Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

03

Era buena decorando sus pasteles, pero no era la mejor. Se repetía constantemente los errores que encontraba en su propio trabajo, autocritando algo que muy probablemente la gente no lo notará pero ella si.

No quería ser perfecta pero lo más cercano a ello le gustaba, sabían que el concepto estaba mal pero era lo que ella le gustaba.

Se aventuraba a probar nuevas recetas y métodos de otros lugares para mejorar día a día, no sólo ver felices a sus clientes, sinó también ella misma por su esfuerzo.

Barría las hojas secas de la entrada ya que en poco tiempo abriría.

Por la mente de la pelirroja pasaba el suceso de ayer, cada acción se repetía, meditada los posibles futuros que se pudieron haber creado si las cosas ubieran paso diferente, reflexionando en lo que pudo o no haber hecho; también agregando al muchacho que interrumpió en el mejor momento y se quedó la noche con ella esperando a la policía.

Nunca le preguntó su nombre, pero estaba agradecida de que haya aparecido.

Volteo el cartel de cerrado y camino a la cocina por tasas, no pasó mucho tiempo cuando sonó la compañía. Justo en la entrada estaban los mismos chicos rubios pero esta vez acompañados de una linda chica.

—Buenos días, me alegro verlos nuevamente por aquí—les habló agradable; eran un poco extraños pero simpáticos con lo poco que habían intercambiado de palabras.

—¡Somos los primeros en llegar!

—Es temprano para que estés gritando Mikey—lo regaño su amigo sosteniendo su cabeza.

—¿Qué van a pedir hoy?—pregunto teniendo la computadora en la barra.

—¿El pastelito es de vainilla?—señalo uno de todos los que estaban en el refri, tenía un diseño de flor bastante lindo.

—Claro, puedes tomar el que más te agrade.

La chica sonrió escogiendo uno.

—También quiero pedir el licuado de fresa—agregó mirando la carta.

—Yo quiero el que tiene forma de oso—dijo el de menor estatura llamado Mikey, estaba pegado al cristal del refrigerador observando todo con emoción.

Miro confusa al rubio y volteo a ver a el más alto que levanto los hombros desinteresado e acostumbrado a la actitud de más bajo; más que un amigo, parecía su padre.

—Sólo un café. Todo para llevar.

Preparó las bebidas y se los entregó despiendolos con la mano.

—Cuídense, parece que va llover niños—menciono recordando haber escuchado las noticias del clima.

Ese era básicamente su trabajo, atender a muchas personas todos los días, cerrando algunas veces para hacer las compras de lo que necesitaría o faltaba en la cafetería, contaba las ganancias y hacía cuentas paras repartir el dinero para mantener el lugar.

Hacía un cartel buscando personal, en cualquier ámbito que pudiera cumplir en la cafetería sería de ayuda. Sentada en unas de las mesas escribiendo concentrada su anuncio.

—Toc toc, ¿aún hay servicio?—gritaron a su lado, provocando que diera un brinco en su silla. El mismo chico de ayer estaba parado justo detrás del cristal saludando.

Confundida por verlo nuevamente le dio mala vibra, ¿era casualidad encontrarse con personas que nunca se habían visto en sus vidas otra vez?

Existía las posibilidades de una en un millon.

—Ya cerramos... —respondió en voz alta para que la escuchara—Abrimos dentro de una hora.

—¿Pero puedo pasar? Es que va a llover—rogó juntando sus manos y dándole un reojo al cielo que efectivamente estaba nublado.

Lo meditó, quería comer y era su hora de descanso, no podría estar tranquila con ese no tan desconocido chico presente.

—Compraré algo.

Dinero es dinero para Umi.

Abrió la cafetería dejando pasar sólo al muchacho al lugar. Miró su cabello mojado al igual que su ropa, sus botas habían dejado marcas por el suelo y eso le había dolido.

—Lo lamento, en una zona ya estaba lloviendo y me alcanzó el agua—aclaró avergonzado—Soy Shinichiro Sano, tuvimos el gusto de conocernos ayer.

—Si, bueno, la forma de conocernos no fue tan agradable para mí. Soy Umi Sakurai, un gusto—sonrió frunciendo el ceño al ver como el chico abría los ojos como platos sorprendido para luego volver a tomar su compostura relajada.

—Tienes razón, fue horrible para tí.

Incómodos tomaron asiento en uno de los sillones con mesa, ambos mirando la lluvia que inició no tanto tiempo, más que nada parecía una tormenta por como estaba, varios relámpagos y truenos retumban contra las ventanas de cristal. Era muy probable que ya nadie pasaría ese día a la tienda con esas lluvias.

