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✶Cinque

Yoongi bebió un sorbo de brandy mientras observaba que la fiesta iba perdiendo ritmo. Habían servido tarta de connoli con trocitos de chocolate y café bien cargado, y el ambiente distendido se había apoderado de la casa mientras los familiares y los amigos empezaban a despedirse.

La tensión le formaba un nudo en el estomago y luchaba contra el agradable calorcillo del alcohol. Estaba metido en un lío. En uno muy gordo. Después de la conversación que había mantenido por teléfono con Jennie y con Kai, decidió enfrentarse a su madre con un buen plan de acción.

Sabía que ceñirse a la tradición familiar era imposible. También era consciente de que su madre se aferraba a las reglas y casi nunca las quebrantaba. De modo que optó por un plan alternativo que parecía brillante. Le contaría un cuento acerca de una pareja formal, con visos de boda inminente, e incluso le prometería una visita. Después insistiría con tranquilidad en que Jennie se casara antes por su historia con Kai, y citaria la bendición celestial de su padre. Tal vez le dijera que lo había visto en un sueño, algo con lo que calmar las dudas de su madre.

Hasta que Chaewon, su otra hermana, le destrozó el cuento con una sola frase.

En ese momento recordó la breve conversación.

-Yoongi, no sé qué te han contado, pero empleando uno de tus americanisnos, la mierda esta apunto de salpicar el techo. -Chaewon nunca se mostraba sensible ni dramática, sino que actuaba conforme a un plan establecido m, lo que la convertía en la persona perfecta para dirigir La Dolce Famiglia. - Mamá le prometió a papá en su lecho de muerte que continuaría con las tradiciones familiares. Por desgracia, eso incluye que tú te cases en primer lugar, por ridículo que parezca.

-Estoy seguro de que puedo convencerla de que cambie de idea - replicó él al tiempo que desterraba las dudas que serpenteaban en su cabeza.

-No vas a conseguirlo. Creo que Jennie está pensando en fugarse. Si lo hace, el desastre está asegurado. Nos enfrentaremos a la familia de Kai, y mamá ha amenazado con desheredarla. Jihoon lo está pasando mal ahora mismo, no deja de llorar porque cree que su familia se está desintegrando. Mamá llamó al médico y le dijo que creía que le estaba fondo un infarto, pero el médico le diagnosticó una indigestión severa y la mandó a la cama. Por el amor de la Diosa Luna, dime que estás saliendo con alguien en serio y que puedes encargarte de esto. Dichosa sociedad patriarcal. No puedo creer que papá se tragara estas chorradas.

La verdad lo golpeo con fuerza. Jamás podría ganar a una promesa hecha por su madre a su padre en el lecho de muerte. Su padre le había tendido una trampa y su madre le había cerrado la puerta de la jaula. Necesitaba un cónyuge y lo necesitaba ya si quería solucionar este desastre. Al menos, uno temporal.

¿Qué alternativas tenía? Puso a trabajar su cerebro con brutal eficiencia hasta que solo le quedo una solución posible: convencer a su madre de que estaba legalmente casado, conseguir que Jennie acelerase la boda y esperar unos cuantos meses para trasmitir la triste noticia de que su matrimonio no había funcionado. Podría soportar las consecuencias. Lo primordial era solucionar el entuerto. Al fin y al cabo, arreglar los dramas familiares era su trabajo.

-Estaré casado antes de que termine la semana-dijo.

El siseó que dejó escapar su hermana se escuchó con claridad al otro lado de teléfono.

-Dile a Jennie que no cometa una locura. Llamaré a mamá y le contaré las noticias más tarde.

-¿Lo dices en serio? ¿De verdad te vas a casar o es una broma?

Yoongi cerró los ojos. A fin de que su plan funcionara, todos tenían que creer que era verdad. Empezando por Chaewon.

-Llevó tiempo saliendo con alguien y solo estaba esperando el momento oportuno para hacerlo oficial. Mi omega no quiere alborotos ni una boda de lujo, así que seguramente iremos a un juzgado y después les contaremos a todo el mundo.

-¿Me estás diciendo la verdad, Yoonie? Mira, puede que esto sea un gran problema, pero no por eso tienes que casarte a toda prisa para tranquilizar a Jennie. No tienes que arreglar todo siempre.

-Si tengo que hacerlo -replicó en voz baja. La pesada responsabilidad lo aplastó, dejándolo sin aliento. Acepto su peso sin cuestionarlo y continuó- Te daré todos los detalles en cuando hable con mi pareja.

-Mamá insistirá en conocer a tu omega. No va aceptar tu palabra sin más.

Las palabras de su hermana le echaron el cerrojo a la jaula en un chasquido definitivo.

-Lo sé. Organizaré una visita a casa para finales de verano.

-¿Qué? ¿Quién es? ¿Cómo se llama?

-Tengo que dejarte. Te llamaré después.

Colgó.

La situación era un campo de minas con limitadas posibilidades y poquísimo tiempo. Decidió probar uno de esos servicios de acompañantes para grandes ocasiones. Tal vez y, con un poco de suerte, encontraría a algun omega dispuesta a hacerse pasar por su cónyuge. Por supuesto, retrasar el momento en el que conocería a su madre implicaría mucha planificación y, dado que la inauguración del proyecto del rió se aproximada, tal vez le saliera una úlcera antes de que acabará la semana.

A menos que...

Encuadriño la multitud con la mirada y la clavó en unos felinos ojos de color verde. El deseo le provocó una descarga en el estomago como respuesta automática al desafío. Lo vio enmarcar una ceja perfecta y apartarse el pelo de la cara con gesto indiferente antes de darle la espalda. Tuvo que contener una carcajada. Ese omega era una mezcla muy peligrosa de sensualidad y sarcasmo. Si escondía una rosa, la tenía protegida con cientos de espinas para mantener a raya a cualquier caballero con brillante armadura.

Park Jimin era perfecto para él puesto.

¿Y si se aprovechaba del pájaro en mano y solucionaba el problema de golpe? ¿Qué posibilidades había de que otra persona a la que conocía fuera a Milán una semana? Confiaba en él. Al menos, un poquito. Si Jimin accedía, podría adelantar el encuentro aducir que tendrán que marcharse pronto por cuestiones de trabajo y así conseguir que Jennie se casara ese verano. El rechazo que Jimin sentía por él era un punto a su favor era un punto a su favor, no tendría ideas románticas cuando conociera a su familia y fingiera formar parte de ella. Por supuesto, a su madre le daría un pasmo al conocer al omega que había escogido, ya que seguramente esperaría uno más tradicional y sumiso. Aún así, conseguiría que funcionara.

Si él accedía.

Había salido con muchos omegas guapos, pero Jimin poseía algo misterioso que golpeaba a un hombre con fuerza en el estomago. Ese omega enloquecía a su lobo y si no lo controlará se le tiraría encima. Su pelo de ahora de un lindo color chocolate brillaba con la luz; una melena sedosa y con pequeñas ondas, que le enmarcaba las mejillas y le llegaba hasta los hombros. El flequillo acentuaba sus ojos rasgados, que le recordaban con su color a los interminables prados verdes de Toscana cubiertos por el rocío, unos prados que invitaban a un hombre a perderse en su inmensidad. Tenia unas facciones definidas pero suaves: una buena barbilla, pómulos afilados y nariz elegante de boton. Llevaba un linda camiseta ceñida a su cuerpo con una campera marrón encima unos pantalones negros que relucian su andar y se ceñian a su glorioso trasero y sus magníficas y largas piernas, haciendo que un Alfa se las imaginara en torno a su cintura. Su olor era una mezcla de aroma florales, Laureles, canela y un toque de lirios que inundaba a un hombre prometiendole el paraíso en la tierra.

No era un tímido florecito. Era un hombre hecho y derecho, seguro de sí mismo que no aguantaba tonterías de nadie. Era la personificación de sensualidad, y cualquier persona se daba cuenta al estar cerca de él. Lo vio echar la cabeza hacia atrás para soltar una carcajada. Su cara reflejaba una alegría que manifiesta rara vez, salvo cuando estaba con Taehyung y con Jungkook. Incluso en su primera y única cita, se percató de que un muró impenetrable impedía que el omega mostrará cualquier emoción real, algo que se reflejaba en su vivo ingenio, su vibrante sexualidad y su mirada distante.

