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02

Era un día agradable con un clima fresco por la mañana, y en una pequeña cafetería tenían mucho movimiento al ser recientemente abierta.

Una hermosa jóven caminaba de un lado a otro entregando cafés y postres. Mecía sus caderas sonriente mientras vertía el líquido caliente en las tasas y las decoraba con canela, alegre entregó la bebida a la mujer que siempre iba a la cafetería como una clienta regular desde el primer día.

—Dime que preparaste hoy—habló la señora siendo contagiada por la alegría de la muchacha, mirando indecisa la carta con el menú de los postres.

—Si me permite ser atrevida, me gustaría sorprenderla este día—le giño el ojo riendo al igual que la mujer.

—Entonces estoy en tus manos querida—respondió sorbiendo del café.

Asintió decida, caminando a la cocina para sacar del refrigerador el pay que hace horas había preparado con mucho empeño, corto una rebanada y se la dio a probar su clienta número uno quien afirmo encantada con el sabor.

Siempre siendo la primera en probar sus nuevas recetas o experimentos de otros países que no conocía.

La campanilla sonó indicando que nuevos clientes habían llegado.

—Buenos días—exclamo cordial—En un momento los atiendo, pueden tomar asiento mientras deciden que tomar—les entregó dos cartas que tenía en su mandil.

Como era la única que trabaja le era un poco difícil atender a todos, pero se esforzaba por ser rápida y eficaz con todos; terminando de cobrarles a una pareja se acercó a los adolescentes.

—Te juro que a estado muy misterioso.

—Seguirlo tampoco está bien Mikey.

Accidentalmente la chica escucho algo de su conversación, apenada se paró enfrentamiento de ellos para atenderlos.

—¿Qué es lo que desean pedir?

—¿Tienen menú infantil?—le preguntó el niño con ilusión.

—Mmm no, pero puedo adornar el postre como uno—sugerio esperando que no se molestara, pero fue todo lo contrario, el rubio parecía feliz con su respuesta.

—¡Lo quiero!

—Tranquilizate Mikey—lo regaño quien parecía ser su amigo que tenía una increíble paciencia—Yo quiero un café y una rebanada de pastel, a él dale una malteada de chocolate y el postre.

—Pero que tenga forma de dinosaurio—agregó el rubio de menor estatura.

El otro chico que tenía un tatuaje en la cabeza negó, susurrando que podía ser otra cosa más sencilla. Decidida a dejar satisfecho a su cliente cumplió su capricho, dándole la forma de un dinosaurio a su rebanada, ni recordaba como lo había hecho pero no quedó tan mal para ser la primera vez.

Mientras atendía rápidamente a otros clientes por fin llegó el más esperado.

—¡Wow! Kenchi, tiene forma de dinosaurio—grito mirando con emoción el postre, mostrándoselo a su amigo.

Le dio una pequeña sonrisa también dándoles sus bebidas. Esa era la parte favorita de Umi al trabajar en una cafetería, hacer sonreír a sus clientes por el servicio.

—Ya ví—le contestó al verlo con tanta energía.

En silencio se disculpaba con el chico al tener que lidiar con su compañero, quien tendría más energías con la enorme cantidad de chocolate que consumiría en breves.

Se alejó de ellos para dejarlos comer y se sentó detrás del mostrador cansada, el día era tan lindo pero a la vez pesado para la jóven.

Con cansancio amarró su largo cabello teñido en una alta coleta, sintiendo menos calor en su nuca.

Después de esos dos la mañana transcurrió tranquila y normal. Ya comenzando a oscurecer cerro el local pero se quedó sola un rato más preparando los postres que vendería mañana, una vez colocándolos en los refrigeradores salió para regresar a su departamento.

No le daba miedo caminar de noche, ya estaba acostumbrada a hacerlo por su trabajo, necesitaba más empleados o su propio negocio la mataría de estrés; se detuvo unos instantes para confirmar que llevaba sus llaves.

Le cubrieron la boca con un trapo mientras abrazaban su cintura jalando hacia atrás con violencia intentándo llevársela, piso a su atacante y le dio un cabezazo para liberarse y salir corriendo. El tipo la perseguía por las calles sin detenerse.

—¡No estoy tan buena como lo parezco!—bramo aún manteniendo el ritmo, quería perderlo pero la estaba alcanzando—¡Que tu vida sea una mierda no tienes que hacer mierda la vida de los demás!

El tipo la tiro y ambos rodaron en el pavimento hasta terminar en la mitad de la calle, la jaloneaba de la ropa y ella seguía poniendo resistencia a patadas.

—¡¡Sueltame pervertido!!—grito desesperada al ver como intentaba sujetar la, tocando un poco más haya.

Una luz los iluminó encantilando sus ojos.

—¿Qué crees que estas haciendo?—cuestionó un chico bajando de una motocicleta—¡Suelta a esa chica!

Umi aprovecho la aparición para golpear al tipo en la cabeza con una piedra que tenía a lado dejándolo inconsciente. Asustada se levantó, mirando el cuerpo del encapuchado tirado en media calle.

—No lo mate, ¿cierto?—murmuro retrocediendo con miedo, tensándose al sentir algo en sus hombros.

—¿Tú estás bien?—pregunto el chico que parecía más preocupado por ella en vez del cuerpo.

—No, digo sí—negó apretando la chaqueta que tenía encima. Sus manos temblaban y no era por el frío.

—Ve a la banqueta y siéntate, yo estaré aquí—habló con suavidad para no alterarla, no quería asustarla más de lo que estaba.

Apenas aseguró que la chica estuviera en la banqueta con su motocicleta a su lado se acercó al agresor, lo pateo en las costillas sin tener reacción, se colocó en cuclillas poniendo dos dedos en su cuello buscando signos vitales que parecía no tener; apenas los encontró se levantó para ir con la chica que escondía su cabeza en sus piernas

—Está vivo—confirmó colocando su mano en la cabeza de la chica dándole apoyo—Llamaré a la policía.

Mientras el jóven marcaba al número la contraria miraba atenta al hombre tirado, esperando que no se despertará en un buen rato.

—Y eso que no le di tan fuerte...—exclamo con sarcasmo, riendo con nerviosismo como si eso logrará calmarla—Perdón, fue un mal chiste.

—Para nada. Los hombres como él ni siquiera se les puede considerar como tal—menciono sereno él chico—Lo que sea que quiso hacer contigo esta mal y pagó las consecuencias. Se merece ese golpe y más.

—Seguramente lo va a meditar en la cárcel—le sonrió al chico.

—Unos años no le vendrían mal, aparte, parecía venir tomado—mencionó masajeando el puente de su nariz—Que asco de persona.

El peli negro le ofreció amablemente ir a casa mientras él esperaba a la policía, pero ella se negó sintiéndose responsable, ambos quedando en silencio sentados en la banqueta esperando y vigilando que el hombre no despertara.

La luz de la luna y las estrellas se unían iluminando la bella noche de dos personas.

«𝘈𝘭𝘨𝘶𝘯𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘦𝘦𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘵𝘢𝘯 𝘳𝘢𝘳𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘴𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘶𝘴𝘰𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘯 𝘵𝘦𝘯𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘶𝘯𝘪𝘳 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘴𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘢𝘴»

Espero traerles capítulos más seguido, una disculpa si hay faltas de ortografía.

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎⛓️

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