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01

Caminaban tres niños pequeños juntos en el parque, mejores amigos que se conocieron no más de una hora y media.

Para ellos su amistad había iniciado luego de haber chocado en la resbaladilla, creando así una bonita amistad que ellos veían eterna para sus infantiles ojos.

Los tres corrían riendo, subiendo y bajando de todos los juegos que habían en el lugar, la única niña pasaba por el puente de la casita para llegar al otro extremo, poniendo el ejemplo para que los dos niños la siguieran sin caerse, pero claramente alguien tenía que caerse.

El mellizo de la niña lloro sentándose en la tierra luego de una caída de menos de un metro de altura, llamando a su madre sollozando. Los otros dos niños se acercaron rápidamente para calmarlo y que dejara a llorar, prometiendo dulces que posiblemente no podrían pagar por obvias razones.

La pequeña abrazaba a su hermano consolandolo, esperando que se callara y pudieran seguir.

—Esta bien, esta bien. Cha cha—murmuro moviendo su cuerpo de adelante hacia atrás sin tener mucho éxito.

—Sólo te asustaste, no te esta saliendo sangre, mira—apuntó el niño a sus rodillas que tenían tierra.

Como si nada dejó de llorar sacudiendo el polvo para levantarse con ayuda de su hermana, pisando el suelo para confirmar que no tenía nada malo.

—Quiero irme a casa....—exclamó limpiando el resto de las lágrimas de sus mejillas.

—No digas eso—bramo la fémina sacudiendo a su mellizo sin mucha fuerza—Acabamos de conocer a Shinichiro-san, tenemos que seguir jugando.

—Esta bien Umi-chan, yo vivo aquí cerca, podemos seguir viendonos aquí—ánimo el peli negro.

Hizo un mohin en desacuerdo, ella quería seguir jugando con el chico pero su hermano parecía cansado. Suspiro rendida tomando la mano de su mellizo para irse juntos con su mamá.

—Adiós Shinichiro—se despidieron ambos.

Después de ese día iban sin falta todos los días a la misma hora para convivir con el niño de cabello despeinado, aveces llevaban sus propios juguetes y libros para colorear en el pasto, hasta la madre de los mellizos le hizo un pequeño picnic a petición de su hija.

Se tomaron fotos, hasta le tumbaron accidentalmente un diente a Tochi quien lloro al ver la sangre pensando que se iba a morir, Shinichiro una vez llegó rapado lo cual se sentía incomodo y al día siguiente los mellizos también aparecieron rapados para que no se sintiera mal. Así siguieron reuniéndose en el mismo parque por un tiempo hasta paso algo que afectaría su amistad abruptamente.

—¿Cómo que se van a ir?—pregunto decaído Shinichiro, en sus manos cargaba una pelota.

—Más bien cambiarnos casa—aclaró la castaña mirando sus zapatos—Viviremos un poco más lejos, eso es todo.

—Pero aún así no podremos regresar al parque—añadio Tochi rascando su brazo, también sin mirar a su amigo.

El peli negro no dijo nada, soltó la pelota y la pateó con fuerza a quien sabe dónde, sentándose para pensar que hacer para seguir viéndose.

La escuela no era una opción, estaban lejos y no les dejaba más opciones que olvidarse con el pasar del tiempo. Pero se negaban a dejar su amistad de esa manera.

—¿Qué día se van?

—Unos tres o cuatro días a lo mucho, ¿por qué?—miro a su hermano buscando una respuesta pero negó con  la cabeza también sin entender a que quería llegar Shinichiro.

—¿Y si nos escapamos antes de que se vayan?—sugerio, los mellizos lo miraron como si estuviera loco—Lo digo encerio, vayamos a casa por comida, ropa y si tenemos dinero ahorrado mejor.

—¡Tenemos ocho años!— chillo la niña sin poder creer lo que escuchaba.

—Entonces nos vemos aquí en tres días, tienes mi apoyo amigo—chocó los puños con el peli negro.

—Ustedes están locos—cruzó los brazos con el ceño fruncido.

Los dos niños miraban con intensidad a la única niña que seguía sin declinar a su palabra, sin embargo, la fuerza de sus palabras duraron poco y terminó aceptando. Pasaron la tarde planeando lo que iban a hacer, creando así su plan "perfecto" para huir de casa.

Al día siguiente hicieron lo que dijieron, fueron a sus casas por provisiones y por fin escapar los tres; seguían a Shinichiro que tenía un mapa en sus manos, diciendo el camino al que irían, así estuvieron un rato hasta llegar a una casa abandona.

Entraron con miedo, cargando mochilas cada quien mientras observaban el lugar. Recogieron la basura y tendieron cobijas en el suelo, sacando toda la comida de sus maletas, mayormente frituras y jugos por si les daba sed.

Ya era un poco tarde y ellos seguían en el lugar baldío; por otra parte la madre de los mellizos y el abuelo del peli negro buscaban a los infantes "desaparecidos" desde hace unas horas junto a la policía.

—¿Qué vamos a hacer cuando se acabe la comida?—se ánimo a preguntar la castaña abrazando un peluche.

—Trabajar—contesto irónico el castaño a su hermana.

—Haciendo que, ¿genio?

Quedaron en shock al darse cuenta de ese pequeño detalle.

—Yo puedo hacerlo por tí, Umi-chan.

La niña suspiro apretando sus mejillas soñada, mientras su hermano saco la lengua con asco al verla reaccionar de esa forma.

—Eres tan lindo Shinichiro-kun, pero creo que yo también podría ayudar—alegó moviendo sus manos nerviosa.

Tochi iba a comentar algo pero fue interrumpido por un fuerte estruendo, la policía había entrado a la casa atrapando a los tres niños. Fueron sacados del lugar a la fuerza, una mujer mediana edad corrió al ver a sus dos hijos, apretando sus cuerpos con un fuerte abrazo.

—¡¿Cómo nos encontraron tan rápido?!—vocifero la castaña al ser apartada de su amigo por un señor ya grande de edad, aparentemente su abuelo.

—Umi Sakurai—exclamo la mujer jalando su oreja—La vecina reportó a tres niños entrando a la casa, ¿que es lo que pensaban al irse de esa manera? Se supone que nos teníamos que ir hace unas horas con la mudanza a nuestro nuevo hogar.

—Nos gusta estar aquí, con Shinichiro—gruño el niño intentando soltarse de su madre.

—Tochi, Umi—los calló de una cachetada—No tienen el derecho de responderme de esa forma, soy su madre y se hará lo que yo decida para su futuro.

—Señora Sakurai....—murmuro Shinichiro acercándose con su abuelo—Disculpe las molestias, fue mi idea irnos—se inclinó.

Lloraba. Había empeorado su amistad con los mellizos y se culpaba por haber propuesto escapar sabiendo que podría haberles pasado algo malo. Aceptando que fue muy irresponsable y su abuelo parecía decepcionado de él.

—Y yo lamento dejar a mis hijos contigo—declaró levantando la mirada. El abuelo del peli negro intento decir algo pero la mujer lo detuvo inmediatamente—No quiero que vuelvas ha acercarte a mis hijos, eres una mala influencia para ellos.

—¡Señora Sakurai!—exclamo el mayor al ver como le hablaba a su nieto.

—¡¡Mamá!!—gritaron los niños siendo arrastrados por la mujer que los encerró en el auto y subió para arrancar.

Los mellizos llamando a Shinichiro que perseguía el carro, corriendo para intentar decirles algo antes de que se fuera, pero fue imposible y los perdió cayéndose se rodillas.

«Esa fue la ruptura de la amistad de unos pequeños niños que solo querían jugar y vivir felices»

Espero que sean pacientes con esta historia, mantener tantas a la vez no es fácil.

¡Gracias por leer!

@𝙰𝚢𝚊𝚖𝚎_𝚑𝚊𝚝𝚊𝚔𝚎

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