Al poco tiempo la luz se fue y la chica soltó un pequeño grito.

—Hey, sólo es la luz, no te preocupes va a regresar.

Escuchar como hablaba el chico tranquilizaba, es como si tuviera tanta paciencia y calidez en su voz para calmar a las personas con su sola presencia. Recordó la protección que sentía aquel día, como se quedó con ella en todo momento hasta que llegó la policía sin esperar nada en cambio.

Pero quería saber más de su actitud tan agradable.

Así pasó otro rato, el sol no se veía más que las obscuras nubes que no parecían querer irse y la electricidad tampoco había regresado, poco a poco comenzo a hacer calor y ambos se sentaron en el piso que estaba frío para refrescarse.

La chica miraba preocupada todos los pasteles del refigerador, pensando que sería un enorme desperdicio y malo para la cafetería.

—¿Tienes hambre?—pregunto mirandola con curiosidad.

—Para nada, sólo espero que no se hechen a perder—menciono suspirando.

—Voy a compar uno—se levantó caminando al refigerador—¿Puedo escoger el que sea? ¿Cual quieres?

—Se supone que tu deberías elegir.

—Pero será mejor si los dos lo compartimos, ¿no lo crees?

Era su sonrisa.

Lo había descifrado; la gentileza de sus palabras y actos era lo que hacia tan confiable, tenía una buena vibra que contagiaba.

No sólo era eso, había algo más.

Como si fuera una persona tan pura pero a la vez tan... ¿Atractiva? El punto era que tenía un encanto en todos los sentidos, convirtiéndolo en atrayente.

Se paseaba con naturalidad en su propio negocio buscando platos y cubiertos, como si ya ubiera estado aquí antes; aun así la peli roja no le quitaba la mirada de encima.

—Voila—exclamó tomado asiento a su lado con el pastel—¿Gusta probar una rebanada de nuestra especialidad?

Le parecía ridículo escucharlo hablar con ese acento tan infantil, pero no tenía nada más que hacer y hasta eso no era tan mala compañia como lo había pensado.

Oui, sería todo un gusto—respondió tomando el plato que le extendía, probando el postre con una de las cucharas—Mmm... Esta exquisito, felicitaciones al chef.

—Gracias my lady—hizo una reverencia exagerada—¿También le gustaría tomar alguno de nuestros excéntricos vinos tintos?

—Algo de Viña Errázuriz estaría de lujo.

—Lamento comunicar que no tenemos por el momento esa marca, pero si le interesa puedo ofrecerle Penfolds que esta siendo muy cotizada por nuestros clientes—ofreció con un inmenso respeto y cambio de voz a una más "elegante".

Una vez aceptando su sugerencia quería ver que haría, era claro que no había vino ni mucho menos uno tan costoso en una cafetería que su mayor contenido era de dulce.

El chico en un rato apareció con una jarra con un líquido transparente, con un papel pegado diciendo Penfold, simulando así lo que sería su contenido, vertió el agua en uno de los vasos que servía el café y se lo extendió.

Agarro el vaso bebiendo el agua con paciencia.

Rieron. Más cómodos comenzaron a comer del pastel y tomar agua para apaciguar el dulce concentrado, hablando con más libertad de varias cosas al aleatorio. Estaba claro que pasarían toda la noche juntos y que mejor que pasarla agradablemente en compañia.

—¿Molesto si puedo quitarme la playera?—cuestionó dudando, no podía aguantar más tiempo la ropa mojada—No quiero que pienses mal de mí, solo que no quiero enfermar.

—Adelante, había olvidado que seguias empapado—comentó avergonzada—Tengo un suéter por si lo quieres.

Colgaron la playera del muchacho y los calcetines, lamentablemente para él se tuvo que quedar con sus pantalones y ropa interior ya que no tenían más ropa.

Subió el cierre del suéter prestado, aguanto la risa al ver como le quedaba ceñida al cuerpo al ser tallas más pequeñas, sin embargo, estaba agradecido de estar un poco más cómodo, aunque el calor no ayudaba mucho.

—¿Trabajas Sano-kun?—inició buscando otro tema de conversación con el chico.

—Vendo y arreglo motocicletas, me gustan mucho—confesó. Sus ojos brillaron al mencionar su gusto y la peli roja lo noto al instante.

—¡Que genial!—bramo encantada.

Logró conseguir un amigo luego tanto tiempo... Se sentía agusto, un sentimiento que creía extinto desde hace unos años.

«Hermosas rosas; tan bellas y cultivadoras para el ojo humano, pero detrás de esa delicadeza y perfección se encontraba sus espinas filosas listas para cortarte»


Hola ✋

Gracias por leer!

Adiós.

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎⛓️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro