O2
La rayos del sol chocaron contra mis párpados. Me cubrí la cara por acto reflejo.
Pestañeando, me fui incorporando con lentitud. La cabeza me pesaba y sentía el cuerpo tan liviano como si fuera una pluma.
Creo que sigo dormido.
Era lo más probable pues no estaba en mi cuarto ni en la azotea donde acostumbraba pasar la noches de verano. Me tallé los ojos para terminar de despertar y entonces me di cuenta de que me hallaba sentado en el pavimento. Delante de mí un tipo de traje negro y gafas del mismo color me miraba con mala cara.
—Así que estás vivo.
—¿Quién eres tú?
—Eso te pregunto yo. ¿No es raro que un chico de tu edad duerma ebrio en las calles? Sentí lástima, por eso no te moví a patadas. Ahora que puedes mejor vete.
¿...?
—¿Cómo que dormí aquí? —dije parándome.
Mierda...
Todo se veía temblorosamente a mi alrededor. Con esfuerzo, logré mantener el equilibrio.
—Mis jefes llegarán pronto —dijo señalando el edificio del otro lado de la calle: Un casino—. Lárgate si no quieres problemas —¿Problemas?— ¿Entiendes, vago? ¡Largo!
Asentí confundido. No iba a replicarle, el tipo era grande y corpulento.
—Oiga —Volteé luego de alejarme un par de pasos—. ¿Puede decirme dónde estoy?
—No eres de aquí, ¿verdad?, ¿o perdiste la memoria? —Bufó— Yiseon, "la ciudad de la fortuna", ¿dónde más? ¿Tienes dinero? Ven, apuéstalo en el casino y triplica tu suerte.
—¿Yiseon?
—Sí, ¿ya recuperaste la memoria?
—Espere, espere. ¿Dijo antes que me embriagué?
—Ya lárgate —Se cruzó de brazos.
—Okay —"Gracias".
No pensaba charlar más tiempo con él de todos modos.
Me fui sin tener la más pálida idea de hacia dónde. Estaba un poco desorientado y con el estómago revuelto como si hubiera dado vueltas por horas en una montaña rusa. Y tenía muchísima sed.
Una cafetería cerca que acababa de subir las persianas me atrajo. Adentro agarré la primera silla que vi y pedí un vaso de agua.
El agua me ayudó más de lo que esperaba, en cuestión de minutos me sentía mucho mejor.
Me siento tan rezagado.
Prestando más atención fue que me di cuenta de que era de una de esas cafeterías que usaba una estética particular para destacar. En este caso, los muebles, las vajillas, las paredes, hasta la ropa y el corte de pelo de la mujer que me había atendido eran muy vintage.
Al querer ver la hora me di cuenta de que no traía mi móvil conmigo.
No puede ser. ¿Dónde está? ¿Me lo habré olvidado en casa o se me cayó?
—Disculpe —dije acercándome al mostrador—. ¿Tiene un teléfono que pueda prestarme?
—Las llamadas cuestan cincuenta centavos. No hagas llamadas a larga distancia —Me señaló una tostadora con botones y cable raro.
Sí, sabía perfectamente que era un teléfono pero no podía usar esto para llamar a mamá Mina, de hecho ni siquiera sabía que todavía existían estas cosas.
Esperé pacientemente a que regresara de tomar una orden.
—Oiga señora, no puedo usar esta cosa. ¿Puede prestarme su celular un minuto por favor?
—Este teléfono funciona correctamente. ¿Qué es lo que quieres?
—Un celular si no es mucha molestia.
Ella negó. Luego dijo que no sabía de lo que yo estaba hablando.
Sí, claro.
Al salir, me apoyé en una pared a respirar antes de que tuviera que ir a preguntar cómo volver a mi casa. Había más gente ahora, todos usando cubrebocas excepto yo.
¿Por qué parece que hubiera menos polución?
Almenos eso sentía. Y me moría de frío aunque fuera verano.
Yiseon, Yiseon... ¿Dónde queda eso?
Ahí fue que le presté más atención a mi alrededor. Todo era igual de antiguo que en las fotografías que mi familia guardaba en su álbum de recuerdos. Observé las calles poco cuidadas, los carteles rayados, los edificios anticuados, los autos y camiones cuadrados. Fui andando, echándole el ojo a todo a mi paso hasta que choqué con uno de esos puestos de diarios y revistas que daba por extintos.