Jimin era justo lo que quería ser, y no le importaba la opinión de los demás.

Admiraba y apreciaba a las personas como él, ya que eran muy escasas. Sin embargo, Jimin tenía algo que lo instaba a ver más allá, a traspasar la superficie. Un atisbo de dolor y un anhelo inmenso refulgían en las profundidades de esos ojos verdes, retando a un Alfa a matar al dragón y a reclamarlo.

Esa idea lo sobresaltó de repente. Se burló de la ridícula imagen, pero eso no impidió que se le pusiera dura de repente. Por la Diosa Luna, justo lo que necesitaba, la errónea fantasía de una damisela en apuros. Jamás seria un príncipe ni quería serlo. Mucho menos con un omega que seguramente le robaría el caballo para salvarse el solo.

Sin embargo, por un breve periodo de tiempo, lo necesitaba. Sólo tenía que convencerlo de que interpretara el papel.

-Vaya, me pregunto qué ha hecho que pongas esa cara. O mejor dicho, quien.

Alzó la vista y se topó con unos risueños ojos azules. Se alegro de ver la sonrisa de Taehyung. Se puso de pie y le dio un breve abrazo.

-Buon giorno, bello signore. ¿Te has divertido en tu fiesta?

Algunos mechones cubrían sus ojos. La felicidad irradiaba por su cuerpo.

-Me encantó. Le dije que a Jungkook que no quería nada, pero ya sabes como se pone.

-Por eso es tan bueno en su trabajo.

Taehyung puso los ojos en blanco.

-Si, estupendo para los negocios pero mortal en casa -Esbozó una sonrisa traviesa-A veces.

Yoongi se echó a reir.

-Demasiada información. -Al ver que se ruborizaba- Lo siento, no he podido evitarlo. Te traje un regalo.

Taehyung fruncio el ceño.

-Yoon, con la tarta fue suficiente. Casi muero, estaba buenísimo.

-Es uno pequeñito. Has significado mucho para mí el último año y me encanta verte feliz -sacó una cajita del bolsillo de su chaqueta- Ábrela.

Taehyung suspiró, dividido entre el deseo de abrirla y la razón. Al final, la curiosidad pudo con él y la abrió. Sobre un cojín de terciopelo descansaba un colgante con forma de patuco y con una esmeralda en el centro. Se quedó sin aliento mientras su cara reflejaba el placer que sentía.

-Es la piedra que corresponde al horóscopo de Hanie -explico- Jungkook me dijo que te compro una cadena de oro, así que esto será el complemento perfecto. ¿Te gusta?

El omega se mordió el labio y parpadeó.

-Me encanta -respondió con voz ronca. Se inclinó hacia delante y le dio un beso en la mejilla- Es perfecto, Gracias Yoonie.

-Prego, cara.

Sintió que lo invadían la admiración y el amor. Nada más conocerlo durante una cena de negocios, supo que Taehyung era alguien excepcional. Por suerte, desde que descubrio que estaba casado, no hubo la menor chispa de atracción entre ellos. Jungkook era su destinado. En cuanto a él, está convencido de que Taehyung y él eran amigos del Alma, que estaban destinados a ser buenos amigos pero nunca amantes. Al principio, Jungkook había mirado con malos ojos su amistad, pero con el tiempo también se había convertido en su amigo, además de su socio. Desde que Taeha nació, Yoongi había disfrutado el título de Tío honorífico, un hecho que remediaba en parte los brotes de añoranza por su hogar que lo asaltaban.

Sin embargo, a Jimin no le gustaba la situación.

De repente, él se colocó a su lado, como si detectara los momentos en los que estaba cerca de Taehyung. Lo miró de arriba abajo con expresión penetrante.

-¿Un regalo, Tae? -preguntó a su amigo- que atento.

Su voz era gélida, tanto que se congeló al instante. Su instinto protector y su lealtad hacia Taehyung siempre lo habían fascinado. ¿Cómo era posible que alguien con tanto potencial para amar estuviera tan solo? A menos que tuviera a un amante escondido en alguna parte. Sin embargo, jamás había parecido acompañado en los eventos sociales. Yoongi observó su cuerpo, pero no captó suavidad ni satisfacción, solo la intensa energía que siempre irradiaba.

De repente, recordó la cita que habían tenido hacia casi un año. Taehyung le rogó que se reuniera con Jimin, aduciendo que su instinto le decía que serían perfectos el uno para el otro. Jimin pareció sorprenderse como él por la conexión inmediata, pero le fue quitando hierro al asunto con una naturalidad increíble, hasta que se dio cuenta de que era un persona llena de emociones contradictorias, un tigre sin rugido. La conversación estimulante e ingeniosa incremento su deseo, pero sabía que el omega nunca seria una aventura de una noche, por más que él quisiera fingir que eso era todo lo que podrían tener.

Durante un breve instante anhelo ser el Alfa que desafiara sus límites y le ofrecieron más. Sin embargo, la íntima relación con Taehyung y la posibilidad de una ruptura espantosa evitó que la noche diera paso a otra cita. Él buscaba a alguien que encajara con su familia, no alguien que se mantuviera aparte. Jimin era todo lo contrario a lo que él creía necesario en un compañero. No era aburrido, cierto. Pero era un amasijo de contradicciones, de emociones y de mucho trabajo. Si se peleaban, Taehyung y Jungkook serían sus víctimas, y dado que los consideraba como parte de la familia, jamás los pondría en peligro. Al menos no por sus necesidades egoístas.

Era algo que llevaba haciendo casi toda la vida.

Aun así, metió la pata. La tímida invitación que Jimin le hizo para concretar otra cita le provocó un miedo que ninguna otro omega le había provocado.

La cruda vulnerabilidad que vio en su cara al recibir su rechazo lo sorprendió. Sin embargo, no habría una segunda oportunidad con Park Jimin. Él jamás se permitiría volver a esa posición, algo que le encantaba recordarle a todas horas.

Taehyung levantó el colgante con forma de patuco.

-¿A que es bonito, Jim?

-Precioso.

El Italiano reprimió una carcajada al ver la mirada que le echó Taehyung. Jimin se contuvo, tal como lo hacía un niño enojado.

-Tengo que irme, guapo. -dijo en cambio - Me voy a Milán en breve y todavía me quedan un montón de cosas que hacer.

Taehyung se quejo.

-Dios, lo que daría por ir a Milán y comprarme ropa nueva-dijo mirándose la ropa y frunció la nariz.

-Los kilos que has ganado en el embarazo han valido la pena.-sentenció Jimin - Te traeré unos zapatos de tacón de esos que vuelven loco a Kook -Miró directamente al italiano, como si quisiera dejar algo claro.- Aunque tampoco tienen que esforzarse demasiado.

-¿Esforzarnos para qué? -preguntó él Alfa, que apareció de repente y le pasó un brazo a su omega por la cintura.

-No importa -replicó Taehyung a toda prisa.

-El sexo -respondió Jimin- Voy a Milán y pienso traerle a Tae unos tacones de vértigo.

Al Alfa pareció intrigarle la idea.

-¿Y qué me dices de picardias de seda y algo de lencería?

-¡Jungkook!

El aludido hizo caso omiso de la vergüenza que sentía su omega y sonrio.

-¿Qué pasa? ¿Va a la capital de la moda y tú no quieres lencería? Joder, pues yo si. Te queda... divino. -dijo bajando sus manos por sus caderas.

Jimin se echó a reir.

-Hecho. Estará genial de rojo, tal vez algo morado.

-Los odio.

Jungkook besó la marca. Yoongi volvió la cara un instante y vio la expresión de Jimin.

Anhelo.

La emoción le provocó un nudo en la garganta al asimilar la tristeza que vio en la cara se Jimin mientras observaba a su hermano, pero se recuperó al instante y el momento desapareció.

Yoongi se enderezó y decidió mover ficha.

-Jimin, ¿Puedo hablar contigo antes de que te vayas?

Lo vio encogerse de hombros.

-Claro. ¿Qué pasa?

-En privado, por favor.

Jungkook y Taehyung se miraron. Jimin puso los ojos en blanco.

-Déjenme un momento, chicos. Ni que fuera a pedirme que me casara con él o algo parecido

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