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La limusina real circulaba por las calles de Auradon City. La ciudad estaba repleta de gente saliendo de fiesta, llendo a cenar, al cine o a pasear por ser una semana de vacaciones.

La luz tenue del atardecer se filtraba por los vidrios ahumados, iluminando el silencioso asiento trasero del vehículo. Ambos monarcas iban absortos en sus pensamientos, mirando a través de las ventanas.

Las últimas semanas habían sido realmente tensas para ambos. Varios meses atrás, una noche la reina se sentía cansada. Había sido un bajón por el estrés. El rey, preocupado por ella, insistió en que se quedara en casa y aceptó ir en nombre de los dos al evento de caridad al que debían asistir.

Y tal vez esa no fue la mejor decisión, porque desde ese día todo se había ido en picada en su relación. Llevan ya diez años juntos, siete de ellos casados. Era poco común que discutieran. Tenían sus desacuerdos, pero siempre los resolvían en poco tiempo. Hasta esa noche.

El rey fue amable con todos, fue un buen anfitrión y fue puntual en todo para regresar pronto al castillo con su esposa. Pero con lo que él no contaba era que unos periodistas le habían tendido una emboscada para hacerle preguntas referentes a su vida personal, específicamente a su matrimonio.

Respondió todas con amabilidad y cariño a su esposa. El problema comenzó cuando los medios editaron totalmente sus oraciones y transformaron sus palabras de amor, respeto y orgullo hacia Mal a algo que sonaba como que su matrimonio estaba en peligro.

Ben se retiró a casa apenas le dieron la oportunidad. Cuando llegó, se encontró a Mal viendo la televisión, específicamente el reportaje editado. Ella no se molestó, todo lo contrario, de inmediato se dio cuenta de que todo había sido sacado de contexto.

Los dos aclararon todo algunos días después en una entrevista, más que todo por el hecho de cada vez tergiversaban más el asunto. Los dueños del canal tuvieron que disculparse por el gran error que cometieron sus empleados y todo se aclaró.

Las cosas se mantuvieron calmadas unos días, hasta que Mal fue la que se presentó sola en un evento. Ben fue el que se quedó en casa en esa ocasión debido a un gran resfriado que presentaba. Los rumores resurgieron.

Vieron a la pelimorada hablando con distintos políticos y artistas que habían asistido a la exposición de arte a la que la habían invitado. De inmediato quisieron dar la idea de que ella había estado coqueteando con varios de ellos. Por suerte, los mismos hombres desmintieron los rumores apenas salieron a la luz.

Todo volvió a la normalidad otra vez, por un tiempo. Ahora los rumores eran de que se había visto al castaño en compañía de otra mujer que no era su esposa en un club nocturno. Lo cual, volvió a ser mentira.

En realidad, las fotos que habían tomado eran de la fiesta secreta de cumpleaños de Audrey que habían preparado todos para ella. Habían reservado el lugar solo para el grupo de amigos y se habían disfrazado con pelucas.

A la mujer que vieron con él fue a la misma Mal, usando una peluca negra y estando de espaldas.

Los constantes rumores de infidelidad y problemas en su matrimonio no eran ciertos, pero si comenzaron a crear incomodidad. No podían verlos en público sin el otro porque al instante querían hacer creer que se estaban separando o simplemente querían alejarse del otro.

Tal era el acoso por parte de los medios que los seguían más que nunca con sus cámaras y micrófonos. Un día los grabaron de lejos discutiendo y esa fue la gota que derramó el vaso. Estaban caminando en un parque cerca del Castillo Beast, hablando sobre una nueva proclama. Y sí, estaban discutiendo, pero no de la manera en que lo hicieron ver.

Simplemente habían tenido un desacuerdo en la decisión que querían tomar con respecto a esa proclama. Las cámaras no captaron, o al menos no quisieron hacerlo, el momento en que ambos se rieron y terminaron abrazándose y besándose.

Con esas imágenes aparecieron miles de titulares tales como: "Problemas a la vista en la <<perfecta>> Pareja Real". A partir de ese día les hicieron la vida imposible. Cada vez creaban más rumores y chismes en torno a ellos.

Hubo un punto en que los dos comenzaron a hartarse y las palabras, aunque fueran falsas, llegaban a sus sentimientos. Habían creado dudas e inseguridades sobre sí mismos. Empezaron a discutir por cosas absurdas más seguido de lo que alguna vez habían hecho.

La tensión fue acumulándose junto a los rumores hasta el punto en que comenzaron a pelear a diario. Apenas y lograban dormir junto al otro debido a todas las cosas que se decían, muchas siendo hirientes.

Ese día no había sido la excepción, arreglándose para ir a la apertura de un nuevo museo dedicado a la historia marina, comenzaron a discutir por una noticia que había salido esa misma mañana. En ella decían que ya era innegable que la pareja real estaba al borde del colapso, y que pronto se anunciaría su separación oficial.

Se habían "filtrado" supuestos papeles de divorcio. E incluso se dijo que si el problema tendría que ver con no poder tener hijos, dado a que ellos habían decidido tomarse un tiempo antes de tener una familia propia. Pero el Consejo de Segundones ya les estaba exigiendo que era el momento. Y el pueblo igual.

Eso tocó todas las fibras sensibles, porque los gritos se volvieron tan fuertes que sus padres tuvieron que intervenir para que dejaran de pelear. Terminaron de vestirse en cuartos separados, y desde el momento en que se subieron a la limusina se mantuvieron en silencio.

Y así seguían. El trayecto era de más de una hora para llegar hasta el museo; ya llevaban casi todo el camino recorrido, y ninguno se atrevió a abrir la boca para no herir más al otro. Sabían que debían hablar, resolver sus problemas. Pero ese no era el momento ni el lugar.