—"El presidente Roh Moo-Hyun confirmó que se reunirá con el secretario general del PCCc Hu Jintao en noviembre" —Leí en la portada de un diario—. "Preocupación por el tifón Nabi" —Decía más abajo.
Pero si ese tifón rozó al país hace mil años. Y ese tipo ya no es presidente, está tieso y todo.
"Jueves, uno de septiembre de dos mil cinco". Esto es viejo, con razón.
Vi la tapa del diario de al lado y eran puras noticias viejas. Recogí otro ejemplar y luego otro y en todos corroboré lo mismo.
Qué demonios.
Recuerdos borrosos pasaron por mi mente.
—¿Vas a llevártelo? Son $10.
El diario sigue en tu mano, imbécil.
—No —Le contesté al vendedor devolviendo el ejemplar.
—Entonces-
—De hecho ando un poco perdido.
El sujeto se quedó viéndome como a un bicho raro.
—¿Puede decirme dónde estoy?
—El centro.
—¿El centro?
—Sí, el centro de Yiseon.
Entonces aquel tipo del casino no mintió.
—¿Y eso está muy lejos de Seongnam?
"Me pedirás un deseo..."
—¡Ah! —Me sostuve la cabeza después de sentir un pinchazo en el cerebro— ¿Cómo llegué aquí?
—¿Estás bien, muchacho?
—Sí, solo indíqueme cómo regresar a Seongnam por favor.
—¿Seongnam? —Se puso a pensar— Seongnam... Eso está a cuatro o cinco horas de acá. Puedes tomar el tren para llegar más rápido, la estación está a nueve calles doblando a la esquina en línea recta.
—Muchas gracias —Almenos todavía existía gente amable—. Oh por cierto, los diarios están muy desactualizados. Debería retirarlos para no tener problemas con los compradores y reclamárselo a su proveedor —Quién sabe y no se había dado cuenta hasta ahora, era un ahjussi muy mayor después de todo.
—¿De qué hablas?
—Los diarios son viejos, solo mire la fecha —Alcé un poco más la voz. Tal vez era medio sordo.
El buen hombre se puso a chequear los ejemplares impresos de una fila pero bueno, quizás tampoco veía del todo bien así que le alcancé el primero que yo había leído.
—¿Vé? Mire la fecha —Le señalé.
—Sí, la fecha es la correcta. ¿Qué pasa?
—No, no lo es. Mire bien, ahí dice uno de septiembre de dos mil cinco. ¿Ya vé?
—Sí, ya vi. La fecha y los diarios están perfectamente. No entiendo tu punto.
—Señor, para empezar no estamos en dos mil cinco, eso ya pasó-
—Claro que sí. Uno de septiembre del dos mil cinco.
—No, usted no...
"Yes. ¿A dónde quieres ir?"
—¡Ahh! —El pinchazo de nuevo.
—¿Seguro que estás bien? Deberías ir al hospital.
"Quiero que me envíes a dieciocho años atrás..."
Me apoyé justo a tiempo de la chapa de una de las puertas donde se exhibían revistas. Tenían la misma fecha que los diarios. Arranqué una que estaba colgada y también tenía ese año escrito.
Mi corazón ya se había acelerado.
—Oye, ¿qué crees que haces?
"Me pedirás un deseo, cualquiera que sea, y yo te lo cumpliré."
No, no puede ser.
Me quedé en shock con la mirada clavada en la fecha impresa en la revista que sujetaba con mis manos.
—Ahjussi... Repítame en qué día, mes y año del calendario estamos.
—Lo estás viendo en la portada de la revista que sostienes. Esa es de hoy.
—Solo dígamelo. Quiero... No. Necesito confirmar algo importante.
—Hoy es primero de septiembre del dos mil cinco. ¿Algún problema? No es mi asunto, mejor no me lo cuentes.
"Creo que voy a desmayarme."
—No... no fue un sueño. Está pasando. La nieta de esa bruja...
—¿Cuál bruja?
—La nieta de la bruja Zhou, la que tomó mi dinero a cambio de... —Mejor no se lo digo—. Creo que sí iré al hospital, le haré caso. Gracias por la ayuda. Hasta luego.
Me detuve a unos metros y me palmeé las mejillas para asegurarme de estar despierto.
—Si esto es real, ¿cómo diablos hago para regresar? —Me pregunté a mí mismo— Ugh, no recuerdo mucho y me duele la cabeza. A ver, estaba solo en la cancha de básquet. Luego el balón se perdió en el bosque y fui por él. Llegué a esa extraña casa donde la puerta se abrió sola. A partir de ahí todo se volvió paranormal. Esa chica rara de la que no recuerdo el nombre dijo que era la nieta de la bru... Claro, la nieta de la bruja Zhou. Tengo que localizar a aquella bruja. ¿Cómo lo hago? —El tren— Por supuesto.
Minutos después ya estaba corriendo en dirección a la estación de trenes. Luego de ingeniármelas para pasar sin pagar boleto, emprendí el viaje a mi ciudad.
Casi me pierdo, pero al cabo de tres horas estaba bajando las escalerillas del ferrocaril en Seongnam. Tuve que intercambiar mi reloj para poder pagar un autobus que me acercara a mi vecindario.
Allí todo era obsoleto y familiar. No habían muchas casas, el clima era menos frío y el color verde de los árboles predominaba por sobre el resto.
Tomé una bocanada de aire y la solté.
No había tiempo que perder así que fui directamente al bosque donde residía la bruja. Primero busqué la cancha de básquet pero en su lugar me encontré un baldío. No lo dudé, me adentré en la arboleda y avancé con determinación a la puerta de la residencia.
Si es el año dos mil cinco, la bruja Zhou tiene que seguir en esa tenebrosa casa o alguien más tiene que habitarla, alguien que pueda responder a mis preguntas.
—Abra por favor —dije golpeando la puerta—. Señora Zhou, sé que me oye. ¡Señora Zhou o quien me escuche abra la puerta! Me urge hablar con la persona que se encuentre del otro lado.
—Fuera de aquí.
¡Lo sabía!
—¡Necesito respuestas!
—Vete. No lo repetiré. De lo contrario no podrás escapar.
—No me iré. Necesito hablar de un asunto muy importante con usted. Por favor.
—Dije que no podrás escapar...
—¡Se trata de Tzuyu!
La puerta de repente fue abierta dejando ver a una señora medio robusta con un vestido floreado, una toalla en la cabeza y un pintauñas en la mano derecha.
—¿Qué hizo Tzuyu?
⏳
—Bueno, ahora sí. ¿Quién eres tú? Me —preguntó la bruja desde el otro lado de la mesa redonda.
Deja vú.
—Mi nombre es Cha...
—No me interesa. Dime qué pasó con Tzuyu.
—Iré al grano. Soy un viajero del tiempo. Tzuyu, su nieta, me envió al pasado. Ahora estoy perdido, no entiendo nada, tengo frío y creo que dormí en la calle, de milagro nadie me atropelló. Usted tiene que ayudarme.
—¿Que qué? Detente que no estoy entendiendo —Ni yo—. Hagamos algo, primero respira —Eso hice, respiré hondo—. ¿Ya está? Muy bien. Empecemos desde el principio, ¿de dónde dices que eres?
—Dije que vengo del futuro.
—¿Del...? ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! Eres mejor que los programas basura de la televisión, ¡ja, ja, ja...!
—Sabe qué, me imaginaba venir este tipo de reacción pero de alguien común y corriente, no de una bruja como usted.
—No soy una bruja.
—Sé que lo es. No tiene que esconderlo, o almenos no de mí.
—Acabo de decir que no lo soy. Qué cosas dices de veras, ja, ja...
—Déjeme repetírselo. Viajé en el tiempo por medio de su nieta que por cierto es una bruja igual que usted. Ahora mismo me encuentro en el pasado al igual que su yo del futuro que fue enviado a una distinta época.
—Ja, ja... ja... ja... ja.
—Dejó de carcajear. ¿Qué pasa? ¿Ya no le parece chistoso?
—¿Hablas en serio?
—Muy en serio.
—No puede ser. Entonces eran señales —Se levantó y se dejó caer en su asiento con notable preocupación—. Desde hace años tengo el mismo sueño almenos una vez al mes. En él aparecen unos espíritus muy molestos conmigo. Probablemente estén reclamándome por acontecimientos que ya pasaron o del... ¿Realmente vienes del futuro?
—Se lo juro. Nada más míreme bien y dígame si le parezco un chico del dos mil cinco.
—Pues te ves más como un vagabundo.
—¿Ya ve? Espere, ¿un vagabundo?
