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𖥸♚𖥸𝟎𝟎𝟑

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Mal le detalló a su esposo cada recomendación que le había dado su obstetra, desde la alimentación hasta los hábitos de sueño. Esa última si la había descuidado un poco, pero sabía que ahora lo lograría con facilidad.

Le había recetado varias vitaminas y además irían a una consulta juntos pocos días después de regresar a la ciudad.

-Una de las cosas que más me daba miedo con todos esos rumores es que alguien que no fuera la doctora y su secretario filtraran la noticia - hizo una pausa- Quería que tú fueras el primero en saberlo.

Ben asintió, comprendiendo su preocupación.

-Sabes que nos guste o no deberemos de dar declaraciones al llegar a casa. ¿Verdad? Será la única manera de que al fin nos dejen en paz. Tenemos que establecer límites, se excedieron más que nunca.

-Lo sé - suspiró - Odio dar entrevistas, pero esta vez es muy necesario.

Se rió cuando Ben le hizo cosquillas en la planta de los pies. Le acababa de decir que uno de sus síntomas era tener los pies hinchados, así que apenas se lo dijo él se dispuso a masajearselos para ayudarla.

En realidad, los únicos síntomas hasta el momento eran ese, los pechos hinchados, los mareos y las náuseas.

-¿Hay alguna comida u olor en específico que te caiga mal? No quiero intoxicarte cocinando en estos días, y hay que decirle a la Señora Potts.

Lo analizó unos segundos y negó

-En realidad, me provoca comer hasta lo que no me gustaba antes - arrugó la nariz.

Ben se rió.

-Con razón te vi comiendo puré de papa y remolacha en estos días, tú odias eso - recordó.

Fue el turno de ella de reírse.

-¿Ves? Y las cosas dulces se me antojan más que nunca. Lo que me parecía más empalagoso, ahora lo como sin problema.

-Bueno, ¿qué tal si más tarde preparo Waffles para cenar en vez de ensalada? Les podrás poner todas las fresas y crema batida que quieras - propuso.

Los ojos verdes de Mal se iluminaron a oírlo, como cuando a un niño le dicen que le regalarán un juguete. El rey sonrió. Si de por sí amaba consentirla, ahora tenía una razón más para hacerlo.

-En cuanto a los olores, me desagrada el del pescado y los mariscos, pero si me los puedo comer. Y probablemente la tierra húmeda, cosa que es raro porque era un olor común en la Isla de los Perdidos.

Su esposo siguió masajeando sus pies.

-¿Hay algo que necesites que haga estos días para qué estés más tranquila? Ya tuviste muchísimo estrés estos primeros meses, quiero colaborar en todo lo que pueda para que estés cómoda.

Mal sonrió, enternecida. Tenían pocas horas de haberse reconciliado, pero el hecho de que las cosas comenzaran a regresar a la normalidad la hacía inmensamente feliz. Y una de las cosas normales entre ellos dos era que Ben siempre estaba pendiente de que estuviera cómoda.

-Si necesito algo te lo diré. Por ahora, estoy muy bien pudiendo descansar y no tener que huir de la prensa.

Pasaron unos minutos más hablando hasta que oyeron sus celulares.

-Creo que debemos hablar con los chicos y nuestros padres, seguramente están preocupados porque no contestamos - sugirió él.

-Está bien.

Buscaron sus teléfonos y llamaron poco a poco a sus amigos y a su familia. Todos estuvieron aliviados y contentos al ver que se habían perdonado. Se guardarían la noticia del embarazo para su regreso, por el momento estaban bien con solo saberlo ellos dos.

(...)

Ya habían transcurrido dos días desde la reconciliación, y la pareja real no podía estar más feliz y unida.

Dedicaron todas las horas que pudieron a hablar y a descansar, sobretodo Mal. Ahora que al fin estaba en paz, lograba dormir mejor, cómo su embarazo lo requería.

Esa mañana se habían dado un baño juntos, abrazados en la bañera. No tenían prisa, así que estuvieron en el agua prácticamente hasta que la piel se les arrugó.

Hicieron el desayuno juntos, estuvieron viendo la televisión y a la hora del almuerzo Ben complació uno de los nuevos antojos de Mal, comer lasaña. La prepararon entre los dos, pero el mayor trabajo fue de él.
En la tarde decidieron pasear por los jardines de la casa, todavía no tenían ánimos como para salir en público.

Jugaron como niños pequeños, compitiendo por quien llegaba más lejos en los columpios que aún se mantenían en pie de cuando Ben era niño. Tuvieron que correr dentro de la casa cuando de la nada empezó a llover.

Reían a carcajadas cuando entraron, empapados por el aguacero. Ben buscó rápidamente dos toallas para los dos y se secaron el cabello y la ropa. Al agarrar algo de calor con un té caliente, se acurrucaron en el sofá y cambiaron las toallas por una gran manta. Se daban besos suaves y cortos, sonriendo.

-Extrañaba tanto tus labios, mi reina - le dijo cerca de su rostro.

Mal rió y rodeó su cuello con sus brazos.

-Yo también extrañaba los tuyos, mi rey.

Él fue quien se rió ahora. Apoyó su cabeza en el hombro de ella. Dio caricias al estómago de su esposa, recibiendo los mimos de ella en su cabello. La noche anterior había pasado media hora hablándole a su bebé, diciéndole lo mucho que lo amaba y lo contento que estaba porque lo vería en algunos meses. Y por coincidencia, ese día la pancita había comenzando a notarsele.

Alzó su mirada al sentir que Mal lo observaba. Sonrió y se acercó lo suficiente para volver a unir sus labios. La hija de Hades y Maléfica le correspondió al instante. Reanudaron su sesión de besos, aumentando el ritmo conforme pasaban los minutos.

Mal había estado reprimiendo por algunas semanas sus hormonas desbocadas por el embarazo. Pero tener a Ben tan cerca de ella, luego de todo lo que habían hecho en los últimos días, luego de haberla hecho sentir tan amada, fue suficiente para animarse a continuar.

El rey se separó unos centímetros, tratando de darle algo de orden a sus ideas. Él también había estado reprimiendo sus ganas de estar con ella. Pero no quería apurarla a nada, y menos ahora que no estaban solo ellos dos.

-¿Estás segura? - le preguntó.

Mal rozó sus narices.

-No tienes idea de todo lo que ha pasado por mi mente con las hormonas más elevadas de lo normal- le confesó, logrando que él riera - Y ahora que estamos bien, en serio quiero estar juntos.

Ben apartó algunos mechones de su cara. Las pupilas de la ojiverde estaban dilatadas. Tomó su mano y la ayudó a subirse a su regazo. Mal se rió cuando él besó su frente.

-Si hay algo que sientas que es mucho, solo dímelo. Sé que esto es bueno para ti y para el bebé, pero también sé que algunas cosas serán menos cómodas para ti.

La princesa del Inframundo apretó sus mejillas.

-Te diré si algo está mal. Aunque lo dudo, tomando en cuenta que eso jamás ha pasado en todos estos años haciendo el amor - dijo.

Ambos se rieron. Pegaron sus labios lentamente. Fueron tomando un ritmo que iba en aumento. Mal descendió sus manos hasta levantar la camiseta azul de Ben. La dejó a un lado de él. Él no tardó en hacer lo mismo con la de ella. Las manos de ambos acariciaban sus espaldas y pechos, soltando gemidos. La reina suspiró cuando él apretó sus senos por sobre el sostén.

-Teniéndolos frente a mí, ahora entiendo porque dices que están más hinchados - le dijo.

Los cachetes de ella adquirieron un tierno tono rosado.

-Cállate y bésame, rey pervertido.

Ben no esperó una segunda petición y acató sus ordenes. Pasados algunos minutos, la excitación era más que evidente en sus cuerpos. Mal comenzó a mover las caderas en círculos, rozando sus intimidades a través de la tela. Gimieron por la sensación.

Estaban realmente jadeantes luego de esa acción, era una suerte que más nadie estuviera en esa casa. Ben tomó las dos camisetas y levantó a Mal como una pareja de recién casados. Los dos reían de camino a la habitación que habían tomado como propia esos días.

Ben la recostó en el colchón y siguieron con su guerra de besos. Con ayuda del otro se quitaron los pantalones y la ropa interior. Admiraron el cuerpo del otro por varios segundos.

Ben detallaba cada curva de su piel, acariciando sus costillas, sus hombros y sus caderas. Mal trasaba el contorno de los músculos de su esposo con la mirada. Ambos recordaban las distintas ocasiones en que sus labios han recorrido la piel del otro.

El castaño se acercó a su oído.

-Sé que te gusta que compartamos el control, pero me gustaría que me dejes darle prioridad a tu placer hoy- dijo.

Mal abrió los ojos, sonriendo y sintiéndose aún más excitada. Acopló más su cuerpo al de su marido, sintiendo como cada milímetro de su piel está pegada a la de él.

-Ok. Pero no prometo no tratar de tomarlo en algún momento.

Ben sonrió y siguió besándola. Besarse de esa manera era un hábito para ellos, uno que no habían atendido en todo ese tiempo distanciados. Lo sentían tan natural, tan cómodo.

La pelimorada acarició los brazos de su amado, delineando sus músculos. Ben acarició sus costados, desviándose hacia sus piernas. El sostén de Mal se abría desde adelante, así que le fue fácil quitarlo.

Sus labios recorrieron todo su rostro, besando desde su frente hasta su mentón. Poco a poco descendió por su cuello, chupando la piel sin llegar a morderla. Ella inclinó la cabeza hacia un lado, dándole todo el acceso que necesitaba. Jadeó cuando Ben encontró el punto más sensible de esa zona.

Bajó a sus pechos. Mal rodó los ojos hacia atrás por la sensación. Todo su cuerpo se sentía hormigueando, la electricidad recorriéndola. Su centro palpitaba con cada beso. Clavó sus uñas en la espalda de Ben, viendo en camino de lunares que bajan de sus hombros hacia su espalda.
Él se tomó todo el tiempo posible en darle besos delicados en los senos. Mientras que besaba uno masajeaba el otro, dándo ligeros pellizcos en sus pezones.

Ben besó su abdomen, bajando hacia sus muslos. Los acarició y apretó, dando mordidas suaves en el interior de ellos. Al llegar a su entrepierna, sopló algo de aire. Ella arqueó la espalda.

-Amor - gimió.

El rey pasó una de las piernas de su reina sobre su hombro y enterró su cara en su intimidad. Mal soltó un grito de placer cuando la lengua de Ben comenzó a jugar con su clitoris. Introdujo dos dedos en su interior, y esa fue la perdición de la pelimorada. Jalaba su cabello, manteniendo su cara justo en el lugar que quería. Con una mano él la mantenía pegada al colchón y con la otra penetraba sus pliegues.

-Mierda - exclamó, sintiendo como sus paredes se apretaban.

Esa fue la señal para Ben de que debía ayudarla a llegar a su orgasmo. Cambió el orden de sus caricias, penetrándola con su lengua y tocando su clitoris con el dedo índice. Subió el ritmo, logrando que pocos segundos después, Mal se corriera.

Dejó que las oleadas de su orgasmo se calmaran. Con cuidado le dio la vuelta y la puso boca abajo. Hizo un recorrido de besos por su espalda, besando cada uno de sus lunares y pecas, no dejando ninguno sin atender. Cuando la ayudó a ponerse boca arriba, vio la satisfacción en el rostro de su esposa, y eso lo hizo sentir orgulloso.

Mal se rió suavemente al entender por qué el rostro de Ben tenía esa expresión. Se humedeció los labios, los cuales habían quedado algo secos. El castaño evitó cerrar los ojos cuando ella apretó su trasero, concentrándose en lo sexy que se veía mordiendo sus labios.

Ella jadea, inclinando sus caderas hasta que siente que sus intimidades se rozan sin ningún tipo de pudor. El gruñido de Ben queda atrapado entre sus bocas, las cuales retomaron su misión de besarse hasta necesitar oxígeno. Sin separar sus bocas, ella logró darles la vuelta para quedar arriba de él.

El rey la ayudó, tomándola de la cintura. Cuando su miembro entró en ella, los dos gimieron con fuerza. Sus caderas se movían hacia adelante y hacia atrás. Ben apretó su trasero, haciéndola gemir con más fuerza.

En un descuido del castaño por estarla mirando, lo tomó del cuello, apretando con poca fuerza. Él se estremeció al sentir sus manos y el frío de sus anillos. Afianzó un poco su agarre al igual que los movimientos de sus caderas. Él se sentó, haciéndola gemir por el nuevo ángulo que tomaron las cosas. Rodeó su cintura y juntó sus frentes.

-Te amo- le dijo, jadeando.

Mal lo acercó del cuello, uniendo sus labios sin dejar de moverse. Las piernas de ambos temblaron hasta que el orgasmo los alcanzó. Se tumbaron en el colchón, con las piernas entrelazadas y sus pechos pegados. Ben acarició sus mejillas sonrojadas y sudorosas. La acercó a él y besó su frente. Mal apenas podía mantener los ojos abiertos por el cansancio.

-Descansa, mi vida- la acurrucó en su pecho- Aún es temprano, así que puedes tomar una siesta. Yo los cuidaré.

La reina sonrió y lo rodeó por el torso.

-Te amo - el sonido de su voz fue ahogado por el cuello de su esposo.

Ben acarició su espalda hasta que se quedó dormida. Apoyó su cabeza sobre la de ella y cayó rendido poco después.

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Me impresiona como cada vez logro ser más detallada y precisa con estas escenas😂🤭

Aún queda un capítulo, y tal vez un poco más de acción.

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora💕.

Publicado el 14/09/2022.

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