"tortugas marinas"

Harley Coleman recién se había mudado con sus padres a la zona kook de los Outer Banks: Figure Eight.

-¿Puedo elegir la habitación que más me guste? -preguntó a su madre, emocionada por comenzar una nueva vida en Carolina del Norte, con una enorme casa frente al mar.

-Claro que sí, Harley, recuerda que se encuentran en la planta de arriba -contestó Elizabeth, la madre.

La hija, emocionada, subió rápidamente las escaleras, deseando instalarse de inmediato en su nueva, lujosa y preciosa casa.
En la planta de arriba, encontró cuatro puertas, supuso que dos de ellas serían las habitaciones de sus padres y ella, la tercera la de invitados y, la cuarta, la más pequeña, la oficina de su padre. Además, cada pieza de la casa incluía un baño propio.

Sus ojos se desviaron hacia la puerta de madera situada al final del pasillo. Al abrirla, solo pudo observar las maravillosas vistas del mar desde el balcón de la habitación. Sin duda se quedaría con ese dormitorio.

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A la tarde, Harley decidió cambiarse de ropa a una más cómoda para ir a pasear por la playa.

Se vistió con unos pantalones cortos vaqueros blancos, un top de color amarillo y decidió llevarse en una pequeña bolsa de tela, unas gafas de sol, su teléfono y una cartera en la que guardaba dinero. Se recogió el pelo con un coletero del mismo color que el top.

-¡Te quiero aquí a la hora de cenar! -avisó su padre desde la cocina.

Harley sintió la suave brisa marina cuando sus pies tocaron la arena de la playa. Comenzó a caminar sin dirección, escuchando las olas, romper en la orilla, los pájaros cantar en los árboles... Tenía la sensación de que su lugar era aquel: Outer Banks, pero no su lado rico y lujoso, sino la playa, un espacio natural, precioso y simple, el cual no todas las personas podían ver aquella riqueza.

Su vista se concentró esta vez en sus pies, cubiertos por arena, pero sobre todo, en las caracolas y conchas que la rodeaban. Decidió ir recogiendo las más bonitas para más tarde, en su casa, pintarlas con sus acuarelas.

Siguió caminando tranquila, sintiendo la paz mental que la playa le ofrecía, hasta que se encontró con una muchacha morena, de pelo rizo, que estaba sentada en la arena al borde del agua, contemplando lo que suponía que eran huevos de tortuga marina.

-Son criaturas muy bonitas -se atrevió a decir Harley, al lado de la morena, quien levantó la vista hacia ella y la miró de arriba abajo, intentando descifrar quien era la adolescente- Soy Harley, por cierto -dijo ofreciéndole su mano.

-Encantada, soy Kiara -respondió la morena devolviéndole el saludo-. Es cierto que son muy lindas -siguió ella refiriéndose a las tortugas-. Eres nueva, ¿cierto?

-Cierto, vivo en Figure Eight. Mis padres y yo nos hemos mudado -explicó Harley.

-O sea que eres una kook... -pensó en alto Kiara.

-¿Una Kook?-preguntó Harley confundida.

-Solo es una clasificación social que existe en Outer Banks, los ricos son los Kook, los que viven en Figure Eight. Luego están los Pogues, los que viven en la zona pobre, el arrabal.

-Entiendo... ¿Tú eres una pogue? -preguntó curiosa Harley, aun sin entender por qué clasificaban a las personas de esa forma.

-Medianamente, vivo en Figure Eight con mis padres, pero no me siento una Kook ni quiero serlo.

-¿Qué hay de malo? -volvió a preguntar Harley, sintiéndose, extrañadamente mal por ser una kook.

-No tendría por qué haberlo... Solo que los kook son conocidos por su riqueza, lujo... A mí me gustan las cosas sencillas, tocar el ukelele, escuchar a Bob Marley, ver a las tortugas marinas... -explicó la morena.

-¡A mí también me gustan las cosas sencillas! -exclamó Harley emocionada al conocer los gustos de Kiara y saber que tenían cosas en común- Me gusta pintar las caracolas, dar paseos por la playa, escuchar música, leer... -Harley hablaba emocionada mientras Kiara la escuchaba atentamente, sorprendida de haber conocido a una persona de su misma edad con la que compartía la mayoría de sus gustos.

-Siento que tú y yo podríamos llevarnos bien -comentó la morena antes de revisar la hora en su reloj- ¡Oh! ¡Vaya! Realmente lo siento, Harley, tengo que ir al restaurante de mis padres a cubrir el turno de tarde -se lamentó Kiara- Espero vernos otro día, podríamos observar las nuevas crías de pajaritos que crecen en la zona verde protegida.

-¡Me encantaría! -aceptó Harley la propuesta- Y no hace falta lamentarse, en absoluto... De hecho, me ofrezco voluntaria para ayudarte en el restaurante de tus padres -comentó ella sonriendo para poder pasar tiempo con la única persona que había conocido en Outer Banks y con la cual ya sentía una fuerte conexión.

-No lo dirás en serio... -rio Kiara ante la propuesta de Harley, pero al ver la iniciativa reflejada en su rostro, siguió- Además, no podría aceptarlo, sería muy egoísta de mi parte.

-¡Deja de decir eso! Quiero ayudar, no es un problema para mí. Y de hecho, podríamos ponernos al día sobre música, además, me ayudarías a librarme de mis padres, ha sido un viaje largo y lo único que me apetece ahora es no estar con ellos -bromeó Harley.

-Bueno, entonces si insistes... Pero como mis padres se enteren...

-Será mi culpa, entendido -contestó Harley con una sonrisa a la morena, quien se rio ante lo que iban a hacer.

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