𖥸♚𖥸𝟎𝟎𝟒
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Los siguientes días los dos se despertaron de muy buen humor. Ese mismo día debían regresar al castillo en la tarde, pero ninguno quería regresar. Habían logrado aplazar su regreso una semana, pero no podrían extenderlo más.
Por fin habían encontrado paz y tranquilidad, y el solo hecho de volver y ser seguidos por la prensa les ponía los nervios de punta. Pero había algo que los reconfortaba, sabían que no recaerían en sus actitudes de antes de llegar a Sherwood. Aceptaron tomar unas horas de trabajo solo para imponer las leyes y crear el discurso que darían para frenar a la prensa.
No era solo por lo que les hicieron pasar esos meses, era por todas las veces que los habían hecho sentirse mal. Porque durante toda su relación trataron de romper toda la privacidad que querían tener. Porque sus amigos constantemente pasaban por lo mismo.
Para su suerte, Ding-Dong y Lumière lo leyeron y lo aprobaron al instante, eso evitaría que pasara por el consejo y los retuvieran para no hablar del tema.
Mal se quejó cuando Ben trató de levantarse de la cama. Lo jaló hacia ella, tumbándolo sobre su cuerpo. El ojiverde-miel se rió. Se apoyó, con cuidado de no aplastarla.
-Amor, debemos empezar a empacar- le recordó.
-No quiero - exclamó, hablando como una niña que no quiere ir a la escuela- Quiero pasar las horas que nos quedan a solas aquí en la cama.
Ben volvió a reírse.
-¿Con estar en la cama te refieres a estar abrazados o a que quieres que hagamos el amor?- le preguntó.
Mal lo miró, con una expresión divertida y maliciosa.
-¿Por qué no pueden ser ambas cosas?
Los dos rieron. Ben se recostó en su pecho y pasó su mano por el estómago de su amada.
-No sé como lo logras, pequeñín, pero tienes a las hormonas de tu mami más locas que nunca.
La hija de Maléfica y Hades soltó una carcajada.
-No lo culpes, es lo normal. Todos esos libros sobre el embarazo y la paternidad que has leído te deberían de haber dado una idea.
Ben sonrió. Besó repetidas veces la pancita poco abultada de ella. Levantó la cabeza para mirarla.
-Eres peor que tu mamá con los libros. Te di la noticia hace dos semanas y ya has leído al menos seis - se rió, arrugando la nariz.
-En realidad, fueron siete - dijo divertido.
Ella se rió de nuevo.
-Quiero estar preparado para lo que sea - tomó su mano y besó sus nudillos- Ya comencé a entender tus síntomas, te he podido ayudar a controlar las náuseas matutinas. Complazco todos tus antojos, aún cuando aparecen a las tres de la mañana.
Le hizo cosquillas, provocando que ella riera de nuevo.
-Y siendo honesto, creo que me volví uno de esos papás que siente los síntomas de su pareja, porque creo que los dolores de cabeza y el sueño también se me están pegando.
Mal sonrió, mirándolo con muchísimo amor.
-Eso pasa porque eres un gran esposo y también un gran papá - lo acercó a ella, tomándolo de los hombros- El pequeño dragón y yo somos muy afortunados de tenerte.
Ben sintió sus ojos cristalizarse. Él había sugerido ese apodo para el bebé, y aunque no sabrían que era hasta tres días después, le encantó que a Mal le gustara. Rozó sus narices.
Ellos habían tomado la decisión de tardar en ser padres, pero siempre había existido ese sueño y esa meta. Y ahora que lo iban a cumplir, se sentía extremadamente feliz.
-En verdad me gustaría quedarme aquí contigo, pero alguien debe de hacer las maletas.
Besó la frente de la Princesa del Inframundo y se levantó de la cama. Mal gruñó, indignada. Vio como Ben comenzaba a guardar algunas cosas en sus maletas. Una idea vino a su mente, haciéndola sonreír traviesamente.
Se paró de la cama en silencio. Ben se dio cuenta pero siguió en lo suyo. Mal pasó al baño, simulando que se daría una ducha. Al estar dentro del baño, cerró la puerta. Se miró al espejo y la sonrisa reapareció en su rostro.
Sabía que si seguía con su plan, él no se negaría y aceptaría que también lo quería. Ella claramente había notado que la situación allá abajo se había descontrolado un poco para él cuando sugirió que se quedaran en la cama y mientras que se besaban.
Peinó su cabello para quitar los nudos y lo recogió en una coleta alta. Se quitó toda la ropa y solo se cubrió con su bata de baño negra, la cual era bastante corta. Abrió la puerta del baño y se quedó en el marco.
-¿Necesitas que te pase algo para ducharte o...- Ben no completó la frase al verla.
Tragó saliva, intentando despejar sus pensamientos. Pero no podía, lo único que estaba en su mente era la imagen de Mal justo en ese momento. Desde un principio supo que ella no estaba usando nada debajo de la bata. Sus suaves piernas estaban totalmente al descubierto y casi no había ajustado el nudo, dejando un escote bastante pronunciado.
Ella se acercó a él y lo rodeó por el cuello. No le dio tiempo de hablar al unir sus labios. Se besaron con desesperación. Retrocedieron. Mal quedó acorralada entre la pared y su esposo. El subió con cuidado sus manos, tomando sus muñecas y dejándolas arriba de su cabeza.
-Así que así quieres jugar, mon amour.
La ojiverde sonrió, el deseo invadiendo todo su cuerpo. Había logrado justo lo que quería. Ben lo sabía y no le importaba en lo más mínimo. Mal se arqueó, pegando más sus cuerpos. Ben acariciaba sus clavículas con la mano que no sujetaba las suyas.
-Hace unos días me dijiste que querías ocuparte de mi placer, y lo hiciste muy bien a decir verdad - coqueteó con él - Y hemos seguido con ese juego por unos cuántos días. Pero ahora yo soy la que quiere darle prioridad a tu placer, no al mío.
Ben solo pudo asentir. Sus pensamientos estaban embriagados por el olor del perfume de Mal y su cercanía. Soltó sus manos lentamente. No habían pasado cinco segundos cuando la ojiverde apoyó sus manos en su pecho y lo fue empujando hacia la cama hasta que cayó al colchón.
Mal retiró el pantalón y el bóxer que él tenía puestos. Ben apoyó sus codos en el colchón y la observó, expectante a qué haría ahora. Ella se arrodilló a los pies de la cama. Empezó a acariciar su erección desde la punta hacia arriba. El rey soltó un gemido. Movió su mano suavemente, mirando todas las reacciones de él.
Se volvió a apoyar en el colchón al ver que ella se llevaba su miembro a la boca. Pasó por cada rincón que podía, con su mano siguiendo el trazo de besos y lamidas. Ella llevó la mano de él a su cabello, específicamente a la coleta.
-Tú decides a que ritmo quieres que lo haga - le ordenó.
La boca de Ben no era capaz de articular ninguna palabra ante semejante imagen. Volvió a asentir. Lo tomó por completo. Se dejó guiar por lo que él quería, pero teniendo cuidado de no lastimar su garganta. Pasó su lengua por toda su longitud, desde arriba hacia abajo. Cuando los ruidos que se abrían paso entre los labios de Ben aumentaron, ella supo que ya estaba cerca. Él se corrió unos segundos después, suspirando su nombre.
Mal hizo un recorrido de besos desde su estómago a sus labios y se levantó del suelo. Se echó en el colchón, esperando a que Ben se le uniera. Él se ubicó encima suyo, esparciendo sus cabellos morados por las almohadas. Le quitó la bata con todo el cuidado y la paciencia del mundo, lanzándola al suelo después. Se hundió dentro de ella sin previo aviso, haciéndola gemir.
Se movió con cuidado, pero manteniendo un buen ritmo. Ella había enroscado sus piernas alrededor de las caderas de él, aumentando las sensaciones. Ben jadeó, dejando un camino de besos por su pecho y su cuello.
-Mierda, princesa. Estás tan apretada y húmeda.
La ojiverde gimió, disfrutando la manera en que la miraba, besaba y embestía. Ben podía sentir como las uñas de Mal se clavaban en sus hombros y espalda, y no le importaba en lo más mínimo, porque sabía que significaba que lo estaba haciendo bien.
La reina apretó la situación allá abajo, apretando y soltando su miembro. Lo hizo varias veces, notando como él acelereba sus movimientos. Él llevó una de sus manos al cabecero de la cama, teniendo mejor apoyo. Mal llevó su mano a su nuca y Ben tomó uno de sus senos, pasando la llema de su pulgar por el pezón. El ya conocido y placentero orgasmo se hizo presente, los espasmos recorriendo sus cuerpos.
Mantuvo sus embestidas unos segundos más para prolongar el orgasmo. El castaño dejó caer su cabeza en el hombro de su esposa, tratando de recuperar el aire.
-¿Ya estás contenta? - le preguntó con diversión.
Mal se rió y abrió los ojos, sonriéndole. Besó su coronilla y lo abrazó.
-Muy contenta.
Ben rió también y le devolvió la sonrisa. Descansaron algunos minutos y ahora sí se dirigieron al baño para ducharse y quitarse el sudor de su sesión de amor, como la llamaban ambos.
(...)
El camino al castillo fue bastante tranquilo, más que todo porque Mal durmió gran parte de él. El sueño había comenzado a afectarle más que cuando llegaron. Sus brazos estaban aferrados alrededor de su torso y su cara hundida en su hombro.
Ben la admiraba, sin poder creer todo lo que habían pasado unas semanas atrás. Nunca se hubiera imaginado que pasarían por una crisis, y menos de esa magnitud, pero cualquier sensación de tristeza al recordarlo se esfumaba luego de las increíbles dos semanas que habían pasado después de arreglarse.
Y más todavía porque ahora sabía porque sentía que Mal ocultaba algo. Estaba embarazada de su primer hijo. Su pequeño fruto de amor. El solo ver su barriga poco abultada y oír como Mal hablaba con tanto amor y emoción sobre su bebé, lo era todo para él.
Su hijo o hija había llegado a sus vidas en el momento indicado, eso no lo pondría en duda jamás. Y estaba emocionado porque al día siguiente al fin sabrían que era. La pelimorada acababa de pasar su primer trimestre, así que si todo estaba en orden, en pocos días les dirían la noticia a sus seres queridos.
Miró a la ojiverde, acariciando su pelo. Ella estaba muy profunda en su sueño. Con los labios entreabiertos, roncando tiernamente. Su pequeña hada estaba agotada. El embarazo le consumía mucha de su energía en los últimos días, y era entendible.
Ben siempre pensaba en lo hermosa que era Mal, peinada o despeinada, con o sin maquillaje, con ropa de gala o solo con su pijama holgada. Aún estando peleados no podía negar lo mucho que le seguía atrayendo su esposa física y sentimentalmente. Ahora notaba los ligeros cambios en ella por el embarazo, y podía decir que lucía todavía más espectacular.
Hasta el momento, según las palabras de ella, el embarazo le había favorecido bastante. Sí, ya había comenzado a subir un poco de peso, pero realmente no era algo que le importara. Su cabello y su piel brillaban más, al igual que sus uñas. Sus mejillas se veían más sonrosadas de lo que siempre lucían, hasta estaban más redondas.
Y para la parte que ella y Ben bromeaban, tenía más trasero y senos que antes. No lo veía como algo malo, pero si se había convertido en una broma entre ellos. Sobretodo porque a Ben le gustaba particularmente esa situación.
La Princesa del Inframundo se abrazó más a él, sin despertarse. El rey le correspondió, besando su frente. Cerró los ojos, quedándose dormido también.
(...)
Dos años después...
Las cosas en el castillo habían estado bastante movidas ese día. La familia Beast-Underworld realizaba un viaje en el yate real hasta los puertos del Olimpo. Bella y Adam ayudaban al abuelo de Ben a instalarse, Hades y Perséfone planificaban todas las actividades por ser los que conocían el país.
Por otro lado, Ben y Mal estaban sentados en los asientos más cómodos de la cubierta, admirando el paisaje. Su hija de apenas un año y tres meses miraba embobada todo a su alrededor. La pequeña Megan era la alegría que necesitaban cada vez que algo salía mal en el reino. Con solo mirarla se sentían llenos de energía.
Ben la tenía sentada en sus piernas y abrazaba a Mal con su brazo libre, acariciando su estómago.
-Meg - la llamó el castaño.
La niña de ojos verdes desvío su mirada del mar y miró a su papá sonriendo.
-¿Shi?
La pareja real retuvo sus ganas de llenarla de besos con tal solo oír su tierna voz.
-¿Quieres ayudar a papá y a mamá a buscarle juguetes a tu hermanito cuando lleguemos? - le preguntó la pelimorada.
Megan asintió emocionada. Ellos sonrieron, su hija tenía una comprensión de las cosas muy avanzada para su edad. Ellos se habían encargado de estimularla todo lo posible, y la herencia mágica de la reina también había influido bastante. Ben besó su coronilla y dejó que ella siguiera en lo suyo.
Siguió dándole mimos a su esposa y su hijo, quien pateaba el estómago de ella. La pancita de embarazo de Mal era ligeramente distinta esta vez, pero también las circunstancias de como se enteraron. Todo había sido mucho más relajado, y eso era un alivio para ambos.
Mal se acercó a su oído.
-Creo que hicimos un gran trabajo creándolos- le dijo, soltando una risita.
Ben se rió y besó su nariz.
-Estoy completamente de acuerdo- le siguió el juego él, mirándola seductoramente.
La ojiverde se rió. Lo tomó de la mejilla y le plantó un beso en los labios. Siguieron acurrucados, disfrutando de la vista y su compañía. Su familia se les unió poco después.
Esto era lo que les demostraba que todo había válido la pena. Esos meses dos años atrás no habían hecho nada más que afianzar su confianza y su amor. Y ahora tenían a su hija y a un hijo en camino, no podrían estar más felices. Están en la mejor etapa de sus vidas.
Ser parte de La Corona tal vez había traído problemas, pero en ese instante, ese peso en sus hombros y cabezas era mucho más ligero.
Fin
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Lamento mucho la demora con este capítulo final, me comienzo a adaptar a mi horario y a la universidad.
En fin, gracias por la paciencia y por leer✨.
¡Nos leemos pronto!
~Con amor, su escritora💕.
Publicado el 29/09/2022.
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