Empezaron a acercar sus manos para entrelazarlas, aún sin mirarse. Estaban realmente ansiosos porqué pasaría esa noche. Debían mostrar la mejor imagen frente a las cámaras así las cosas no estuvieran bien, era el modo de que los rumores cesaran y ellos al fin pudieran encontrar paz para hablar.

Dentro de las paredes del castillo era evidente que algo pasaba entre ellos, así que sus consejeros y directores de prensa les insistieron en que trataran de ser lo más disimulados posible esa noche. Todos los acuerdos de confidencialidad habían logrado detener cualquier cosa que quisieran filtrar fuera de su hogar.

Mal tenía los ojos cristalizados, reprimiendo las ganas de llorar. Le dolía tanto estar en esa situación con la persona a la que más ama en el mundo. Su ansiedad estaba desbocada por la situación. Estaba realmente agotada y sentimental.

Ben, por otro lado, no se encontraba muy distinto a ella. Jamás se hubiera imaginado que él y la ojiverde alguna vez se encontrarían en esa posición. Lo peor de todo es que la culpa lo carcomía porque sabía que si ella no se hubiera casado con el rey, las cosas serán muy distintas.

El auto bajó la velocidad y llegaron al museo. Solo habían tres autos antes del suyo para que salieran del vehículo. Se atrevieron a mirarse por varios segundos, sintiéndose peor al ver el dolor en los ojos del otro.

Parpadearon con rapidez cuando el conductor les avisó que en quince segundos abrirían la puerta y bajarían. Dicho y hecho, alguien abrió desde el otro lado. Ben fue el primero en bajar, recibiendo una ovación de la multitud. Ayudó a Mal a bajarse, apretando su mano todo lo que podía para apoyarla. Para de algún modo sentirse cerca a pesar de lo alejados que estaban.

Comenzaron a caminar por la alfombra roja, sonriendo lo más natural posible y posando para distintas fotos. Suspiraron del alivio al atravesar las puertas. No tuvieron tiempo de decir nada ya que de una vez los dirigieron a la sala principal donde darían un discurso.

Se observaron unos instantes antes de seguir a los guías que les asignaron para ubicarse entre los pasillos escondidos que caminarían.

(...)

Decir que todo había salido bien habría sido una completa mentira. Por más que trataron de mantenerse juntos durante la noche, no solo por apariencias sino para reconfortarse, lograban separarlos para enseñarles cosas o meterlos en conversaciones distintas.

La mayoría de las personas que lo hacían no era con mala intención, pero otras sabían muy bien lo que hacían y lo que provocarían.

Los pocos minutos que estuvieron juntos fueron estando sentados para la cena y viendo algunas de las salas del museo. Era común verlos hablar muy animadamente en los eventos, así que no pasó desapercibido el hecho de que claramente no tenían su entusiasmo habitual.

Pasadas las horas los dos estaban realmente irritados y lograron persuadir a los organizadores de que debían regresar a casa. Se subieron a la limusina y trataron de conciliar el sueño, porque sabían que difícilmente lograrían dormir. Las últimas noches habían sido de insomnio constante.

Al llegar al castillo, Bella y Adam trataron de hablar con ellos juntos. Pero al momento de verse, ambos perdieron todo el valor que habían estado reuniendo las últimas horas para hablar. Sabían que en ese instante, estando cansados e irritados por las actitudes de algunas personas en el evento, no resolverían nada. Tal vez hasta retrocederían más.

Al momento de irse a dormir, se quedaron callados y solo se desearon las buenas noches. Lloraron en completo silencio a espaldas del otro, hasta que en algún punto se abrazaron y no dijeron ninguna palabra.

A la mañana siguiente, Mal se despertó primero, queriendo buscar a su suegra para al menos desahogarse un poco. No había podido hablar con Evie en persona ya que su amiga había estado viajando para lanzar su nueva colección. La necesitaba, pero no sería egoísta y arruinaría su momento, aún cuando su estabilidad emocional y su matrimonio pendían de un fino hilo.

Al encontrar a la castaña leyendo sola en la biblioteca, no pudo más y se derrumbó. La ex-reina la oía atentamente, con dolor. La reconfortó todo lo que pudo y le mostró su apoyo, insistiéndole en que debía hablar con su hijo antes de que las cosas se fracturaran para siempre.

Simultáneamente, Adam había estado en la misma situación con Ben. Cuando el rey se despertó y no la encontró en la cama, supo que era el momento para buscar consejo y refugio en su padre.

Él también lloró, liberando al fin todo lo que reprimía desde hacía muchos días. Su progenitor le dio el mismo consejo que su esposa a Mal, que debían hablar pronto.

Los siguientes días serían la ocasión perfecta para tratar de arreglar las cosas, ya que viajarían a una de las residencias privadas de la familia y estarían unos días solos alejados de todo.

Habían programado ese viaje desde principios de año. No se atrevieron a cancelarlo en ninguna ocasión a pesar de la situación ya que sabían que de algún modo u otro estar lejos de absolutamente todo - la prensa, las cámaras, los chismes-, los ayudaría a tener la tranquilidad que requerían para resolver esa situación.

Debían hacerlo, querían hacerlo, lo necesitaban. Y en serio rogaban porque todo lograra regresar a la normalidad entre los dos. Tenían la esperanza de que su relación tenía salvación y que jamás volverían a pasar por algo así.

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¡No me maten!

Quería escribir otra mini historia desde hace varias semanas, y cuando comencé a ver The Crown lograron surgir ideas.

Esta historia estará conformada por cuatro capítulos, así que aún quedan cosas por leer.

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora💕.

Publicado el 12/09/2022.


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