así como los modelos se arcilla que descansaban en la estantería y que representaban unos amantes abrazados. ¡Mmm!, interesante. Eso parecía encajar más con Jihoon que la zona de la cama.
–Odio mi vida– El rostro del pelinegro lucia una expresión desdichada. Se tiró a la cama mientras las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. –Nadie me entiende ni deja tomar mis propias decisiones. Ya no soy un niño, pero me han organizado la vida.
Jimin se enfadó consigo mismo por verse metido en ese problema con una chico al que apenas conocía, en una situación que no podía remediar.
–Bueno... ¿y eso por qué?
El menor tragó saliva.
–Solo me permiten salir con personas a los que mi familia da el visto bueno. Claro que tampoco me han invitado a salir muchos. Soy feo y gordo.
El omega mayor soltó un suspiro exagerado.
–Tonterías. Tienes un cuerpo voluminoso. Tienes un buen trasero y muslos jugosos. Y déjame decirte que no he visto mejor trasero que el mío. Has visto a tus hermanas.
Jihoon lo miró sorprendido y después soltó una carcajada.
–Pues sí. Pero a los chicos le gustan las personas delgadas. ¿Y mi pelo? Parece que metí los dedos en un enchufe. Tengo los labios pequeños y el inferior es demasiado grueso, esta como hinchado, es horrorozo. –Más lágrimas, tras lo cual tragó saliva de nuevo– Y Yoon dice que tengo que ayudar a Chaewon en la Dolce Famiglia, pero ¡no me ha preguntado lo que quiero ni una sola vez! Quería estudiar en la universidad lejos de esta familia, pero me obligo a asistir aquí. Ahora tengo que sacarme el máster en Administración y Gestión de empresas, y luego trabajaré una larga temporada de becaria. ¿Por qué no puedo ir a Estados Unidos o Corea a trabajar con él. ¡No es justo!
Jimin meneó la cabeza. Maldicion, como le gustaba el drama a esa familia. Se sentó con cuidado en la cama y dejó que Jihoon se desahogara llorando. Se dejaba los sesos en busca de palabras correctas que una madre, Taehyung o el Conde le dirían. A la mierda. Llegado a ese punto, supuso que no podía empeorar la situación.
–Bien, cariño, siéntate.
El muchacho se secó las lágrimas y obedeció. Fruncio esos labios que detestaba, y el mayor intuyó que Seungcheol llegaría a ver a una persona nueva en la piel del hermano de Yoongi. Pero no sería ahora. Todavía no. Jihoon necesitaba tiempo para encontrarse a sí mismo y sentirse cómodo.
–Seguro que ya lo has oído antes, pero la vida es una mierda.–El omega esbozó una sonrisa media. Al menos lo hizo sonreír.– Mirá, se que no nos conocemos mucho, pero voy a decirte lo que veo. Seungcheol es muy atractivo y tú estás loquito por él.
El omega quedó boquiabierto. Y se avergonzo.
–No no... no estoy
El castaño le resto importancia al asunto con un gesto de la mano.
–No te culpo. El problema es que apenas si tienes edad para beber alcohol. Seguramente un hombre de treinta se considere un asaltacunas en tu caso.
–¿Qué es eso?
–En fin, da igual. Lo que quiero decir es que eres demasiado joven para que te vea como un omega. Puede que eso cambie, pero en vez de pasar los próximos años sin disfrutar de la vida a la espera de que se fije en tí, tienes que salir y vivir un poco.
Descubrir quien eres. Después, todo el mundo te verá como un omega hecho y derecho.
El menor parecía perdido e indefenso que se le partió el corazón. Por la Diosa, recordaba esa sensación, recordaba lo confusa que que parecía la vida. Sin embargo, Jihoon contaba con personas para guiarlo, con personas que lo querían, y Jimin esperaba que marcase la diferencia.
–¿Cómo lo consigo? Mírame doy pena.
–¿Te gusta lo que estás estudiando?
–No me disgusta. Se me dan muy bien los números, es de las pocas cosas que se me dan bien. –Levantó la barbilla con gesto terco–Pero seria agradable que alguien me preguntara lo que pienso.
Jimin se echó a reir. El muchacho tenía genio. Le iba iba a hacer falta.
–Estudiar Administración y Gestión de empresas no está mal. Puedes hacer muchas cosas con esos estudios y conocer a gente nueva e interesante. –Señaló la parte trasera de la habitación –¿Los has pintado tú?
El omega asintió.
–Sí, me gusta pintar, pero creo que no soy muy bueno.
Jimin examinó los conmovedores retratos, captados en diferentes estados emocionales. Gracias a su ojo crítico, se percató de las pinceladas, de las vividas expresiones que absorbian al espectador y de un incipiente talento.
–Te equivocas, eres bueno– le aseguró en voz baja– No renuncies al arte. Asiste a clases particulares para alimentar tu talento y no permitas que nadie te diga que no puedes hacerlo. ¿Entendido? –Jihoon asintió, al parecer fascinado por su flamante cuñado. –Yoongi solo piensa en lo que es mejor para ti, pero como tú hermano mayor nunca saldrá bien parado en este tipo de situaciones. Vas a necesitar firmeza a la hora de dejarle claro lo que es aceptable y lo que no.
El omega abrió los ojos sorprendido.
–Pero la palabra de Yoongi es ley –susurró – Es la cabeza de la familia.
–No te estoy diciendo que le faltes el respeto. Solo que seas muy claro. Inténtalo.
–Bien.
–En cuanto a Seungcheol, puede que un día cambien las cosas. Hasta que eso pase tienes que concentrarte en otros chicos.
–Ya te he dicho que no le gusto.
El mayor meneo la cabeza.
–Por qué no sabes sacarte partido–Tenía la invitación en la punta de la lengua, y antes de poder mordersela, sello su destino–¿Por qué no vienes a mi sesión de fotos de esta semana?
El menor lo miró con suspicacia.
–¿Para qué?
Jimin se echó a reir.
–Te haremos un cambio de imagen total: Te enseñaré como es el mundo de la fotografía y te presentaré a algunos de los modelos. Así no solucionaremos tus problemas, pero a lo mejor te ayuda a percibir cómo te ven los demás. Eres precioso, Jihoon. Por dentro y por fuera. Solo tienes que creertelo.
Nada más pronunciar las palabras Jimin tuvo que contener el llanto. Lo que habría dado por qué alguien le dijera esas palabras. ¿Habría marcado alguna diferencia en su caso? Al menos tenía la oportunidad de decírselo a otra persona, influyeran o no en su vida. Disgustado por las intensas emociones que había experimentado en las últimas veinticuatro horas, desterro las ñoñerias e irguió la espalda.
–¿De verdad?
–Claro, será divertido.
Jihoon se abalanzó sobre él y lo abrazó con fuerza.
El mayor tardó un segundo en devolverle el abrazo y después se apartó con cierta incomodidad.
–Gracias, Jimin. ¡Eres el mejor cuñado del mundo!
–Cariño, soy el único cuñado omega que tienes.
La culpa empezó a corroerlo. Una cosa era fingir ser el omega de Yoongi y otra muy distinta entablar una relación con sus familiares. Se arrepintió de la invitación al instante, pero ya no podía cambiar de parecer. Se levantó de la cama y camino hasta la puerta.
–Grazie!
–Prego.
Cerró la puerta al salir. ¡Ay, Diosa, Yoongi iba a subirse por las paredes!
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