05
Sus hermanos peleaban mientras Shinichiro veía su celular; hablaba con la chica sobre la existencia de los seres mitológicos, insistiendo que fueron reales e intentado convencerla de que se extinguieron por obra del ser humano o el gobierno.
Rió al leer su mensaje diciendo que eran tan reales como los dioses griegos que veía por las calles, notando el sarcasmo en cada palabra.
Agarro el vaso y bebió el contenido, escupiendolo de inmediato al darse cuenta que el agua caliente para el café. Recibiendo risas por Mikey y su abuelo que se burlaban por su descuido.
—Hoy andas muy distraído Shinichiro—menciono Emma preocupada, dándole golpesitos a su espalda al verlo parecer querer escupir su pulmón
—Es por estar en el celular—lo regaño al mayor aún riendo junto al rubio.
—Mucho peor, es por estar hablando con la chica que le gusta—codeó a su hermano subiendo y bajando sus cejas sugestivo.
Nieto y abuelo rieron molestando al peli negro que aún intentaba aplacar el ardor en su garganta, esperando no tener ninguna quemadura de primer grado interno o se le hincharan los labios. Recibiendo un "Uuuh" de esos dos.
—¿Una chica?—pregunto la niña entre sorprendida y pérdida—¿Como es posible que no haya corrido de tí? Me apiadó de ella.
—¿Por que tanto bullying por parte de mi propia familia?—se quejó como pudo, tomándose el jugó de Mikey sin haberlo pedido, teniendo una queja de este—Se supone que me tienen que apoyar.
Los tres se miraron y luego voltearon a ver al jóven.
—Shinichiro.... —inició el abuelito tosiendo falsamente para proseguir—Eres terrible con las chicas.
¿Qué necesidad había de repetirlo? Él ya lo sabía, también sabía que se lo decían de juego pero aún así le dolía.
¡Es un ser humano con sentimientos!
—Ja, ja, ja, miren cuanto me da gracia sus comentarios—respondió levantándose de la mesa, tomando su teléfono para retirarse y encerrarse en cuarto.
Una vez sólo se dejó caer contra la puerta, prendiendo el aparato para volver a hablar con la teñida, pero esta ya no le contesto, imaginando que se había ocupado.
Otra vez se encontraba fumando, sabiendo que al hacer eso no podría ir a ver a la chica, pero estaba bien, quería estar en paz y relajarse con su mejor amigo el cigarro.
Fue a su taller y lo abrió, mirando la motocicleta que el día anterior revisó.
No tenía muchas ganas de nada, sin embargo, se sentó en el banquito para seguir con su trabajo fielmente.
Al poco tiempo comenzaron a llegar personas a mirarlo sin decir ninguna palabra, sólo lo admiraban en silencio. El líder que no más de dos años había dejado su puesto de lider en los Black Dragons estába ahí, sentado.
Su mirada serena parecía pertubarda e intranquila, pero nadie lo notaba por estar de espaldas.
Ese día consumía demaciado tabaco, más de lo que era normalmente, el humo comenzo a esparcirse por el aire molestando a los presentes que se fueron yendo poco a poco. Cuando lo término busco otra tira, encontrándose con una caja vacía, sin perder el tiempo cerro la tienda y camino al súper mercado más cercano por más.
Bostezo con cansancio al ver la fila que tenía que hacer para pagar una sola cajetilla.
—Oh, eres tú Sano-kun—la voz de Umi lo tenso.
Venía vestido con sus pantalones sucios de aceite al igual que su playera interior ceñida al cuerpo, su cabello tambien era un enorme desastre en esos instantes. Se repetía lo horripilante que era esa situación, sabiendo que había cuidado tanto su imagen frente a ella y terminó encontrándolo por pura casualidad.
Y para acabarla, el olor a tabaco estaba impregnado a su cuerpo a más no poder.
—Sakurai-san—se cubrió la cara con su mano, como si eso pudiera ayudarlo a desaparecer—Creí que estarías en tu trabajo.
—Dos amables chicos llegaron a mi vida para bendecirla—habló juntando sus manos como si estuviera rezando.
Incómodo asintió con la cabeza por sus palabras, se alejaba de a pequeños pasos para que al menos no notara su olor.
—Entonces conseguiste más trabajadores, felicidades.
—Son de mucha ayuda la verdad... Oye, ¿puedes oler eso?—arrugó la nariz buscando el origen de tal aroma—Oh, eres tú.
Murio. Definitivamente se quería morir en ese momento y evitarse la vergüenza con la chica.
Todo lo contrario a la chica que soltó una suave risa al verlo tan avergonzado y nervioso por haber sido expuesto.
—Es difícil quitar el olor del tabaco—se cruzo de brazos poniendo una cara pensativa—Yo te recomiendo lavar tu ropa con con agua caliente y vinagre blanco, o puedes ocupar la técnica más sencilla, ventilación.
Por primera vez la miro bien, tenía un vestido blanco con girasoles pequeños estampados y unas sandalias, muy veraniega para un día fresco.
—¿No te molesta?
—Claro que es molesta—contesto sincera fruncido el ceño—¿Sabes cuantos químicos tiene el cigarro? Si quieres desahogarte dime, podemos tomar vino toda la noche en mi casa hasta quedar inconscientes.
Que invitación tan directa... No obstante, alivio mucho al jóven, no ser criticado por la teñida fue como caer en un lugar pacífico. Saber que no se alejó por como vestía u olía es algo gratificante.
Juntos salieron del supermercado caminando, la muchacha lo veía más seguro hablando, e incluso dejó la cajetilla de cigarros yéndose con los bolsillos vacíos y las manos ocupadas cargando una bolsa con el mandado de la chica. Dejando atrás lo que iba a hacer realmente.
Los gritos de los niños pequeños interrumpieron su plática, estaban a unos metros de una guardería y los infantes salían con sus padres. Shinichiro confundido siguió a Umi hasta detenerse enfrente de la instalación.
—¿Qué hacemos aquí?—le pregunto a la chica que parecía dudar en entrar.
—.... Te presentaré a una personita—dijo empujando a Shinichiro para adentrarse a la guardería.
Llegaron hasta un salón donde varios padres recogían a sus hijos de no más de siete años.
—¡Umi-chan!—grito una pequeña castaña corriendo a la ventana, saltando con mucha emoción pronunciando su nombre una y otra vez, mostrando un dibujo de lo que parecía ser ella misma junto a dos adultos—¡Tambien me gane una estrellita!—señalo su frente con la calcomanía de color dorado brillante.
Shinichiro estába más que perdido. No quería pensar de más pero, ¿podría ser la niña hija de la chica que le había comenzado a gustar? ¿Pues que edad tenía?
La maestra abrió la puertita dejando salir a la niña que se lanzó a Umi, abrazando su pierna aún con la hoja.
—Necesito que firme su salida señor—dijo la mujer mirando al peli negro, esperando a que él lo hiciera mientras su acompañante le regresaba el abrazo a la niña—Usted debe ser el padre.
—Ah, si—exclamo firmando rápidamente perdido y ofendido por haberle dicho señor. Era aún un joven de veinte años, ni siquiera tenía novia y ya lo estaban confundiendo con el padre de la niña.
—Perdón—le susurro Umi con la pequeña en brazos—Tenía que explicarte mejor la cosas... Te presento a Usagi, mi media hermana.
—¡Que ay!—exclamo la niña mostrándole una sonrisa—Soy Sakurai Usagi, ¿y tú, extraño?
«El inicio de una nueva familia es hermoso... Es un gran sentimiento que te llena de recuerdos increibles para toda la vida»
¡Ya estoy aquí!
¡Tomen agua!
@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎⛓️
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