—Dime ya mismo quién eres y no me refiero solo a tu nombre sino también a qué tipo de relación tienes con mi nieta. ¿Eres amigo de Tzuyu?
—Mi nombre es Son Chaemi y pues... no, no soy su amigo, la conocí anoche cuando fui atrás de un balón de básquetbol que fue a parar increíblemente debajo de su ventana, en el futuro claro. Yo vengo del año-
—¡Shh! No debes decirlo.
—¿Y eso por qué?
—Porque no debo saberlo. Nadie debe saberlo nunca. ¿Entiendes?
Asentí moviendo la cabeza.
—Antes afirmaste haber viajado al pasado por medio de Tzuyu.
—Sí, ella me envió aquí.
—Viajar por tu cuenta y que otra persona te envíe son dos cosas diferentes.
—Sí, tiene razón. Bueno, fue ella la que me envió según recuerdo. Yo nunca habría podido.
La bruja apoyó las manos sobre la mesa como un detective policial y se quedó mirándome con los ojos entrecerrados.
—¿Según recuerdas? Si no eres amigo de Tzuyu, ¿por qué te enviaría al pasado? ¿Con qué objeto?
—Yo se lo pedí.
—O sea como un favor.
—Sss... sí, se podría decir.
—A un desconocido. ¿Dices que Tzuyu te hizo un favor siendo dos completos extraños?
—Bueno, ahora que voy recordando más creo que le di dinero a cambio.
—Eso ya no es un favor, es una transacción.
—Ella lo propuso. Yo no entendí ni la mitad. Para ser sinceros, pensé que me estaba tomando el pelo para sacarme dinero y solamente le seguí la corriente para... no sé, mantenerme a salvo. Almenos así fue al principio. Su nieta no parece peligrosa pero la casa sí tiene vibras paranormales.
—"Al principio". Osea que cambiaste de opinión.
—Sí, luego de que su nieta comentara que la había enviado a usted a otra época, una parte de mí quiso creer que era posible por muy imposible que sonara eso de los viajes temporales.
—Dime ya mismo cómo hizo Tzuyu para enviarte hasta aquí —Inquirió golpeando la mesa.
—Lo recuerdo borrosamente. Primero creo que me guió hasta un cuarto con un círculo de velas en el piso. Luego me dió un frasco muy pequeño para beberlo, ¿una pócima?, y me desvanecí. Creo que se puso a hablar en otro idioma, como si estuviera invocando al zimzalabin. Hasta ahí llega mi memoria.
—Un hechizo —Murmuró pensando.
—Sí, ella mencionó algo de un libro de hechizos. Y como dije antes, hoy desperté en la calle enfrente de un casino en Siyeon.
—Esto está mal. Seguro usó ese libro... Un momento, ¡¿hablaste de esto con alguien?!
—No.
—Qué bueno, una preocupación menos.
—Espere. Solté unas palabras delante de un vendedor de diarios.
—¿Qué?
—Fue porque empecé a sentir pinchazos en la cabeza. Aun así estoy seguro de que no entendió nada.
—Presta mucha atención: NO debes hablar de esto con ABSOLUTAMENTE NADIE.
—Okay...?
—Hablo muy en serio. Si lo haces, cualquier cosa, por pequeña que sea, traerá consecuencias de cualquier índole. Por el solo hecho de estar aquí sentado pones en riesgo tu propia existencia.
—Oiga, la razón por la que acepté el trato fue para conocer a mi padre biológico, nada más. No busco problemas.
—¿Tu padre murió?
—No lo sé. Nunca lo conocí y nadie ha querido darme información acerca de él.
—Empatizo, pero aun así fue una mala decisión. ¿Eres consciente de que estás atrapado en el dos mil cinco hasta que averigüe cómo enviarte de regreso al futuro?
—Pero cómo, creí que los deseos tienen fecha límite.
—No. Para empezar, existe una gran variedad de hechizos con características que pueden llegar a ser muy disímiles. El que usó Tzuyu es un hechizo totalmente prohibido proveniente de un libro que por ser de suma peligrosidad mantengo oculto en una caja fuerte sellada con un embrujo.
—Si lo dice de esa forma hasta me asusta.
—Asústate. Si no encuentro una solución, quedarás atrapado aquí para siempre. En otras palabras, tengo que ir por ese libro cuanto antes.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro